EL PODER DE LAS PALABRAS Cómo se definen y entienden

                                                                                   “El verdadero significado de las cosas se encuentra al tratar de decir las mismas cosas con otras palabras.

Charles Chaplin[1]

 

He comentado ya en alguna ocasión la fascinación irrefrenable que nos genera todo aquello que viene del ámbito anglosajón. Parece que el simple hecho de venir de esos países de habla inglesa o que lo que venga de ese u otros países esté escrito en inglés les dé marchamo de calidad.

Pero más allá de esta fascinación tan irracional, hay otro hecho que viene a distorsionar la realidad. Se trata de las traducciones que del inglés de realizan.

La primera y más conocida y naturalizada, profesional y socialmente, es la no menos mala, interesada y engañosa traducción del término “Doctor” utilizado en inglés para referirse a los médicos, pero que no se asimila al término “PhD”[1] que hace referencia al grado académico de doctor. De esta manera han hecho suyo, de manera excluyente, un término que no se corresponde con nuestra cultura académica y científica, de tal manera que se atribuyen algo que ni son, ni les corresponde por el simple hecho de ser médicos. Pero ante esto ni se ruborizan, ni consideran que estén haciendo ningún uso indebido. Simplemente se aprovechan de ello. Imaginemos su reacción, si otra disciplina hubiese hecho tamaña tropelía. Por su parte las administraciones, instituciones y organizaciones lo refuerzan con su naturalización. Paradójicamente, la misma naturalidad con la que se resisten a que otras disciplinas de diferentes ámbitos, pero con especial incidencia en el de la atención, utilicen el término que, por derecho (por tener el grado académico de doctor), les corresponde.  

Así mismo pasó, por ejemplo, con la famosa medicine evidence based practice que se tradujo al castellano como medicina basada en la evidencia, lo que provocó no pocas controversias sobre su validez. Según el modelo de la comunicación de Roman Jakobson el lenguaje científico debe ser referencial, monosémico y denotativo y, por tanto, no interpretable[2].

El uso impreciso del lenguaje en las ciencias de la salud va más allá del purismo lingüístico, puesto que puede originar confusiones graves. Son numerosos los errores en la comunicación científica. Uno de los principales factores es la hegemonía del inglés en el campo científico a la que hay que añadir las inexactitudes lingüísticas, derivadas de las malas traducciones, que tienen mucho que ver con «falsos amigos»[3]. Por otra parte, como suele ser habitual, la mimetización se impone y se asimila el término a los de “Atención Basada en Evidencia” o “Enfermería Basada en Evidencia”, entre otros, replicando y reforzando el error inicial de la mala traducción y lo que la misma supone, pues no se puede pretender que el sentido común sea quien corrija o mejor adapte el concepto de lo que inicialmente está mal expuesto.

El término inglés evidence ha sido erróneamente traducido como «evidencia». Tal como ya han planteado numerosos autores[4], [5], [6]. Evidence significa «fundamento para una creencia o incredulidad, información sobre la que se basa la prueba o se establece la verdad o falsedad»[7], mientras que en español «evidencia» se define como «certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar»[8]. Por tanto, queda calo que ambos términos expresan conceptos muy diferentes. A pesar de ello, no se ha llegado a un consenso sobre cuál debe ser la palabra o palabras más ajustada/s para traducir evidence based medicine.

Términos propuestos como «indicios», «signos», «datos», «pruebas», «hechos indicativos», «datos sugestivos», «señales» y en el contexto legal «prueba», «testimonio» y «declaración» no han suscitado entre la comunidad científica suficiente aceptación.

El término «hallazgo» incluye las definiciones de «cosa hallada», y «acción y efecto de hallar». Por tanto, este término tiene la ventaja de eliminar las connotaciones de contundencia o grado de certeza de lo mostrado, otorgando un valor neutral, y más acorde al concepto de evidence. De hecho, ha sido una de las traducciones propuestas en el campo científico.

Por otra parte, la traducción de “based” como basado, tampoco es correcta, pues dicho término se define como «fundamento o apoyo principal de algo». Sería, pues, más correcto hablar de sustentado.  Aludir a sostén o apoyo, sin la connotación de principal, se aproxima mucho más a la filosofía y definición de la EBM, al sustentarse en los hallazgos científicos disponibles, pero con este término se amplían las opciones al entender relevantes otros aspectos, como la experiencia, el juicio profesional e incluso la importante opinión de las personas atendidas, a la hora de tomar decisiones.

Por tanto, la mejor acepción sería la de «medicina sustentada en hallazgos científicos». Pero, una vez más, el pragmatismo de la falsa concreción o simplificación choca con lo correcto.

En este mismo sentido podríamos enumerar otras desafortunadas traducciones que se alejan del sentido real de lo que se pretende decir o explicar. Pero, hay una en particular, que me resulta muy lacerante por lo que significa y trasciende. Me estoy refiriendo al término “Primari Health Care” traducido como Atención Primaria de Salud (APS).

