TESTOSTERONA CORPORATIVA Y SOCIAL

            Hace tan solo unos días se publicaba el estudio “Gender and Nursing as a Profession. Valuing nurses and paying them their worth” estudio del Royal College of Nursing (RCN) y de la Universidad de Oxford Brookes en el que se argumenta que los salarios de las enfermeras se han rebajado debido a la «visión anticuada de que cuidar a los demás es una característica femenina» a pesar de que las enfermeras cada vez más asumen un trabajo más avanzado. La investigación, llevada a cabo en el Reino Unido, apunta que la destacada y preocupante escasez de enfermeras, tendría que haber producido un aumento importante de los salarios que tratara de compensar la evidente demanda. Sin embargo, sugiere también el estudio, las enfermeras siguen estando infravaloradas por el hecho de ser mayoritariamente mujeres.

Rachael McIlroy, jefa de investigación senior de RCN, destaca que este informe es «un paso importante para desafiar y cambiar las percepciones sobre las enfermeras». Así mismo añade que las enfermeras tienen altas competencias y una gran preparación a pesar de lo cual, las enfermeras, no se sienten ni escuchas ni reconocidas.

            Estos resultados podrían ser asumidos casi íntegramente en nuestro país, que por otra parte es “exportador” de enfermeras al Reino Unido para suplir la carencia de enfermeras británicas.

            Posiblemente este estudio, como tantos otros relacionados con el género y las enfermeras, haya pasado desapercibido entre las propias enfermeras, a pesar de la gravedad de los resultados, como si estuviesen naturalizados y ya no ejerciesen reacción alguna o esta fuese prácticamente una mueca de disgusto en el rostro, pero sin mayores consecuencias. Como si estuviésemos anestesiadas.

            Esta misma semana, concretamente hoy mismo, hemos conocido que el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, volvía a anular los artículos que regulan jefaturas de libre designación en el Servicio Navarro de Salud, que afectan a la capacidad de que las enfermeras sean nombradas directoras de Equipos de Atención Primaria, como estaba sucediendo con magníficos resultados tanto de gestión como económicos.

            Esta misma semana, vaya semanita, los farmacéuticos – a pesar de ser mayoritariamente mujeres- hacían gala también de su poder anunciando una nueva acometida de “abordaje comunitario” en esta ocasión queriendo prescribir y promocionar vacunas. Posiblemente porque quieran recordarnos, como hacen machaconamente en la Televisión, que se trata de un medicamento y que hay que consultar con el farmacéutico. Algo que lograron colar, con el beneplácito político, y que apartaba de un plumazo, en este caso, tanto a los médicos como a las enfermeras. En lugar de decir consulte a su profesional de la salud, dicen tan solo a su Farmacéutico. Será porque para eso lo venden ellos y lo cobran ellos también, claro. Todo sea por el negocio.

            Las enfermeras deberíamos plantearnos si cada vez que en la Televisión de dice algo sobre el cuidado, aparezca una pantalla en gris perla (por lo del color que nos identifica académicamente) que dijera este anuncio es sobre el CUIDADO, lea detenidamente las indicaciones y consulte a la ENFERMERA. El problema está en quien apoya al medicamento y a quien apoya al cuidado… blanco y en botella.

            Dudo, ojalá me equivoque, que el estudio la sentencia o la noticia, generen una respuesta unánime y masiva de las enfermeras en nuestro país. A lo sumo algunas referentes, alguna organización o sociedad científica alcen la voz sin que, lamentablemente, tenga excesivo eco. La naturalización, posiblemente por la reiteración, siga provocando la anestesia colectiva.

            En cualquier los tres casos, tienen algo en común. La testosterona social y corporativa.

            Seguimos viviendo en una sociedad eminentemente machista, patriarcal y dominante que se resiste a perder el poder otorgado por el hecho de secretar dicha hormona que fisiológicamente sabemos que se produce en los testículos, pero que socialmente lo hace en mucha mayor medida en el cerebro, en este caso tanto de hombres –mucho más- como de mujeres. Porque el problema viene determinado cuando los comportamientos, los tópicos, los estereotipos, la dominación… forma parte no tan solo de que sean más los hombres que integran una sociedad o una profesión, sino en que dicha sociedad o profesión esté impregnada de ese comportamiento como algo consustancial a las mismas.

