A PROPÓSITO DEL HONORIS CAUSA Morir de exito

«La vida debe ser comprendida hacia detrás, pero debe ser vivida hacia delante».

Søren Kierkegaard[1]

 

El pasado día 25 de enero tuvo lugar la investidura como Doctora Honoris Causa por la Universidad de Alicante de Mª Paz Mompart García.

Sin duda un hito importante y trascendente por cuanto es la tercera enfermera española que es investida como tal en toda la historia de la Enfermería, tras las de Rosa Mª Alberdi y Mª Teresa Moreno por las Universidades de Murcia y Huelva respectivamente. Previamente, es cierto, habían sido investidas diferentes enfermeras anglosajonas.

La investidura de la ya Doctora Mompart, suscitó un gran interés y logró reunir en el acto de su reconocimiento a un gran número de enfermeras de todo el país. Este hecho, sin duda, puede ser entendido no tan solo como una muestra del cariño que hacia la Dra. Mompart se tiene por parte de quienes acudieron al acto, sino también por la admiración reconocida a su figura y, sobre todo, a su aportación al desarrollo de la Enfermería española e iberoamericana. No cabe duda de que así fue en vista del gran número de enfermeras que asistieron presencialmente y de las que lo hicieron desde la distancia con idéntico cariño e igual admiración. Así pues, podemos determinar sin ningún lugar a dudas que estamos ante una líder y referente indiscutible de la Enfermería Iberoamericana.

Sin embargo y a pesar de estas evidentes muestras existen elementos sobre los que quiero reflexionar por considerar que son importantes y sin que ello reste el más mínimo mérito, brillantez y trascendencia a su investidura.

Como decía, fueron muchas las enfermeras que se unieron a la celebración de su investidura por lo que significa, tanto para Mª Paz Mompart como merecido reconocimiento a su trayectoria profesional, como por lo que la misma representa para la profesión/disciplinba/ciencia enfermera en cuanto a visibilización y valoración en la universidad específicamente. Y también para la sociedad dado que su impacto se traduce en un evidente beneficio en la salud de las personas, las familias y la comunidad como consecuencia directa de lo logrado con su liderazgo. Pero más allá de la importancia de quienes asistieron, sobre lo que quiero centrar mi reflexión es sobre quienes no lo hicieron. No es mi intención distinguir como buenas enfermeras a quienes asistieron o mostraron su apoyo y como malas enfermeras a quienes no lo hicieron. Sería no tan solo muy pueril sino absolutamente absurdo pretenderlo.

Pero hay ausencias, olvidos, indiferencias, que no tan solo son incomprensibles, sino que son totalmente injustificables en unos casos y preocupantes en otros.

La Doctora Mompart en su discurso de investidura agradecía “a quienes, desde la amistad y el entendimiento, me han ayudado a avanzar en los diferentes ámbitos en los que me he movido y trabajado. También aquellos que no me han distinguido con su amistad, sino todo lo contrario, han sido acicates para mi progreso personal y profesional”. Constatando que nadie puede pretender la unanimidad en cuanto a admiración e incluso reconocimiento. Pero coincidiendo en este hecho y más allá de los motivos que cada cual pueda tener para generar filias o fobias, hay personas que, por la condición de máximos representantes, en este caso de la profesión enfermera, no deberían anteponer sus fobias a su responsabilidad como tales. Porque quien asume dicha responsabilidad lo hace para representar a todas las enfermeras y no tan solo a las que identifica como “amigas” generando respuestas diferentes con aquellas a las que cataloga como “enemigas”. Dicha actitud significa una irresponsabilidad y posiciona a quienes la adoptan como hooligans que responden a pasiones viscerales en lugar de hacerlo a hechos racionales y a coherencia institucional.

Las diferencias de pensamiento, criterio o posicionamiento no deberían ser nunca escusa para el rechazo, la censura o la discriminación de quienes tienen la obligación de representar a todas las enfermeras.

Y esto precisamente es lo que hicieron los máximos representantes de las enfermeras, del Consejo General de Enfermería, con su actitud cobarde, incomprensible e inadmisible. No tan solo no se dignaron a asistir al acto al que se les invitó formalmente por parte de la universidad, sino que ni tan siquiera excusaron su ausencia, ni tuvieron la dignidad de remitir una formal y protocolaria, carta de felicitación con la que cumplir con su obligación institucional.

