En ese fervor por celebrarlo todo en el calendario, hoy toca le toca a la Atención Primaria.
La verdad es que no sé muy bien por qué la elección de este día. Si es porque es el que quedaba libre en el cada vez más colapsado calendario de celebraciones o si existe alguna efemérides o actividad destacada que sinceramente se me escapa. En cualquier caso lo relevante, si lo es, pasa por celebrar la Atención Primaria.
No seré yo quien ponga reparos en que exista un día conmemorativo de la Atención Primaria. Pero dicho esto, considero sinceramente que es como celebrar el día de la aspirina, es decir, que ni una ni otra por el hecho de la celebración nos van a quitar el dolor de cabeza. Porque la desaparición del dolor de cabeza, en el caso de la aspirina, tan solo se producirá si la tomamos y siempre y cuando no seamos alérgicos a su composición. Por su parte la Atención Primaria eliminará el dolor de cabeza de verla tan maltratada, ignorada, arrinconada, olvidada… si todos nos convencemos de que es imprescindible dotarla de la importancia, visibilidad, recursos, valor… que realmente tiene y que tan solo se le concede en mesas inaugurales, celebraciones como la de hoy o en halagos interesados puntuales.
La Atención Primaria está herida de muerte y hay quien está empeñado en darle la puntilla para terminar con ella.
Desde que se iniciara el camino aquí en España, hace ya más de 30 años, el devenir de la Atención Primaria ha ido en permanente deriva y declive. Tan algunos profesionales convencidos mantienen viva la llama de lo que es y significa. Y digo algunos profesionales porque ya se han encargado, entre unos y otros, a que la Atención Primaria sea reducto de personal poco o nada motivado y mucho menos convencido de lo que es y significa la Atención Primaria, a través de insólitas e incoherentes ofertas de traslado, llamadas eufemísticamente OPE para disfrazarlas de una igualdad de oportunidades que ni es real ni se pretende por parte de los convocantes, y que desplazan a enfermeras comunitarias convencidas para dejar paso a muchas, no a todas, enfermeras que han creído el cuento contado por quien convoca, de que en Atención Primaria se trabaja muy poco, se cobra mucho y se descansa aún más.
Por su parte muchos de los Médicos de Familia, como ellos mismos se denominan, eligen la especialidad como última opción en las convocatorias anuales de MIR, con lo que ello supone en cuanto a motivación e ilusión de quienes se incorporan y provocando el desencanto de quienes sí que eligen o eligieron en su día la especialidad porque creían en ese denominado Nuevo Modelo de Atención Primaria.
Qué decir de las Enfermeras especialistas en Enfermería Familiar y Comunitaria que ni están ni se les espera por la desidia, incompetencia y mediocridad de los decisores políticos que continúan invirtiendo recursos en su formación para posteriormente olvidarlas y postergarlas al no crear plazas específicas para su incorporación en Atención Primaria, lo que supone a todas luces un verdadero fraude de ley al estar invirtiendo dinero público en su formación y no obtener posterior beneficio de dicha inversión.
Utilizar a la Atención Primaria, no como puerta de entrada del Sistema como eufemística y reiteradamente se le denomina, sino como reducto de contención de una demanda desmedida, poco controlada, medicalizada, deshumanizada en muchas ocasiones y poco resolutiva como consecuencia, no de la actuación de los profesionales que bastante hacen para evitar la debacle absoluta, sino de los gestores que actuando como correa de transmisión de los políticos de turno no tan solo no solucionan los males que aquejan a la Atención Primaria sino que los agravan con sus torpes decisiones o lo que aún es peor con su inacción permanente.
Las caóticas reformas organizativas, pensadas más para dar respuestas a intereses profesionales y corporativos que a necesidades reales, conducen a una irracional configuración de las plantillas con claros desajustes y desequilibrios que impiden plantear intervenciones eficaces en la Comunidad, acabando los profesionales en general y las enfermeras en particular recluidas en los nichos ecológicos de las consultas desde las que se atiende a la demanda y a la enfermedad, favoreciendo su “cronicidad”. Mientras tanto las recomendaciones de las principales organizaciones internacionales en este sentido siguen siendo cantos de sirena para quienes tienen la capacidad de tomar decisiones.
La cronicidad que se ha convertido en el punto de interés de todo cuanto se hace o pretende hacer, están logrando que se cronifique como resultado del intervencionismo medicalizado y la nula capacidad para dar respuestas eficaces y eficientes, mientras se sigue negando la posibilidad de que las enfermeras puedan acceder a cargos de responsabilidad y toma de decisiones desde los que podrían darse soluciones integrales con una relación de coste beneficio tanto económico como social que actualmente brilla por su ausencia.
La tan manoseada y sin embargo tan necesaria Participación Comunitaria se convierte en un demagógico mensaje de quienes ni creen ni apuestan por ella y la relegan a mera anécdota o a la férrea voluntad de algunos profesionales convencidos que, como si del reducto galo de Asterix y Obelix se tratase, la desarrollan a pesar de todo y a costa de su esfuerzo nunca reconocido.
Los denominados Equipos de Atención Primaria, realmente son grupos de profesionales en el mejor de los casos con una buena relación, pero sin que se desarrollen estrategias compartidas en las que no importen tanto los marcos competenciales, intereses corporativos y egos personales que los objetivos comunes para dar respuesta a las necesidades de las personas, familias y comunidad.
Mientras tanto nos seguirán deleitando con estadísticas centradas en el número de camas y/o listas de espera quirúrgica o todo lo más en el número de consultas realizadas, como trofeos que añadir a su nefasta gestión mientras la Atención Primaria languidece.
La utilización interesada de conceptos definitorios de la Atención Primaria como accesibilidad, longitudinalidad, continuidad… conllevan a espejismos políticos que no coinciden con la realidad, al ser tan solo declaraciones de intereses que posteriormente no tienen reflejo en el día a día de la Atención Primaria. No se trata de lo que teórica y políticamente se pueda hacer sino de lo que realmente después es posible hacer con las condiciones y los recursos con los que cuenta realmente la Atención Primaria.
Y todo ello desde la paradoja de seguir denominándose los Centros de Atención Primaria, Centros de Salud, cuando lo que realmente se atiende casi de manera exclusiva es la enfermedad y lo que es más grave de tan solo aquella población que acude a los mismos. La Salud es realmente un slogan pero en ningún caso un compromiso real con la comunidad a la que se atiende con el objetivo de mantener sanos a los sanos desde una perspectiva participativa, integral, integrada e integradora. Seguir construyendo Centros de “lujo” que no den respuesta a lo que de ellos se espera es un nuevo fraude de ley aunque parece ser que de una gran rentabilidad política.
Por eso está bien que celebremos el día nacional de la Atención Primaria, pero que la fiesta no nos haga olvidar que realmente lo que debemos hacer es reivindicar lo que a la Atención Primaria le corresponde para que realmente pueda dar respuesta a lo que las personas, familias y comunidad necesitan a través del trabajo digno, racional, coherente, fundamentado… de los profesionales que en ella trabajan. Para ello es imprescindible creer en la Atención Primaria y lo que significa y no seguir utilizándola tan solo como recursos electoral, discurso halagador e inútil o slogan oportunista. Ya queda poco para que podamos empezar a oír esos estribillos repetitivos, vacíos de sentido pero pegadizos con los que nos deleitarán próximamente todos los políticos para lograr captar nuestro voto. Y cuando el año que viene volvamos a celebrar el día nacional de la Atención Primaria, volverán a nuestra memoria dichos estribillos para darnos cuenta de que todo sigue igual o parecido.
La tarta está llena de velas que iluminan, aunque sea fugazmente, la Atención Primaria. Lástima que cuando soplemos para apagarlas volveremos a la oscuridad en la que lamentablemente la han sumido. Cuanto menos nos quedará la esperanza de que el deseo que pidamos al soplar se cumpla. Quien no se conforma es porque no quiere.
Un discurso basado en una realidad que es coincidente en varios países, como en México. Es una lastima que los recursos humanos de enfermería no logren consolidarse en esta ares a pesar de las múltiples experiencias de éxito con que cuenta esta profesión.
Muchas gracias por hacer estas reflexiones que seguramente motivarán a las enfermeras a no abandonar este campo de acción a pesar de que en la práctica no se suficiente interés para los sistemas de salud
Muchas gracias María Elena. Ese es el objetivo, seguir manteniendo viva la llama de la ilusión, la motivación y la implicación.
Saludos
Muchas gracias María Elena
Saludos