EL CUIDADO DE LA LIBERTAD Más allá de una estatua

“La libertad nunca es dada; se gana”

Philip Randolph [1]

 

En mi anterior entrada decía que deseaba cerrar los ojos para emular las aventuras de ciertas/os personajes de la ficción y el cómic. Quería soñar. Hoy quisiera poder despertar de la pesadilla en la que estamos inmersos. Una pesadilla de la que, lamentablemente, no podemos salir como se sale de las que se generan durante el sueño fisiológico. Una pesadilla que no es producto del sueño, sino de la realidad a la que estamos asistiendo y en la que, todas/os estamos implicadas/os sin posibilidad de escapar al ensueño angustioso y tenaz que la misma está generando.

Creer que lo que ocurre a más de 6000 km de distancia no nos afecta es como, cuando nos tapamos hasta la cabeza y nos acurrucamos en la cama pensando que así nos libramos de la pesadilla que estamos teniendo. Hacer oídos sordos, cegar nuestra visión o enmudecer, ante lo que está ocurriendo y lo que se prevé que ocurra, es una manera insensata de afrontar dicha pesadilla, dicha realidad.

Situar en el ámbito de lo gracioso, anecdótico o curioso, los discursos de odio, exclusión, negacionismo, discriminación, distorsión, manipulación… es contribuir a que los mismos adquieran rango de normalidad y certeza, consolidándose como fundamento de decisiones que afectan a la dignidad y los derechos de muchísimas personas

Creer que el dinero y quienes lo amasan de manera absolutamente vergonzosa puede convertirse en la razón que justifique el ataque a todo cuanto sea identificado como una amenaza para seguir aumentando sus riquezas y con ello disminuir el acceso a derechos fundamentales como la salud, la alimentación, la educación, el bienestar, la justicia, la vivienda… para millones de personas, es contribuir a la inequidad, la injusticia, la pérdida de libertad, la transparencia y cuantos valores determinan la fortaleza de la democracia. Todo ello, paradójicamente, haciendo un uso arbitrario, tramposo, engañoso e interesado de los mismos como forma de blanquear sus comportamientos y decisiones.

Hemos llegado a un punto en el que las elecciones democráticas no garantizan, desde la razonable y necesaria alternancia política, la libertad, al situar como líderes a quienes utilizan su liderazgo en beneficio propio y el de sus allegados y en contra de quienes identifican como enemigos de unas patrias construidas en base a sus intereses y sus principios mercantilistas y de negocio, que fundamentan en “un idealismo dispuesto a matar la libertad de los demás con objeto de encontrar la libertad de su propio plan” (Rabindranath Tagore)[2]. Lo importante deja de ser el bagaje de experiencia, conocimiento y coherencia, para dejar paso al valor económico de sus fortunas y la capacidad que, a través de las mismas, tienen para modificar y modelar la realidad que les interesa.

 Dios es utilizado como comodín para sustituir a sus verdaderos ídolos y como reclamo publicitario y político de unos supuestos valores que ignoran, desprecian o vulneran en función de las circunstancias y las apetencias de su insaciable atracción por el dinero que utilizan como motor de su poder y autoridad. Que uno de sus principales mantras sea el de “Dios salve a América”, viene a demostrar que o bien tan solo Dios lo puede hacer en detrimento de quienes tienen la responsabilidad de hacerlo o que ellos mismos suplantan a Dios, revistiéndose de tal divinidad salvadora.

Todo lo cual, erosiona, destruye y elimina, por decreto, derechos fundamentales que han costado muchos años, sacrificios y compromisos de alcanzar, siendo reemplazados por promesas de una idílica realidad a la que nunca van a poder acceder la mayoría de las personas que quedan hipnotizadas por ellas y por quienes las realizan, agitando la controversia y la confrontación, favoreciendo el hostigamiento y justificando la violencia, silenciando el debate y castigando la crítica, apoyando la discriminación y atacando la igualdad, exaltando la pureza de raza y criminalizando la multiculturalidad, ridiculizando a la ciencia y exaltando el negacionismo, controlando la información y divulgando desinformación, empobreciendo la cultura y manipulando la educación, pervirtiendo la salud y magnificando la enfermedad, ridiculizando la justicia y permitiendo la prevaricación. Anestesiando a una sociedad que acaba por creer, en ese estado de letargo inducido, que esa es la mejor manera para lograr un bienestar que nunca llega, pero que mantiene activo el apoyo hacia quienes les engañan sistemáticamente con acusaciones infundadas hacia hipotéticos enemigos de la Patria y los falsos valores que en torno a ella se crean para generar confusión al tiempo que veneración irracional.

      Se trata de políticos/as y sus políticas, aunque sería mejor decir y sus caprichos o imposiciones, que convierten la política en la antítesis al “arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados”, desde el momento que se alejan de la capacidad y/o habilidad para hacer política ante su falta de talento, habilidad, condición, disposición, inspiración, destreza, habilidad, práctica, experiencia, maestría o primor, o a su absoluta falta de principios, sabiduría, erudición o ciencia, que les conduce a imponer ideas en lugar de exponerlas o compartirlas para el logro del bien común en favor del bien particular, desde el dominio del poder. Olvidando o ignorando que “la libertad suena donde las opiniones chocan” (Adlai E. Stevenson)[3]

Por tanto, actúan como si de una especie invasora se tratase. Capaces de adaptarse a contextos adversos o cuanto menos extraños, como son los espacios democráticos, en convivencia, aparentemente armónica, con las especies autóctonas propias de dichos entornos, pero a las que acaban eliminando al imponerse casi en exclusividad o con frágiles y difíciles equilibrios en los que la debilidad de quienes eran sus moradores queda supeditada a las condiciones que establece la especie invasora. De tal manera que poco a poco modifican el ecosistema político, al acabar con la relación de elementos relacionados y pertenecientes a un determinado territorio o ámbito político, a través de la depredación, el parasitismo o la lucha y en contra de la simbiosis, la combinación o el sincretismo.