            Si a esto añadimos las decimonónicas estructuras judiciales con las que aún contamos en nuestro país y una legislación escrita también con testosterona los resultados son los que son. Los jueces, con mucha testosterona, también contribuyen, pero básicamente se trata de las normas que van en contra sistemáticamente contra las posibilidades de desarrollo e igualdad de las enfermeras, las que hacen que se dicten sentencias tan incomprensibles, como dolorosas e indignantes.

            Resulta que un Filósofo puede ser Ministro, una abogada Consejera, un economista Director General, un biólogo gerente… pero una enfermera no puede ser nada de eso por el simple hecho de ser enfermera y tener la fatalidad de que nuestros principales compañeros de viaje sean quienes más testosterona corporativa secretan, lo que provoca una permanente y sistemática exhibición de fuerza y demarcación de territorio, utilizando para ello las leyes y el sistema judicial que les protege y ampara. Y claro, a la vista de esto pues acuden nuevos actores que actúan con idéntica mecánica fagocitadora. A lo que hay que añadir a una clase política dominada por la apariencia y el dominio de los lobby, para que tengamos muy poco margen de mejora.

            Ha sido en Navarra donde se ha dictado esta sentencia que vuelve a marginar a las enfermeras. Y a pesar de que todas las comparaciones son odiosas y posiblemente esta mucho más, fue en Navarra también, donde se dictó la tristemente famosa sentencia de la manada contra una mujer. Nuevamente la testosterona, en cualquiera de sus formas, apariencias o actitudes, hace acto de presencia.

            Las enfermeras deberíamos despertar de una vez y exigir que se acabe ya con el acoso, la discriminación, la desigualdad, la violencia corporativa y profesional a la que somos sometidas de manera reiterada sin que los políticos, que se apresuran a decir que somos imprescindibles cuando les interesa, hagan nada por remediarlo. Porque al fin de cuentas también ellos secretan mucha testosterona.

            Y, paradójicamente, todo esto sucede en el celebérrimo año del Nursing Now. Espero que los acontecimientos no sigan en esta misma línea y que podamos celebrar algo. Aunque sea los 200 años de Florence Nightingale.

            Pero no creamos que la testosterona tiene la culpa de todo. Porque nosotras como enfermeras también deberíamos hacer un ejercicio de reflexión y autocrítica para darnos cuenta del conformismo, el buenismo, el pasotismo… y otros muchos “ismos” de los que hacemos gala desde ese adormecimiento permanente, en el que la anestesia de la normalización, nos tiene sumidas. Ojo, no apunto a que tengamos que secretar también nosotras testosterona, sino a que digamos ¡¡¡basta ya!!! Pero también a que de una vez por todas sepamos identificar, difundir y defender nuestros activos intangibles y bienes intrínsecos.

De una vez por todas deberemos darnos cuenta que hace falta que las enfermeras asumamos la competencia política que influya en la política y favorezca políticas de salud, también para nosotras.

Como dijera la poeta polaca Wislawa Szymborska:

Somos hijos de nuestra época

y nuestra época es política.

 

Todos tus, mis, nuestros, vuestros

problemas diurnos y los nocturnos,

son problemas políticos.

Quieras o no tus genes tienen un pasado político, tu piel un matiz político

y tus ojos una visión política.

 

Cuanto dices produce una resonancia,

cuando callas implica una elocuencia

inevitablemente política.

 

Incluso al caminar por bosques y praderas

das pasos políticos

en terreno político.

 

Adquirir significado político

ni siquiera requiere ser humano.

Basta ser petróleo,

pienso compuesto o materia reciclada.

 

Los poemas apolíticos son también políticos,

y en lo alto resplandece la luna,

un cuerpo ya no lunar.

