LA MODA DE LA SALUD, LO SALUDABLE Y LOS CUIDADOS.

La salud y lo saludable están de moda, al igual que el/los cuidado/s. Existe una tendencia, adoptada por una gran parte de la sociedad, por “mantenerse sano, ser saludable y estar cuidado”. Dicha tendencia, es cierto, se ve reforzada por el bombardeo constante de la publicidad, y los medios de comunicación en general, que ven en la salud, lo saludable y los cuidados, un filón para sus intereses comerciales. De tal manera que de tanto repetirlo los conceptos no tan solo pierden valor sino que se desvirtúan y pervierten, al pasar a ser tan solo modelos estandarizados sujetos al consumo de los productos que los promueven. Por su parte los profesionales de la salud, voluntaria o involuntariamente, se incorporan a la corriente consumista y comercial de la salud y los cuidados generando en la población lo que Carlos Álvarez Darder ha venido en denominar la salud persecutoria.

Pero como toda moda, tiene sus contradicciones. Así nos encontramos con que al generarse una corriente determinada para revelarse como singular, desviándose de las corrientes más comunes, en realidad lo que está creando es otra moda distinta. De tal manera quienes inician esta nueva corriente se identifican como disidentes frente a un grueso de imitadores, pero para Simmel eso no es más que una forma inversa de imitación.

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ATENCIÓN PRIMARIA Y PEDIATRÍA. QUE PREVALEZCA LA COHERENCIA.

Me asombra que los Médicos de Familia, como se denominan olvidando a la comunidad, se mantengan tan indiferentes ante la reivindicación que de manera tan mediática y populista como ausente de argumentos de peso están realizando los pediatras con relación a su presencia en Atención Primaria.

Y digo que me asombra porque considero que su indiferencia juega en contra de la identidad de la medicina de familia al aceptar como válida la premisa de que los niños y adolescentes no forman parte de la familia.

De esos lodos vienen estos fangos, como reza el sabio refranero. Cuando al inicio de la denominada reforma de Atención Primaria se incorporaron en los equipos los pediatras, caso paradigmático en el resto de países de nuestro entorno, se aceptó que la atención médica ya nacía fragmentada.

Aunque inicialmente la atención integral enfermera se tradujo en una atención a la familia en la que la enfermera prestaba cuidados tanto a adultos como a niños, con el tiempo y ante las presiones de los pediatras y la laxitud de las enfermeras y de los gestores, se pasó a la separación de enfermeras pediátricas y enfermeras de adultos, en un nuevo y claro ejemplo de mimetismo tanto en denominación como en organización de los cuidados. En lugar de atención al niño, pediatría, y en lugar de atención integral, fragmentada.

El paso del tiempo no hizo más que asentar este modelo biomédico y destruir uno de los principios básicos en los que se asentaba la AP como es la atención integral. La atención al niño sano que es básica y casi exclusivamente competencia enfermera fue desvirtuándose en favor de la patología y la enfermedad que era lo que básicamente perseguían los pediatras para asentar su posicionamiento y reforzar su presencia en AP, con el beneplácito de sus compañeros médicos, como si ellos fuesen otra cosa.

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