“Para conseguir grandes cosas debemos no sólo actuar, sino también soñar; no sólo planear, sino también creer”
Anatole France [1]
Durante mi visita por tierras mexicanas he tenido ocasión de identificar, analizar, reflexionar y debatir con muchas enfermeras latinoamericanas las incertidumbres, los temores, las barreras… que nos afectan como disciplina y profesionales, pero también las ilusiones, los deseos, los objetivos que se desea lograr y para los que coincidimos en que se necesita trabajar desde el conocimiento y las evidencias.
Este diálogo compartido no ha hecho más que reforzar lo que considero algo que va mucho más allá de un sueño, porque para lograr algo primero hay que soñarlo y después, evidentemente concretarlo con acciones.
Lo que me ha sorprendido es que este sueño es compartido y que tanto la disponibilidad como el compromiso para lograrlo va mucho más allá de las buenas palabras e intenciones y se identifica en la voluntad firme y decidida por hacerlo realidad a través de, primero, la identificación de las necesidades compartidas y la priorización de las mismas, para poder pasar así a la acción que facilite la construcción pausada pero constante de ese necesario marco iberoamericano de enfermería en el que no tan solo podamos sentirnos todas las enfermeras identificadas sino que también todas nos sintamos implicadas en el trabajo compartido y colaborativo que nos permita trascender las barreras geográficas para establecer un ámbito de desarrollo científico profesional en el que el conocimiento y las evidencias científicas sean los principales recursos de trabajo y de investigación, sin descartar las experiencias, las vivencias, los sentimientos, los valores o las emociones que pueden y deben actuar como elementos de cohesión de dichos recursos. Todo ello sin que se eliminen las especificidades, particularidades o singularidades de cada uno de los espacios que conformen el contexto general. Precisamente desde la riqueza de la diversidad lograremos una realidad mucho más fuerte, cohesionada y ecléctica que nos permita sentar las bases de nuestro desarrollo, pero también de nuestra identidad, referencia y visibilidad.
El recorrido no va a ser fácil, ni posiblemente corto, pero ello, lejos de desanimarnos, nos tiene que alentar al trabajo permanente, unitario, reflexivo, crítico… que impida la improvisación, fundamente las propuestas y limite las incertidumbres. Lo importante, por tanto, es seguir creyendo en esta realidad que pasa del sueño a convertirse en una necesidad absolutamente imprescindible para nuestro futuro como enfermeras.
No es la intención de este planteamiento el establecer absolutamente ninguna competencia con otros ámbitos o contextos con los que tradicionalmente venimos conviviendo y de los que nos hemos alimentado, sino de establecer uno que nos sea mucho más reconocible, más cercano y más real, para que, de esta manera, el acceso, la comprensión y la aplicabilidad de las evidencias o las propuestas y el desarrollo de las acciones basadas en ellas, contribuya de manera mucho más firme, concreta y reconocible a que todas las enfermeras se sientan reconocidas, implicadas y comprometidas con el objetivo común de una Enfermería Iberoamericana que sea referente mundial en la aportación compartida de todos los contextos enfermeros, permitiendo una interacción e interrelación que, desde el respeto y la generosidad, así como del rigor y del compromiso ético, logren la generación de una imagen más asumida, y asumible que facilite el orgullo de pertenencia y el sentimiento de identidad que en muchas ocasiones queda diluido, debilitado u ocultado por un contexto que no nos resulta acogedor aunque pueda ser admirado por la fascinación que provoca. Fascinación que, sin embargo, nos distrae de nuestra verdadera realidad y nos sitúa en un nivel de permanente y desigual competitividad que impide que el desarrollo enfermero trascienda al conjunto de las enfermeras y se sitúe en un nivel de exclusividad o incluso de una utopía inalcanzable que provoca la desmotivación y con ella la inacción y el conformismo.
Se trata de un sueño, de una realidad que, necesariamente debe ser colectiva para lograr que su resultado sea identificado como algo propio y de la que todas/os nos sintamos parte activa y participativa.
Tras la pandemia, retomar el contacto directo y próximo con las diversas realidades y con quienes son sus artífices en Iberoamérica me ha permitido darme cuenta de lo mucho que tenemos en común y de lo mucho que podemos aportarnos unas/os a otras/os.
Ahora se trata de no volvernos a dormir y caer en un sueño que nos sumerja en el letargo, en lugar de hacer realidad un sueño que ya identificamos como realidad posible y necesaria.
México me ha evocado que soñar, creer y construir es posible para hacer realidad un cuidar y un cuidado enfermeros que trascienda fronteras y nos sitúe en un contexto común iberoamericano. Atrapemos el sueño y no dejemos que se nos escape.
[1]Escritor francés. En 1921 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura (1844-1924).