“Pisotéase furiosamente aquello que antes fue muy temido.”
Lucrecio[1]
Durante mucho tiempo se utilizó la ignorancia de la ciudadanía, derivada del analfabetismo generalizado y de la falta de recursos que permitiese dar a conocer el conocimiento y la información, para manipular y moldear su voluntad a los intereses de quienes, desde una aparente sabiduría, ejercían el poder para lograr lo que querían y les beneficiaba. Esta práctica ha sido utilizada, además, en nombre de la libertad, la democracia, la igualdad e incluso o sobre manera de Dios, a lo largo de la historia de la humanidad.
Ni tan siquiera la invención de la imprenta que supuso un hito para la transcripción y difusión del conocimiento y la información, logró que la ignorancia siguiese siendo codiciada como el mejor abono para los intereses del poder y de quienes lo utilizaban para su beneficio.
La lectura colectiva se utilizó como medio para la tergiversación, la manipulación, el engaño, el miedo… que permitiese controlar y manejar a la ciudadanía como medio para lograr su fin, tal como reflejó magníficamente Nicolás Maquiavelo[2] en su obra, el Príncipe[3], que a pesar de ser escrita en el siglo XVI continúa estando vigente.
El paso del tiempo, si bien ha conseguido democratizar el conocimiento y su acceso al mismo, sin embargo, no ha logrado que quienes ostentan el poder hayan dejado de ejercer su influencia sobre la ciudadanía para lograr sus maquiavélicos fines, perpetuando las acciones ancestrales y usando, en cada momento o época, los potenciales que las nuevas herramientas de la información ofrecían para ponerlos a su servicio y al de su causa, que vienen a ser una misma cosa. Algo que no tan solo se ha mantenido a lo largo del tiempo, sino que se ha perfeccionado con sofisticada mezquindad por los herederos del poder, ya que según el aforismo atribuido a sir Francis Bacon[4] el conocimiento (información) es poder (Scientia potentia est), lo que ha servido como base no tan solo para lograr poseerlo y adaptarlo sino para hacer un uso interesado del mismo.
Los avances en libertad, democracia, derechos… no han sido suficientes para minimizar dicha práctica de poder. Más bien todo lo contrario, se han servido de ella quienes, en nombre de dichos principios y normas fundamentales, han accedido al poder para mantenerlo y usarlo en beneficio de quienes lo ostentan y de sus causas, lo que supone necesariamente no hacerlo en beneficio de la ciudadanía que es manipulada y/o se deja manipular por muy diferentes causas y motivos.
Pero el ejercicio del poder y el uso que del mismo se hace no se circunscribe exclusivamente al ámbito político. En casi todas las esferas sociales la erótica del poder despierta los instintos para lograrlo. Tal como recoge la Real Academia de la Lengua (RAE), una de las acepciones de erótica es la «atracción muy intensa, semejante a la sexual, que se siente hacia el poder, el dinero o la fama” y a dicha atracción no escapa casi nadie.
Este perverso juego de intereses por y para alcanzar y poseer el poder han hecho que se establezcan posicionamientos, actitudes, pensamientos, ideologías e incluso conocimientos que lejos perseguir aunar voluntades y lograr objetivos comunes que redundasen en beneficio de la mayoría, se modelan con la clara intención e intencionalidad de conseguir cuotas de poder político, social, económico, científico o profesional.
En el caso del poder profesional, más allá del logrado por efecto de la ciencia y sus evidencias, que es lícito y justo, está el que se persigue para asentar una posición científica, social, económica y `profesional desde la que ejercer el poder en base al cual patrimonializar todo el ámbito del que consideran saber de exclusiva propiedad ejerciendo para ello un dominio férreo que supone la utilización de los resortes de dicho poder en contra de quienes identifican como un peligro a sus intereses no tan solo científico-profesionales, sino sociales y económicos, además de considerarlos secundarios y subsidiarios a su grupo.
Para esa defensa a ultranza, que resulta reduccionista y en muchas ocasiones simplista, pero al mismo tiempo muy eficaz, no tienen reparo alguno en usar los resortes del poder históricamente utilizados, tal como he comentado. Porque lo importante realmente no es la defensa disciplinar sino la influencia que desde la colonización del saber y la ciencia ejercen para mantener y apuntalar su posición de privilegio que no es lo mismo que el privilegio de su posición.
Tal como ha venido sucediendo a lo largo de la historia para lograr estos dominios y patrimonios de poder se requiere que exista una parte dominante, quien ejerce el poder, y una parte dominada, que es utilizada por quien ejerce el poder.