Ser o no ser, esta es la cuestión.

¿Qué cuestión? Adivina corazón:

una cuestión política

           

A lo que añado:

Ser o no ser, esta es la cuestión

¿Qué cuestión? Adivina corazón:

una cuestión enfermera, que requiere nuestra implicación política, profesional, académica, gestora y femenina, como nuestra Enfermería.

 

            No nos equivoquemos más. Está en nuestra mano el darle solución. El tema es el cómo no el qué.

¿Nos ponemos a ello, es decir actuamos, o seguimos esperando acontecimientos y lloramos?

ALREDEDOR DE LA ENFERMERA COMUNITARIA

Las/os estudiantes de 4º de Enfermería de la Universidad de Alicante trasladan la importancia de contar con enfermeras comunitarias.

ESCOTOMA

Ayer tuve la oportunidad de asistir en el Ministerio de Sanidad a una Jornada sobre el desarrollo de la atención comunitaria que forma parte del Marco Estratégico para la Atención Primaria y Comunitaria que se aprobó el pasado año por consenso de las administraciones públicas, los profesionales (sociedades científicas, organizaciones colegiales, sindicatos…) y la ciudadanía (organizaciones y sociedades ciudadanas y de pacientes…).

          Esta actividad no tendría mayor relevancia que la influencia que la misma pueda tener en el desarrollo del cambio de la Atención Primaria que se propugna, sino fuese por lo que sucedió en su organización y lo que aconteció durante su celebración.

          En plenas vacaciones de navidad salió a la luz información, desde el Ministerio de Sanidad, en la que se anunciaba la celebración de la Jornada “Orientando la Atención Primaria hacia la Comunidad”, organizada por el PACAP, grupo dependiente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) y el propio Ministerio. En la citada jornada, estructurada en mesas de debate, ni una sola enfermera para hablar de Atención Comunitaria.

          Bueno, pues esta es la realidad entendida como la conducta o forma de ver los hechos o las cosas tal como son en realidad, sin ningún idealismo en ese momento en el que llega la información. Nada que cuestionar a los hechos que así lo atestiguaban.

          Ante esto, que por otra parte es o viene siendo lo habitual, cabían varias opciones. Refugiarse en las fiestas navideñas y esperar a que Papa Noel, para los menos tradicionales, o los Reyes Magos, para los nostálgicos, fuesen capaces de edulcorar esa realidad con algún regalo en forma del discurso frecuente en el que se alaba a las enfermeras con el único propósito de que sigan manteniendo su fe en que algo cambiará en algún momento, o en hablar por ellas de manera subsidiaria y a través de voces que ni nos son propias ni se ha solicitado que lo hagan, usurpando, no tan solo la voz sino las ideas. Llorar y quejarse cuando los hechos consumados dejasen a la luz la invisibilidad, una vez más, de las enfermeras al hablar de algo que hacen mayoritariamente ellas. O bien, actuar y tratar de revertir una situación en base a argumentos sólidos.

          La primera opción, aunque navideña y entrañable a nadie, o muy pocos, les cabe duda de que es tan solo una ilusión que no tiene posibilidades de cumplirse, ya sabemos quiénes son Papa Noel y los Reyes Magos y la poca capacidad de magia real que tienen, aunque mantengan la ilusión en quienes esperan de ellos siempre sus regalos.

          La segunda opción es, lamentablemente, muy habitual y supone la asunción de la figura de plañideras permanentes, ante lo que las enfermeras consideran injusto, sin que sus lágrimas ni su pesar sirva para poco más que generar compasión, lástima o indiferencia ante la reiterada escena de aflicción.

          La última opción, es la menos corriente por cuanto supone tener que implicarse, estar convencidas de lo que se denuncia y propone como alternativa, mantener una firmeza abalada por pruebas contrastadas, trasladar una realidad diferente a la que se quiere hacer ver como única e insustituible con el fin de modificarla y adaptarla a la que corresponde realmente.