Ante esta actitud, todas las enfermeras, deberíamos plantearnos si son estos representantes los que se merece la profesión. Más allá de la simpatía o animadversión que puedan generar las personas que asumen el cargo tras la elección de las mismas, por lo que deberían ser valoradas es por su acción de representación y reconocimiento hacia todas las enfermeras, con independencia de preferencias que provoquen discriminación.

¿Alguien podría entender que tras la concesión de un Premio Nobel el/la Presidente/a del Gobierno, como representante máximo de todo un país, no se dignase tan siquiera a felicitar a quien lo recibe por el simple hecho de no contar con su simpatía o por ser contrario a su pensamiento político? Porque esto es lo que se ha hecho por parte del Presidente del Consejo General de Enfermería y de todo su equipo. Esta es la persona, la enfermera que, en teoría, representa a todas las enfermeras españolas. Quien se permite el lujo de ignorar un hecho tan relevante como significativo para la Enfermería y todas las enfermeras como es el de que una universidad española incorpore a una enfermera como Doctora Honoris Causa, que es el mayor reconocimiento académico que se realiza en cualquier universidad, tanto a nivel nacional como internacional. Una ignorancia que representa una absoluta falta de respeto hacia quien recibe el reconocimiento y hacia la institución que lo otorga. Una ignorancia que supone una falta de respeto a lo que significa dicho reconocimiento para la Enfermería y las enfermeras. Una ignorancia que ejemplifica el dicho de que “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”, pero que también se traduce en lo recogido en el evangelio según San Mateo 7:15-20 “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”. Y eso precisamente es lo que las enfermeras deberíamos hacer, guardarnos de quienes no tan solo no nos representan, sino que tampoco nos defienden. Debemos dejar de asumir como natural lo que es antinatural, como normal lo que es inconcebible, como irrelevante lo que es trascendente, como inevitable lo que es reversible, como asumible lo que es rechazable. Las enfermeras no podemos quedarnos impasibles ante este tipo de actitudes. De nosotras, y nuestra implicación, depende que quienes nos representan en las organizaciones enfermeras sean dignos representantes a los que respetar, más allá de asumir su presencia por el exclusivo hecho de ostentar un cargo.

Pero, hay otro hecho que me llamó poderosamente la atención y que también merece mi reflexión. Si bien es cierto que la respuesta de asistencia y adhesión fue muy importante valorada de manera general, no es menos cierto que si la analizamos teniendo en cuenta la edad de quienes asistieron identificamos que la media de la misma, aunque tan solo hecha de manera aproximada, no baja seguro de los 50 años siendo muy generoso. No es que tenga absolutamente nada que reprochar a quienes asistieron o se adhirieron por razón de su edad. Sería absurdo. Pero sí que tengo algo que reprochar a quienes siendo más jóvenes no lo hicieron y a quienes no fuimos capaces de movilizarlos o sensibilizarlos para que lo hiciesen.

Porque, desde mi particular punto de vista, la ausencia en la identificación de referentes en la Enfermería española es preocupante y se traduce o se hace patente en actos como el que estoy comentando.

Es cierto que la figura de Mª Paz Mompart y su aportación al desarrollo de la Enfermería con la incorporación de sus estudios en la universidad en el año 1977, es reconocible y por lo tanto valorado en su justa medida por quienes nos situamos en esa media de edad. Pero no es menos cierto que precisamente quienes lo valoramos deberíamos reflexionar sobre qué estamos haciendo y cómo estamos actuando para que su proyección se limite a ese espacio temporal y no sea conocido y por tanto reconocido por quienes, por ejemplo, ahora mismo están estudiando el Grado de Enfermería en la Universidad. Porque no podemos seguir pensando que es normal que dichas/os estudiantes no sepan que, si hoy tienen la posibilidad de estudiar en la Universidad, de poder acceder a un máster o una especialidad o alcanzar el grado de doctorado, es precisamente gracias al liderazgo que en su día tuvo Mª Paz Mompart y el compromiso, implicación y trabajo de otras muchas enfermeras para lograr que esto sea una realidad. Que las futuras enfermeras crean que lo que hoy es una realidad, su realidad, es algo que responde tan solo a la regulación de los estudios en la Universidad sin tener en cuenta lo que aconteció para conseguirlo, es un hecho que debiera preocuparnos. Porque no dar a conocer y valorar lo que supuso lograrlo y a quiénes lo consiguieron hacer realidad es contribuir a la indiferencia y a la ignorancia de nuestras/os referentes profesionales/disciplinares, como si todo fuese resultado de un proceso mecánico o casual sin la intervención de nadie que lo hiciese posible. No hacerlo supone el que sigamos alimentando una falta permanente de sentimiento de pertenencia y una ausencia de orgullo hacia el mismo. Porque silenciarlo es convertir a la enfermería en un medio en lugar de un fin en sí mismo. Un medio para incorporarse al mercado laboral sin problemas y hacerlo con el principal objetivo de obtener una buena remuneración por ello. Algo que, sin duda, es comprensible pero no suficiente para lograr que Enfermería sea algo más que una forma de lograr trabajo, de ser un oficio en lugar de una ciencia. Y a esto está contribuyendo, mal que nos pese, la universidad actualmente y quienes en la universidad somos responsables de la docencia enfermera. Docencia que pasa o debería pasar, por algo más que la transmisión de unos conocimientos, por importantes que estos sean.

