AFORISMOS, TÓPICOS Y ESTEREOTIPOS  ENFERMEROS

Desconozco si existe alguna frase o sentencia breve y doctrinal propuesta como regla en Enfermería. Es decir no sé si existe algún aforismo enfermero.

Sin embargo identifico claramente opiniones, ideas y expresiones que se usan y repiten con mucha frecuencia al referirse a las enfermeras, convirtiéndolas en tópicos, que desdibujan, distorsionan y modulan su imagen en una grotesca, cuando no descalificadora, interpretación de su imagen y sus competencias. De la imagen al asimilarla casi de manera inseparable a su condición femenina y sexuada que convierten los tópicos en un claro e intolerable lenguaje machista apoyado por una iconografía lacerante y denigrante para la mujer y para la propia enfermera y la profesión/disciplina que representa. De las competencias al identificarlas casi de manera exclusiva a la aplicación de técnicas (inyectable, curas, sondajes…) y a la sumisión y obediencia hacia el médico, como ayudante del mismo, sin capacidad de pensamiento y acción autónomos.

Y esos tópicos generan estereotipos, como clichés identitarios, tanto de imágenes como de ideas, en torno a las enfermeras, que se reproducen, mantienen y aceptan como normales en nuestra sociedad con carácter inmutable.

Los tópicos y estereotipos, por tanto, convierten a las enfermeras y la enfermería en una mueca, un chiste, una broma, un chascarrillo… generalmente de mal gusto y peor respeto, que se instala en la sociedad y que tan solo se ve suavizada por una idealización de la enfermera con cualidad de simpática. De tal manera que la simpatía se convierte en el calificativo “benefactor” utilizado para identificar a la buena enfermera. Es como cuando se le dice a un niño que simpático es como fórmula para disimular su falta de belleza, que impide utilizar la fórmula universal de “qué guapo/a es…”. Así pues con las enfermeras, ante la ignorancia popular de lo que somos y hacemos, se nos califica e identifica con la simpatía como cualidad universal de reconocimiento, lo que tampoco contribuye a la eliminación de los tópicos y estereotipos, sino más bien los alimenta y perpetúa.

Dicho lo cual es importante identificar quien o quienes contribuyen, alimentan y permiten la perdurabilidad de los citados tópicos y estereotipos. Y ante esto creo que hay que distinguir entre acción y omisión.

La acción viene determinada por el uso repetitivo y no corregido de los citados tópicos que alimentan los estereotipos hasta convertirlos casi en una verdad inmutable.

Y la omisión, fundamentalmente de las enfermeras, en cuanto a la respuesta que dichos tópicos y los estereotipos generados contribuyen no tan solo a que se mantengan sino a que se alimente su popularidad y por lo tanto su absurda e incomprensible tolerancia.

Y en ambos casos, por acción u omisión, somos las enfermeras las principales protagonistas. Porque somos las enfermeras las que no tan solo no reaccionamos, sino que alentamos el que se mantengan con nuestros comportamientos e incluso acciones y las que nos encogemos de hombros o miramos hacia otro lado, en el mejor de los casos, o cuando sonreímos al oír o ver uno de estos estereotipos, lo que permite aumentar su consolidación e impide, por el contrario, cambiar con la imagen que de nosotras se transmite a través de ellos.

Por tanto, no se trata de bromas sin importancia. Son balas que hieren gravemente la imagen de la enfermería y de las enfermeras y que incluso pueden llegar a matarla si continuamos creyendo que es algo inocente.

Las enfermeras tenemos la obligación ética de defender nuestra imagen y que la misma se proyecte a la sociedad con nitidez y correspondencia clara e inequívoca de lo que somos, hacemos, ofrecemos y representamos. Tan solo con nuestra implicación en este sentido seremos capaces de eliminar los tópicos que alimentan y dibujan estereotipos tan dañinos e irreales como los que actualmente están instalados en nuestra sociedad.

A lo mejor, cuando seamos capaces de no admitir, tolerar e incluso denunciar lo que sobre nosotras se dice de manera tan ofensiva, excluyente e irracional seremos capaces de construir alguna frase o sentencia breve y doctrinal como regla para la Enfermería, que sea aforismo de referencia tanto para nosotras, como enfermeras, como para el conjunto de la Sociedad.

Aún estamos a tiempo de la deconstrucción conceptual actual de la Enfermería y de las enfermera y de la construcción real que necesariamente debemos instalar en la sociedad, en y con la que trabajamos.

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