          Y, quien les escribe, optó por la tercera a pesar de que creo firmemente en los Reyes Magos, pero claro está, para otros menesteres y deseos. Y, porque rechazo de plano la segunda ya que vengo repitiendo de manera insistente en que llorar, si se quiere o hay que hacerlo, se hace en casa. En donde importa, es decir donde debemos actuar las enfermeras, sea en el ámbito de la atención, de la gestión de la docencia, de la investigación o de la política, hay que ir lloradas para poder actuar y cambiar aquello que ni nos gusta ni es justo, ni se ajusta a la realidad.

El inmovilismo e incluso el propio llanto de las enfermeras viene determinado muchas veces porque tratamos constantemente de darle sentido al bombardeo de información inconexa que encaramos diariamente y llegamos a ser tan buenas llenando y haciendo un escenario razonable de datos inarticulados que algunas veces damos sentido a lo absurdo. Solemos, por tanto, crear un retrato coherente de lo que escuchamos y vemos aun a sabiendas de que un examen cuidadoso de la evidencia nos revelaría que la información es vaga, confusa, obscura, inconsistente e ininteligible y por tanto que la realidad que emana y es vista por nuestra mente es susceptible de ser cambiada.

          Así pues, como enfermera que soy, hice un diagnóstico de la situación, identifiqué los ámbitos en los que actuar, prioricé las intervenciones, movilicé los recursos necesarios y actué.

          No es mi intención en ningún momento, presentarme como un héroe o un Robin Hood enfermero para llevar a cabo una redistribución de ideas, planteamientos o posicionamientos, ni Maquiavelo conspirando permanentemente, ni el Quijote que ve gigantes donde realmente hay molinos de viento. No lo soy ni lo pretendo serlo. No hice más que aquello que entendí que debía hacer como enfermera comunitaria que soy y me siento, como Presidente de la Sociedad Científica a la que represento (AEC) y como persona con capacidad de análisis, reflexión y pensamiento crítico, que entiende que no se puede asumir cualquier realidad, la diga quien la diga, por el mero hecho de llevar el sello de una institución o de una profesión determinada. Y porque entiendo y creo que la realidad es diversa, ecléctica y participativa o no es realidad, sino imposición e impostura.

          Por eso entendí que se debía y se podía revertir la situación. Y actué. Y en la actuación me acompañaron otras enfermeras.

          Y de esa actuación se produjo lo que muchos no quieren ver, entender o admitir, que no es otra cosa que lo que finalmente sucedió. Y lo que sucedió, es que la Jornada pasó a estar organizada también por enfermeras y no tan solo eso, sino que además se incorporaron enfermeras en las mesas de debate y en la inauguración estábamos dos enfermeras y un médico junto al Ministro y el Secretario General de sanidad, poniendo voz a nuestra realidad y no dejando que otras personas la pusieran por nosotras. De tal manera, que el discurso que se generó en la Jornada fue construido en igualdad y sin protagonismos, con voces e ideas que tenían validez por lo que significaban y no por quien las decía.

Otra cosa, bien diferente es como del realismo de los resultados que se obtengan de la nueva situación generada se conforme la realidad. Esta realidad sí que estará impregnada de idealismo, entendido como la tendencia a considerar la enfermería comunitaria y la Atención Primaria y Comunitaria, de acuerdo con unos modelos de armonía y perfección ideal que no se corresponden con la realidad actual. Pero, también es cierto que quienes allí estábamos, podemos decir que éramos las/os convencidas/os y que aún hay mucha gente escéptica, conformista, inmovilista… que no cree ni quiere creer que otra realidad existe. Posiblemente porque, en esa realidad, o bien entienda que pierde protagonismo o bien que tiene que ganar conocimiento e implicación y ni unas/os ni otras/os estén en disposición ni tan siquiera de intentarlo. Pero finalmente, lo importante es que haya una idea generadora de ilusión que permita cambiar la realidad actual que tiene de realidad de momento, tan solo, la ilusión.

La mente ve lo que quiere ver, aquello que quiere ver y lo hace basándose en prejuicios, programaciones o condicionamientos previos.

