METONIMIA INFORMATIVA O IGNORANCIA SANITARIA De periodistas y políticos

“Saber dónde encontrar la información y cómo usarla. Ese es el secreto del éxito”

Albert Einstein[1]

 

Estoy verdaderamente molesto a la vez que decepcionado con la labor informativa de quienes dicen ser profesionales del periodismo.

Molesto porque “llueve sobre mojado”. Es sospechosamente reiterativo el ocultamiento que de las enfermeras hacen la inmensa mayoría de profesionales de la información de todos los medios de comunicación. Y digo sospechosamente porque es mucho el tiempo que vienen cometiendo este sistemático olvido de las enfermeras cuando elaboran y difunden información sobre la salud, el sistema sanitario, eso que ellos llaman con tanta frecuencia e imprecisión, los sanitarios, o cualquier otro tema en el que las enfermeras no es que estén presentes, sino que están desarrollando una labor imprescindible que o bien se obvia o bien, que aún es casi peor, se asigna a otros profesionales a quienes identifican como exclusivos protagonistas de la salud, o mejor la enfermedad, fagocitando con ello cualquier aportación realizada por otras/os profesionales.

Se que esto no es nuevo y que ya he reflexionado en otras ocasiones al respecto sobre ello. Pero no es menos cierto que se les ha trasladado tanto por parte mía[2],[3] como de organizaciones profesionales[4] y sociedades científicas[5], este hecho. Y se ha llevado a cabo siempre desde el máximo respeto, solicitando su análisis y rectificación a lo que se les trasladaba, apoyando la petición con información basada en evidencias para que no se interpretase como una pataleta sin fundamento. Y la respuesta siempre ha sido la misma. El absoluto silencio y por tanto el máximo desprecio, como única contestación a las sugerencias, comentarios, peticiones… Lo que genera una información deformada, manipulada, distorsionada, falsa… que perpetúa no tan solo los tópicos y estereotipos que, sobre la salud, la sanidad y sus profesionales existe en la sociedad como resultado de tan lamentable tratamiento de la información, sino que además sirve de manera consciente o inconsciente a los intereses de un lobby profesional como el médico en su cruzada por mantener el poder exclusivo y absoluto. Lo cual puede interpretarse bien como un intercambio de favores entre lobbies o en una manera de sucumbir ante lo que es una clara distorsión de la realidad que, al menos teóricamente, va en contra del rigor informativo al que tantas veces aluden y del que tanto presumen, precisamente, quienes lo incumplen de manera sistemática. Pero más allá del rigor, necesario e imprescindible a la hora de informar, existe la ética que es igualmente ignorada al hacer un uso de ella interesado y alejado de aquello que se espera de profesionales del periodismo. Así pues, la falta de rigor y de ética son fácilmente identificados y reconocibles en la información que nos trasladan.

Porque de no ser esta actitud periodística la que conduce a esta distorsión informativa, tendríamos que pensar que se trata de ignorancia, lo que es tanto como decir que la inmensa mayoría de periodistas tiene claras deficiencias tanto en su formación como en su desarrollo profesional. Y esto es algo que me resisto a contemplar como posibilidad. Lo que lamentablemente nos sitúa en el punto de partida al que me refería al principio con relación a la falta de rigor y de ética. Algo que sin duda es preocupante y lamentable.

Es cierto, tal como en algunas ocasiones han manifestado tratando de justificarse, que los periodistas no pueden saber de todo, como tampoco las enfermeras lo pueden hacer como me dijo en una ocasión un avezado periodista. Evidentemente no se pide que las/os periodistas sean enciclopedias andantes. Como tampoco se puede pretender que las enfermeras sean sabias eruditas capaces de responder a todas las situaciones de salud que se les presenten, a pesar de que son capaces de adaptarse de manera excepcional, eficaz y eficiente, a múltiples situaciones, escenarios y contextos como diariamente demuestran, sin que dicha capacidad sea la deseable por cuanto supone pensar, como hacen la mayoría de gestores sanitarios en reiteradas ocasiones, que las enfermeras sirven igual para un roto o un descosido. Y eso no tan solo no es acertado, sino que supone trasladar una carga de estrés muy importante a quienes se exige tal adaptación, sin que, por otra parte, se corresponda con un reconocimiento acorde a la responsabilidad y el riesgo que requiere asumirlo. De igual forma que a un cardiólogo no se le pide, ni mucho menos exige, que acuda a cubrir una plaza de traumatólogo, debería tenerse en cuenta que las enfermeras no sirven para todo como se pretende. Aunque realmente lo que se hace al actuar de esta manera es despreciar el valor del cuidado profesional y asimilar el mismo como algo intrascendente y subsidiario al hipotético, falso y exclusivo valor de la aportación médica a la salud de las personas, las familias y la comunidad. Sacralizando la curación y minusvalorando el cuidado.

