Estimada Sra. Pilar Urbano:
No me cabe duda de que sus dotes como experta en la casa real, en general, y en la figura de la Reina emérita Doña Sofía, en particular, serán muy elevadas y le permitirán tener un conocimiento exhaustivo de figuras tan regias, con las que alimentar la avidez de lectoras y lectores en temas de «tanta trascendencia» para este país.
El problema está en que posiblemente usted se ha mimetizado tanto con la realeza que esto le hace despreciar a todo aquel que no tenga sangre azul.
Con independencia de la educación que, como futura Reina, precise la nieta Leonor, denominada Princesa, el despreciar, por una parte, las capacidades que como abuela tenga la madre de Letizia Ortiz, denominada Reina, ya me parece grave y de un clasismo rancio y reprobable. Parece ser que según usted una sierva, proletaria y sin sangre real no es merecedora de ser abuela de tan ilustre niña. Pero cuando a todo esto usted añade la profesión que tiene la citada abuela, enfermera, en comparación con la que ejerce la abuela que sí que está en condición de educar a la niña, es decir la de reina, ya lo de rancio se queda corto. No he encontrado en ningún sitio la profesión de Reina, ni los estudios para serlo, ni las exigencias para acceder a serlo en igualdad de condiciones de capacidad y mérito. Pero sin embargo ser Reina debe ser algo mucho más relevante en la educación de una nieta que el ser enfermera.