SR SIMÓN

Buenos días Sr. Simón. Transcurridas algunas horas de la repercusión mediática que tuvieron sus palabras en un entorno de relativa privacidad, me dirijo a usted como enfermera, sí, enfermera, a pesar de ser hombre me considero, reconozco y siento como tal, para trasladarle con total respeto lo que siento al respecto.

            Sin duda la privacidad en la que tuvieron lugar sus palabras, deja de serlo desde el momento en que alguien, desconozco si con su consentimiento o no, decidió hacerlo público en redes sociales. Por lo tanto, este es el primero de los aspectos que me gustaría que considerase. Porque con independencia de que sus palabras no pierden ni el significado ni la trascendencia de lo que inequívocamente expresan, no es lo mismo hacerlo en la privacidad que compartirlo por redes sociales, siendo usted quien es y representando lo que representa. La conversación de contenido claramente machista adquiere a partir de ese momento una dimensión que escapa a su control por mucho que pretenda, que no lo sé dado su silencio, enmarcarlo en ese ámbito de privacidad y de conversación informal (sobre algo tan formal…).

            Está claro que todos cometemos errores y que de los mismos se puede aprender. Pero mire, para aprender de ellos lo primero que hay que hacer es reconocerlos y solicitar humildemente perdón por el daño que los mismos hayan podido provocar. Si además quien comete los errores es un personaje público y un representante político, por muy al margen que al respecto se quiera mantener, su reconocimiento de error debiera de haberse producido de manera inmediata sin esperar a que la petición se convirtiese en tremendig topic y en contenido de todos los medios de comunicación. Porque con su actitud de atrincheramiento lo único que consigue es aumentar las dudas sobre su intencionalidad en las manifestaciones y sobre su capacidad de arrepentimiento.

            Sus palabras, Sr Simón, a parte de ofender a las enfermeras, que lo hacen, lo que verdaderamente encierran es un claro comportamiento machista que bajo ningún concepto debe admitirse y mucho menos reírse, ni en público ni en privado. Porque hacerlo es contribuir al contagio de esa lacra social en la que todos tenemos que sentirnos implicados y para la que la única vacuna posible es la educación, el respeto y la tolerancia cero. Usted que nos habla diariamente desde hace más de 7 meses de los riesgos de contagio y del necesario cumplimiento de las medidas de protección, debería saberlo mejor que nadie y predicar con el ejemplo.

            Dicho lo cual tampoco considero que de esto deba hacerse una cruzada contra usted, pues no es la solución. Desviar la atención hacia el ataque, muchas veces interesado y oportunista, hacia su persona hace que el verdadero problema, su comportamiento, quede diluido y que su arrepentimiento acabe pareciendo más una obligación necesaria e impuesta que un sentimiento personal y sincero de arrepentimiento.

            Ni usted, ni nadie, tienen la capacidad de hacerme sentir menospreciado, ni vulnerado, como enfermera, por sus lamentables palabras, porque usted, posiblemente, no entienda lo que es y significa ser y sentirse enfermera. Pero sí que me preocupa e inquieta muchísimo que un personaje público de tanta resonancia mediática como la suya contribuya a extender una pandemia tan peligrosa como la violencia de género con unas palabras que nunca son ni inocentes ni menores y que, además, adquieren mayor peligro si, como en su caso, se esconde en el silencio para evitar reconocer el error y solicitar perdón. Porque de esta manera usted está trasladando a la opinión pública en general y a las enfermeras en particular, que ni se arrepiente ni quiere aprender de su error. Y esto, créame, aún me preocupa mucho más.

            Como enfermera considero que es importante que reconozca que tiene un problema de salud que no tan solo le afecta a usted y que por lo tanto es importante que le cuiden y se deje cuidar para tratar de afrontarlo con responsabilidad.

            Sr. Simón, no lo piense más, pida perdón. De verdad que ni duele ni tiene efectos secundarios. Se lo dice una enfermera, de hombre a hombre.