      Esta ruptura del ecosistema político provoca graves consecuencias para la sociedad en la que se produce. Alterando los equilibrios entre las personas que configuran la comunidad; favoreciendo el crecimiento acelerado de determinadas clases en detrimento de la mayoría; dificultando o impidiendo el acceso universal a determinados derechos esenciales; dominando y manipulando los medios de información y comunicación, para generar miedo y transmitir una falsa seguridad en sus propuestas exclusivas y excluyentes, porque tal como dijera Aristóteles[4] tan solo “El que ha superado sus miedos será verdaderamente libre”; identificando enemigos en quienes son diferentes a las normas y valores de su especie, alimentando el odio y su expulsión del nuevo ecosistema; acotando o prohibiendo el acceso a determinadas informaciones para favorecer el adoctrinamiento, distorsionando la realidad o generando una en paralelo… como resultado de todo ello, se configura un nuevo ecosistema en el que tan solo son capaces de vivir sin amenazas y con bienestar, las clases dominantes. Mientras que el resto resiste y subsiste como puede, en muy malas condiciones.

Esta evolución forzada y destructiva, que no natural, provoca un cambio climático de la política global, que desencadena gravísimas alteraciones en la convivencia entre diferentes culturas, pueblos o civilizaciones, que o bien se someten a la ”nueva realidad”, o son atacados sin piedad hasta su rendición o eliminación mediante presiones o agresiones políticas, económicas, financieras… o la más expeditiva, la guerra genocida que configure su nuevo orden mundial, basado en la oligarquía financiera.

Como ciudadano que soy, me genera mucha tristeza y mucho miedo este panorama desolador y asolador que avanza implacable ante la, en apariencia al menos, pasividad cuando no connivencia de gran parte de la población, que con su apoyo o su indiferencia favorecen su presencia nociva y destructora, que acaba imponiéndose e imponiendo su “ley y orden”. Pero también me genera mucho miedo por lo que supone, no tan solo de retroceso, sino de involución absoluta y absolutista. Tan solo “los que no se mueven, no se dan cuenta de sus cadenas” (Rosa Luxemburgo)[5]

Como enfermera comunitaria que soy y me siento, tengo una mirada particular desde el cuidado que a lo anteriormente dicho se añade el dolor de percibir la devaluación de la salud como derecho universal, ligado a la libertad, la equidad, la accesibilidad… La degradación de la atención al situarla tan solo en el ámbito de la asistencia. La consagración de la enfermedad como valor supremo del asistencialismo curativo que esconde, anula o estigmatiza la muerte, al identificarla como un fracaso de la acción curativa médica, tecnológica y farmacológica. La focalización de la investigación médica en estudios ligados al hedonismo, la belleza y la vida eterna, en detrimento de las enfermedades y los problemas de salud que afectan a pobres y débiles. El acceso a la asistencia restringida a quienes dispongan de recursos económicos disponibles, creando una asistencia para unos pocos ricos, en contraposición a una beneficencia para la mayoría de pobres. La identificación de la humanización como un reclamo de marketing en lugar de un imperativo de la atención. La relación con la ética como una opción interesada en lugar de una obligación profesional. La utilización de la objeción de conciencia como un instrumento utilitarista y mercantil para negar el acceso a determinados derechos. La desvalorización del cuidado, situándolo al servicio del poder establecido de la curación y la tecnología. La imposición de una jerarquía en las organizaciones que favorece los intereses corporativos de los lobbies. La limitación o eliminación de la participación de la comunidad en la toma de decisiones en favor del paternalismo profesional dominante. La utilización de la salud, o mejor dicho de la enfermedad, como un producto financiero con el que hacer negocio y enriquecerse a costa de la salud de la comunidad.

Por eso, como ciudadano y enfermera comunitaria, me revelo a que lo que parece inevitable realmente lo sea. A que lo que se presenta como una salvación pueda ser visto como el verdadero peligro que representa. A que el abuso de autoridad castigue la discrepancia, la crítica, el debate, la reflexión, para imponer su ideario/ideología en contra de las ideas, los argumentos, las evidencias o la razón. A que la fuerza sea el único instrumento ideológico. A que la diversidad sea vista como un peligro que hay que contener y ocultar, porque “cuando perdemos el derecho a ser diferentes, perdemos el privilegio de ser libres” (Charles Evans Hughes)[6]. A que igualdad se circunscriba exclusivamente a determinados ámbitos de exclusividad de género, raza, sexo, ideología… A que la libertad se convierta en un instrumento utilitarista en manos de quienes precisamente están contra de la misma acotándola, ya que cuando “no hay tal cosa como un poco de libertad. O eres totalmente libre, o no eres libre” (Walter Cronkite)[7]. A que la equidad sea un término caduco que deja de tener sentido. A que el acceso a la información y la formación sea un privilegio exclusivo de quienes imponen su autoridad y poder. A que la violencia sea ejercida, aceptada, aplaudida o naturalizada, en función de a quienes se agreda o de quienes agreden. A que la vulnerabilidad y la pobreza sean identificados como una consecuencia de la actitud de determinadas personas, entornos o etnias y no como efecto de los determinantes generados por las clases dominantes, desde la perspectiva de que “la libertad, por lo que respecta a las clases sociales inferiores sea poco más que la elección entre trabajar o morirse de hambre” (Samuel Johnson)[8]. A que el acceso a la educación, la sanidad, la vivienda, la alimentación… sean un privilegio en lugar de un derecho. A que la Salud Pública se convierta en un instrumento al servicio del poder establecido y en contra de la población. A que la promoción de la salud sea una anécdota oportunista en lugar de una oportunidad de bienestar…

Y me revelo y resisto porque “La libertad está en ser audaz” (Robert Frost)[9] , negándome de manera activa y proactiva a aceptar sin más lo que acaba considerándose algo inevitable y natural como parte del proceso democrático de alternancia. Cuando realmente es una invasión perversa, mezquina y perfectamente orquestada que va minando cualquier forma de oposición o diferencia de ideas que pueda suponer una amenaza a su avance y colonización del ecosistema democrático. Porque de no hacerlo, la resistencia acabará siendo una actitud a perseguir y castigar que constituirá la fase final del cambio del ecosistema. Recordemos siempre tal como nos lo trasladó Martin Luther King[10] que “La libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada por el oprimido”.