En estos años de recorrido universitario, desde 1977 hasta ahora, hemos pasado de una identificación vocacional que en muchas ocasiones rayaba la espiritualidad a un utilitarismo de la elección profesional determinada, fundamentalmente, por la facilidad laboral, sin que exista un sentimiento de identidad y en muchos casos ni tan siquiera de identificación de lo que es y significa ser y sentirse enfermera. Cuando no se utiliza como puente a otros estudios por no alcanzar la nota necesaria de acceso a los mismos, es decir un nuevo aspecto del utilitarismo comentado. Así pues las cosas, resulta complejo, cuando no doloroso, la ausencia de identificación y reconocimiento de líderes y referentes enfermeros tanto pasados como presentes, lo que contribuye a ese estado de anorexia profesional que provoca una clara astenia identitaria.

Pero este estado de ánimo y actitud de una gran parte del estudiantado actual no es de exclusiva imputación al mismo. El profesorado enfermero y el que sin serlo imparte conocimientos en Enfermería, contribuyen de manera muy significativa a que se haga patente, se mantenga y se potencia esta forma de ser y actuar tan negativa para la identidad enfermera. Lo hagan por acción u omisión. Por todo ello, resulta imprescindible hacer una seria y rigurosa reflexión sobre la actitud del profesorado de Enfermería y cómo la misma influye en la actitud del estudiantado que, por otra parte, se alimenta también de la actitud social de individualismo, inmediatez, competitividad y hedonismo.

En un acto académico en el que se reconocía la aportación de una enfermera a la evolución y desarrollo de la Enfermería, que no hubiera estudiantes de Enfermería en una Universidad como la de Alicante que, además, es reconocida como una titulación de excelencia según los famosos y no siempre comprensibles rankings que lo determinan, más allá de su actitud errática y ausente de compromiso, debe hacernos pensar sobre qué estamos haciendo mal como docentes. Al estar muchas veces más preocupados por las publicaciones de impacto que nos permitan avanzar en la carrera académica que por el impacto que nuestra aportación puede y debe tener en el estudiantado y futuras enfermeras.

Es muy importante la alegría, satisfacción, celebración, orgullo… que un reconocimiento tan importante como un doctorado honoris causa genera. Pero todo ello no puede ni debe cegarnos, pensando que con ello ya hemos alcanzado lo máximo. Porque hacerlo es tanto como morir de éxito sin darnos cuenta de que tan solo es una fase más que debemos, por otra parte, normalizar y no suponer tan solo una anécdota aislada y puntual.

Como conclusión me gustaría que a la satisfacción por lo logrado se una el compromiso y la implicación por lo que queda por lograr que es mucho y complicado. Pero, desde luego, no imposible. De nosotras, como enfermeras, cada cual desde su ámbito de responsabilidad depende. No pretendamos que sean otras/os quienes lo hagan, porque no lo van a hacer. Así pues, a Dios rogando y con el mazo dando. Como dijera Epicuro[2] «Cuanto más grande es la dificultad, más gloria hay en superarla».

[1] Filósofo y teólogo danés, considerado el padre del existencialismo. (1813 – 1855).

[2] Filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo) (341 aC – 271 aC)

LAUDATIO INVESTIDURA DOCTORA HONORIS CAUSA POR LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE DE Mª PAZ MOMPART GARCÍA

Laudatio pronunciada el día 25 de enero de 2024 en el solemne Acto de Investidura como Doctora Honoris Causa por la Universidad de Alicante de Mª Paz Mompart García, en el que actué como padrino.

 

Una laudatio es un discurso en alabanza de alguien o una enumeración de méritos curriculares. Quienes me conocen saben que soy poco dado a los cánones o formulismos establecidos, aunque los respete profundamente. Por tanto, me van a permitir y ruego disculpen mi atrevimiento, que me aparte de dicha normalidad, para situarme en un espacio mucho más cercano a la personalidad de nuestra honoris.

Lo normal está al alcance de todas/os ustedes a través de las Técnicas de Información y Comunicación que tanto nos ayudan a ello. Lo que yo pretendo ensalzar de la Profesora Mª Paz Mompart García, es un aspecto mucho más íntimo, más cercano, menos académico posiblemente tal como marcan los cánones, pero más humano lo que, tratándose de una enfermera, es posible entender mejor en unos momentos en los que la humanización se ha convertido más en un deseo que en una deseable realidad. Pero no por ello deja de ser menos riguroso, importante e incluso trascendente como podrán comprobar.

La Universidad de Alicante, en este solemne acto de Santo Tomás de Aquino que tanta significación e importancia tiene, va a reconocer, con la investidura como Doctora Honoris Causa de la Profesora Mª Paz Mompart García, su valiosa, singular e importante aportación tanto a la Universidad iberoamericana, a la Enfermería como ciencia, disciplina y profesión, como a las personas, las familias y la comunidad que son beneficiarias de los cuidados profesionales de las enfermeras en la salud y la enfermedad.

Puede parecer, que es demasiado mérito para una sola persona. Pero, permítanme que les diga, tanto a quienes la conocemos como a quienes no, que es de justicia hacerlo.

Una comunidad es mucho más que el sumatorio de las personas que en la misma se integran, viven, conviven, trabajan, estudian… y la Universidad, como comunidad que es, debe identificar la singularidad, especificidad, diferencia… de las personas que configuran la comunidad universitaria y de quienes contribuyen desde fuera de la misma a que sea una comunidad reconocida y reconocible desde la integridad, la solidaridad, el respeto o la igualdad. Pero sucede que en muchas ocasiones la rutina académica en la que nos incorporamos para publicar en revistas de impacto, nos aparta o distrae, de las personas, que generan impacto social, económico, académico, político… olvidando que este también afecta, nutre, enriquece, fortalece… a la comunidad universitaria, mostrándose habitualmente indiferente a ello. Por eso creo que es importante abandonar, aunque sea temporalmente, la fascinación por la diferencia geográfica o lingüística de la que somos cautivos, para reconocer la diferencia de lo propio, de lo nuestro, de lo cercano… que no por ello tiene menos valor o impacto. Y desde este planteamiento es desde el que realizaré la laudatio de investidura de la Profesora Mompart.

Hoy no se puede concebir la Universidad sin la Disciplina de Enfermería, integrada en ella por méritos propios y en igualdad con el resto de disciplinas universitarias. Enfermería se nutre y aporta conocimiento, ciencia y competencias en la Universidad, junto al resto de disciplinas, para responder a las necesidades y demandas de la sociedad a la que se debe y en la que está integrada. No es posible, ni reconocible, una sociedad sin juristas, maestras/os, economistas, filósofas/os, ingenieras/os… como tampoco lo es sin enfermeras.

Pero esta realidad que, ahora mismo, resulta incuestionable y reconocible, para la ciencia, la historia, la universidad y la sociedad, hace tan solo 47 años, no era así.

Hace 47 años se produjo un hito, porque así hay que identificarlo y reconocerlo, que marcó un antes y un después tanto para la Enfermería, para la Universidad como para la sociedad en su conjunto. Porque hace 47 años, Mª Paz Mompart García asumió el difícil compromiso de liderar un proceso que, junto a otras muchas enfermeras, supuso un cambio tan justo como necesario.

Justo, porque se recuperaba la dignidad de la Enfermería y de las enfermeras que había sido usurpada por quienes determinaron desde el desprecio social, intelectual y científico, que debían ocupar un espacio de subsidiariedad al mismo nivel al que situaron a las mujeres en nuestro país y con ello limitaban, impedían y reducían la importancia de los cuidados al ámbito doméstico como algo insustancial y residual. Justo, porque permitía recuperar la identidad profesional, disciplinar y científica de la Enfermería, de la que las enfermeras habían sido consciente e interesadamente despojadas.

Necesario, porque sin cuidados profesionales la salud pierde su sentido y se reduce a una mera dicotomía con la enfermedad, situándola como una consecuencia de su curación y no como el derecho fundamental que es. Necesario, porque permitía situar a la Enfermería en el ámbito internacional del que había sido apartado.

Mª Paz Mompart García, tuvo el coraje, el conocimiento, el rigor, la templanza, la disposición… de razonar, justificar, debatir, plantear, planificar, proponer, liderar… desde la firmeza y el respeto lo que supuso que hoy estemos aquí, en la Universidad de Alicante, con representantes de todas las disciplinas universitarias en igualdad de condiciones para reconocer lo que hasta hoy no se había reconocido. Es decir, visibilizar la referencia indiscutible de quien lo hizo posible asumiendo, además, el riesgo de hacerlo, desde la responsabilidad que la ética y estética enfermeras requerían y exigían. Cuando lo fácil y tristemente habitual hubiese sido mantenerse al margen, desde la inacción, la pasividad y a la espera de que fuesen otras/os quienes lo hiciesen.

Les puedo asegurar que ni el momento, ni los actores del mismo, ni las presiones, ni las resistencias, eran los más idóneos para llevar a cabo un cambio como el que se logró, como el que logró la Profesora Mompart. Pero la fuerza de la razón, de la ciencia, de la justicia, planteadas en los argumentos que defendió con tesón y convicción Mª Paz Mompart, prevalecieron a la sinrazón de quienes seguían apostando por una enfermería cautiva y subyugada al servicio de unos pocos en contra del beneficio de toda una sociedad.

Coincidirán conmigo en que la evolución de una ciencia en la universidad, requiere de un tiempo que no va en paralelo al del ciclo vital de quienes, como personas, lo logran con sus aportaciones. Es una evolución coral y prolongada que permite el progreso, los avances, los conocimientos de la ciencia a lo largo de la historia. Cualquiera de las disciplinas que ustedes hoy representan está sujeta a esta evolución histórico – temporal.

Sin embargo, yo les he hablado de 47 años de evolución para lograr que la Enfermería se sitúe al mismo nivel de cualquier otra disciplina. Porque antes de ese periodo, la Enfermería, aunque oculta, existía, aunque no se le permitía evolucionar. Y este es, sin duda, otro de los logros que Mª Paz Mompart García, ha conseguido con su trabajo y liderazgo indiscutibles. No es que no existan o hayan existido más enfermeras implicadas, comprometidas o líderes, en este proceso. Las hay y, además, muchas de ellas están hoy aquí presentes. Todas las enfermeras que en mayor o menor medida hayan podido contribuir a lograrlo reconocen la referencia indiscutible de Mª Paz Mompart. Posiblemente hubiese sido viable sin ella. Lo que me atrevo a decir y asegurar es que no hubiese sido lo mismo y que seguramente, hoy no estuviésemos en disposición de llevar a cabo la investidura como Doctora Honoris Causa de una enfermera como Mª Paz Mompart.

Déjenme que les traslade una pregunta, ¿Se imaginan una sociedad, un sistema de salud, una universidad, unas instituciones, sin enfermeras competentes y excelentemente preparadas en la universidad? Mejor no lo hagan, no resulta muy alentador. Pero si los animo a interiorizar que esto que hoy asumimos como normal, lo es, precisamente, por lo aportado por la Profesora Mompart.

Así pues, respetada y admirada Profesora Mompart, querida Mª Paz, me va a permitir, me vas a permitir, que esta especial, por inusual, laudatio la haga extensiva a quienes me consta han sido y siguen siendo para tí tu guía, fin y objetivo vital, las enfermeras y la Enfermería. Porque con tu investidura no tan solo se reconocen y agradecen tus valiosas aportaciones, sino que se visibiliza a la Enfermería y a las enfermeras en la Universidad de la que durante tanto tiempo y de manera tan injusta como irracional estuvieron ausentes.

En 2016 la Universidad de Murcia invistió como Doctora Honoris Causa, por primera vez en la historia de la Universidad Española, a una enfermera española, la Dra. Rosamaría Alberdi Castell. No fue hasta octubre de 2022 cuando el Consejo de Gobierno de la Universidad de Alicante, a propuesta de la Facultad de Ciencias de la Salud, aprobara por unanimidad la investidura de otra enfermera española y posteriormente lo haría la Universidad de Huelva aprobando la propuesta de la Dra. Mª Teresa Moreno Casbas. Y no es porque no haya candidatas/os a tal reconocimiento, sino porque existen todavía importantes resistencias que no permiten que lo que hoy aquí celebramos deje de ser algo extraordinario, para pasar a ser algo absolutamente normalizado.

