A todas las enfermeras que aún creen en los Reyes Magos y a quienes siguen creyendo en las enfermeras.
A lo largo de mi vida he creído y descreído sobre bastantes cosas, situaciones, personas o entes. Sin embargo, tan solo unas pocas han permanecido inalterables, cuando no, han ido en aumento. Y de esas pocas, no más de las que se puedan contar con los dedos de las manos, quisiera destacar dos. Los Reyes Magos y la Enfermería.
Si, efectivamente hablo de los Reyes Magos de Oriente. Aunque parezca paradójico que pueda seguir creyendo en algo, más bien en alguien, que está fundamentado en una mentira. Mentira que se mantiene durante la infancia y a la que, la mayoría de los niños, se resisten a creer que lo sea, pero que, una vez asumida, perdura la ilusión, en tan enigmáticos personajes, más allá de su origen bíblico, lo que les hace ser admirados y queridos por creyentes, escépticos, incrédulos, agnósticos o incluso ateos y todo ello, a pesar de la injerencia de Papa Noel, que compite con ellos adelantando su llegada en las fechas navideñas.
Esta creencia que ha evolucionado conmigo y que la he vivido de muy diferentes maneras se ha visto acompañada de otra más tardía pero aún más potente y creciente como es la de la Enfermería.
Con la Enfermería, de alguna manera, me pasó como con los Reyes Magos. Inicialmente creí en algo que se vino en denominar ATS, hasta que alguien me abrió los ojos y me ayudó a ver que era una mentira que trataba de esconder algo como la Enfermería. Y fue entonces, cuando descubrí lo que era ser enfermera, cuando me aferré a la creencia de lo que era y significaba la Enfermería en mi vida. A diferencia de los Reyes Magos, que esperamos una vez al año, la Enfermería permanece permanentemente conmigo como parte de mi vida, con idéntica ilusión a la que despiertan los Reyes.
Es más, cada vez estoy más convencido de que existe cierta analogía entre los tres Reyes Magos y la Enfermería.
Trataré de explicarme. Como ya decía la llegada de los monarcas orientales genera una gran ilusión en niños y no tan niños, más allá de los regalos que traigan. Se trata de algo que trasciende al mero efecto de ser obsequiado, siendo tan misterioso y enigmático como claro y manifiesto.
Con la Enfermería sucede algo similar. Más allá de ser la profesión que se ejerce como forma de obtener un sueldo, su ejercicio supera lo meramente laboral para situarse en el ámbito del sentimiento y de la vivencia vital a través de la creencia en lo que se es, enfermera.
Previa a la llegada de los Reyes, nos apresuramos a solicitar todo aquello que deseamos o nos hace ilusión tener, con la esperanza de que los magos sean capaces de satisfacerlo plenamente.
Las enfermeras, por su parte, reciben constantemente mensajes en los que se les solicita den respuesta adecuada, puntual y de la máxima calidad, sin que ello signifique que ellas reciban lo que sería mínimamente deseable para cumplirlo, a pesar de lo cual no suelen defraudar.
Los Reyes de Oriente, están en todas partes y son capaces de satisfacer las necesidades de todos cuantos en ellos creen. No defraudan nunca y siempre llegan a pesar de que existe una gran desproporción ante la demanda que tienen, lo que nunca supone impedimento para lograr responder como de ellos se espera.
A las enfermeras, les pasa algo similar. Están preparadas para estar en cualquier servicio, unidad, ámbito o situación en los que se les reclame o sitúe. Y en todos ellos prestan cuidados de calidad a las personas, familias y comunidad a las que atienden, aunque en muchas ocasiones, casi siempre, sean muchas más de las que debieran corresponderles, a pesar de lo cual, siempre logran responder a sus expectativas.
Son tantos los regalos que deben repartir los Reyes y en lugares tan lejanos y distantes entre sí, que pudiese parecer que disponen de grandes recursos para llevarlo a cabo con la eficacia y eficiencia que lo hacen año tras año, cuando, en realidad, disponen de tres viejos camellos y, eso sí, su magia, de ahí el apelativo de Reyes Magos.
Las enfermeras no reciben el apelativo de magas, aunque ciertamente en muchas ocasiones debieran recibirlo. Son capaces de responder a todas las exigencias con la máxima eficacia y eficiencia a pesar de contar con recursos escasos y, en ocasiones, inexistentes, lo que les obliga a agudizar su ingenio e innovación, con tal de poder responder a las demandas que identifican.
Los Reyes Magos, no discriminan entre pobres o ricos, ni entre razas, creencias o sexos, para ellos todas/os tienen idéntico derecho a ver cumplidos sus sueños, siempre adecuados a sus situaciones concretas.
Para las enfermeras, la equidad, igualdad, solidaridad, desarrollo humano, progreso… no son opciones sino obligaciones, para poder dar respuestas y que todas las personas puedan recibir los cuidados que precisan para lograr su máxima autonomía.
Los Reyes no se quedan en sus palacios esperando a que vayan a visitarlos. Ellos van allá donde las personas residen, viven, juegan, trabajan… para entregarles lo que más desean.
Las enfermeras comunitarias, por su parte, no se recluyen en los centros de salud, sino que van a los domicilios familiares, las escuelas, la comunidad, para trabajar con las personas y participar conjuntamente en alcanzar los mejores niveles de salud.
Los Reyes dicen que son los padres, pero la verdad es que, estos, tan solo son personas con las que participan, convirtiéndose en verdaderos agentes de felicidad e ilusión, que facilitan la gran labor que realizan los Reyes, logrando que todas las personas sigan creyendo, confiando en ellos y queriéndolos.
Las enfermeras trabajan con los agentes de salud comunitarios para lograr, a través de su participación activa, que la salud sea un objetivo prioritario de la comunidad y la toma de decisiones compartida, un objetivo a alcanzar, lo que facilita que sean reconocidas y respetadas.
Los tres magos huyen de los regalos estándar. Por eso leen detenidamente las peticiones y demandas de todas/os quienes, año tras año, les escriben sus cartas, solicitando lo que más desean en cada momento, tratando de responder a cada una/o de ellas/os según sus necesidades.
Para las enfermeras lo importante no es la enfermedad, sino cómo afronta cada persona sus problemas o experiencias de salud, consensuando con ellas las mejores respuestas de manera individualizada, integral, integrada e integradora.
Las familias son fundamentales para los Reyes Magos ya que es en el seno de las mismas donde ellos actúan y con quienes participan activamente en dar felicidad a todos sus miembros.
La intervención familiar es, del mismo modo, importantísima para la prestación de cuidados enfermeros, ya que es la familia el principal recurso de salud de las personas que la componen y la red de apoyo fundamental para su promoción, mantenimiento y recuperación.
A los Reyes Magos les resultaría imposible llevar a cabo su misión anual sino pudiesen contar con los múltiples recursos que existen en cada uno de los lugares donde viajan para adquirir y repartir los regalos solicitados.
Los recursos comunitarios, su uso racional y vertebración, es una de las principales competencias de las enfermeras comunitarias a la hora de articular las respuestas a las demandas y necesidades de las personas y sus familias.
Esta analogía entre los Reyes Magos y las enfermeras hace que creencias, inicialmente, tan distintas y distantes confluyan en una semejanza que me hace reflexionar muy seriamente sobre si los Reyes Magos no serán realmente enfermeras que decidieron que la mejor manera de que muchas personas se sintieran sanas fuese el de hacerse pasar por sus Majestades los Reyes Magos de Oriente. O, a lo mejor, lo que realmente sucede es que las enfermeras hacen de Reyes Magos todo el año, dejando que estos sean protagonistas cada 6 de enero.
Sea como fuese, lo que tengo claro es que mi pasión tanto por los Reyes Magos como por la Enfermería se mantiene viva, latente y presente en cada momento de mi vida y que ambas creencias me permiten seguir creyendo en que la ilusión por lograr aquello en lo que creo y deseo, no tan solo es eso, una ilusión, sino una realidad que se hace patente día a día gracias a las enfermeras y, al menos una vez al año, gracias a los Reyes Magos.
Estando próxima la fecha del 6 de enero, no me queda otra que seguir escribiendo mi particular carta a los Reyes Magos, en la que, como enfermera, les voy a pedir que las enfermeras seamos visibles, como en su momento lo fue para ellos la estrella que les guió, para que así, todas/os aquellas/os que tienen la responsabilidad de tomar decisiones, lo hagan teniendo en cuenta la aportación diferenciada, necesaria e insustituible de las enfermeras en la sociedad.
Estoy convencido que mis peticiones serán tenidas en cuenta por los tres Reyes, aunque reconozco que no depende tan solo de ellos que esto sea posible y por ello también les pido que, a ser posible, regalen cordura, coherencia, y sentido común, como si de oro, incienso y mirra se tratase. Aunque no sé si quienes tienen que ser receptores de tan preciados presentes serán capaces de valorar, en su justa medida, el valor de los mismos. A veces el problema no es el regalo que se hace sino quien lo recibe. Y para esto no hay ni Reyes Magos ni enfermeras que puedan solucionarlo. Se trata de capacidad y actitud, que tanto escasean y tan pocos solicitan, ni están dispuestos a recibir.
Por lo que pueda pasar, seguiré creyendo en las enfermeras que es un valor seguro y en mis Tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar.