Uno no es tanto lo que desea ser, como lo que los otros desean que sea. Ni uno tiene la imagen que de si mismo cree tener sino la que los demás se hacen de él. Así pues suele suceder que se espera, se cree, se adivina… lo que uno puede dar, ofrecer, garantizar… en base a impresiones, interpretaciones o suposiciones. Fundadas y sin mala intención en muchos casos, pero ausentes de todo tipo de fundamento y razón en casi todos ellos. Finalmente la imagen creada es un estereotipo, cargado de tópicos que difícilmente coincide con la realidad, pero de la que resulta muy difícil desprenderse dado que se ha incorporado en el ideario popular como la imagen real, por mucho que el interesado persista en su intento de cambiar la opinión generada en torno a él.
Las enfermeras llevamos mucho tiempo viéndonos, sintiéndonos, manifestándonos de una determinada manera. Sin embargo somos vistas, percibidas, interpretadas de otra radicalmente diferente o simplemente ignoradas, que es otra manera de desvirtuar o alterar nuestra imagen.
Durante muchos años hemos tenido un modelo sanitario hospitalcentrista en el que tan solo se tenían en cuenta la enfermedad, la curación y a los profesionales que protagonizaban esta puesta en escena. La población, por su parte, ha venido interiorizando esta cultura sanitaria y ha generado unos estereotipos profesionales que han trascendido hasta nuestros días. Durante las últimas décadas las enfermeras en general y las comunitarias en particular hemos venido trabajando por intentar pasar de la enfermedad a la salud, de la curación al cuidado y del hospital a la Comunidad principalmente en el ámbito de la Atención Primaria de Salud. Así mismo hemos intentado ocupar un lugar autónomo, responsable y visible en este nuevo modelo que lograse modificar el estereotipo del que durante tanto tiempo habíamos sido prisioneras.
Sin embargo y a pesar del aparente esfuerzo no se ha logrado modificar sustancialmente la percepción que la población tiene de nosotras y su consiguiente y deseado reconocimiento.
Analizar en profundidad las causas de esta situación escapa a las posibilidades de esta editorial. Sin embargo y tratando de evitar la percepción de que quiero escapar a posicionarme en un tema que suscita tanto debate, voy a tratar de reflexionar brevemente sobre una de las causas que considero clave para comprender el por qué de nuestra permanente indefinición. No voy a negar la evidencia de que parte de culpa la tenemos las propias enfermeras. Mucho se ha dicho, escrito, analizado y debatido al respecto. Pero creo, sin pretender que suene a escusa, que existen otros elementos que influyen de manera muy importante en el hecho que nos ocupa.
En la sociedad actual de la comunicación y de las nuevas tecnologías en la que la información fluye y se expande a gran velocidad parecería razonable que se diesen las condiciones adecuadas para que se transmitiese una imagen más acorde con los cambios que disciplinar y profesionalmente hemos venido realizando las enfermeras en nuestro país. Lejos de tal deseo los medios de comunicación siguen transmitiendo una imagen de las enfermeras trasnochada, caduca y casposa cuando, en alguna y rara ocasión, deciden hablar de nosotras. Pero lo peor de todo es la omisión permanente de la que somos objeto cada vez que se habla de salud, de sistema sanitario, de calidad asistencial…
Son múltiples los ejemplos que diariamente se pueden escuchar, ver o leer en los diferentes medios de comunicación.
Ante esta circunstancia uno se plantea si realmente la culpa de este mal endémico también lo debemos asumir las enfermeras. Si somos nosotras las que, por mor de nuestra supuesta apatía, relajación e indiferencia, contribuimos a que seamos anuladas o vistas desde una perspectiva totalmente errónea por parte de los medios de comunicación.
En base a ello planteo mis dudas como interrogantes que tratan no tan solo de generar una pregunta sino que en sí misma lleva implícita una posible respuesta. Así pues y centrándome en las enfermeras comunitarias me pregunto:
¿Somos las enfermeras comunitarias que atendemos en el centro de salud y en el domicilio a una población muy alejada de los ratios razonables que plantean las organizaciones internacionales, las responsables de la imagen que de nosotras se da en algunas series televisivas?
¿Somos las enfermeras comunitarias que trabajamos con y para la comunidad a través de programas de educación para la salud las responsables de que sigamos siendo ninguneadas, olvidadas e ignoradas cada vez que se habla de salud en alguna tertulia radiofónica o televisiva?