Considero, como ciudadano y enfermera comunitaria, que tengo la obligación ética, moral y estética de pensar, opinar y defender los valores que favorecen la convivencia en la discrepancia, la diferencia y la diversidad desde el cuidado a la dignidad humana, respetando la libertad de pensamiento, expresión y acción de todas las personas. Porque La única manera de lidiar con un mundo sin libertad es llegar a ser tan absolutamente libre que tu misma existencia es un acto de rebelión” (Albert Camus)[11]

Ahora que mi actividad profesional enfermera va a situarse en un nivel diferente de acción, siento que mi responsabilidad debe focalizarse en un cuidado más amplio, diverso, calidoscópico, integral, integrado e integrador de la sociedad a la que pertenezco y de la que me siento parte definida y diferente, activa y autónoma, solidaria y comprometida y no tan solo como un sujeto, un dato, un número o un paciente, en el entorno positivista en el que nos quieren alienar. Coincido pues con Elbert Hubbard[12] cuando dice que “La responsabilidad es el precio de la libertad”

Nada de lo que está pasando en casual. Obedece a una causalidad tecno-financiera que tan solo puede ser contrarrestada desde el conocimiento, la ciencia, las evidencias, el debate, la solidaridad, y la convivencia social que requiere de un esfuerzo y una generosidad individual y colectiva para poder seguir disfrutando de algo que requiere de tanto cuidado como la libertad que alimenta la democracia. Que cada cual, desde sus ideas, sus conocimientos, sus aptitudes y su voluntad cuide de ella. Porque no hacerlo supone contribuir a que tan solo tengamos referencia de ella a través de una estatua que además de estar muy alejada de nuestro entorno, a lo mejor, pronto, le cambian el nombre. Como expresara Voltaire[13] “El hombre es libre en el momento en que desea serlo”. No perdamos nunca ese deseo, sin duda, merece la pena, porque recordando a Jean-Jacques Rousseau[14] Gente libre, recordar esta máxima: podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera si se pierde una vez”. Porque, al igual que ocurre con la salud, ésta se cuida, no se cura.

[1] Sindicalista del Movimiento obrero y del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos (1889-1979)

[2] Poeta bengalí, poeta filósofo del movimiento Brahmo Samaj (posteriormente convertido al hinduismo), artista, dramaturgo, músico, novelista y autor de canciones que fue premiado con el Premio Nobel de Literatura en 1913 81861-1941)

[3] Abogado, político y diplomático estadounidense (1900-1965)

[4] Filósofo, polímata y científico griego (384 a. C. – 322 a.C.)

[5] Teórica marxista polaca de origen judío (1879-1919)

[6] Estadista, político, académico y jurista estadounidense (1862-1948)

[7] Periodista de radiodifusión estadounidense (1916-2009)

[8] Poeta, ensayista, biógrafo, crítico literario y lexicógrafo inglés (1709-1784)

[9] Poeta estadounidense (1874-1963)

[10] Activista bautista estadounidense que se convirtió en el portavoz y líder más visible del movimiento de derechos civiles desde 1955 hasta su asesinato en 1968 (1929-1968)

[11] Novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista argelino-francés (1913-1960)

[12] Escritor, editor, artista y filósofo estadounidense (1856-1915)

[13] Escritor, historiador, filósofo y abogado francés (1694-1778)

[14] Polímata suizo francófono (1712-1778).

TOMA DE POSESIÓN DE LA RECTORA DE LA UA Cuestión de formas

            El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen.

Goethe[1]

 

Tras la victoria, en las elecciones a rector/a de la Universidad de Alicante, de la profesora Amparo Navarro Faure, el pasado día 17, se llevó a cabo su nombramiento oficial y protocolario en el Paraninfo de la Universidad de Alicante, con la presencia del President de la Generalitat, Carlos Mazón, la Ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morán y el Conseller de Educación, Cultura, Universidades y Empleo, José Antonio Rovira, entre otras personalidades académicas, civiles, políticas, militares…

            Tras la promesa del cargo de Rectora por parte de Amparo Navarro y de las/os vicerrectoras/es que componen su equipo, fue el momento de los discursos.

            En primer lugar, intervino la ministra Diana Morán que reiteró su apoyo a la UA y la gestión llevada a cabo por parte de la Rectora que ha permitido la continuidad de los estudios de medicina. Pero más allá de cualquier análisis sobre las palabras de la ministra, en su intervención quiso recalcar que su opinión y apoyo a la UA trasladados en su anterior visita no habían cambiado. Algo que, adelantaba, no todos podrían mantener, como así se demostró posteriormente.

Pero más allá de las palabras de la ministra, lo que merece destacarse es el comportamiento impropio de quien ostenta la máxima representación de la Universidad Miguel Hernández (UMH), su rector, con un ostensible y nada disimulado lenguaje no verbal que rehuía el contacto visual con la ministra y que acompañó de permanentes y manifiestas expresiones faciales y corporales, gestos y posturas, que finalizaron con su negativa a aplaudir la intervención de la ministra. Lenguaje y comportamiento que continuaron con la posterior intervención de la Rectora de la UA y que tan solo se modificaron con la del President de la Generalitat. Él se encargó de decirlo todo. No hacen falta interpretaciones.

Teniendo en cuenta que su “discurso silencioso” pero no por ello menos escandaloso estaba siendo visto e interpretado por cuantas personas tuvieron oportunidad de verlo directamente o a través de las pantallas de la sala y de cuantas lo siguieron vía online, podemos asegurar que su manifestación tuvo una clara intencionalidad. Si a ello añadimos que el impacto del lenguaje no verbal, según los expertos, es del 65% del total del mensaje, queda todo dicho.