          Podríamos decir que padecemos, en cierta manera, de un estocoma[1] colectivo que hace que saquemos conclusiones de los actos y palabras de los demás, al interpretar cosas, que en verdad no han hecho, dicho, ni siquiera pensado, pero tomamos esa «verdad» alternativa y nos la creemos hasta las últimas consecuencias.

          Y no resulta terrible o irremediable, pero el escotoma actúa como el prejuicio: juzgamos, sentenciamos y hacemos efectiva la condena sin pararnos a pensar si ni siquiera estaremos, efectivamente, en lo cierto; y lo peor es que a veces lo hacemos de forma cobarde. Pero sin ser terrible impide que en muchos casos avancemos.

          Así pues, tal como dijo David Bohm[2] “Muchos creen estar pensando cuando están meramente reordenando sus prejuicios”. Sin darse cuenta que no somos espectadores de lo que “nos rodea”; sino que somos parte de ello y por eso si queremos cambiar la realidad debemos actuar y no tan solo admitir como inevitable lo que sucede, resignándonos a las consecuencias o como máximo llorando cuando nos afectan.

          William James[3] decía: “Cuando algo es nuevo, la gente dice: «No es cierto” Luego, cuando su verdad es aparente, dicen: “No es importante”. Finalmente, cuando no puede negarse su importancia, dicen: “De todos modos, no es nada nuevo”. Y ese discurso, consecuencia del estocoma nos limita, como enfermeras, y nos impide hacernos visibles, ya que ni damos valor, ni aportamos nada para que se logre o asumimos que la realidad que tratan de imponer es en la que nos corresponde creer al entender que no es nada nuevo y que nada podemos cambiar.

          Pues bien, ayer, se demostró que la mente ve aquello que quiere ver y que lo que quiso ver y dejó ver, no es otra cosa que las enfermeras estamos en disposición de cambiar una realidad que durante mucho tiempo se nos ha querido imponer como inalterable.

          De nosotras depende que el estocoma nos siga cegando o, que, al contrario, la luz de nuestro planteamiento, nuestra ciencia, nuestros argumentos, nuestro paradigma… contribuya a modelar una realidad diversa en la que tenemos tanto que aportar.

          A pesar de todo, siempre deberemos contar con el escepticismo y la visión permanente del vaso medio vacío de quienes prefieren mantener la ceguera de esa otra realidad posible.

[1] (del griego skótos, «tinieblas, obscuridad») es una zona de ceguera parcial, temporal o permanente. Puede ser un escotoma normal en gente sana como lo es el del punto ciego ocular o puede ser patológico, debido a una lesión de la retina o del nervio óptico. Sin embargo, en el lenguaje coloquial y como significado alternativo es la aclaración de que: “la mente ve, lo que quiere ver”.

[2] David Joseph Bohm (Wilkes-Barre, Pensilvania; 20 de diciembre de 1917-Londres, Inglaterra; 27 de octubre de 1992) físico estadounidense.

[3] William James (Nueva York, 11 de enero de 1842-Nueva Hampshire, 26 de agosto de 1910) Filósofo y psicólogo estadounidense.

ENTREVISTA ONDA CERO ALICANTE

Con Gloria Martins de la Universidad de Franca en Sao Paulo (Brasil)

Entrevista realizada por Luz Sigüenza en Onda Cero Alicante el 27/01/2020 sobre el proyecto de investigación «Percepción de las/os estudiantes de la Universidad de Alicante sobre maternidad/paternidad», llevada a cabo durante la estancia académica de Gloria Martins de la Universidad de Franca en Sao Paulo (Brasil) y en la que colaboró la Profesora Alba Navalón de la Universidad de Alicante y la Profesora Helena Leal David de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ).

PIN CONTRA LA SALUD COMUNITARIA

Viñeta de Forges publicada en 1984, en Diario 16

A tenor de lo que está sucediendo, cada vez parece más claro que se considere como normal el que se digan, hagan o piensen determinadas cosas.