Se trata de una nueva mala traducción, ya que el término original tiene una connotación de lo fundamental, esencial y prioritario (primary) y no de primario que, si bien en una de sus acepciones en el diccionario de la RAE recoge como principal, tiene también el significado de primitivo, rudimentario, tosco, rudo, atrasado. Por otra parte, se anula/sustituye la traducción de “care”, que no ofrece dudas en su traducción como cuidados, siendo suplido por el término, más ambiguo y confuso de Atención[9].

Así pues, la mejor traducción sería «cuidados fundamentales en salud» o «cuidados esenciales en salud». Pero dichas traducciones parece que resultan sospechosas de asimilarse a las enfermeras por la utilización del término cuidados. Al menos no se tradujo como Asistencia Médica Primaria, como posiblemente alguien plantease.

En cualquier caso, confundir la utilización del término cuidados como un intento de colonización enfermera es, no tan solo una torpeza, sino un claro despropósito. Aquí cabe hacer mención al refrán español que dice que se cree el ladrón que todos son de su condición.   

Para empezar los cuidados no son patrimonio exclusivo ni de las enfermeras ni de nadie en particular. Los cuidados son patrimonio universal de la humanidad, ya que cuidar es un hecho inherente a la fragilidad humana que justifica su existencia sin otorgarle propiedad alguna a nadie de manera individual o colectiva. Otra cosa bien diferente es cuando hablamos de cuidados profesionales y en concreto de cuidados profesionales enfermeros que son competencia de las enfermeras. Sería bueno que no se confundan las churras con las merinas y mucho menos, como hacen algunos, con las meninas.

Así pues, sospechar que existe una amenaza manifiesta de capitalización de algo que va mucho más allá de un planteamiento corporativista al que tan acostumbradas/os nos tienen desde diferentes sectores de la clase médica, por el hecho de utilizar el término cuidados, sitúa a quien lo plantea en un nivel de inteligencia y de fundamento científico manifiestamente deficientes.

En un sentido similar no hace mucho tiempo un jefe de servicio de Cuidados Intensivos, planteaba que se cambiase el nombre de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) por el de Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) ya que la utilización del término cuidados invisibilizaba, según este señor, la asistencia médica. Haciendo dicha propuesta, posiblemente, sin conocer que Vigilancia según la RAE significa: “Cuidado y atención exacta en las cosas que están a cargo de cada uno”. Es decir plantea la retirada del términos cuidados para introducir otro que los incorpora implícitamente. Todo un alarde de miopía científica.

Así pues, no me creo que la traducción utilizada de APS sea casual en un ámbito, como el del positivismo médico que impregna todos los sistemas sanitarios, que es eminentemente causal. Ni tan siquiera me creo que sea una mala traducción sin más. Porque admitirlo sería tanto como desprestigiar, de manera absolutamente gratuita e injusta, a las/os excelentes profesionales de la traducción. Otra cosa, bien diferente, es que luego se les haga caso y se acepte la traducción correcta por entender que la misma lesiona sus intereses o beneficia la de otras/os a quienes consideran una amenaza.

Ya bastante fue que se admitiese el término de Salud con el que, es evidente, no se sienten especialmente identificados. Tal como demuestra su resistencia a formar parte de las Ciencias de la Salud, al entender que oculta su condición de médicos o diluye la ciencia médica o por no mezclarse con otras disciplinas por ellos consideradas menores. Como ejemplo de ello, en la Universidad española, incomprensiblemente, se admite la existencia, en una misma universidad, de Facultad de Ciencias de la Salud y Facultad de Medicina, en una clara y manifiesta incongruencia científica que, sin embargo, es tolerada por quienes rigen dichas universidades.

De tal manera que como el que admite pulpo como animal de compañía y en un alarde de generosidad admitieron el término Salud. Pero por lo que no pasan es por aceptar cuidados en un ámbito en el que ellos vayan a trabajar. No sea que, se les confunda o, lo que es peor, se minimice su protagonismo en favor de otras/os.

Y, tiempo al tiempo. Los Centros de Salud pasaron a ser sucursales cautivas de los hospitales, convirtiéndose en Centros de Enfermedad, aunque conserven el término Salud, más como adorno o engaño que como realidad de lo que debieran ser.

La APS nunca llegó a ser fundamental, ni principal, ni esencial y desde el principio fue considerada como una atención subsidiaria y menor por parte de quienes se consideran los adalides de la Sanidad, que no de la salud, al identificar ese denominado “nuevo modelo” como una amenaza a sus posiciones de poder.

La Medicina Familiar y Comunitaria, nacida al albor de los postulados de Alma Ata, significó un hito importante para un cambio trascendental como el que se planteaba con la APS. Su aparición fue objeto de cisma interno al chocar los planteamientos salubristas y reformadores con el conservadurismo médico de la enfermedad. Su desarrollo propició avances importantes en la implementación y avance de la APS y en las relaciones multiprofesionales. Pero la presión de un modelo patogénico acabó por debilitar el modelo y a quienes trabajaban en el mismo, hasta llegar al punto en que hoy nos encontramos en el que año tras año aumentan el número de plazas que quedan vacantes para realizar la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. Claro síntoma del desinterés que dicho ámbito despierta en una gran mayoría de médicos que han interiorizado y naturalizado la APS como un ámbito subsidiario y menor en el que no quieren trabajar por entender que no ofrece respuesta a sus expectativas profesionales. Expectativas que, por otra parte, son imbuidas en muchas facultades a los futuros médicos que cursan estudios de grado de medicina y en cuyos planes de estudio la APS, o lo que la misma significa, ocupa un espacio residual, cuando no inexistente.

Por su parte, las enfermeras en los inicios de la APS asumieron un evidente e importante liderazgo, a pesar de la clara falta de formación y de la negativa a crear la especialidad de Enfermería Comunitaria, logrando adquirir un rol autónomo que daba respuesta a muchas necesidades de salud. Todo ello, hay que destacarlo, a pesar del evidente acoso al que fueron sometidas con demandas judiciales constantes por parte del corporativismo médico, al considerarlas intrusas e invasoras de sus competencias.

Pero el tiempo, la presión, la falta de voluntad política, la organización caótica, la falta de planificación, la desidia, la falta de inversión… fueron diluyendo cuando no acabando con cualquier atisbo de esperanza de lo que pretendió ser la APS, convirtiéndola en un reducto del asistencialismo, paternalismo, dependencia… que caracterizan a los sistemas sanitarios. Todo ello a pesar de las recomendaciones de organismos como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) – Organización Mundial de la Salud de las Américas (OMS)[10] o el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE)[11] que insisten en la necesidad de reforzar la y potenciar la APS y el papel relevante que las enfermeras deben desarrollar.

Por tanto, las malas traducciones, me temo, obedecen más a intereses muy concretos y a vanidades muy determinadas que, a un intento de concretar, simplificar o aclarar el significado de origen. Lo que finalmente acaba por determinar el desarrollo de su significado en un sentido u otro bien diferente.

Seguir anclados en las disputas permanentes de identidad, de protagonismo, de poder… paraliza y desgasta al tiempo que impide dar las respuestas de salud que requieren las personas, las familias y la comunidad. Ejercer presiones para modificar la semántica y el significado de los conceptos que representan una parte fundamental de lo que debe, posteriormente, traducirse en acciones concretas de salud, es un ejercicio tan mezquino como destructivo que deberíamos evitar a toda costa.

Dejémonos de ejercer la retórica de la confusión y demos valor a lo que realmente lo tiene, la salud comunitaria universal, accesible y equitativa desarrollada desde la transdisciplinariedad y la intersectorialidad, sin giros de significado ni adaptaciones oportunistas ante temores corporativos infundados.

Las palabras están cargadas de intención y nunca son inocentes. Permitamos pues que digan lo que realmente deben y no lo que deseamos que digan para preservar los intereses de unas/os u otras/os.

[1] Doctor of Philosophy; abreviado PhD, Ph. D. o DPhil) es un grado de doctorado especializado en investigación en áreas tan diversas como las ciencias sociales y económicas; áreas científicas, de la salud o de las humanidades.

[2] Jakobson R, Morris H. Fundamentos del lenguaje. Madrid: Ciencia nueva;1967, en: Acosta Artiles Francisco Javier. De «medicina basada en la evidencia» a «medicina sustentada en hallazgos»: una propuesta razonada de traducción. Rev. Esp. Salud Pública 2015 [citado 2024 Sep 22]; 89 (3): 339-342. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272015000300011&lng=es.  https://dx.doi.org/10.4321/S1135-57272015000300011.

[3] Los falsos amigos son palabras que se parecen en su escritura o pronunciación en dos o más idiomas, pero tienen significados diferentes. Pueden ser un obstáculo al aprender un nuevo idioma.

[4] Bravo R, Campos C. Medicina basada en pruebas (evidence-based medicine). Jano (EMC). 1997;53:71-2.

[5] Cuena R, Cuena MI. Medicina basada en la evidencia: un caso de pereza lingüística. Med Clín (Barc). 1999;113:518.

[6] Sanz A, Del Valle ML, Garavís M. Medicina basada en la evidencia: ¿no hay una traducción mejor? Med Clin (Barc). 1999;112:119.

[7] Collins English Dictionary. 5th ed. Glasgow: HarperCollins; 2001. Evidence; p. 539.

[8] Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. 22a ed. Madrid

[9] Atención Primaria de la Salud en Debate https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/828977/Gu_a_de_Estudio_APS.pdf

[10] https://www.paho.org/es/documentos/documento-marco-alianza-por-atencion-primaria-salud-americas-axaps

[11] https://icn.ch/es/noticias/el-cie-lanza-una-nueva-declaracion-de-posicion-y-un-documento-de-debate-que-plantean-una#:~:text=El%20Consejo%20Internacional%20de%20Enfermeras%20(CIE)%20lanza,Pr%C3%A1ctica%20Avanzada%20(Red%20EAD/EPA)%20en%20Aberdeen%2C%20Escocia.