Así pues, el rector de la UMH le ha hecho un flaco favor a su universidad con su triste, incomprensible y reprochable comportamiento, que se aleja del más mínimo decoro y respeto institucional y académico que le correspondería mantener, con independencia de lo que pueda estar pensando, sintiendo o sufriendo. Porque el cargo que ostenta, supone asumir ese comportamiento de respeto y contención que él ignoró.

            A continuación, fue el turno de la Rectora recién nombrada. La misma mantuvo en todo momento, a pesar de la difícil y delicada situación generada previamente por las protestas que contra el Sr. Mazón se produjeron, la serenidad, compostura y entereza propias del cargo acababa de prometer. En su turno de palabra, lejos de ahondar en la herida abierta como consecuencia de los intentos por paralizar los estudios de medicina en la UA, centró su discurso en exponer los objetivos a lograr durante su próximo mandato, sin reproches ni acusaciones y agradeciendo a su equipo y a toda la comunidad universitaria el apoyo recibido. Así mismo lanzó un mensaje de unidad y trabajo compartido entre todas las universidades valencianas que permitan avanzar en el logro de retos importantes para la universidad en su conjunto y para la sociedad de la que forman parte. Un mensaje, en este caso verbal, pero acompañado de la serenidad que trasladaba con el no verbal, que fue respondido con una ovación unánime de todo el auditorio puesto en pie, la mayoría de manera sincera y voluntaria y otros obligados para evitar quedar en mayor evidencia de lo que ya lo habían hecho.

            Finalmente tomó la palabra el President de la Generalitat Valenciana que empezó su discurso presentándose como adalid de la concordia, la unidad y la colaboración entre todas las partes, en una clara demostración de desprecio hacia la comunidad universitaria a la que se estaba dirigiendo. Como si, con sus palabras, se pudiese borrar la actitud que él y su gabinete mantuvieron durante los meses previos con relación a la UA y su defensa de los estudios del grado de medicina, a la que acusaron, a través de su conseller de Educación, de presentar un proyecto plagado de errores en un momento en el que se estaba elaborando la sentencia relativa al recurso presentado por la UMH. Agitando la discordia y reabriendo heridas entre las dos instituciones universitarias alicantinas.

Continuó con un halago artificial e impostado sobre su vinculación a la UA y la importancia que la misma tenía para la sociedad alicantina y valenciana. Continuó con una exposición repleta de referencias a sus logros y proyectos al frente de la Generalitat y la crítica permanente al gobierno central, en una nueva muestra del victimismo defensivo que últimamente viene adoptando en todas sus manifestaciones públicas. Actitud que evidenció su incapacidad de distinguir entre un mitin, una intervención parlamentaria o un mensaje institucional como el que estaba pronunciando. Nada dijo, sin embargo, del pacto con el rector de la UMH para implantar estudios de Enfermería en dicha Universidad al margen, claro está, de la UA. La diferencia, y ambos lo saben, es que la UA no va a proceder con recursos judiciales como hizo el mentado rector.

Finalmente, su intervención fue aplaudida por la mayoría de los asistentes, como muestra del respeto institucional que la comunidad universitaria de la UA sabe mantener a pesar del desprecio que a su inteligencia trasladó en su intervención. El tiempo, juez implacable, justo e insobornable, dispondrá y determinará el lugar en el que cada cual queda.

            En resumen, creo que el acto demostró la diferencia entre una Señora que asume con coherencia, elegancia templanza, talante y máximo respeto su condición de Rectora de la UA y lo que ello representa y la de unos señores que, haciendo gala de desprecio, incapacidad, torpeza, incoherencia, indolencia y falta de respeto, actúan como hooligans. Y de una comunidad universitaria seria, rigurosa, comprometida con la universidad y lo que la misma significa y respetuosa con las instituciones y autoridades, aunque discrepen de sus planteamientos y de sus actitudes y actuaciones.

            Por todo ello podemos decir que las formas marcaron la diferencia.

[1] Poeta y dramaturgo alemán (1749-1832).

QUI TE FAM SOMIA AMB ROTLLOS (Quien tiene hambre sueña con rosquillas) Porque los sueños, sueños son.

“La esperanza es un sueño despierto.”

Aristóteles [1]

 

  • Te ha llegado esta carta del centro quirúrgico hospitalario, Marc.
  • ¿A ver? Gracias Mamá
  • ¿Qué te dicen?
  • Pone que el próximo día 17 esté, a las 09:30 horas, en el centro quirúrgico hospitalario para ser intervenido de la hernia umbilical que me diagnosticaron el mes pasado. Mi enfermera de referencia me informará de todo el proceso antes de pasar al Quirófano de IA 0027 en donde se me realizará la intervención quirúrgica automatizada según el protocolo 789/20257HU. Concluida la intervención seré atendido por la enfermera de cuidados intermedios antes de ser dado de alta para continuar con los cuidados domiciliarios que me prestará mi enfermera comunitaria de referencia.

Mi madre, que me mira entre atónita y escéptica, me dice que no entiende cómo una máquina sea la que realice la intervención. Que ella no se fía.

  • Mamá, le contesto cogiéndole la mano, desde que la IA se desarrolló asumiendo la mayoría de las intervenciones de diagnóstico y tratamiento, tanto médicas como quirúrgicas, los resultados positivos obtenidos han aumentado hasta lograr la eliminación casi absoluta de la iatrogenia. Por otra parte, tanto la preparación previa como la recuperación y continuidad de los cuidados personalizados que prestan las enfermeras han logrado unos índices de satisfacción y calidad máximos. Las listas de espera han desaparecido y se han optimizado los recursos, gracias al funcionamiento continuado, 24 horas al día/365 días al año, de dispositivos de diagnóstico y tratamiento, así como de quirófanos. Los ingresos son mucho más reducidos y la atención en los domicilios gestionada por enfermeras comunitarias ha logrado una articulación de recursos comunitarios óptimos gracias a la gestión de casos IA y unos cuidados individualizados de calidad por parte de las enfermeras comunitarias.