Así pues, como en tantos otros sectores o contextos, también en la ciencia se generan, establecen y defienden parcelas de poder que son delimitadas y férreamente defendidas con métodos que exceden en mucho la defensa de la ciencia. Aunque dicha defensa se utilice de manera sistemática como excusa para justificar las acciones, no tanto de defensa como de ataque, que son, por otra parte, las que acompañan siempre a las relaciones de poder.
Esas pseudo defensas se traducen en conflictos que tratan siempre de perpetuar el poder desde el que influir, reprimir, limitar, anular…. el crecimiento el conocimiento de otras ciencias, disciplinas o profesiones al identificarlas como invasoras de una tan hipotética como falsa propiedad intelectual, yl que va en contra de los principios, precisamente, de la ciencia y del conocimiento. Se confunde la complementariedad con la exclusión competencial, la realidad científica con la ficción corporativista, el respeto con la imposición disciplinar, el poder de la razón con la razón del poder, el análisis racional con la interpretación subjetiva… configurando espacios vigilados, controlados, manipulados, restringidos, reprimidos… que se establecen normativa y legalmente desde el mismo poder que ejercen, para blindar el espacio colonizado e impedir cualquier posibilidad de crecimiento y autonomía de otras disciplinas, a las que siguen considerando subsidiarias a su poder en cualquiera de los ámbitos en los que siguen ejerciendo su dominio absoluto y absolutista, como el asistencial, docente, de gestión o investigador.
Son muchos los frentes en los que se ejercen estos ataques que impiden a los atacados abandonar las trincheras para poder avanzar sin recibir constantemente los disparos discrecionales de quienes son amparados por otros ámbitos de poder que les permiten seguir defendiendo el suyo. Aunque ello suponga una claro y manifiesto abuso que actúa en contra no tan solo de la razón sino del derecho a la libertad del conocimiento.
En este sentido y aunque son tan diversos como numerosos los eventos perversos y maliciosos de unos contra otros, quisiera detenerme en uno de los últimos por considerar que reúne todos los elementos de ese poder en el que el fin justifica los medios empleados.
El Colegio de Médicos de Alicante ha elaborado un anuncio que está siendo emitido en las principales emisoras de radio de la provincia en el que, aunque inicial o aparentemente pueda parecer un mensaje bien intencionado de información a la población, se trata realmente de una manipulación absolutamente mezquina y calculada que persigue tanto la defensa de su parcela de poder desde el alarmismo y la manipulación, como el ataque furibundo, injustificado, irracional y mentiroso hacia las enfermeras[5].
Esta misma semana hemos asistido a un ejemplo que, salvando todas las distancias, se asemeja, en cuanto a la estrategia de ataque utilizada para atacar, desprestigiar y difamar a su enemigo[6]. Identifican de manera, hay que reconocerlo muy eficaz, a quienes son objeto de sus mentiras, sin nombrarlas expresamente, de tal manera que les permita defenderse posteriormente, argumentando que las identificaciones concretas de ataque, son subjetivas y que ellos no acusan a nadie en particular, sino que trasladan un mensaje genérico que tan solo pretende poner en evidencia, su evidencia, la verdad, su verdad. Una verdad que se fundamenta en la mentira y la tergiversación de la realidad y que lo único que persigue es generar alarmismo para reforzar su posición de poder y reconocimiento. Un poder y reconocimiento que, al no serles concedido de manera natural y espontánea por la sociedad, se atribuyen y defienden con armas tan poco científicas como la falsedad, los sesgos y la ausencia de los más elementales principios éticos.
En el mensaje en cuestión inciden en una imaginaria invasión competencial que tratan de argumentar desde la usurpación, por parte de las enfermeras, de las competencias de diagnóstico y prescripción, aunque repito que, si bien no las nombra, tanto las imágenes como el mensaje subliminal son muy evidentes al tiempo que perversos. Y digo imaginaria invasión porque no es real. En su panfletario anuncio eluden nombrar que la prescripción, o mejor dicho indicación, de fármacos y productos sanitarios por parte de las enfermeras está regulada normativamente[7] y por tanto y desde esta base queda anulada totalmente cualquier invasión competencial como tratan de hacer creer. Otra cosa bien diferente es que no les guste y utilicen estas estratagemas para confundir. Pero es que, además, en ese intento por maquillar su mensaje tratando de evitar una denominación explícita hacia las enfermeras meten en el mismo saco a profesionales como los odontólogos o los podólogos que teniendo capacidad prescriptora legalmente reconocida como ellos quedan señalados con el mensaje trasladado cuando inciden en su exclusiva capacidad para prescribir fármacos.
En su enloquecido manifiesto se atribuyen igualmente la exclusividad del diagnóstico. Algo que es un claro ejemplo de sus delirios de grandeza y de su simpleza intelectual, que son componentes muy peligrosos para ser combinados. El diagnóstico médico, evidentemente es exclusiva competencia de los médicos. Pero diagnosticar, tal como refiere la RAE, es “recoger y analizar datos para evaluar problemas de diversa naturaleza” y esto no es, por mucho que se empeñen, exclusividad de los médicos. Finalmente, como dijera Fray Antonio de Guevara[8], “todo lo que se ignora, se desprecia.”
Por último, es importante destacar el desprecio que hacia la inteligencia de la ciudadanía demuestran con este tipo de anuncios maliciosos con los que únicamente persiguen suscitar dudas, miedo e incertidumbre para captar la atención y con ella que se les siga identificando como los exclusivos protagonistas de la salud, tal como han venido haciendo y reforzando a lo largo de la historia. Lo que demuestra un nuevo desprecio, en este caso, hacia algo tan importante como la salud, que nunca puede ni debe estar en manos exclusivamente de nadie, por muy poderosos que puedan creerse o saberse, más aún cuando en muchas ocasiones renuncian explícitamente a ser parte de las Ciencias de la Salud. Imagino que por su clara dependencia a la enfermedad que convierten en su verdadera razón de ser. Tal como dijera Plutarco[9], “para la plebe, el mayor honor de parte de los más poderosos es el que no la desprecien.” Porque se puede soportar la adversidad, pero no el desprecio.
Así pues, tenemos un nuevo ejemplo del desprecio que un determinado grupo, hace desde la historia a través de la lectura colectiva sobre la realidad para transformarla en una realidad paralela que sea asumida a nivel individual ajustándola a sus principios, fines e intereses en base, de nuevo, a su hipotética creencia de la ignorancia de la ciudadanía, para engañarla y manipularla.
Más allá de lo que supone el ataque, en este caso a las enfermeras, lo que realmente me entristece es que se instrumentalice a la ciudadanía para lograr algo que parece ser no logran alcanzar científica y profesionalmente. De igual manera me genera mucha inquietud que se generalice, a través de este tipo mensajes, el sentir y posicionamiento de la mayoría de los médicos, que no participa ni en el fondo ni en la forma de este tipo de estrategias. Se hace, además, utilizando la representatividad de todos los médicos en una defensa que excede todos los límites del respeto disciplinar, la coherencia científica y la decencia profesional, lo que pone en entredicho la citada representatividad. Y por último, pero no menos importante, me preocupa el silencio de algunos, el miedo de otros y la indiferencia/pasividad de la mayoría -incluidos quienes, en teoría, nos representan- ante las conductas y planteamientos de los extremismos ideológicos asumidos o naturalizados por amplios sectores de la sociedad, escudándose en una falsa y ridícula respuesta, por inconsistente, de inconformismo antisistema, que siempre acaba volviéndose contra quienes los apoyan, por acción u omisión.
Recuperar la cordura, la inteligencia, el sentido común, la reflexión, el pensamiento crítico, el respeto… en la construcción común de la salud colectiva debería ser el principal objetivo de quienes configuran el amplio espectro de profesionales de la salud, abandonando las disputas de un poder que tan solo debería ser identificado y asumido para responder a las necesidades de salud de la comunidad y no a los intereses corporativos de ninguna ciencia, disciplina o profesión, sea la que sea.
Dejemos que las personas, desde su objetivo análisis y libertad, valoren lo que hacemos o dejamos de hacer, bien o mal, unos u otros y no continuemos manipulándolas en un maquiavélico y perverso juego de poder con el único fin de mantenerlo y ejercerlo desde la mentira, la manipulación y el engaño que permita perpetuar el lobby.
[1] Poeta y filósofo romano (99 aC-55 aC).
[2] Diplomático, funcionario, filósofo político y escritor italiano, considerado el padre de la ciencia política moderna (1469-1527)
[3] Tratado político del siglo xvi del diplomático y teórico político italiano Nicolás Maquiavelo.
[4] Pensador y filósofo inglés (1561-1626),
[5] https://www.youtube.com/watch?v=SWLnTrjxYN4
[6] https://www.dailymotion.com/video/x8yr2co
[7] https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2015-14028
[8] Escritor, historiador y eclesiástico español (1480-1545)
[9] Historiador, biógrafo y filósofo moralista griego (46-120).