NEURONA vs TESTOSTERONA Razón vs Pasión

 

Lo que la razón teje, la pasión lo deshace”

Alexander Pope[1]

 

A las puertas de una nueva campaña electoral, podría pensarse, aunque tan solo fuese como reclamo para la captación de votos, aún a sabiendas de la corta, por no decir nula, veracidad de los mensajes trasladados, que los mismos contendrían promesas de una mayor consideración a la profesión enfermera que no fuesen tan solo oportunismos electorales.

Sin embargo la realidad es muy tozuda y acaba por dejar al descubierto las verdaderas intenciones de unos u otros cuando se realizan propuestas que suponen supuestas pérdidas de privilegios para quienes siempre han controlado, manejado y manipulado el sistema a su antojo, imagen y semejanza profesional y a los miedos de las/os políticas/os que siguen considerando a dicho lobby de poder como el gran peligro para sus intereses, por lo que son incapaces de mantener, apoyar o defender ni una sola de las acciones, cambios o estrategias que puedan ser contestadas y rechazadas por el mismo, aunque los argumentos, evidencias o justificaciones sean tan débiles como muchas veces inexistentes.

De tal manera que constantemente nos encontramos inmersos en el juego del ratón y el gato. Porque las/os políticas/os en su habitual ambigüedad, permanente hipocresía, constante cinismo y tradicional mediocridad aliadas con la lentitud administrativa, legislativa y jurídica de nuestro sistema político-administrativo que se alía como un eficaz contendiente contra la eficacia y la eficiencia en la toma de decisiones que, además, es utilizada de manera perversa, utilitarista, interesada y oportunista por quienes lanzan mensajes de supuestos y esperanzadores cambios organizativos de un modelo tan caduco como ineficaz e ineficiente, pero sabiendo que los mismos no se llevarán a cabo ante la reacción furibunda de quienes ven amenazados los privilegios narcisistas del protagonismo y autoritarismo corporativo autoasignado por el lobby de poder y mantenido y consentido por las/os decisoras/es de turno con independencia de la tendencia política de las/os mismas/os, que acaban sucumbiendo a su impositivo y excluyente criterio amparados en las leyes que permiten la subsidiariedad e impiden cualquier cambio por necesario o importante que este sea, siempre que el mismo sea interpretado, que es casi siempre, como un agravio a la supremacía de la bata blanca y fonendo al cuello como iconos de adoración.

Son muchos, casi diarios, los casos en los que las declaraciones, manifestaciones, posicionamientos, ataques, amenazas, descalificaciones… realizadas por representantes de diferentes organizaciones del colectivo médico ante cualquier propuesta de cambio, de liderazgo o de planteamiento de atención que se aparte de lo que, desde dicho colectivo, entienden vulnera los principios básicos de su estatus, parcela de poder o protagonismo exclusivo, desde el argumento de una supuesta competencia profesional que realmente es un celo desmesurado por controlar lo que interpretan como propiedad desde el pensamiento excluyente del mi, me, conmigo, como forma de ser, pensar y actuar.

Tratar de enumerar, analizar y rebatir cada uno de ellos supondría un ejercicio de dedicación exclusiva al desagravio que no merece la pena, porque supone entrar en el juego de contraponer la neurona de la razón a la testosterona de la pasión visceral y sin mayor argumento que el intento de posesión absoluta de todo y todos.

Pero, como decía al inicio, los comicios electorales suelen ser propicios a desmanes de proporciones tan desmesuradas y ofensivas como inoportunos e innecesarios.

Para muestra valgan las declaraciones realizadas por el máximo representante de los médicos en Tenerife, el Presidente del Colegio de Médicos, ante la estrategia de gestión de la demanda impulsada desde el Gobierno Canario y que es interpretada por dicho representante con argumentos tan pasionales, como poco fundamentados al identificarlos como una injerencia y una “sustracción” de competencias para entregársela a las enfermeras saltándose las leyes para ello (sic). Pero tales declaraciones tan solo son el principio de un argumentario, tan simple, populista como efectista, de cara a sus fieles seguidores, al que incorpora afirmaciones como que “lo que se pretende es castigar un poco a los pacientes que acuden sin cita haciendo que sean vistos por una enfermera, vulnerando las leyes” o cuando remata con que “ellos (los médicos) son los interlocutores principales con el paciente” en una clara muestra de su obsesión posesiva para con todo y todos, sus pacientes, sus enfermeras…, pero es que además declara, en una clara muestra de absolutismo, que “la mayoría de los enfermeros no quieren” haciendo suya la posesión de la verdad absoluta y poniendo voz a quienes ataca como intrusistas. No contento con lo ya expuesto, considera que es bueno incorporar elementos de confrontación entre pacientes y enfermeras cuando asevera que “los pacientes se pueden negar a ser vistos por una enfermera”, en su intento por recuperar, a través del arte de la manipulación, lo que consideran de su propiedad exclusiva, aunque para ello tengan que retorcer la realidad y dotarla de un dramatismo que les sitúe a ellos como salvadores y exclusivos sanadores al tiempo que víctimas de la conjura por arrebatarles competencias y a las enfermeras como usurpadoras que se prestan a los malévolos intentos del gobierno de Canarias por quitárselas, con lo que logran un nuevo y perverso objetivo como es el de enfrentar a médicos y enfermeras que en la inmensa mayoría de ocasiones no tienen problema alguno en compatibilizar el trabajo trasndisciplinar desde el que los marcos competenciales se desdibujan para reforzar y poner en valor los objetivos centrados en las personas, las familias y la comunidad.

Todo este cúmulo de desafortunadas y lamentables declaraciones esconden una evidente falta de autocrítica a una gestión de la demanda que ellos mismos han sido incapaces de controlar eficazmente, al generar el efecto contrario, es decir, una demanda inducida, insatisfecha y dependiente que satura sus agendas y que, paradójicamente, utilizan de excusa para justificar listas de espera, demoras y demandas laborales… que cuando se intenta solucionar, ante su falta de respuesta para hacerlo, se revuelven contra quienes no tan solo no cometen ninguna ilegalidad sino que tan solo dan respuesta a su capacidad competencial para atender a las personas tanto en la salud como en la enfermedad desde la prestación de cuidados profesionales de manera integral, integrada e integradora, eficaz y eficiente. Respuesta que, hay que recordar, ni es nueva, ni supone sustracción alguna de competencias, ni representa un enfrentamiento contra nada ni contra nadie, ni pretende suplantar ni sustituir a ningún profesional. La salud es demasiado importante como para que esté en manos exclusivamente de los profesionales de la salud y mucho menos en manos de una exclusiva profesión. La atención compartida forma parte del trabajo transdisciplinar que debiera ser la metodología de actuación de los equipos de salud, en lugar de la asistencia paternalista y protagonista que se pretende perpetuar. Por último cabe recordar también que lo que se propone desde el gobierno de Canarias es algo que en muchos países está incorporado con absoluta normalidad sin que suponga rechazo alguno ni por parte de la población ni del colectivo médico y que está avalado por las principales organizaciones internacionales de salud con resultados óptimos de satisfacción y resultados en salud.

Por su parte, los medios de comunicación una vez más, contribuyen a la confusión, el alarmismo y la distorsión de la realidad con su peculiar manera de abordar la información desde una perspectiva en la que centran la atención en una sola dirección, contrastar datos y sin contar con otras voces que no sean las de quienes identifican como únicos protagonistas de la sanidad, que no de la salud. La Televisión Canaria que se hace eco de la noticia, realmente lo que hace es de portavoz amplificando la voz del Colegio de Médicos de Tenerife al difundir una información sesgada que contribuye a que la población se posicione en contra de una atención que trasladan como negativa con nula neutralidad informativa y claro sesgo sensacionalista y alarmista, al dar voz tan solo a una de las partes intervinientes en un conflicto que contribuyen a generar artificial, oportunista e interesadamente.

Este hecho que repito ni es aislado ni esporádico, se ve reforzado con aportaciones que mezclan la opinión generada como consecuencia de la acción victimista trasladada por parte de determinados sectores del colectivo médico, como el referido anteriormente, con la información sesgada por parte de algunos medios de comunicación. Este es el caso, por ejemplo, de la reciente noticia publicada en un medio al respecto del último barómetro sanitario publicado por el Ministerio de Sanidad y el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que, al menos en teoría no ofrecen sospechas de imparcialidad y rigor sobre los temas abordados[2]. En el citado barómetro los ciudadanos valoran mejor la atención prestada por enfermeras con relación a la ofrecida por los médicos. Hasta aquí todo parece correcto ya que se aportan los datos estadísticos que justifican esta afirmación. Pero el medio en cuestión que entrevista al Presidente del Foro Español de Pacientes, concluye en el relato que dicha elección es achacable “al trato cercano con la enfermera en comparación con el médico”. Utilizar el verbo achacar al referirse a los datos significa tal como se define por parte de la RAE “atribuir algo, especialmente una falta o culpa a una persona o cosa”. Es decir, es en sí mismo, un claro sesgo de la información pues está estableciendo que la mejor atención por parte de las enfermeras es una falta o culpa. No se trata de una interpretación por mi parte, es tan solo el hecho de analizar la utilización de las palabras que nunca es inocente y que no atribuyo a una casualidad.

Por su parte el Presidente del Foro Español de Pacientes, más allá de poner en valor la aportación de las enfermeras justifica que los médicos no tengan mejor valoración por su mayor presión asistencial, haciendo suyos los argumentos que machaconamente trasladan desde el colectivo médico y rebajando así la importancia de esa mejor valoración hecha por la ciudadanía, lo que no deja de ser una absoluta interpretación subjetiva que no puede nunca avalar el resultado del estudio. Finalmente el presidente, en su particular argumentario de descarga hacia los médicos, incide en el hecho de que las enfermeras tienen ese mejor trato porque “tienen un tiempo que a veces el médico no dispone de él”, como si el tiempo tuviese dimensiones diferentes para médicos y enfermeras, cuando la realidad es que el tiempo es el mismo para todos y que lo que puede suceder es que se gestione de diferente manera y por tanto con resultados diferentes. Para apostillar con el argumento de que “si el médico tiene más tiempo puede surgir una conexión mucho más fácil” rizando el rizo en su intento por disculpar el que los médicos sean peor valorados por la población. Aunque Termina su intervención con una afirmación que justifica los resultados cuando dice “Las enfermeras en Atención Primaria son muy necesarias porque aumentan la calidad de vida de los pacientes y aportan fortaleza al Sistema Nacional de Salud (SNS)”. No entiendo pues por qué tiene que estar justificando la diferencia de valoración en lugar de centrarse en lo que finalmente concluye que, por otra parte, es lo que aporta el estudio del CIS. Aunque a lo mejor sale algún representante médico que trata de convencer de que dichos datos han sido “cocinados” para ir en su contra, como hacen algunas/os representantes políticos con las encuestas que no les son favorables.

Finalmente queda claro que la ciudadanía está muy por encima de las manifestaciones fuera de lugar y de las informaciones sesgadas a la hora de valorar la atención prestada más allá de las guerras competenciales que interesadamente se quieran generar.

En cualquier caso y por concluir con esta reflexión, cabe señalar que estas situaciones no se modificarán, ni será posible revertirlas sino se realizan cambios legislativos que eliminen las barreras que aún hoy siguen vigentes y hacen inviables cualquier estrategia de cambio en la que se plateen asunción de competencias por parte de las enfermeras. No porque no tenga dichas competencias y la capacidad de desarrollarlas, sino porque la legislación actual sigue dando argumentos judiciales, que no científicos, para seguir manteniendo a las enfermeras bajo el autoritarismo, que no autoridad, médica y con ello perpetuar su narcisismo y protagonismo exclusivos.

De nada van a servir anuncios de iniciativas, proyectos o programas en las que las enfermeras tengan visibilidad, voz y valor sin la voluntad y valentía políticas para vencer las resistencias del poder médico y favorecer su desarrollo efectivo y que no tan solo se queden en brindis al sol y declaraciones de intenciones.

Lo contrario supone una infrautilización del talento y el valor de las aportaciones específicas y autónomas de las enfermeras y con ello un claro compromiso de la calidad de la atención a la salud de las personas, las familias y la comunidad.

Es deseable que para responder a situaciones o propuestas organizativas se evite hacerlo desde la secreción de testosterona que impide la generación de ideas, limita el análisis de situaciones, anula la reflexión y el pensamiento crítico, favoreciendo la imposición acrítica e irreflexiva desde la pasión irracional y por el contrario se utilicen las neuronas que favorece anular los efectos anteriores y facilitan el diálogo, el debate, el consenso y la razón.

[1]Poeta inglés (1688-1744).

[2] https://www.redaccionmedica.com/secciones/enfermeria/-por-que-los-pacientes-prefieren-enfermeros-a-medicos-3-claves-lo-explican-6048

 

 

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