Mi madre, que no acaba de fiarse, me pregunta:

  • Pero, entonces hijo, ¿dónde están los médicos ahora?, ¿ya no hay?
  • A ver mamá, ya lo hemos hablado en otras ocasiones, tranquila. Recuerda lo que te conté sobre el Programa de Intervención Médica de Inteligencia Artificial (PIMIA) que se implementó en los Sistemas de Salud de manera generalizada. Los médicos están, o bien dirigiendo, supervisando y evaluando dicho Programa en el Centro Operacional Médico de Inteligencia Artificial (COMIA) o bien en el Centro de Investigación Médica de Inteligencia Artificial (CIMIA), en donde siguen trabajando para perfeccionar los diagnósticos y tratamientos médicos, estando en permanente contacto con las enfermeras que actualmente dirigen los diferentes centros de atención de los Sistemas de Salud. No han desaparecido. Únicamente ha cambiado su manera de actuar, pero sigue siendo muy importante su aportación.
  • Hijo, todo esto que me cuentas lo entiendo. Pero, es que resulta muy raro que no haya médicos que nos atiendan.
  • No, vamos a ver mamá. Eso no es exactamente así. Los médicos van a seguir atendiendo a las personas. Pero lo van a hacer de otra manera. Cuando realmente sea necesaria su presencia. Para ello, las enfermeras que dirigen y atienden los centros de cuidados, bien sean hospitales, centros de atención y promoción de la salud o centros de atención específica al ciclo vital, determinan a través de los consensos establecidos entre ellos cuando deben realizar dicha atención presencial.
  • Pero es que esos centros de cuidados de los que tú hablas, ya no son cómo eran antes. Los hospitales ya no tienen plantas de trauma, de cirugía o cardiología. Ahora son plantas de Nivel 1 de cuidados, Nivel 2… o cuidados complejos. Una ya no sabe dónde está y por qué está y para qué…
  • No mamá, sí que se sabe dónde y para qué. Lo que ocurre es que ahora las personas que precisan de cuidados durante su ingreso en el hospital, son ubicadas en función de la complejidad de cuidados que requieren. De esta manera la atención es mucho más personalizada y la organización de las plantas que tu comentas se puede llevar a cabo con criterios tanto de calidad como de eficiencia mucho mayores.
  • Pues si tú lo dices. Pero sigue habiendo muchas dudas en la población y los medios de comunicación siguen dando mensajes muy contradictorios. El otro día me contaba mi amiga Julia que su dispositivo de compañía IA, le había comentado que se estaba planteando una huelga de médicos por la invasión de competencias de las enfermeras que, según ellos, está poniendo en riesgo la salud de la población.
  • Dile a tu amiga Julia que deje de hacer caso a ese tipo de noticias. Es cierto que existen protestas en el sentido que me comentas, pero tan solo obedecen a un sentimiento de pérdida de un reducido grupo del colectivo médico e incluso de una parte del colectivo de enfermeras que se resisten a asumir unos cambios que mayoritariamente están consensuados y normalizados. Ya sabes que todos los cambios generan resistencia. Pero se está llevando a cabo una gran campaña de información/formación a todos los niveles, en la que participan tanto médicos y enfermeras como agentes de salud comunitarios y otras/os profesionales, para que la población esté puntualmente informada y sea partícipe de estos cambios que, repito mamá, están siendo muy positivos y que, además, cuentan cada vez más con una mayor aceptación y valoración de la población. Así que tranquila.
  • Ahora que lo dices, tengo una reunión comunitaria en la que vamos a tratar de esto que me estás hablando. Casi se me olvida. Ya te diré si realmente sirve para algo.
  • Claro que te servirá. Pero es que, además, tú debes implicarte para que entre todas/os mejoremos la calidad de nuestra salud y de la atención y promoción a la misma, mamá.
  • Bueno, pero podré ir a verte cuando te operen ¿no?
  • No hará falta mamá. Será una intervención corta y no necesitaré quedarme en el hospital. De todas maneras, la enfermera te mantendrá informada a través del Sistema de Atención Telemática (SAT) que tienes instalado en el móvil. Ya estuvimos viendo cómo funcionaba, ¿te acuerdas?
  • Si, si, me acuerdo. Parece que las enfermeras han acaparado todo el poder.
  • No se trata de poder mamá. Se trata de que cada profesional pueda aportar lo mejor y de la mejor manera posible. Las enfermeras a través de los cuidados profesionales que son muy importantes y necesarios han logrado, por fin, ser valoradas y reconocidas. No se les ha regalado nada. En todo caso se les ha dejado desarrollarse y demostrar su aportación específica cuidadora que durante tanto tiempo se les negó.
  • ¿Y por qué ellas no pueden hacerlo como los médicos a través de la IA?
  • ¿Crees, que la IA puede sustituir los cuidados de una madre, mamá?
  • Nunca, ¡hasta ahí podíamos llegar!
  • Pues tampoco los cuidados de las enfermeras pueden ser prestados por la IA. De ahí que su presencia sea tan necesaria como importante.
  • – ¿Más que la de los médicos?
  • Y dale con las comparaciones mamá. Que no se trata de quién es más importante o menos. Se trata de quién es más importante, o mejor dicho, quién puede dar mejor respuesta, en cada lugar y circunstancia. Con lo que ha costado llegar hasta aquí, no seamos nosotros quienes cuestionemos lo que tan buenos resultados está logrando.
  • Vale, vale, me callo.
  • No, no quiero que te calles. Quiero que trates de comprender lo que te digo.
  • Lo comprendo hijo. Y, ahora, te dejo que sino llegaré tarde a la reunión comunitaria que te he comentado.
  • De acuerdo mamá. Ya me cuentas luego como te ha ido.
  • Si, aunque después de lo que me has contado tú, no sé si realmente hace falta que vaya.
  • Claro que hace falta, mamá. Además, así podrás intervenir reforzando lo que se va abordar en la reunión y contribuir a que todas/os nos sintamos parta activa de la atención a la salud.

 

  • Guillem, Guillem, despierta, ¿qué no oyes el despertador?
  • Ohhh, vaya, ¡¡¡estaba profundamente dormido y soñando!!!
  • Pues vas a llegar tarde al trabajo.
  • ¿Al trabajo?
  • Si, al trabajo. ¿En dónde estás? Vuelve a la realidad.
  • Si voy.

 

Sentado en el borde de la cama, sigo pensando en el sueño en el que estaba inmerso y del que me cuesta salir. Posiblemente porque me gustaría que lo que le estaba contando a mi madre fuese una realidad que, de momento, se me antoja difícil que se haga realidad.

Con lo ojos aún cerrados en un intento por recuperar la onírica realidad en la que me hallaba inmerso, volvió a sonar el maldito despertador que me sacó definitivamente de mi ensimismamiento. Ni la ducha, ni el precipitado desayuno lograron despejar mi mente, ni rescatar mi atención para depositarla en la rutina de mi actividad diaria en el Centro de Salud en el que trabajo como enfermera. La voz de mi madre apareció en mi subconsciente con una de sus frases favoritas, “Fill, qui te fam somia amb rotllos”[2]  (Hijo, quien tiene hambre sueña con rosquillas), y acabó por despejarme y ser consciente de la verdadera realidad en la que, como enfermera, estaba inmerso, aunque me resultase tan difícil de asumir y entender, así como de la intervención quirúrgica a la que me iba a someter mañana, tras más de seis meses de lista de espera, en el Hospital comarcal.

  • Guillem, mientras te duchabas han llamado del hospital para decirte que anulaban la operación por falta de personal. Que ya te avisarán cuando puedan meterte en lista quirúrgica. Ya te dije que fueses por la privada si querías que te operasen. Tu idealismo no te va a solucionar el problema, ¡¡¡a ver si te enteras de una vez!!!!

En un estado que iba de la decepción a la rabia, de lo soñado a lo realmente vivido, salí de casa para contribuir, con angustia no exenta de cierta resignación, a mantener un sistema tan caduco como ineficaz. Con la rabia de no poder ser y sentirme la enfermera especialista que soy, porque no crean plazas, ni dejan espacio para ello. Las retinografías, las espirometrías, los tratamientos de Sintrom, los electrocardiogramas… volverán a ocupar todo el tiempo que, como enfermera comunitaria, debiera dedicar a la promoción de la salud, la intervención comunitaria, la atención familiar domiciliaria… que nuevamente quedarán en una posibilidad que nunca se logra y para la que nunca hay voluntad real de que se logre.

Quiero cerrar los ojos y soñar con ser el Principito en el desierto del Sahara, o Alicia en el país de las Maravillas, o Tintín aterrizando en la luna, o vivir la odisea de Astérix, o Peter Pan en el país de Nunca Jamás… para vivir la aventura de un cambio que, no sé si realmente de tanto soñarlo me parece que es posible, o si lo sueño tanto porque realmente es inalcanzable. Quiero que mis sueños, dejen de ser el felpudo que da paso a la pesadilla de la rutinaria normalidad. Quiero despertar del sueño y encontrarme con una realidad diferente, deseable, posible, necesaria, en la que pueda contribuir y aportar y no tan solo estar, sin ser ni reconocerme.

Que no me hablen más de que hacen falta enfermeras. Porque para sostener este sistema, este modelo, este escenario de «cartón piedra” en el que nos quieren exclusivamente de tramoyeras para que se luzcan los de siempre, mejor sigo disfrutando de mi sueño. Y es que, está claro, que lo más obvio resulta lo más complicado de ver.

Finalmente, como dijera Calderón de la Barca[3]:

¿Qué es la vida? Un frenesí.

¿Qué es la vida? Una ilusión,

una sombra, una ficción,

y el mayor bien es pequeño;

que toda la vida es sueño,

y los sueños, sueños son.

[1] Filósofo, polímata y científico griego nacido en la ciudad de Estagira, al norte de la Antigua Grecia. Es considerado junto a Platón, el padre de la filosofía occidental. (384 a.C.—322 a.C.).

[2] Refrán valenciano que viene a decir que quien tiene una idea fija o un gran deseo es propenso a creerse que las cosas son así como las piensa o desea.

[3] Escritor, dramaturgo y sacerdote español (1600 – 16819

QUE EL CUIDADO NO ME SEA INDIFERENTE

“La peor de las actitudes es la indiferencia, decir no puedo hacer nada, ya me las arreglaré.”

Stéphane Hessel [1]

 

Escuchando la magnífica canción, «Solo le pido a Dios»,  compuesta por León Gieco[2] e interpretada, entre otras/os muchas/os, por Mercedes Sosa[3]  o Ana Belén[4], me hizo pensar sobre la facilidad o la naturalidad con la que solemos olvidar el valor del cuidado y de quienes lo prestan, sea de manera profesional o no.

Resulta curioso, o más bien doloroso, identificar que no se relacione la salud, el bienestar, la calidad de vida… con el cuidado.

Porque la salud, aunque nos pese -a unas/os más que a otras/os- se sigue relacionando exclusivamente con la enfermedad.

Porque la salud se confunde con la sanidad, que, si bien puede contribuir a promocionarla, recuperarla o mantenerla, lo hace desde la perspectiva exclusiva de la enfermedad y su curación, relegando a los cuidados a la indiferencia, a pesar, y esa es la paradoja, que no es posible lograrlo sin la acción cuidadora.

Porque al cuidado, desde la perspectiva cientificista que no científica -que determina a la ciencia empírica como la más acreditada o valiosa del conocimiento humano, excluyendo otros puntos de vista- desde la que se ha decidido evaluar la salud, si es que tal evaluación es posible- se le ha negado su valor científico ignorando las emociones, los sentimientos, las sensaciones… que generan e influyen en la salud de las personas, las familias y la comunidad. Negando y resistiéndose a admitir, por tanto, la dimensión espiritual del ser humano que, evidentemente, escapa a ese racionalismo numérico excluyente que rechaza todo aquello que no se puede cuantificar, aunque lo que cuantifica no siempre justifica o permite entender y comprender las respuestas humanas.

Porque el cuidado es anterior a la ciencia. El cuidado surge, se entiende y perdura por la vulnerabilidad del ser humano y es, precisamente a partir de esa relación cuidadora, desde la que posteriormente se desarrolla la ciencia del cuidado y no a la inversa. Lo que permite entender mejor su dimensión humana y humanista, sin que ésta, como algunas/os pretenden, se excluya como ciencia. En un planteamiento tan irracional y absurdo como el de pretender excluirlo de la ciencia o darle un valor inferior a la humanización. Como dijera Anatole France[5], “prefiero los errores del entusiasmo a la indiferencia de la sabiduría”.

Porque la perspectiva de género tiene una clara influencia en la valoración, reconocimiento y respeto hacia el cuidado, que ha hecho que el mismo haya sido objeto de idéntica desigualdad a la que ha sufrido y sigue sufriendo la mujer por el simple hecho de ser mujer. Porque el cuidado ha sido identificado, asignado e impuesto a la mujer y como consecuencia de dicha imposición social, cultural y religiosa se relegó al cuidado al ámbito exclusivamente doméstico en el que sufrió no tan solo la indiferencia sino el hostigamiento y el menosprecio para limitar, reducir o anular el valor de su aportación, tanto profesional como científica.

Por eso, tal como dice la canción de Giesco, quiero que lo injusto no me sea indiferente. Porque se trata, precisamente, de una injusticia mantenida y consentida durante demasiado tiempo. Una injusticia tanto para quien presta los cuidados como para quien los requiere y recibe, porque desde dicha injusticia se impide su desarrollo y la calidad que de los mismos se esperan y desean. Porque desde el buenismo de la beneficencia sanitarista, la religión se adueñó del cuidado, usurpando su condición de patrimonio universal y su capacidad de desarrollo científico. Estableciendo, además, una relación vocacional como inspiración divina que restringía su profesionalización.

Porque me niego a que me abofeteen la otra mejilla, después de la garra que arañó e inmovilizó al cuidado como identidad profesional de la Enfermería y de las enfermeras. Por eso reclamo, no tan solo una firme resistencia, sino también una razonada respuesta de cambio radical ante la indiferencia de esta injusticia universal, como si de una suerte adquirida se tratase.

Porque el cuidado significa equidad, libertad, igualdad, justicia, respeto… la guerra, la vulnerabilidad, la pobreza, la violencia, la pobre inocencia de la gente… no pueden ni deben resultar indiferentes. Porque el cuidado hace frente a ese monstruo grande que pisa fuerte.

Para que la fascinación de la técnica sobre la acción del cuidado no haga que me resulte indiferente tal engaño. Si un embaucador, un traidor puede más que unos cuantos, que al menos esos cuantos no lo olviden fácilmente. Porque el olvido es la antesala del engaño y el engaño, alimenta la injusticia y la indiferencia del cuidado.

Para que el futuro del cuidado no me sea indiferente, ante el individualismo, la insolidaridad, el hedonismo, la competitividad agresiva, la inmediatez, la soledad no deseada, la violencia, el rechazo a la diversidad y la igualdad, la tecnología mercantilista de la salud, la desinformación… resulta imprescindible poner en valor, visibilizar, respetar, desarrollar, investigar, reforzar… el cuidado. Porque el futuro se construye desde el recuerdo del pasado, la apuesta firme del presente, el dinamismo, la acción, la innovación… que permitan avanzar hacia un futuro del cuidado y por los cuidados.

Que quien marche a vivir una cultura diferente del cuidado no sea porque el cuidado sea indiferente en su contexto. Que no resulte indiferente la construcción de contextos de cuidados multiculturales y al mismo tiempo próximos en tradiciones, normas, lengua… que faciliten la comprensión del cuidado y eviten la contaminación derivada de la fascinación artificial y artificiosa.

Porque el verdadero peligro, se llama indiferencia. Ser indiferente ante el cuidado es condenarlo al peor de los desprecios. La omisión, tal como expresa Pascual García Senderos[6], es más hiriente que cualquier acción. Por eso, desde la acción, las enfermeras debemos evitar tal indiferencia. Pero, para ello, debemos ser las enfermeras las/os primeras/os en posicionarnos claramente en defensa de los cuidados. Permanecer indiferente ante la indiferencia de los cuidados es indefendible. Debemos esforzarnos y perseverar y nunca rendirnos ante la indiferencia. Sino lo hacemos, las enfermeras del presente, tendremos que lamentarnos no solo por las palabras, las omisiones y los actos que alimentan la indiferencia, sino por los clamorosos silencios de quienes actúan como meras/os espectadoras/es de tan lamentable escenificación. Sino lo hacemos así lo que puede y posiblemente suceda es que, con el tiempo, lo que un día nos dolió nos comience a dar igual, es decir, que se naturalice la indiferencia de los cuidados y con ella la indiferencia de las enfermeras. No nos equivoquemos pensando que no tiene relación. Porque quién no demuestra lo que siente, pierde lo que quiere. Y quien pierde lo que quiere ya no tiene nada por lo que ilusionarse ni por lo que luchar.

Lo que está claro es que la indiferencia se convierte al final en un arma devastadora que a algunas/os, les interesa y gusta de utilizar de manera sistemática para evitar, por motivos tan irracionales como infantiles, que los cuidados adquieran la importancia que tienen y representan para la salud individual y colectiva. Tal como expresa de manera tan clara como precisa, Victoria Camps[7] “enseñar a respetar es enseñar a no hacer todo aquello que significa menosprecio o indiferencia hacia los otros”. Se trataría pues de llevar a cabo un proceso pedagógico, por parte de las enfermeras, de lo que son y significan los cuidados profesionales y aquellos que en el ámbito familiar prestan las personas con vinculación familiar o no, pero que suponen una red indispensable para la sostenibilidad de cualquier Sistema de Salud y para la consolidación de las redes sociales como recursos fundamentales de salud.