 

                                                           José Ramón Martínez Rier

Buenos días Sr. Simón. Transcurridas algunas horas de la repercusión mediática que tuvieron sus palabras en un entorno de relativa privacidad, me dirijo a usted como enfermera, sí, enfermera, a pesar de ser hombre me considero, reconozco y siento como tal, para trasladarle con total respeto lo que siento al respecto.

            Sin duda la privacidad en la que tuvieron lugar sus palabras, deja de serlo desde el momento en que alguien, desconozco si con su consentimiento o no, decidió hacerlo público en redes sociales. Por lo tanto, este es el primero de los aspectos que me gustaría que considerase. Porque con independencia de que sus palabras no pierden ni el significado ni la trascendencia de lo que inequívocamente expresan, no es lo mismo hacerlo en la privacidad que compartirlo por redes sociales, siendo usted quien es y representando lo que representa. La conversación de contenido claramente machista adquiere a partir de ese momento una dimensión que escapa a su control por mucho que pretenda, que no lo sé dado su silencio, enmarcarlo en ese ámbito de privacidad y de conversación informal (sobre algo tan formal…).

            Está claro que todos cometemos errores y que de los mismos se puede aprender. Pero mire, para aprender de ellos lo primero que hay que hacer es reconocerlos y solicitar humildemente perdón por el daño que los mismos hayan podido provocar. Si además quien comete los errores es un personaje público y un representante político, por muy al margen que al respecto se quiera mantener, su reconocimiento de error debiera de haberse producido de manera inmediata sin esperar a que la petición se convirtiese en “tremendig topic” y en contenido de todos los medios de comunicación. Porque con su actitud de atrincheramiento lo único que consigue es aumentar las dudas sobre su intencionalidad en las manifestaciones y sobre su capacidad de arrepentimiento.

            Sus palabras, Sr Simón, aparte de ofender a las enfermeras, que lo hacen, lo que verdaderamente encierran es un claro comportamiento machista que bajo ningún concepto debe admitirse y mucho menos reírse, ni en público ni en privado. Porque hacerlo es contribuir al contagio de esa lacra social en la que todos tenemos que sentirnos implicados y para la que la única vacuna posible es la educación, el respeto y la tolerancia cero. Usted que nos habla diariamente desde hace más de 7 meses de los riesgos de contagio y del necesario cumplimiento de las medidas de protección, debería saberlo mejor que nadie y predicar con el ejemplo.

            Dicho lo cual tampoco considero que de esto deba hacerse una cruzada contra usted, pues no es la solución. Desviar la atención hacia el ataque, muchas veces interesado y oportunista, hacia su persona hace que el verdadero problema, su comportamiento, quede diluido y que su arrepentimiento acabe pareciendo más una obligación necesaria e impuesta que un sentimiento personal y sincero de arrepentimiento.

            Ni usted, ni nadie, tienen la capacidad de hacerme sentir menospreciado, ni vulnerado, como enfermera, por sus lamentables palabras, porque usted, posiblemente, no entienda lo que es y significa ser y sentirse enfermera. Pero sí que me preocupa e inquieta muchísimo que un personaje público de tanta resonancia mediática como la suya contribuya a extender una pandemia tan peligrosa como la violencia de género con unas palabras que nunca son ni inocentes ni menores y que, además, adquieren mayor peligro si, como en su caso, se esconde en el silencio para evitar reconocer el error y solicitar perdón. Porque de esta manera usted está trasladando a la opinión pública en general y a las enfermeras en particular, que ni se arrepiente ni quiere aprender de su error. Y esto, créame, aún me preocupa mucho más.

            Como enfermera considero que es importante que reconozca que tiene un problema de salud que no tan solo le afecta a usted y que, por tanto, es importante que le cuiden y se deje cuidar para tratar de afrontarlo con responsabilidad.

            Sr. Simón, no lo piense más, pida perdón. De verdad que ni duele ni tiene efectos secundarios. Se lo dice una enfermera, de hombre a hombre.

 

                                                           José Ramón Martínez Riera

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