De igual manera no parece razonable que un periodista deportivo sea el encargado de informar sobre un conflicto bélico, un acontecimiento político o el estado meteorológico, por poner tan solo algunos ejemplos. Así pues, lo que se espera y desea de quienes informan sobre temas de salud es que lo hagan con el rigor que merece y que cuando lo tengan que hacer se informen y acudan a lo que tantas veces aluden, fuentes fiables de confianza y valor contrastados. Lo contrario es participar en el juego nada recomendable del acierto error, o al menos deseable de las ocurrencias. Tal como decía Winston Churchill[6] “el auténtico genio consiste en la capacidad para evaluar información incierta, aleatoria y contradictoria”. Y es que parece que, como se recoge en la letra de “Eungenio Salvador Dalí” [7] de Mecano[8], “…andamos escasos de genios”.

Ante esta triste realidad, tan solo me queda pensar que existe una explicación intermedia entre la falta de rigor y ética y la ignorancia y es lo que voy a denominar como metonimia informativa.

La Real Academia de la Lengua (RAE) define metonimia como “Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada”. Es decir, designar una cosa o idea con el nombre de otra con la cual existe, o se interpreta que existe, una relación de dependencia o causalidad. Y es aquí donde radica el problema. Que se sigue considerando dependiente de la medicina, los médicos o la acción médica, cualquier cuestión que tenga que ver con la salud o la sanidad, cuando la realidad es bien diferente por mucho que se insista en ocultarla o presentarla de manera invariable desde esta perspectiva o tratamiento informativo. De tal manera que cuando hablan de personal médico lo hacen refiriéndose a todas/os las/os profesionales, sean médicos o no. O cuando hablan de sanidad estén queriendo designar a la salud. O cuando hablan de enfermería se estén refiriendo a las enfermeras. O cuando hablan de asistencia médica lo hagan con relación a la atención a la salud. O cuando hablan de rama médica incluyan a quienes no forman parte de ella. O cuando hablan de los MIR se quieran referir a todas las especialidades de ciencias de la salud, a las que por cierto muchos médicos se resisten o niegan formar parte. Y así podríamos continuar de manera extensa y variada recogiendo las múltiples y reiteradas metonimias incorrectas con las que deforman la información trasladada. A parte, claro está, del efecto amplificador que realizan de cuanto hace o dice el colectivo médico, con seguimiento en directo de sus huelgas en Madrid, por ejemplo, o el efecto silenciador con relación a lo hecho o dicho por las enfermeras, con nulo o discretísimo abordaje a las reivindicaciones de las enfermeras catalanas, por ejemplo. Como si las peticiones de unos tuviesen mayor importancia que las de otras. Sin que se expliquen las razones de tal diferencia. Posiblemente porque no se pueda.

La metonimia, como fenómeno de cambio semántico, puede entenderse e incluso aceptarse en cierto tipo de narrativa o de lenguaje coloquial, pero la misma resulta inaceptable cuando el resultado de su utilización no obedece a un recurso semántico, narrativo o literario sino a una absoluta falta de información o conocimiento de lo que se está tratando de informar a la audiencia a la que se dirige. De una falta de interés y responsabilidad de quienes lo utilizan como recurso informativo. De una manifiesta mala fe en la transmisión confusa de la información que contribuye a generar confusión y falta de información veraz.

Cualquiera de estas posibles causas o cualesquiera otras que puedan existir para actuar de manera tan anómala como indeseable, deben ser erradicadas del trabajo periodístico en cualquier medio de comunicación. Y debe ser así por dignidad de quienes tienen la competencia y la responsabilidad de informar con rigor y ética periodística. Por consideración hacia la población a la que se informa, tratando de trasladar información veraz y ajustada a la realidad y no una aproximación interesada o torpe a la misma. Por respeto a quienes son objeto, directo o indirecto, del contenido informativo evitando en todo momento su distorsión, invisibilidad o ignorancia.

Me consta la profesionalidad de la gran mayoría de periodistas de todos los medios de comunicación. Pero por eso mismo no entiendo el porqué de su reiterada, machacona, insistente, manifiesta… costumbre en ocultar, manipular o distorsionar la información relativa a la salud, la sanidad o sus profesionales. Con la particularidad de que siempre se hace en idéntico sentido de error, lo que me hace sospechar que la casualidad no puede ser identificada como causa de su mala praxis informativa.

La labor informativa y periodística es de vital importancia en nuestra sociedad y es por ello que la misma no puede estar sujeta a imprecisiones, errores, olvidos… que lejos de contribuir a difundir una información que permita, a la población a la que se dirige, tener elementos de análisis y reflexión reales y contrastados, se aporte una información incompleta, deformada o falsa que favorece la construcción de realidades paralelas a la existente sobre quiénes y qué la conforman.

