DEVALUACIÓN ENFERMERA La deriva de los cuidados

“Lo que hace falta es someter a las circunstancias, no someterse a ellas.”

Quinto Horacio Flaco[1]

 

Ahora que parece que hemos encontrado un equipo ministerial sensible con los cuidados y la necesidad de ponerlos en valor más allá de las palabras vacuas y complacientes con las que suelen referirse las/os políticas/os de turno en sus forzadas intervenciones públicas, ahora, precisamente, arrecian los planteamientos que abogan por un nuevo enmascaramiento de los cuidados.

No se trata de una percepción subjetiva, ni de un victimismo lastimero, ni de sentimiento corporativista. Se trata de una realidad con diversos enfoques y en la que intervienen variados factores que conducen a que se configure, cada vez, con mayor fuerza.

No pretendo hacer un ensayo sobre la importancia, valor y aportación de los cuidados. No porque no lo considere importante. Sino porque entiendo que, a estas alturas, quien no conoce y reconoce estas dimensiones del cuidado es, simplemente, porque no quiere, no le interesa o le interesa ocultarlo o manipularlo.

Es por ello que me centraré en tratar de analizar y reflexionar sobre cuáles son esas variables y factores de los que hablo.

Como ya he comentado, desde el ministerio de sanidad, se está trabajando en la conocida como Iniciativa Marco en Cuidados del SNS (IMACU), que el propio ministerio identifica como un paso más en el liderazgo de la Profesión Enfermera[2]. Algo que no se corresponde exactamente con la realidad, porque más pasos en ese sentido del liderazgo enfermero, no se han dado hasta ahora, por lo que sería más apropiado hablar de un primer paso, importante, pero el primero real, al menos en cuanto a su planteamiento. Sin embrago, en paralelo, y sobre todo desde sectores neoliberales de la medicina privada se está abogando por un modelo en el que el cuidado queda relegado nuevamente a un papel subsidiario, técnico e intrascendente desprovisto de cualquier carácter científico.

Nuevamente, insisto, dicha aseveración no es producto de mi imaginación, ni de, tal como se me ha llegado a acusar, de un dogmatismo irracional. Se trata de una realidad. Para muestra, me referiré a las palabras pronunciadas por Juan Abarca Cidón, presidente de la Fundación “Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad, IDIS”, en su intervención, el pasado día 20 de febrero en Valencia, delante de las enfermeras que asistían a la celebración del Día de la Enfermería de la Comunitat Valenciana, organizado por el Consejo de Enfermería de la Comunitat Valenciana (CECOVA)[3], dijo, tras las convencionales, retóricas y falsas palabras de loa a las enfermeras, que éstas debían modificar su actual estatus para ser especialistas en todas las especialidades médicas (sic) y dejar que otras/os se encarguen de hacer lo que no es productivo aunque se tenga que hacer, refiriéndose sin nombrarlos a los cuidados. Una enfermera, por tanto, tecnológica y que pueda servir de apoyo a los médicos. Por cierto, no habló en ningún momento de promocionar la investigación enfermera, supongo que porque entiende y defiende que con apoyar a los médicos recogiendo datos para sus investigaciones posiblemente ya es suficiente y así no se distraen en “cuestiones improductivas”.

Es decir, volver al Ayudante Técnico Sanitario (ATS) que tanto añoran los médicos y el negocio de la sanidad que mercantiliza la salud. Un discurso, que fue aplaudido por la gran mayoría de las enfermeras presentes. No pido que se abuchee, ni se menosprecie, a quien así habla de las enfermeras, pero al menos no estaría de más que no se le “premiase” con un aplauso, yo no lo hice por dignidad y coherencia con lo que soy y me siento.

Siendo todo ello triste y lamentable, lo peor es que su presencia y su arenga fue pronunciada tras recibir el reconocimiento CECOVA a la implicación con la profesión enfermera (posiblemente hubiese sido más acertado que el reconocimiento fuese a la utilización de la profesión enfermera). Y tras recibirlo (fue el primero de los reconocimientos entregados) se fue. En un acto de “respeto y agradecimiento” por la distinción recibida. Sobran más palabras.

