“El coraje es resistencia al miedo, control del miedo, no ausencia de miedo.”
Mark Twain [1].
Una vez más llegamos al final del calendario y con ello nos disponemos a despedir al año que acaba para dar paso al que comienza. Siempre con la esperanza, y el deseo de que lo venidero supere a lo postrero.
Un año, el que acaba, que ha significado el regreso a lo que queremos y tenemos necesidad de interpretar como normalidad tras la pandemia que nos sigue, acompañando, aunque sea de manera menos manifiesta y peligrosa pero no por ello menos amenazante. Normalidad que, sin embargo, no ha significado hacer realidad los cambios esperados y anunciados tras la pandemia a pesar de los compromisos adquiridos, las promesas realizadas, los objetivos planteados y las voluntades anunciadas. La retirada de las mascarillas ha supuesto volver dejar al descubierto la verdadera cara de una realidad que, a pesar de sus imperfecciones, ineficacias e ineficiencias, se ha preferido mantener antes que acometer los cambios identificados en múltiples foros, mesas o comisiones,denominadas de reconstrucción, desarrolladas al efecto. Parece que lo importante hayan sido las intenciones y que tras las mismas ya no haya nada más que continuar con el suma y sigue de los problemas que aquejan al Sistema de Salud que quedó en evidencia con la irrupción de la pandemia y las consecuencias que la misma nos ha legado.
Lejos de rectificar, se ha ratificado el mismo modelo caduco que ni supo ni pudo responder con la eficacia que del mismo se esperaba a pesar del esfuerzo, implicación y sacrificio de la gran mayoría de sus profesionales, que han visto, una vez más, frustradas sus esperanzas de desarrollar su actividad en un nuevo o renovado modelo en el que y desde el que poder atender a la salud de la población que igualmente se siente defraudada al comprobar como la normalidad no tan solo no ha posibilitado recuperar todos los males que ya padecía el sistema sino que ha incorporado nuevas anomalías que provocan una cada vez mayor insatisfacción con la atención recibida.
Nuevamente, por lo tanto, la clase política se ha dedicado a escenificar un guion de ficción que ni tan siquiera ha sido capaz de generar ilusión, al quedar manifiestamente clara su intencionalidad de distraer la atención generando una falsa trama de voluntad política que, como tan habitualmente nos tienen acostumbrados, vuelven a dejar en un deseo o intención, lo que debiera traducirse en decisiones que propiciasen el necesario cambio. De igual forma que vanrecitando, como si del rezo de un rosario se tratase, las excusas que han impedido su concreción, aunque ya todas/os sabemos que su rezo es un rezo tan falso como ausente de fe y, por tanto, incapaz de cambiar aquello que ni quieren, ni saben, ni les dejan quienes, a pesar de sus aparentes buenas intenciones, siguen presionando para que nada cambie a no ser que sea en su propio beneficio personal y profesional y aunque para ello, utilizando argumentos tan falsos como hipócritas, escenifiquen un panorama de victimismo y buenas intenciones que no tienen la menor intencionalidad de cambiar como es el modelo que ellos mismos se encargaron de crear, mantener y proteger, como el mejor espacio para sus intereses, a pesar de que les resulte incómodo, al tenerlo que compartir con otros profesionales y con la propia comunidad a la que se esfuerzan en convencer que todo lo hacen por ella, pero sin contar con ella, a no ser que sea para que les aplaudan y les sigan venerando. Al menos la pandemia y su posterior retirada nos están permitiendo identificar estas desnudeces, tanto del sistema como de quienes quieren aprovecharse del mismo. Pero parece ser que no les genera ningún tipo de rubor ni de pudor.
El año que acaba, igualmente ha conseguido poner de manifiesto con la inestimable ayuda de las/os políticas/os la gran mentira que escenificaron durante toda la pandemia con sus fingidos aplausos, sus aparentes apoyos y sus supuestas intenciones hacia las enfermeras con mensajes de heroicidad cuando nos siguen considerando villanas.
Aumentaron, eso sí, la cantidad de palabras vacías de intención e interés, la paupérrima calidad de sus promesas y deseos, la nula voluntad de trabajar por tan siquiera acercarlas a la realidad, construyendo discursos tan grandilocuentes, engañosos, interesados, oportunistas y falsos como mezquinos y agresivos en sus intenciones reales por dar respuesta a las necesidades de cuidados de una población que ha quedado expuesta en un contexto tan poco saludable como peligroso, tal como quedó de manifiesto en los ya nombrados foros de reconstrucción que lo único que han sido capaces de aportar ha sido desilusión y frustración. Para identificar que estábamos mal y que nos hemos quedado peor aún, no hacía falta ese circo mediático, era tan solo cuestión de observación y análisis. Lo que se esperaba es que los mismos supusieran el punto de inflexión hacia el deseado y esperado cambio y no la escenificación de un nuevo engaño colectivo para el que, además, utilizaron a quienes sí están convencidas/os de su necesidad. No tan solo son mentirosas/os sino que además son cobardes y ladinos, al actuar con astucia para conseguir lo que se proponen, es decir, engañar.
Los silencios más escandalosos, irrespetuosos y miserables ante las peticiones de información sobre aspectos tan importantes como dolorosos sobre la realización de una prueba extraordinaria de acceso a la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria, la incumplida promesa de la inmediatapuesta en marcha de una Estrategia de Cuidados, la intención de imponer nuevas titulaciones que merman la calidad de la atención a las personas adultas mayores, el mantenimiento de normas predemocráticas que impiden o dificultan seriamente el desarrollo profesional enfermero, la connivencia con lobbies profesionales que paralizan la atención en cuidados, el inmovilismo manifiesto a la hora de tomar decisiones que al menos desbloqueen la posibilidad de avanzar en lugar de permanecer en una vía muerta para beneficio de los de siempre… se han mezclado con declaraciones tan desafortunadas como repetitivas y poco casuales.
Ni tan siquiera la puesta en escena antes de su marcha a otro escenario político de la ministra de sanidad, anunciando a bombo y platillo una comisión de representantes de las Comunidades Autónoma para iniciar la andadura, tras un año de su anuncio, de la Estrategia de Cuidados, sin que hasta la fecha nadie sepa en qué consiste, qué objetivos tiene, cómo se piensa implementar, quién lo va a liderar… puede ser identificado como una decisión que suponga algo más que un brindis al sol como lo fueron, en su momento, las numerosas y prolongadas comisiones de reconstrucción. Tan solo es un intento desesperado para no quedar, una vez más, en entredicho y evidencia al no cumplir con lo prometido. Pero a estas alturas ya nadie debería caer en la trampa de sus estrategias, esas que sí sabe manejar a la perfección para hacer mutis por el foro y parecer que además está haciendo y diciendo algo interesante. El tiempo, y quien venga detrás, determinarán si hemos sido víctima de un nuevo y fragante engaño o si realmente sirve para algo más que hacerse una foto de descargo antes de dejar el cargo para ir a las islas afortunadas.
Por su parte los ministros de Universidades, coincidieron en idéntica y vergonzosa manera de gestión de una prueba de acceso a la especialidad que llevaba más de diez años de espera. No tan solo se sumaron al silencio bochornoso y lacerante de su compañera de gobierno, sino que además lo acompañaron de decisiones que convirtieron la prueba en una carrera de obstáculos con trampas incluidas. Tras más de un año desde la celebración de la primera prueba se sigue sin que las enfermeras puedan tener acceso a su título de especialistas. Mientras tanto faltan enfermeras especialistas para contratar en una nueva y patética muestra de ineficacia, ineptitud y mediocridad que tratan de ocultar manteniendo un silencio que tan solo amplifica su condición.
La Alegría del Ministerio de Educación es otra muestra de desconocimiento, torpeza, ligereza y falta de criterio a la hora de plantear unas titulaciones de formación profesional que van en contra del más elemental sentido, el sentido común y de la más imprescindible necesidad humana ante la vulnerabilidad, los cuidados. Con idéntico criterio de respuesta que sus compañeros de gabinete la utilización del silencio se ha impuesto durante todo el año como única respuesta a lo que ha sido un clamor que va mucho más allá del interés de las enfermeras al atentar contra la dignidad humana. Tan solo las empresas de residencias de personas adultas mayores mostraron su satisfacción a la descabellada propuesta ministerial. Sobran las palabras.
Otras carteras ministeriales, en mayor o menor medida, han contribuido también a agravar la situación, mientras la oposición se ha dedicado exclusivamente a insultar, descalificar, obstruir y destruir, sin aportar ni una solo alternativa a la solución de estos y otros muchos problemas que afectan indudablemente a la salud de las personas, familias y comunidad.
No ha sido un buen año y, aunque los deseos al final del mismo no pueden ser otros que los de esperar que todo mejore, la realidad no nos permite ser todo lo optimistas que deseamos. Siempre hay que tratar de ver el vaso medio lleno antes que medio vacío, pero para ello, al menos tiene que haber algo que ocupe el espacio vacío del vaso, para poder hacerlo.
Siempre nos queda la resiliencia como elemento de superación ante tanta adversidad y mediocridad. Lograr el éxito partiendo de la calamidad no es fácil, pero tenemos que aferrarnos a que sea posible. Tal como dijera Friedrich Nietzsche[1]“aquel que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”.
Para ello las enfermeras también tenemos que salir de nuestro particular y lamentable silencio y alzar la voz con propuestas serias, razonables y razonadas que nos permitan avanzar hacia el cambio que debemos empeñarnos en alcanzar. Tenemos las capacidades, las aptitudes y las competencias para hacerlo. Falta que incorporemos la voluntad, la actitud y el conocimiento para lograrlo.
Abandonemos de una vez por todas el conformismo y la inacción y pongámonos en marcha mostrando y demostrando nuestra apuesta por una atención de calidad y calidez a través de los cuidados y su necesario liderazgo.
Hagamos de la comunidad nuestro principal aliado, haciéndoles partícipes, a través de su empoderamiento, de la toma de decisiones que permitan doblegar la intransigencia al cambio. No unamos nuestro cómplicesilencio al silencio destructor de quienes no tienen ni voluntad política ni intención personal por cambiar lo que siguen tratando de vender como un sistema de excelencia que tan solo lo será si se permite que el mismo se adapte al dinamismo social y no siga acomodado en el interés profesional y económico de unos cuantos o en el esfuerzo destructor de otros para lograr mejores escenarios de negocio.
Deseo retomar el nuevo año el en Blog con propuestas llenas de ilusión y trabajo, sin renunciar a la reflexión crítica, que no destructiva, serena, que no estática, incisiva, que no cortante, constructiva, que no destructora, respetuosa, que no descalificadora, razonada, que no irracional, comprensiva, que no compasiva, pragmática, que no interesada, vehemente, que no incoherente, como forma de identificar, compartir y debatir sobre todo aquello que, como enfermeras comunitarias, nos afecta y nos compromete, Apostando por una abogacía de la salud que incorpore la competencia social y política que nos permita analizar y valorar las múltiples situaciones que se presentan en nuestros ámbitos de actuación teniendo en cuenta los determinantes sociales y alejándonos de los factores de riesgo. Renunciando a permanecer impasibles o tratando de mirar hacia otro lado cuando lo que vemos no nos gusta.
Nadie nos ha obligado a ser enfermeras. Pero siendo enfermeras estamos obligadas a actuar como tales desde la implicación y el compromiso que tenemos con las personas, las familias y la comunidad que precisan de nuestros cuidados profesionales de alta costura[2] alejados de un metaverso[3] engañoso y mentiroso como la actitud de muchas/os políticas y decisoras/es, que tratan de vendernos una realidad virtual en la que nos creamos cómodos, cuando realmente nos están situando en una gran farsa de la que debemos escapar para ponerla en evidencia.
Nada, ni nadie va a lograr que se reduzca ni un ápice mi absoluta confianza en la capacidad de las enfermeras como líderes de un cambio que permita situar a los cuidados en el lugar que no tan solo merecen, sino que requieren para dar cumplida respuesta a las necesidades de salud que plantean las personas, las familias y la comunidad.
Que los Reyes Magos, en quienes siempre debemos seguir creyendo para no abandonar esa ilusión infantil desde la que continuar creyendo que todo es posible, nos permitan seguir avanzando en la construcción de una realidad cuidadora.
Felices Fiestas, y Próspero Año Nuevo.
Nos reencontramos muy pronto.
[1]Filósofo, poeta, músico y filólogo alemán cuya obra ha ejercido una profunda influencia en el pensamiento mundial contemporáneo y en la cultura occidental(15 de octubre de 1844-Weimar, 25 de agosto de 1900).
[2]http://efyc.jrmartinezriera.com/2022/12/08/pret-a-porter-y-alta-costura-de-cuidados-mucho-mas-alla-de-la-moda/
[3] http://efyc.jrmartinezriera.com/2022/12/15/del-metaverso-al-metacuidado-realidad-virtual-aumentada-o-cuidadora/