Artículo de Arcadi Espada en el diario EL MUNDO del 10/12/2017
http://www.elmundo.es/…/2017/12/10/5a2c32b9268e3ec2618b4692…
Y mi reflexión/respuesta al mismo:
Señor Arcadi Espada:
Me va a permitir que inicie mi reflexión sobre su artículo tal como empieza el suyo, aunque evitando las descalificaciones con las que ya de entrada arranca.
Hace unos días la televisión pública dio publicidad a la performance que sobre la prostitución hicieron un par de jóvenes, a las que usted denomina como gansas supongo que tratando de aplicarles la definición que como tales hace el diccionario de aquel que hace o dice tonterías con la intención de hacer reír, especialmente cuando no hace gracia o resulta molesto.
Y parece ser que a usted no tan solo no le ha hecho gracia sino que se ha sentido verdaderamente molesto con lo que en la misma se dice y como se dice, dada la reacción descalificadora además de cuestionable, de su artículo.
No voy a entrar a valorar ni a rebatir los planteamientos que contra la citada performance hace, porque sería tanto como darle rango de importancia cuando lo único que me genera es rechazo por lo que de machismo recalcitrante, revestido de pseudointelectulismo dialéctico y tendente a confundir al lector, tiene.
Sin embargo, sí que lo voy a hacer con su alegato final. No conforme con los circunloquios de confusión utilizados para desacreditar a las jóvenes e indultar a los puteros, se vale de un ejercicio de comparación que no tan solo es odioso, como cualquier comparación que se precie, sino que además es ofensivo, descalificador, incierto y cínico. Tal acción tan solo puede entenderse porque realmente tenga una ignorancia absoluta de lo que somos, hacemos y sentimos las enfermeras o porque, al hablar en estos términos de nosotras, mienta con descaro y utilizando de forma descarada, impúdica y deshonesta algo que merece general desaprobación, como es el decir que no quisiéramos estar donde realmente, quien es y se siente enfermera, lo está por convicción. En ambos casos, quien se precia de pretender ser adalid intelectual, queda en evidencia.
Una vez vertidas tales descalificaciones interesadas para sus fines torticeros, utiliza el razonamiento economicista, mercantil y sindicalista como argumento reparador de su cínica comparación.
Pero no ofende quien quiere sino quien puede. Y usted, permítame que le diga, no tiene la más mínima capacidad de hacerlo con las enfermeras.
Las enfermeras tenemos entre nuestras competencias el cuidado de las necesidades básicas de las personas, entre las que están las de limpiar, si es preciso, al viejo, al joven o al niño, al hombre o a la mujer, al rico o al pobre, al culto o al ignorante… y lo hacemos convencidas y no forzadas. Pero es que limpiar a alguien que lo precisa va mucho más allá de la limpieza, supone estar cerca de quien lo necesita, apoyarle, ayudarle, reconfortarle, consolarle, animarle, cuidarle, y eso, lo sabemos y queremos hacer las enfermeras, como profesionales universitarias que somos y no trabajadoras de un oficio como usted nos califica.
En algún momento una enfermera puede que le tenga que limpiar a usted, y no le quepa duda que lo hará con la profesionalidad y la dedicación que usted, desde su ignorancia y desprecio, ha querido arrebatarnos.
Nosotras cobramos por nuestros servicios profesionales con la dignidad y la ética que a usted, al menos en esta ocasión, le han faltado o ha querido obviar. Los cuidados no se prestan gratis. Se prestan por amor o por profesión. Despreciar cualquiera de ambos, es tanto, como despreciar el sentido mismo del cuidado. Pero claro está, en su absurda y despreciable comparación, usted, si precisara de cuidados, se situaría como putero. Usted mismo.
Más pronto o más temprano, precisará de cuidados, no le quepa la menor duda. Entonces, a lo mejor, recuerda sus palabras de otra manera, cuando una enfermera le esté cuidando profesionalmente.
Nuestro rendimiento económico, por otra parte, no se regula, como usted burdamente expresa, por la penuria que usted presume de lo que hacemos, sino por las competencias profesionales que desempeñamos, por desagradables que a usted le puedan parecer. Le puedo asegurar que a mí me genera mucho más asco lo que usted ha dicho, que lo que yo tenga que limpiar, y no sé si le pagarán bien o mal por ello, ni me interesa lo más mínimo.
Tan solo coincido con usted en lo mal retribuidas que estamos las enfermeras. Sin embargo es tan solo una coincidencia de partida porque los argumentos por usted utilizados interesadamente que no con interés, difieren diametralmente de los que realmente fundamentan una mejor retribución.
Establecer paralelismo entre una profesión y un oficio, entre una competencia y una obligación, entre un acto sin más y el cuidado profesional, entre lo racional y lo irracional, entre la profesionalidad y el mercantilismo… sí que es una brutalidad cognitiva. Es además, un ejercicio despreciable de la palabra y del pensamiento, hechos sin sentimientos y con cinismo, para sostener un planteamiento machista disfrazado de libertad, en contra del feminismo.
No hay peor ciego que quien no quiere ver.