Si tuviera que elegir entre el duelo y la nada, elegiría el duelo.
William Faulkner[1]
Mi vida profesional como enfermera ha estado ligada íntimamente a la Revista ROL de Enfermería.
Cuando salió a la luz el primer número de la que se convirtió, en aquel momento, en la primera revista científico-profesional de Enfermería en España, ROL de Enfermería, yo estaba en el último curso de los entonces denominados estudios de Ayudante Técnico Sanitario (ATS) en los que se ocultó de manera absolutamente indigna, interesada y malintencionada a la Enfermería. De manera paralela se había concretado, gracias al trabajo y el esfuerzo de muchas enfermeras del momento, la incorporación de los estudios de Enfermería en la Universidad con una mayor identidad, pero con la timidez de evitar la denominación real que nos correspondía. Los denominados Diplomados Universitarios de Enfermería, venían a sustituir unas siglas que nos marcaron tan negativamente, ATS, por otras que sirvieron nuevamente de parapeto a la denominación como enfermeras al pasar a denominarnos DUE, como si no estuviésemos aún preparadas para presentarnos como tales.
Así pues, ese fue el principio de la Revista ROL de Enfermería y el principio del fin, que se ha prolongado durante demasiado tiempo, de nuestra invisibilidad. Por tanto, ROL de Enfermería sirvió no tan solo como vehículo de una incipiente evolución científico-profesional, sino como escaparate permanente de nuestra evolución como enfermeras. La publicación mensual ininterrumpida permitió tener una visión permanente, actualizada, puntual, precisa y cercana de cuál era y cómo se comportaba la enfermería.
A ello contribuyeron, sin duda, referentes nacionales e internacionales enfermeros que permitieron construir una realidad, conocimiento y sentimiento de pertenencia que nos había sido usurpado y prohibido. Se trataba de generar identidad profesional y que la misma estuviese asentada en sólidos argumentos científicos de nuestra propia disciplina. Referentes que han estado ligadas/os a la historia de la Enfermería y sin las/os que no sería posible entender quiénes somos y lo qué somos. A ellas/os a través de ROL debemos esa aportación singular tan importante y sin la que, posiblemente, no seríamos lo que somos en la actualidad. En las páginas de los sucesivos números queda recogida la cronología de nuestra profesión y la evolución que nos ha permitido situarnos al mismo nivel de cualquier otra disciplina científica. Se trató, por tanto, de una simbiosis perfecta que retroalimentaba a ambas partes. A quienes aportaban porque hacían visible el conocimiento enfermero y sus fundamentos y a quien lo proyectaba porque contribuía a su difusión a través de un medio tan importante como la Revista ROL.
La revista ROL se caracterizó por su dinamismo, adaptación y actualización permanentes. No se convirtió en un continente de contenidos sin más. Trató en todo momento de responder a las necesidades y expectativas de las enfermeras incorporando nuevas secciones, apartados, recursos que permitiesen acceder a toda aquella información tan necesaria como enriquecedora en momentos tan trascendentales para la consolidación científico-profesional de las enfermeras. La Asociación Española de Enfermería Docente (AEED), dio mayor sentido al nombre de la Revista ROL al asumir un rol de portavocía disciplinar que nos situaba a todas/os en el minuto a minuto de lo que estaba suponiendo la docencia enfermera y su impacto en la prestación de cuidados profesionales.
Momentos como la puesta en marcha del nuevo modelo de Atención Primaria, La Ley General de Sanidad, la aparición de nuevas sociedades científicas como la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental (AEESME), la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC)… fueron hitos que fueron marcando no tan solo el desarrollo de la Enfermería sino la forma en cómo se compartía con las enfermeras a través de la Revista ROL.
El contexto universitario, laboral, científico, investigador fue modelando una nueva identidad enfermera más reconocible y reconocida, aunque no exenta de dudas, peligros, errores… derivados de las presiones a las que se seguía sometiendo a quienes se identificaba por algunos como amenaza para sus intereses, de la indolencia de quienes entendían que no era necesario darles mayor autonomía, de la pasividad de quienes se comportaban como espectadores a pesar de identificarse como representantes de las enfermeras, de la inacción de quienes no veían necesaria una evolución de su disciplina y de la actividad que de la misma podía derivarse. Y todo esto también puede analizarse, identificarse, estudiarse a través de las páginas de ROL.