Así pues, el boyante, próspero y lucrativo negocio de la salud, quienes lo gestionan y quienes, desde la administración pública, lo promocionan, potencian y ayudan, pretenden que las enfermeras volvamos a ser las solícitas profesionales que hacen lo que necesitan y reclaman los médicos para su proyección y desarrollo profesional, además de para su negocio, claro está.

Tras escuchar tan preocupantes palabras y lamentar, que una institución, que representa a todas las enfermeras valencianas, reconozca a una persona que tiene esa imagen de las enfermeras y que modela a “sus” enfermeras en base a la misma, no dejé de pensar en si ese panorama, que acababa de ser expuesto, debía enmarcarlo en el ámbito de la anécdota o si por el contrario era una tendencia que, además, no se circunscribía exclusivamente al contexto de la empresa sanitaria privada.

Mis más optimistas pensamientos luchaban porque se tratase de un hecho aislado, circunscrito al negocio sanitario. Pero muy pronto, las evidencias de la realidad, apartaron mi optimismo, dando paso a la constatación de una tendencia cada vez más presente y poderosa en este sentido.

Emergió el recuerdo de lo que, ya en otras ocasiones, he trasladado en alguna de mis entradas. Cuando hablaba de la preocupante regresión que se está produciendo en los planes de estudio y en su consecuente traducción en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las futuras enfermeras. La cada vez más debilitada presencia de aspectos, tan importantes para el paradigma enfermero como la ética, la humanización, la salud, la comunicación, la promoción… o la ausencia casi generalizada de conocimientos relacionados con la filosofía, la espiritualidad, el medio ambiente, la vulnerabilidad… en favor de la tecnología, las técnicas, la enfermedad, la farmacología… nos sitúan en una dirección cada vez más próxima al modelo que proclamó el anteriormente mencionado directivo médico.

Pero, si en mis anteriores reflexiones, al respecto de lo dicho, ponía el acento en la complicidad que las universidades mostraban para adecuarse al perfil de enfermeras que demandaban los sistemas de salud públicos, ahora, mi grado de preocupación aumenta considerablemente tras el referido discurso.

Es un hecho incuestionable el gran aumento de la sanidad privada en todo el contexto Iberoamericano. En España, por ejemplo, en los últimos años, sobre todo tras la COVID.19, han aumentado más de un 40% los seguros privados. Este hecho, más allá de otras consideraciones, eleva las desigualdades y pone en riesgo la sostenibilidad del sistema público de salud[4]. Y, al margen de presentimientos o sospechas, las manifestaciones antes comentadas constatan cuál es el modelo de enfermera que se demanda y por derivación, el de cuidados.

A ello hay que añadir el enorme aumento de las universidades privadas en toda Iberoamérica. Y volviendo a referir datos de España, en los últimos 26 años se han abierto 31 nuevas universidades privadas y existen 10 en espera de aprobación. Mientras que, desde 1998, no se ha abierto ninguna otra universidad pública. Esto, supone que, en breve, el número de universidades privadas será superior al de públicas. Algo impensable hace tan solo unos años[5].

Como sucede con el aumento de la sanidad privada, el de la educación superior también se traduce en mayor desigualdad y peor financiación de la universidad pública, con todo lo que eso significa. Pero, además, los intereses económicos que, no podemos ni debemos olvidar, priman sobre cualquier otro -por mucho que se lancen discursos falaces ensalzando el interés supremo de la educación- hacen que se trate de responder, cada vez más, a las demandas que provienen del negocio sanitario en auge. Además de existir, en algunos casos, conexiones empresariales evidentes entre ambos sectores que se traduce en un modelo de formación enfermera próximo a los postulados que, con total descaro, planteó, como ya he apuntado, el gestor de la Fundación “Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad, IDIS” y que no se distancia en mucho, o casi en nada, a lo que plantean, con mayor o menor claridad pero con idéntico convencimiento, todas las compañías privadas de salud, sobre el modelo de enfermera que necesitan y exigen. Por tanto, el mensaje acaba calando en las universidades, que se pliegan a los intereses económicos o empresariales, priorizándolos a los derivados de las necesidades de la comunidad en su conjunto. El resultado se traduce en una línea de enseñanza aprendizaje cada vez más tecnológica y medicalizada y, en consecuencia, con una pérdida de la identidad enfermera, del valor de los cuidados y de la humanización de la atención. A este respecto, es bueno adelantarse a las argumentaciones de las excepciones, ya que las excepciones, no hacen más que confirmar las generalidades.

A todo esto, hay que añadir el descenso progresivo en la captación de estudiantes que quieran cursar los estudios de enfermería que, siendo cierto, se comporta de manera variable en función de países, no es menos cierto, que es una constante en todos ellos. Por otra parte, hay que destacar el alarmante aumento de la tasa de abandono de las enfermeras ya tituladas[6]. Algo que no tan solo pone en peligro la cobertura de las plazas necesarias de enfermeras en los sistemas de salud, sino que, además, en este caso también, las desigualdades afloran, dado que cada vez existe un mayor número de plazas de difícil cobertura, por razón de distancia, falta de accesibilidad, territorios despoblados, bajos salarios…y por la concentración de la sanidad privada en las grandes urbes que captan una importante cantidad de las, cada vez, más escasas enfermeras, fascinadas por ese modelo, a la par, tecnológico y subsidiario al que sucumben.

Por tanto, el modelo de enfermera profesional de cuidados, basado en un paradigma propio, con autonomía y con una gran responsabilidad, pero, al mismo tiempo, con una escasa valoración y débil apoyo institucional, es cada vez menos atractivo y está más devaluado, para las nuevas generaciones. Por su parte, las enfermeras ya tituladas que no abandonan, caen en el desánimo, la inacción, el inmovilismo y tienden a ocupar un espacio de confort en el que la obediencia, la docilidad, el pensamiento acrítico, la ausencia de iniciativa… se imponen a la motivación, el compromiso, la implicación, el análisis científico, el pensamiento crítico… que conduce hacia un modelo de rutina tecnológica y con una importante deriva de los cuidados profesionales.

Ante esta realidad, está otra incuestionable realidad como la del aumento de demanda de cuidados, que provoca un “mercado” de enfermeras entre países “productores” y países “desabastecidos” de enfermeras, que hace emerger nuevamente las desigualdades. Desigualdades que, en este caso, afectan tanto a las personas a las que se atiende -por la mala gestión que se hace de las cada vez más escasas enfermeras- como a las propias enfermeras que sufren la precariedad de los contratos, el estrés, el burnout, la falta de conciliación familiar, el déficit de salud mental… que se incorporan como factores evidentes de desmotivación y abandono.

Por otra parte, la burocracia, la falta de voluntad política, la ausencia de estrategias globales… provocan un retraso, tan injustificado, como evitable, de los procesos de homologación de títulos entre países del entorno Iberoamericano que podría salvar, en parte, algunas de los problemas comentados. De tal manera, que comprobamos como, el plazo normativo para la gestión de homologación de títulos está establecido en España en un máximo de 6 meses, pero que sin embargo no es inferior a los 2 años, pudiéndose prolongar hasta los 5 años. Pero al margen de las razones ya apuntadas, hay que destacar, también, la ausencia de unos criterios homogéneos de certificación de los estudios entre países. De tal manera que, en muchas ocasiones, la certificación de los estudios, expedida por las universidades Latinoamericanas, no refleja el número de horas y/o créditos realizados en práctica o internado clínico. Provocando, sistemáticamente, que se rechace la homologación y se exija, a la enfermera solicitante, realizar las prácticas clínicas que no se certifican, aunque en la mayoría de las ocasiones, sino en la totalidad, han sido realizadas en sus países de origen. Este problema, podría salvarse si en las universidades de Perú, México, Colombia, Argentina… se certificasen todas las horas teóricas y prácticas. No parece algo tan complicado y sin embargo se mantiene esta inercia más allá de lo estrictamente razonable.

Así pues, las enfermeras latinoamericanas que vienen a trabajar a España como tales, se ven abocadas a hacerlo como personal auxiliar, en el mejor de los casos, como cuidadoras en el ámbito familiar, empleadas domésticas…en condiciones de precariedad. Lo cual supone una gravísima pérdida de talento y de recurso profesional muy necesario que lleva, en muchas ocasiones, al abandono definitivo de la profesión por parte de dichas/os profesionales. De tal manera que la migración, también en este caso, se incorpora como un factor de riesgo que podría evitarse con una gestión global coordinada en el contexto Iberoamericano.

Este problema, con serlo, supone, a mi modo de ver, otro aún mayor, como es el de contribuir a la deriva de los cuidados profesionales, relegándolos nuevamente al ámbito doméstico y ligados a la mujer como rol social de género impuesto. Influyendo en la autopercepción y la identificación de los demás, en las interacciones, la distribución del poder y de los recursos. Los cuidados, pues, lejos de ser dignificados, sufren la desidia, el olvido, el desprecio, la desvalorización… de quienes los perciben como una amenaza a su narcisismo disciplinar. Rebajándolos al servilismo de sus exigencias, por mucho que lo disfracen con falsos halagos de encantamiento. Algo que, además, es tolerado y asumido por las/os gestoras/es de los sistemas sanitarios colonizados por quienes, precisamente, atacan la dignidad de los cuidados o tratan de apropiarse de ellos para adaptarlos a las premisas de su paradigma patogénico.

Seguro que existen más variables y factores que influyen negativamente en el deterioro de la formación y la práctica enfermera, pero para muestra estos botones que configuran un “vestido” -el de enfermera- que cada vez tiene más defectos de confección y resulta más incómodo de vestir, por lo que se suele sustituir por prendas más cómodas y baratas, aunque evidentemente alejadas de las propiedades, deseadas y esperadas, del “patrón” original.

Una vez más, identificamos elementos, aspectos, hechos… que sustentan y refuerzan la necesidad de configurar un contexto Iberoamericano de enfermería que sea capaz de situar a las enfermeras y a sus cuidados en el plano que les corresponde. ¿A qué esperamos para concretarlo?

Ojalá y el IMACU, sirva para que el marco de cuidados no se quede tan solo en una pieza que rodee una imagen estática, la de los cuidados, y se convierta en un espacio real en el que encajar una puerta abierta al desarrollo, la visibilidad y la valoración de los cuidados enfermeros para que los mismos, sirvan de referencia y sean asumidos, aceptados y sentidos como identidad del modelo de enfermera que nunca debiera perderse o desdibujarse, a pesar de las permanentes tentaciones y pretensiones de usurpadores de la salud y mercaderes o banqueros de la enfermedad.

[1] Conocido como Horacio, fue el principal poeta lírico y satírico en lengua latina (65 a. C. – 27 a. C.).

[2] https://www.sanidad.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=5948 

[3] https://portalcecova.es/noticias/notas-de-prensa/el-reconocimiento-a-la-enfermeria-debe-traducirse-en-mejoras-laborales-y-en-su-mayor-presencia-en-la-toma-de-decisiones-en-el-sistema-sanitario-2025

[4] https://www.ivie.es/en_US/el-aumento-en-un-40-del-gasto-en-sanidad-privada-eleva-las-desigualdades-y-pone-en-riesgo-la-sostenibilidad-del-sistema-publico-de-salud/ 

[5] https://elpais.com/expres/2024-10-27/las-universidades-privadas-estan-a-un-paso-de-superar-a-las-publicas-que-ocurre-en-la-educacion-superior-en-espana.html

[6] https://www.facebook.com/sanidadregionalugt/photos/-ugt-news_-vol-1-n%C2%BA-2-la-sanidad-andaluza-entre-las-ratios-m%C3%A1s-baja-de-espa%C3%B1a-de/1113543670565883/?_rdr

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