Tengamos bien presente, que la indiferencia es nuestro peor enemigo y no caigamos en la trampa de una supuesta y maliciosa imparcialidad. Porque la imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que, a su vez, es un nombre elegante para la ignorancia. Y la ignorancia es el mejor caldo de cultivo del olvido. Evitemos la alfabetización de la ignorancia que algunas/os promueven de manera tan maquiavélica como mezquina, para actuar con la impunidad que lo hacen..

Finalmente, quienes trabajan en contra de los cuidados lo hacen en proporciones similares de indiferencia y malicia, desde una engañosa actitud de defensa disciplinar, corporativa o científica que .no tan solo es falsa, sino que además está sustentada en la envidia y la irracional incoherencia de argumentos de exclusividad que realmente tan solo pretenden la exclusión. Y es que la indiferencia es la carta mejor jugada por la gente sin escrúpulos. Gente, que además disfraza cínicamente de cortesía y falsa adulación, hacia aquello o aquellos/as a lo/s que muestran indiferencia, y que no es más que una indiferencia perfectamente planificada. Porque la indiferencia no es casual, como casi nada, es causal. La indiferencia esconde sentimientos verdaderamente intensos que, son, precisamente, los que provocan, impulsan y mantienen tal indiferencia hacia algo o alguien, con el claro objetivo de impedir que pueda ser valorado por lo que aportan y, como consecuencia, , inducir a que a sean despreciados o minusvalorados por lo que sobre ellos se ignora. Indiferencia que, como aportase Jorge González Moore[8], “es el apoyo silencioso a favor de la injusticia”. Y es que finalmente la indiferencia es más fácil de asumir que la verdad sobre aquello sobre lo que realmente se pretende crear indiferencia, los cuidados. Lo que supone, como afirmara Tupac Shakur[9], “tener los ojos cerrados para siempre”.

Pero, con ser preocupante, al mismo tiempo que rechazable, la obstinada y obscena actitud mostrada por ese “monstruo grande que pisa fuerte” que refiere León Giesco en su canción, para conseguir que los cuidados sean indiferentes, lo verdaderamente nocivo es el efecto que, en este sentido, logra producir. Parafraseando a Lauren Oliver[10] el odio de quien desea y actúa para lograr la indiferencia no es lo más peligroso. Lo verdaderamente peligroso es la indiferencia que logra naturalizar en diferentes ámbitos de la sociedad y en la población.

Porque el monstruo grande que pisa fuerte actúa sobre toda la pobre inocencia de la gente, haciéndole creer que los cuidados no tienen importancia y que el poder del monstruo es lo único que debe ser identificado, valorado y respetado/temido por la gente.

Pero más allá de la pobre inocencia de la gente, existen determinados agentes, exentos de inocencia, que contribuyen a reforzar y amplificar, desde el ámbito de influencia en el que se integran y al que representan los medios de comunicación, el efecto de indiferencia en torno a los cuidados. Logrando hacer creer, desde la manipulación, el alarmismo, el sensacionalismo o la ignorancia, que el monstruo parezca cada vez más grande como producto de la contaminación que generan y de la invisibilidad provocada por el reduccionismo de su mirada en torno a la salud y sus protagonistas.

Ante esta polaridad exacerbada entre el monstruo de la sanidad y la enfermedad y la víctima propicia de los cuidados y quienes los prestan, cabe preguntarse sino es preferible un amor irracional a los cuidados o la más sesuda y potente, en apariencia, indiferencia. Considero, creo y defiendo que, tal vez, mi equivocada pasión moral por los cuidados y lo que los mismos representan y a quienes identifican y significan, es preferible a asumir la indiferencia que se pretende crear en torno a ellos, de manera similar a como describía Iris Murdoch[11].

Finalmente, lo que más miedo e inignación me produce toda esta historia es que las propias enfermeras hagan suya esta indiferencia hacia los cuidados. Porque desde la misma se sientan más seguras y/o confortables tal como expresa Susan Sontag[12] De tal manera que acabe, como expresa Antonio Gramsci[13], “siendo el peso muerto de nuestra historia”. Tal como dijera Georges Perec[14] “la indiferencia no tiene principio ni fin: es un estado inmutable, un peso, una inercia que nadie logra hacer tambalearse”

Por todo lo expuesto y sobre todo lo reflexionado, considero que ante la tenaz indiferencia que se pretende perpetuar sobre los cuidados, a las enfermeras, no nos queda otra que una pertinaz y activa resistencia, al tiempo que una rigurosa aportación de evidencias científicas que logren desmontar la falaz estrategia de quienes actúan defensivamente ante el miedo que les generan los cuidados, impulsando a provocar indiferencia hacia ellos, aún a sabiendas de que con ellos no pueden acabar.

Solo le pido a Dios que el cuidado no me sea indiferente y que la reseca muerte no me encuentre, vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.

ANA BELÉN-SOLO LE PIDO A DIOS

 

MERCEDES SOSA-SOLO LE PIDO A DIOS

 

 

 

[1] Diplomático, escritor y militante político francés. (1917-2013).

[2] Músico y cantante popular argentino (1951)

[3] Cantante de música folclórica argentina (1935-2009)

[4] Cantante, actriz y directora española (12951)

[5] Escritor, poeta, periodista y novelista francés (1844-192)

[6] Novelista, poeta, catedrático de Lengua y Literatura en el IES Alfonso X el Sabio de Murcia (1962)

[7] Filósofa española, catedrática emérita de la Universidad de Barcelona (1941)

[8] Ingeniero, escritor y poeta británico y español (1974).

[9] Rapero, compositor y actor estadounidense (1971-1996)

[10] Escritora y empresaria norteamericana (1982)

[11] Escritora y filósofa irlandesa (1919-1999)

[12] Escritora, novelista, filósofa y ensayista, así como profesora, directora de cine y guionista estadounidense (1933-2004)

[13] Intelectual, filósofo, teórico marxista, político, sociólogo y periodista italiano /1891-1937)

[14] Fue uno de los escritores más importantes de la literatura francesa del siglo XX (1936-1982)