Pero la evolución del panorama editorial en nuestro país con una clarísima influencia del ámbito anglosajón marca de manera absolutamente mercantilista los criterios de las publicaciones en base a los cuales se clasifican las revistas de alto impacto y de prestigio del resto. Criterios sujetos al mercantilismo feroz de las empresas que dominan el mercado editorial científico estableciendo finalmente el ranking que otorga prestigio o no. De tal manera que aquellas publicaciones digamos “domésticas” no por su contenido sino por su gestión como pequeñas empresas editoriales quedan excluidas del circuito con todo lo que ello representa. Es evidente y conocido que la ignorancia mata, pero cada vez resulta más patente que la mercantilización de la ciencia es nociva y no garantiza ni la calidad ni la credibilidad deseables y exigibles, aunque para algunos suponga un lucrativo negocio que mantenemos y alimentamos con nuestras aportaciones y la anuencia de quienes tendrían que velar por la ciencia y el conocimiento como son las universidades. De tal manera que en este escenario resulta difícil posicionarse como referencia científica al no estar incluidas en el selecto club de los elegidos. A pesar de ello ROL siguió su trabajo sin desfallecer y trató de buscar nuevas vías de expansión, difusión e impacto tanto en España como en Iberoamérica. Ello le permitió ir haciéndose hueco en un mundo de gigantes y lograr situarse a las puertas de ese codiciado JCR que se ha configurado como el dios al que todos adoran e idolatran.
Durante todos estos años he sido no tan solo fiel seguidor de la Revista ROL como suscriptor, sino que he tenido el honor de participar tanto como autor y revisor de artículos. He asumido diferentes responsabilidades. Desde corresponsal de la Revista en Alicante, Asesor Científico, Redactor Jefe y finalmente Director. En base a lo cual puedo decir con absoluta seguridad que me siento parte de ROL y que ROL forma parte de mí.
Tras más de cuatro décadas de andadura, estando próximo el 50 aniversario de su fundación, hoy tengo la inmensa tristeza de conocer y compartir que ROL desaparee. Que el buque insignia de las publicaciones enfermeras en España naufraga comercialmente y deja de ser una realidad visible y tangible para la Enfermería y las Enfermeras. Desconozco si su cabecera será objeto de deseo de algún fondo buitre, pero nunca será lo mismo.
No se trata de una desaparición cualquiera. No lo es. Es una pérdida muy difícil de asumir, entender y comprender, más allá de las razones empresariales en las que evidentemente no voy a entrar como nunca he hecho en todos estos años. Supone un antes y un después, un futuro paralizado, una expectativa frustrada, una renuncia no deseada, un cuidado perdido.
Siempre nos quedará el recuerdo, el riquísimo legado recogido en sus páginas que perdurará en el tiempo como referencia indispensable de nuestra evolución como enfermeras. Nos quedará la duda de si pudimos hacer algo más para que no se produjese esta pérdida. Nos quedará el dolor del vacío que deja. Nos quedará la nostalgia de lo que pudo ser y no fue. Nos quedará el silencio de las palabras que ya no leeremos. Nos quedará la memoria de su importancia. Pero perdemos algo más que una publicación, que una revista, que una empresa. Perdemos parte de nosotras mismas como enfermeras.
Tan solo desearía que al menos esto nos sirviese para reflexionar como colectivo, como profesión, como disciplina, como ciencia, sobre lo que es y significa la construcción de la Enfermería y aquellos iconos, referentes, símbolos, aportaciones que la cimentan, fortalecen, cohesionan, alimentan, visibilizan, proyectan, identifican… y sin los que difícilmente podremos seguir avanzando.
Estamos en un momento delicado de nuestra historia y evolución como enfermeras. En un contexto muy competitivo, individualista, agresivo, hedonista, utilitarista… que hace muy difícil la construcción colectiva de una enfermería fuerte y unida, frente a la fascinación de diferentes paradigmas científico-profesionales que nos alejan de nuestra verdadera esencia como enfermeras, sin que ello signifique en ningún caso renunciar a la indispensable adaptación que la evolución social, económica, política, tecnológica… nos demanda. Debemos de ser capaces de identificar, cuidar y retener talento, recursos, referentes, activos que suponen bienes indispensables e insustituibles para nuestra identidad como enfermeras. No hacerlo es contribuir a desdibujarnos, difuminarnos, desvanecernos y acabar en la nadería de la intrascendencia. Pero al mismo tiempo estamos ante una oportunidad sin precedentes para construir un contexto ibero-latinoamericano enfermero que proyecte nuestra identidad propia, nuestra fortaleza, nuestra aportación singular e insustituible. En ese empeño debemos centrar nuestros esfuerzos, nuestro interés, nuestra energía, nuestro conocimiento y, sobre todo, nuestros cuidados.
Tendremos que asumir y pasar el duelo de tan dolorosa pérdida. Soportaremos el momento y seguro que lo superamos. Pero no olvidemos nunca lo que fue, supuso, aportó, representó, la Revista ROL de Enfermería. Hacerlo sería tanto como renunciar a nuestra propia identidad.
[1] Escritor estadounidense, reconocido mundialmente por sus novelas experimentales y galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1949 (1867-1962)