PUÑETERA JUSTICIA La desigualdad como fundamento

“Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.”.”

Platón[1]

La desigualdad, por mucho que se empeñen en hacernos creer que no existe o que no se tiene en cuenta a la hora de acceder a derechos fundamentales, en cualquiera de sus formas, variantes, variedades o interpretaciones, que de todo hay, determina claramente muchos aspectos de la vida de las personas, los grupos o las profesiones.

Negar que la enfermería y las enfermeras no hemos sido y seguimos siendo objeto de desigualdad es tanto como negar que no existe machismo o violencia de género. Tratar eufemísticamente de ocultarlo, enmascararlo, edulcorarlo o manipularlo, que todo viene a ser lo mismo, es no tan solo faltar a la verdad sino contribuir a que se perpetúe la diferencia y con ella la desigualdad que dificulta o impide la igualdad de oportunidades para lograr las mismas metas, con idéntica exigencia y mérito evidentemente, que cualquier otra disciplina o profesionales, al situarnos siempre por debajo de quienes tienen asignada la supremacía social, política, científica, profesional… alcanzada por méritos propios, no me cabe duda, pero también por la presión del poder que ejercen para no compartir espacio de igualdad de imagen, valor, identidad y reconocimiento, que no de conocimiento o de competencia profesional propios.

Esa desigualdad, gestada a lo largo de la historia y ligada claramente a una cuestión de género y de fuerza del trabajo, ha permitido y logrado que las enfermeras siempre hayan sido identificadas desde una perspectiva subsidiaria, de menor valor, de obediencia, de debilidad, de sumisión… a la sombra y al mando de quienes siempre han sido identificados como poderosos, fuertes, capaces, resolutivos… De ahí la asimilación que se establece de los ángeles al servicio de Dios. Y como derivación la curación ligada a la sublimación y el milagro y los cuidados a la abnegación, la renuncia y el sacrificio.

Esta diferencia descalificadora, estigmatizante, dolorosa y claramente injusta, sin embargo se ha instalado como una verdad incuestionable no tan solo en la sociedad como creencia popular, sino en quienes como la RAE, al menos en teoría, velan por limpiar, fijar y dar esplendor a aquello que permite identificar, conocer y valorar a través de la lengua, las palabras, recogiendo en su definición exactamente los mismos rasgos de desigualdad que los que se mantienen socialmente y por tanto contribuyendo a que no se modifiquen.

Las personas que deciden dedicarse a la política, teóricamente también, como servicio a la sociedad y defensa de los derechos de la ciudadanía que los elige, también contribuyen con sus decisiones a que dicha desigualdad no tan solo sea considerada normal sino a impedir que se pueda cambiar gracias a las normas que lo impiden o dificultan mucho más allá de lo que supone para otras/os profesionales.

Las/os periodistas o quienes se dedican a la información sin serlo, por su parte, contribuyen al estereotipo de desigualdad con informaciones que mimetizan de idéntica manera los planteamientos descritos, haciendo de caja de resonancia que los amplifica, magnifica, contribuyendo al igual que la RAE a fijarlos.

Tal es, por tanto, la creencia de que esa desigualdad no es tan solo una injusticia, sino que es una característica inherente a quienes, como las enfermeras, la soportan que también los jueces la han asumido como verdad.

Recientemente un juzgado de Alicante sentenció a la Conselleria de Sanitat Universal y Salut Pública de la Generalitat Valenciana a indemnizar a algunos médicos que habían presentado demanda por no disponer de medios de protección personal en el inicio de la pandemia que como se concreta en la sentencia puso en riesgo la salud de dichos profesionales[2].

Dos días más tarde, un magistrado de Jaén, ha dictaminado en su sentencia que la demanda interpuesta por enfermeras de dicha provincia por idéntica situación de desprotección a la anteriormente mencionada no era objeto de consideración dado que según reza la sentencia «Las enfermeras tenían la obligación de sacrificar su vida» y «Las enfermeras deben elegir velar por la vida de los pacientes antes que por la suya propia»[3].

Así pues y sin entrar en consideraciones legales, lo que queda claramente de manifiesto es que la desigualdad en función de ser médico o enfermera ante situaciones idénticas es un determinante a la hora de impartir justicia y, por tanto, a la hora de obtener igual consideración, trato, respeto y protección, hasta el punto de considerar que la vida de unos y otros, médicos y enfermeras, tiene diferente valor.