Por eso creo que ahora entenderán mejor, que mi laudatio sea igualmente extraordinaria, no por su calidad sino por alejarse del patrón establecido.

Celebremos todas y todos pues, esta investidura como el solemne acto académico que es y representa, pero hagámoslo todas y todos también, como el momento que, de manera igualmente colectiva y unánime, deseamos que sea. El punto de inflexión que nos haga pasar de la anécdota puntual a la normalidad habitual en el reconocimiento de quienes desde la Ciencia Enfermera contribuyen a la grandeza de la Universidad y a la salud de la sociedad.

El resto de lo conseguido por la Profesora Mompart, que ya les digo es muchísimo resto, pasa por su gran aportación a la docencia y gestión de Enfermería a través de sus responsabilidades al frente de diferentes Escuelas Universitarias de entonces, hoy Facultades gracias nuevamente a lo ya comentado; a su liderazgo como fundadora y presidenta de la Asociación de Enfermería Docente, que tuvo un papel trascendental y relevante en todo el proceso pre y post incorporación de la Enfermería en la Universidad; a sus contribuciones científicas en múltiples publicaciones nacionales e internacionales; a sus conferencias en países de toda Iberoamérica; a su liderazgo internacionalmente reconocido; a su apuesta firme y decidida por la investigación enfermera… que glosan un currículum tan amplio como rico que justifican igualmente su nombramiento como Doctora Honoris Causa, pero que no dejan de ser el acompañamiento brillante a su verdadera contribución ya relatada.

Por último, me van a permitir una nueva licencia. Para mí, poder hacer esta laudatio supone no tan solo un orgullo, sino una enorme emoción por cuanto me permite verbalizar públicamente en este acto y recinto, la Universidad de Alicante, que es mi recinto, mi casa, y en el contexto iberoamericano al que pertenecemos y en el que nos reconocemos, lo que ha sido y representa la Profesora Mª Paz Mompart en mi vida profesional y personal como referente y amiga. Y digo lo que para mí representa, porque estoy convencido de poder hacerlo en nombre de cuantas/os hoy estamos aquí de manera presencial o desde la distancia geográfica que no emocional. Gracias Profesora Mompart, Mª Paz, por lo aportado. Gracias por ser y estar. Gracias por hacer grande y dignificar a la Enfermería y a las enfermeras. Gracias por tu respeto y entrega a la Universidad iberoamericana. Gracias por favorecer que los cuidados enfermeros, nuestros cuidados, sean un bien intangible de la sociedad.

Gracias a la Universidad de Alicante por ser, como en tantos otros ámbitos, facetas o aspectos, referente nacional e internacional, asumiendo con naturalidad el rigor de reconocer la excelencia de Mª Paz Mompat e investirla como Doctora Honoris Causa de la misma. Ambas, Universidad de Alicante y Mª Paz Mompart, pasarán a formar parte de su historia y de su vida respectivamente.

Para finalizar voy a utilizar uno de los últimos versos con los que nos gratifica la Doctora Rosamaría Alberdi.

 

1 de enero,

8,43

He salido

a la calle

y, otra vez,

todo estaba por estrenar.

 

En este nuevo año recién estrenado, deseo que todo lo que está por estrenar, como esta investidura, sirva para que podamos lograr una sociedad más justa, equitativa, participativa, igualitaria y solidaria. De todas/os nosotras/os depende conseguirlo. Y esto también supone un reto colectivo digno de ser reconocido y asumido en este acto académico para que tanto la ciencia que ejemplifica y dignifica a la Universidad y quienes la representan, como la Enfermería y las enfermeras, tal como nos ha enseñado siempre la Profesora Mompart a lo largo de toda su vida, identifiquen que también esto forma parte ineludible de nuestra abogacía por la dignidad humana.

“Así pues, considerados y expuestos todos estos hechos, dignísimas autoridades y claustrales, solicito con toda consideración y encarecidamente ruego que se otorgue y confiera a la señora María Paz Mompart García el supremo grado de Doctora honoris causa por la Universidad de Alicante”.

 

Muchas gracias

 

Dr. José Ramón Martínez-Riera

Profesor Titular Departamento Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia