DÍA INTERNACIONAL DE LA ATENCIÓN PRIMARIA DE SALUD Cuidados, liderazgo y visión desde la comunidad

“Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con qué pasará, otras hacen que suceda.”

Michael Jordan.[1]

 

Cada 12 de abril se conmemora el Día Internacional de la Atención Primaria de Salud (APS). Más que una efeméride institucional, esta fecha es una oportunidad para mirar de frente los retos y las posibilidades que enfrenta el ámbito de atención que más cerca está de la vida cotidiana de las personas. La APS no es una puerta de entrada al sistema sanitario: es, o debería ser, su verdadero corazón. El lugar donde se atiende antes que asistir, se cuida antes de intervenir, se acompaña antes de derivar.

En ese escenario, el papel de las enfermeras comunitarias es simplemente esencial. No como un complemento asistencial, sino como profesionales con capacidad científica, visión integral, y una práctica orientada a generar salud desde los cuidados. Cuidados que no son solo acciones técnicas, sino procesos relacionales, educativos y transformadores. Cuidados que fortalecen la autonomía de las personas, que sostienen a las familias en momentos críticos, que movilizan recursos invisibles en la comunidad, que generan vínculos y mejoran la calidad de vida.

Enfermeras que, desde su conocimiento experto, trabajan en la promoción de la salud, la prevención de enfermedades, el manejo de la cronicidad, la salud infantil, el envejecimiento activo, el acompañamiento al final de la vida o la lucha contra las desigualdades sociales en salud. Que son líderes en promoción de la salud, pero que aún encuentran demasiadas barreras para ejercer ese liderazgo en los espacios donde se toman decisiones. Porque, si algo se ha demostrado de forma contundente, es que los cuidados profesionales impactan directamente en los resultados en salud, pero aún no ocupan el lugar que merecen en las políticas públicas.

En este sentido, resulta prioritario que los sistemas de salud apuesten decididamente por la incorporación efectiva de enfermeras especialistas en Enfermería Familiar y Comunitaria. La creación de perfiles específicos que se correspondan con su formación avanzada no es solo una cuestión de reconocimiento profesional, sino una necesidad estratégica para garantizar cuidados de calidad, continuos y adecuados a las necesidades reales de la población. No hacerlo supone despreciar el potencial que las propias administraciones están generando a través de la formación especializada y, por tanto, malgastar recursos humanos valiosísimos para el presente y el futuro de la salud comunitaria.

Una APS fuerte solo es posible desde el trabajo en equipo, y no desde una mirada jerárquica o compartimentada. La complejidad de los problemas de salud actuales exige equipos transdisciplinares donde cada disciplina aporta desde su especificidad, sin establecer barreras competenciales que limitan. En ese modelo, las enfermeras comunitarias no solo participan: lideran procesos de salud comunitaria, promueven intervenciones basadas en la evidencia y articulan redes de apoyo más allá del sistema sanitario formal.

Por eso, los gobiernos y administraciones tienen la responsabilidad de identificar, promover y sostener el liderazgo enfermero, facilitando su presencia activa en la toma de decisiones y blindando su autonomía frente a presiones corporativistas o lobbies de poder que aún dificultan el avance de un modelo verdaderamente centrado en las personas.

En este proceso de desarrollo profesional, científico y político, merece una mención especial la labor que desde hace décadas realiza la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC). Como sociedad científica, la AEC ha sido —y sigue siendo— un motor imprescindible en la consolidación de la APS en España. Su labor ha sido constante en la defensa de los cuidados, la dignificación del ejercicio profesional, la promoción de la investigación aplicada, la formación de calidad y la articulación del pensamiento enfermero desde una visión ética, social y transformadora.

Pero su alcance va mucho más allá de nuestras fronteras. En el contexto iberoamericano, la AEC ha desempeñado un papel clave como puente de cooperación, intercambio de conocimiento y construcción de redes entre profesionales e instituciones. Su mirada transnacional, inclusiva y comprometida con los principios de salud pública, ha contribuido a consolidar una comunidad enfermera diversa, crítica y unida por valores comunes. A través de alianzas, publicaciones, congresos y proyectos conjuntos, la AEC ha favorecido el avance de los cuidados y la APS como ejes estratégicos en la región.

Una APS con visión global debe apoyarse en estas alianzas iberoamericanas para reconocer las fortalezas de contextos con culturas, tradiciones, realidades y lenguas afines (español y portugués), y para convertir las diferencias no en obstáculos, sino en oportunidades de mejora mutua. Construir una APS global implica aprender desde la diversidad, compartir experiencias exitosas y generar sinergias que fortalezcan nuestras respuestas ante los desafíos comunes de salud y bienestar.

Sin embargo, este avance no será completo sin abordar otro de los grandes desafíos: la forma en que la salud es representada socialmente. Aún hoy, los medios de comunicación siguen instalados en una narrativa dicotómica en la que salud y enfermedad se entienden como opuestos, y donde la sanidad se asocia, casi exclusivamente, con la medicina hospitalaria y tecnológica. En ese relato, las enfermeras son invisibilizadas o representadas desde estereotipos y tópicos que no hacen justicia a su preparación, a su autonomía ni a su impacto real en la salud colectiva y que impacta negativamente en el desarrollo eficaz y eficiente de la APS.

Es urgente que los medios dejen de perpetuar esta visión reduccionista. La salud no es la ausencia de enfermedad, y cuidarla no es un acto secundario. Es un proceso continuo, dinámico, científico y profundamente humano, donde las enfermeras comunitarias son piezas clave. Visibilizarlas como profesionales autónomas, científicas y líderes en salud comunitaria no es solo un acto de justicia: es una necesidad para el sistema, para la ciudadanía y para avanzar hacia una sociedad más equitativa.

Este 12 de abril no es solo un día para celebrar lo conseguido. Es, sobre todo, un momento para reclamar lo que falta: más inversión, más liderazgo, más cuidados, más comunidad. Y para reconocer el trabajo de quienes, como la AEC, llevan años sosteniendo con firmeza la bandera de una APS comprometida con la vida y con la salud de las personas, las familias y la comunidad.

No es posible una APS, firme, rigurosa, cercana, accesible, humana y digna sin la presencia y la esencia de las enfermeras comunitarias trabajando en equipo con otras disciplinas y, sobre todo, con la comunidad.

Felicidades a todas/os cuantas/os trabajan día a día por lograr que la APS deje de ser un complemento del asistencialismo médico-hospitalario y se convierta en la referencia de salud de la sociedad. Es un compromiso y una responsabilidad colectiva y compartida. Nunca hay que parar, nunca hay que conformarse, hasta que lo bueno sea mejor y lo mejor excelente.

[1]  Exjugador de baloncesto estadounidense.[. (1963)

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