O bien la norma no está bien elaborada al ofrecer resquicios que permiten interpretaciones tan distantes, desiguales o injustas o bien las interpretaciones de los jueces están tan claramente impregnadas de creencias, tópicos, estereotipos, ideologías y prejuicios que determinan sus sentencias y con ellas la justificación de la desigualdad.

No se puede generalizar, desde luego, pero tampoco se puede obviar la particularidad dañina que puede conducir a ello.

¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio[4].

Puñetera justicia


[1]  Filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles.

[2] https://www.lasprovincias.es/comunitat/juez-condena-sanidad-indemnizar-medicos-49000-euros-contagio-covid-20220111183223-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F

[3]https://twitter.com/EnfrmraSaturada/status/1481767800863698947?t=2AFZ5wCPn9oTF3nw4QQiaw&s=08

[4] Albert Einstein: científico alemán nacionalizado estadounidense.

8 thoughts on “PUÑETERA JUSTICIA La desigualdad como fundamento

  1. Asi ha sido, y se mantiene esa desigualdad, muy marcada por los medios de comunicación empeñados en seguir otorgando los méritos de la Sanidad preferentemente a los médicos.

  2. Muchas gracias colega y amigo por tan buena defensa de la injusticia y atropello cometido.
    En el inicio de la pandemia y bien entrada la misma fui testigo de la falta de medios de protección y de cómo muchas compañeras enfermaban y acaban en la UCI y contagiaban a sus padres vulnerables que «por su culpa» morían. Y acordé con las señoras
    De varios pueblos que nos consideran plásticos y nos haciamos bolsas y mascarillas caseras….

  3. Excelente reflexión JR. Tenía razón Platón entonces y ahora. Seguimos siendo una sociedad Androcratica-Patriarcal y con la amenaza de hacerse con el poder.

  4. Durante 44 años de profesión, a la que adoro y volvería a ella, si pudiera, siempre he sentido que ser enfermera era LA LUCHA POR LO EVIDENTE… Compañera magnifica reflexión, pero yo co fio en las nuevas generaciones, para que logres que la PROFESION ENFERMERA, obtenga el reconocimiento real de su aportación a la comunidad. Seguid luchando, como lo hicimos nosotras en aquello que pudimos.

  5. Necesaria y muy acertada reflexión en relación a la desigualdad histórica que padecemos las enfermeras en el ejercicio de nuestra profesión, al igual que las demás profesiones realizadas mayoritariamente por mujeres, como Trabajo Social, Educación, Biblioteconomía y otras que se identifican como “trabajo de mujeres”1 y se consideran una semiprofesión2. Denominación analizada por varios autores, incluida Suzanne Gordon3, tal como se recoge en la entrada de Wikipedia. Muchas Gracias, José Ramón!

    Esta vez, las Puñetas se han pasado mucho enfadando a las enfermeras!!!

    1. Arfken, Deborah Elwell (1998). «Semiprofesiones». En Linda Eisenmann (ed.). Diccionario histórico de la educación de la mujer en los Estados Unidos . págs. 358–359
    2. https://en.wikipedia.org/wiki/Semiprofession#cite_note-FOOTNOTEArfken1998359-3
    3. https://books.google.es/books?id=1pdpOx4QZ8MC&pg=PA72&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false

  6. No dejamos de sorprendernos, una y otra vez. ¿exactamente cuàndo va a terminar tanta discriminación y ninguneo? ¿Cuando nos cansemos de estar ahí, abandonemos y «colguemos» las batas? Demasiadas enfermeras lo están haciendo ya, y es muy peligroso. La sociedad debería saberlo, necesita a las enfermeras cada vez más.

  7. Me viene dando vueltas varias situaciones de desigualdad como la de que la coordinacion de los centros de salud tenga que ser ejercida por personal de medicina al igual que la coordinacion de las actividades de eps por el trabajo social. Cuando en el dia a día son realizadas por enfermeria. Es problema de competencia, evidentemente no.

  8. Magnífica reflexión José Ramón, que comparto. Los hechos son los hechos, y no debería haber interpretación diferente dependiendo de la categoría profesional porque es evidente que esto crea una situación de desigualdad e injusticia que merece ser contestada, como haces. Un abrazo

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