Es cierto que en este caos informativo no tan solo las/os profesionales del periodismo tienen la culpa. Las fuentes a las que en muchas ocasiones acuden para construir las noticias, aportan una información que no es real. Pero esto también tendría solución si las/os periodistas abrieran el abanico de posibilidades para obtener información y de esta manera poder contrastarla y ajustarla a la realidad a la que se quieren aproximar.

No hacerlo es participar en el juego perverso de las amistades peligrosas que con tanta frecuencia se produce entre quienes informan y quienes son objeto de información. Se da categoría de infalibilidad a ciertos informantes y se desprecia a otros en un claro sesgo de selección que limita, deprecia, intoxica o anula la información que finalmente se difunde.

Diariamente se están produciendo ejemplos sangrantes de cuanto estoy relatando. Y diariamente se ignora con absoluta indecencia la petición de rectificación que se traslada. Convirtiéndose este engreimiento informativo en un claro ejemplo del desprecio hacia quienes sufren la permanente metonimia informativa o la ignorancia sanitaria que las ocasiona.

Ni la salud es posible con la participación exclusiva de ningún profesional, sean los que sean, ni la información lo es con la exclusividad de las/os periodistas por importantes y estrellas que sean o se consideren. La salud, al igual que la información, salvando todas las diferencias, requieren de la aportación valiosa y por tanto visible de todas/os cuantas/os participan en su logro. Erigirse y enrocarse en el orgullo del protagonismo hedonista, en cualquiera de los casos, es actuar con irresponsabilidad, además de hacerlo con egoísmo y desconsideración.

Sería deseable que de igual forma que las/os periodistas se afanan en denunciar las mentiras de los políticos en tantos temas, lo hiciesen en lo que respecta a la sanidad y la salud al ser dichos políticos los primeros que ocultan, transforman o deforman la información, en un uso similar de metonimia a la descrita, pero con intereses claramente diferentes, al menos en principio al de los profesionales del periodismo.

Por ejemplo y sin ir más lejos, la metonimia utilizada por la actual ministra de sanidad, Mónica García, cuando habla de recuperar la universalidad de la sanidad reuniendo a las organizaciones sociales y científicas, obviando la participación de las enfermeras[9]. Como si fuese posible tal objetivo sin las enfermeras. La información que de este hecho se traslada a la opinión pública es la de una participación global de “todos”, cuando realmente se excluye a una parte fundamental de esa deseada y deseable sanidad universal en la que las enfermeras han demostrado sobradamente su compromiso e implicación, mucho más allá de lo que han hecho algunos de los representantes de organizaciones presentes en dicha reunión.

Es decir, se demuestra una vez más que las/os políticas/os, sean del signo que sean, mienten y utilizan a las enfermeras para el logro de sus intereses personales o partidistas. No basta con decir demagógicamente lo importante que son las enfermeras cuando los hechos ponen de manifiesto que se les ignora. No vale tan solo con nombrar como asesora a una enfermera que maquille o decore el ministerio y a quien lo dirige, sin que la misma tenga capacidad de decisión ni, por lo visto hasta ahora, de influencia para cambiar lo que se produce política e informativamente como una constante. Torpe, mentirosa y falsa, pero una constante. La ignorancia y el desprecio de y hacia las enfermeras.

Déjense unos y otros, periodistas y políticos, de retóricas. Al pan, pan y al vino, vino, sin adulterarlos. No adulteren con tan indigna actitud la verdad. Si quieren ser respetados, respeten.

[1] Físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo, austriaco y estadounidense. Se le considera el científico más importante, conocido y popular del siglo xx (1879 – 1955).

[2] https://efyc.jrmartinezriera.com/2018/10/28/enfermeras-y-medios-de-comunicacion-2/

[3] https://efyc.jrmartinezriera.com/2018/01/12/enfermeras-y-medios-de-comunicacion/

[4] http://efyc.jrmartinezriera.com/2024/01/22/grupo-40-iniciativa-enfermera-se-dirige-a-los-medios-de-comunicacion/

[5] http://efyc.jrmartinezriera.com/2024/01/22/las-sociedades-cientificas-elaboran-un-decalogo-dirigido-a-los-medios-de-comunicacion-para-que-se-dignifique-el-abordaje-que-realizan-sobre-las-enfermeras/

[6] Político, militar, escritor y estadista británico que se desempeñó como primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945 (1874 – 1965)

[7] https://www.letras.com/mecano/261444/

[8] Grupo español de género pop, pioneros del tecno-pop, new wave y wave en España entre 1981 y 1992.

[9] https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/sanidad14/Paginas/2023/181223-universalidad-sanidad.aspx

1 thoughts on “METONIMIA INFORMATIVA O IGNORANCIA SANITARIA De periodistas y políticos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *