CERRADO POR VACACIONES Y EL COMPLEJO DE PENÉLOPE

            No sé en qué momento alguien decidió que este país, en el que estudiamos y tratamos de trabajar y vivir con dignidad, tenía que cerrar el mes de agosto.

            Pero esta incógnita no es mayor ni tan siquiera más importante que cualquier otra de las que se me plantean, con muy pocas opciones de obtener alguna respuesta mínimamente coherente, razonable y/o entendible.

            No voy a esgrimir un listado de interrogantes como parte de mi última entrada en este blog antes de las vacaciones de verano que alguien, como decía, decidió que tenía que disfrutar si o si en este tedioso, caluroso, escandaloso, pegajoso y todos los “osos” imaginables, mes de agosto. Es decir por imperativo estival que no legal.

            Pero sí que me voy a permitir la libertad de hablar sobre algunos aspectos relacionados con el periodo estival y las enfermeras que considero merecen cuanto menos una cierta reflexión y un mínimo análisis. Otra cosa bien diferente será si conducen a alguna parte o si, como suele suceder, se quedan en el limbo de los dioses esperando a que Ulises, cual marido salvador de nuestros males, llegue con la solución a los mismos mientras las enfermeras, presas del complejo de Penélope, nos dedicamos a tejer y destejer nuestras dudas esperando su llegada en un peligroso trance de crear un mundo interior mitológico, fantasioso, un círculo vicioso o sistema delirante en el que las enfermeras nos refugiamos a lo Penélope en una perpetua espera, sin tomar resolución alguna como estrategia de procrastinación, reprimiendo así la necesidad o deseo de ser infiel a nuestra condición enfermera y al dios que se espera solucione nuestros problemas.

            Pero volviendo al verano, en él confluyen dos hechos muy significativos y de gran trascendencia para las enfermeras, siempre desde mi punto de vista. Por una parte en la Universidad las/os estudiantes de enfermería de 4º curso tratan de superar el que identifican como último escollo, obstáculo, dificultad, trámite… de sus estudios, es decir, el Trabajo Fin de Grado (TFG), en lugar de hacerlo como la mejor oportunidad para aproximarse a la investigación, el pensamiento crítico, el conocimiento enfermero y el debate científico. Una lástima que esto se haya convertido simplemente en eso, un trámite, que hay que superar para obtener el ansiado título.

Pasa como el que sabe que tiene que superar el examen práctico para lograr el carnet de conducir que le de licencia a eso, a conducir, lo que en ningún caso significa que lo haga con la competencia y pericia que precisa para ello. Sin embargo le habilita a manejar un arma mortal, como es un coche o una moto, y quienes deciden habilitarlo consideran que con poner la L es suficiente para determinar una mínima seguridad de supervivencia tanto para quien conduce como para quien le acompañe o se cruce con él/ella mientras lo hace.

Con las futuras enfermeras pasa algo similar, superado el TFG se les habilita para ejercer la enfermería y se considera que con que se colegien es suficiente garantía, junto al título que acaban de obtener, para poder trabajar en cualquier centro, servicio, unidad, contexto… que se presente o se encuentre con la ineludible necesidad de cubrir unas vacaciones de las enfermeras que tienen la suerte o, cuanto menos la oportunidad, de disfrutarlas.

Nos encontramos pues ante dos interrogantes a las que hasta la fecha, al menos a mí, nadie ha sabido responderme.

¿Por qué el TFG se ha convertido en un puro trámite? Primera interrogante.

¿Por qué a una enfermera recién titulada se le considera apta para trabajar en cualquier lugar por el mero hecho de tener el título en regla y el alta de colegiada? Teniendo en cuenta que en este caso ni tan siquiera se les identifica con la L como a las/os conductoras/es.

La primera interrogante me genera nuevas e irresolubles interrogantes que impiden, posiblemente, que se dé una respuesta satisfactoria para todas las partes. Porque no acabo de entender el porqué de una oportunidad tan importante, perdida en el torbellino académico-administrativo en el que lamentablemente se ha convertido la universidad española en términos generales y a pesar de los loables esfuerzos de muchas/os docentes por salvarse de la atracción de esa fuerza centrífuga generada por el citado torbellino. No se ha sabido, o lo que es peor, no se ha querido dotar al TFG de la importancia y valor que el mismo debería tener. Pero no tan solo en cuanto al valor numérico de la evaluación que tanto se ha sublimado, sino en cuanto al valor real, como herramienta de enseñanza-aprendizaje y de aproximación a la búsqueda de conocimiento y de evidencia científica, que el mismo debía poder proporcionar en las/os estudiantes desde una perspectiva de ilusión, motivación e incluso entusiasmo ofrecido y aportado por las/los docentes en lugar del rechazo, temor e indiferencia que el mismo genera y que desemboca, en la mayoría de las ocasiones, en una reacción en contra de la investigación, provocando que muchas enfermeras no quieran saber ya nunca más nada sobre investigación tras obtener su título. Ahora, eso sí, en paralelo muchas/os de esas/os docentes estarán intentando publicar sus artículos científicos en las revistas de impacto que negocian con el conocimiento. Realmente una interrogante que en sí misma encierra una tremenda paradoja.

La segunda interrogante es aún más difícil, si cabe, de responder y genera nuevas y complejas interrogantes, por la incoherencia que no por la imposibilidad de sus posibles respuestas. ¿Qué impide evitar contratar a enfermeras que acaban de obtener su título para que trabajen en determinados servicios, unidades o condiciones? ¿Es razón suficiente ocupar las vacantes producidas por vacaciones? ¿Alguien valora alguna vez los riesgos que estas decisiones tienen para las nuevas enfermeras, las personas a las que deben atender o las propias organizaciones?

A pesar de parecer simples las respuestas que deberían obtenerse, nada es como parece. Para empezar, lo único que se me ocurre que impide la citada contratación es la presión sobre las direcciones enfermeras para que se cubran las vacantes producidas por vacaciones sin importar quien las realice y donde las lleve a cabo. La falta de planificación y la concentración de las vacaciones en prácticamente tres meses lleva a que se generen graves problemas que se “parchean” con las enfermeras recién tituladas. Por último, pero para mí lo más importante, es el riesgo al que se somete, en primer lugar, a las enfermeras que se contrata sin experiencia alguna para ocupar plazas de gran complejidad y responsabilidad en condiciones, además, de reducción de plantillas al no cubrirse todas las vacantes generadas en dicho periodo estival. Eso sin contar con que en ocasiones ni tan siquiera cuentan con la compañía de una enfermera experta, lo que supone un problema añadido y deja, muchas veces, al capricho del destino lo que pueda suceder, con lo que ello puede significar para el futuro profesional de esas enfermeras en caso de un incidente imprevisto con consecuencias impredecibles. Consecuencias que pueden ser muy graves, sino fatales, para las personas atendidas. Por último la repercusión que para la propia organización sanitaria puede tener.

Fiar, por lo tanto, la salud, no solo física, de estas enfermeras, personas atendidas y organizaciones, al destino es, no tan solo una temeridad sino una clara irresponsabilidad que se perpetua en el tiempo y mantiene en una peligrosa posición de indefensión a muchas enfermeras a las que un seguro de responsabilidad civil no les va a poder restablecer moral, psicológica o mentalmente ante una adversidad producto de su inexperiencia y de la que, además, se inhibirán cuantos hayan participado en su contratación, como ya se ha podido comprobar en algunas lamentables situaciones. Pero al menos con eso se lavan las conciencias de algunas/os decisoras/es.

Pero la cuestión no acaba ahí. Situar al mismo nivel de responsabilidad, representatividad, referencia, importancia e incluso retribución a una enfermera recién graduada que a una enfermera con 10, 20 30 o más años de experiencia y formación es de una incoherencia supina. Desde luego contradice claramente los planteamientos de Patricia Benner[1] [2].

Para acabar de aderezar tan lamentable panorama se incorpora un nuevo escenario de colocación inmediata aprovechando las circunstancias. Las Residencias de personas mayores y/o con discapacidad y ciertas empresas de la salud privadas (parece que no tiene mucho sentido que se utilice la denominación de salud, que es un derecho universal, por parte de empresas con ánimo de lucro, como si de un producto se tratase) se convierten en refugio laboral deplorable, precario y peligroso para muchas enfermeras que son contratadas en condiciones abusivas e intolerables ante la pasividad y permisividad con la que se mantienen tanto administraciones públicas como organizaciones profesionales y sindicales.

Si a todo lo dicho añadimos que se sigue manteniendo el sempiterno, inexacto, irracional, engañoso y malicioso halago de que las enfermeras tenemos una gran adaptabilidad, es decir que igual servimos para un roto que para un descosido, nada cambiará y seguiremos tapando miserias, mediocridades, ineficacias, irresponsabilidades… del sistema y de quienes lo gestionan y, lo que es peor, asumiendo las enfermeras exclusivamente las consecuencias de contrariedad, inseguridad, ansiedad, riesgo… que las mismas generan. Amén de seguir manteniendo figuras tan arcaicas, irracionales, absurdas y lamentables como las de enfermeras de correturnos, de apoyo o como se les quiera disfrazar eufemísticamente.

Mientras tanto el sistema universitario español sigue graduando enfermeras con un mensaje casi exclusivo de trabajo en hospitales y centros de salud, convirtiéndose en una parte más de esa gran cadena de montaje en la que parece haberse convertido la formación y colocación de enfermeras en nuestro país.

Pero mientras siga existiendo verano que permita absorber a las enfermeras que año tras año se gradúan, seguiremos manteniendo estos mismos planteamientos, porque al fin y al cabo lo importante es disfrutar de las vacaciones.

Y es que el verano no trae solamente olas de calor. ¿O me habrá dado a mí una insolación?

¿Sea lo que sea, alguien se planteará alguna vez la necesidad de planificar en este país?

Agosto y cierra España!!!!

Y para no desentonar esta será la última entrada hasta septiembre. Es lo que tiene…

[1] Benner P. Benner’s stages of clinical competence. En: From Novice to Expert. 1982.

[2]  Benner P. From Novice to Expert. Am J Nurs. 2006.