¿Somos las enfermeras comunitarias que atendemos sin listas de espera a toda la población que tenemos asignada las responsables de que sigamos sin ser punto de referencia de los medios de comunicación cuando tratan de la calidad del sistema sanitario?
¿Somos las enfermeras comunitarias que atendemos el 80 % de la actividad domiciliaria realizada por los equipos de Atención Primaria las responsables de que se omita el trabajo realizado y sin embargo sea asignado a otros profesionales?
¿Somos las enfermeras comunitarias que participamos en todo el proceso de atención las responsables de que tan solo se nos considere por nuestra amabilidad cuando algún medio de comunicación se digna a hablar de nosotras?
¿Somos las enfermeras comunitarias como las profesionales más valoradas por parte de la comunidad a la que atendemos las responsables de que los medios de comunicación continúen excluyéndonos sistemáticamente en sus comentarios, noticias, reportajes…?
¿Somos las enfermeras comunitarias que contribuyendo en mayor medida al autocuidado de las personas, al cambio de hábitos y costumbre, a la mejor calidad de vida de la comunidad… las responsables de no ser invitadas como expertas en los medios de comunicación?
¿Somos las enfermeras comunitarias que estamos al lado de las personas, las familias y la comunidad las responsables de que los medios de comunicación nos sitúen al lado de otros profesionales para realizar trabajos delegados?
¿Somos las enfermeras cooperantes las que trabajando y arriesgando nuestras vidas en misiones de ayuda junto a otros profesionales, las responsables de no ser nunca entrevistadas, citadas o visibilizadas?
Sería interminable la lista de interrogantes que se podrían seguir planteando en base al lamentable y reiterado tratamiento que de las enfermeras y su trabajo realizan los medios de comunicación. En unas ocasiones por acción y en otras por omisión la imagen que de nosotras se da no tan solo no coincide con la realidad sino que además la manipula.
Los periodistas que en tantas ocasiones nos recuerdan que son universitarios deberían intentar justificar esta afirmación, más allá del hecho de haber pasado por una universidad, mediante la obtención de los datos más objetivos, fiables y fehacientes disponibles que les permitiese dar la información más fidedigna, real y objetiva sobre los temas que tratan. Las enfermeras somos igualmente universitarias y podemos aportarles la información de la que en muchas ocasiones adolecen.
Los periodistas que tantas veces nos han recordado la necesidad de que su trabajo sea realizado por profesionales y no por cualquiera deberían tener en cuenta esta petición a la hora de contar con profesionales que analicen, debatan, reflexionen… sobre aspectos de salud en los que las enfermeras somos las profesionales de referencia. Para poder dar una información de calidad es preciso contar con quien mejor la puede facilitar.
Los medios de comunicación deberían tener en cuenta que para conseguir cuotas de audiencia no vale cualquier cosa. Que la imagen de una profesión, de una disciplina no puede ser manipulada, deformada y adaptada a las exigencias caprichosas e infundadas de un guión basado en suposiciones, tópicos y mitos alejados de la realidad y el rigor. Las enfermeras son quienes mejor les pueden asesorar sobre cómo debe ser tratada su imagen.
Los medios de comunicación son responsables, en gran medida, del estado de opinión de la población, en base a la información por ellos transmitida. No parece por lo tanto razonable que dicha información esté sesgada y acotada en lo referente a temas de salud y a quienes son sus responsables, entre los que nos encontramos las enfermeras.
De igual manera que con las interrogantes, las afirmaciones serían interminables. Tan solo he querido reflexionar en voz alta sobre algunos ejemplos del día a día que evidencian la necesidad de que las enfermeras se posicionen claramente y de que los medios de comunicación dejen de participar en la transmisión de un modelo medicalizado, hospitalcentrista, biologicista, tecnológico, parcial e indivudualista, para pasar a una visión integral e integrada del mismo en el que las enfermeras tienen mucho que aportar.
Las enfermeras comunitarias en su actividad diaria necesitan de los medios de comunicación para difundir, potenciar y mejorar la información que se debe dar a la comunidad. Los medios de comunicación, por su parte, deben darse cuenta de la importancia que tiene contar con las enfermeras para transmitir una información cercana, objetiva y eficaz sobre su salud, los cuidados y sus condicionantes, al tiempo que trasladan a la opinión pública la imagen real de las enfermeras y su trabajo.