Más allá de la deseada y necesaria libertad de expresión, hay cuestiones que escapan a tan importante derecho. Ampararse en la libertad de expresión para, desde la misma, lanzar ataques a otras libertades fundamentales como el derecho a la educación en libertad, al pensamiento crítico, al respeto a la diferencia… es tanto como ampararse en órganos judiciales para protegerse o ir en contra de ellos cuando interesa. En definitiva, es utilizar la democracia para actuar con la libertad que la misma ofrece con el fin de atacar los pilares en los que sustenta.

Esta actitud no es nueva. Pero no por ello debe naturalizarse o entenderla como normal, porque hacerlo es tanto como contribuir, de alguna manera, al logro de quien está ejerciéndola con la impunidad que le dan las mismas leyes que está intentando eliminar y siendo, por lo tanto, cómplices de un evidente deterioro democrático.

La libertad y las libertades cuestan mucho de lograr y aún más de mantener. Las mismas garantizan la convivencia y el respeto desde la diversidad de pensamiento, religión, raza, sexo, género…para evitar la discriminación, la xenofobia, el racismo, la homofobia, la violencia… que finalmente acaban por generar odio y enfrentamiento, desde posiciones de autoritarismo, paternalismo, reduccionismo, sometimiento y pérdida de libertad desde la que hipotética e hipócritamente se construye un mundo mejor, pero tan solo para quienes piensan igual, apartando, acosando, victimizando y anulando a quienes se instalan en la diferencia de su particular y exclusivo planteamiento, defendido con el disfraz de demócratas.

Confundir e intentar confundir la libertad con la manipulación, el engaño, la imposición, el desprecio, la intolerancia… desde el populismo, la falsa defensa de valores y el cinismo tan solo conduce al deterioro de la democracia, desde la que hipócritamente se está actuando para destruirla.

Esta reflexión, sin duda, no tendría demasiado sentido en este blog sino fuese porque la misma es necesaria para entender que es lo que está pasando y lo que puede llegar a pasar si no logramos detener a quienes están empeñados en destruir todo aquello que identifican como una lacra social, simplemente por no coincidir con lo que ellos plantean como bueno, normal, decente, moral, estándar…lo que finalmente provoca que existan ciudadanas/os de primera o de segunda en función de que se integren o no en su particular y exclusivo planteamiento de vida o pensamiento.

La irrupción en el panorama político español de grupos políticos que, amparándose en la democracia, la constitución, la libertad… aprovechan para atacarlos y eliminar derechos y libertades es una realidad que está provocando situaciones que nunca hubiésemos pensado que volviesen a producirse tras superar una dictadura que estos mismos políticos niegan y ensalzan.

En una sociedad como la nuestra en la que la violencia de género, el acoso a quien es diferente por razón de sexo, religión o raza… se están convirtiendo en lacras sociales que causan muerte, desigualdad, miedo, opresión, estigma… que influye de manera directa y significativa a la salud individual y colectiva, las enfermeras, no podemos ni debemos permanecer al margen, pensando que es algo que no va con nosotras y que nada podemos hacer para afrontar los problemas que se derivan de esta situación.

El denominado pin parental que se ha aprobado en Murcia con el apoyo, no lo olvidemos, de quienes se dicen llamar partidos constitucionalistas, se suma a los ataques que, en forma de nuevas regulaciones o anulación de aquellas que salvaguardaban su cumplimiento, se están llevando a cabo en contra de la violencia de género, que tratan de negar disfrazándola de violencia doméstica, o poniendo trabas para recuperar una memoria histórica que permita conocer la verdadera barbarie de una dictadura que duró más de 40 años.

            Entender que estas decisiones son tan solo hechos aislados que no van a tener consecuencias en el desarrollo de nuestra democracia es tanto como negar la evidencia de una realidad que se torna en amenaza para la salud comunitaria.

Restringir, negar, manipular, ocultar, mentir, limitar… la educación de las/os niñas/os desde una supuesta libertad de los padres para salvaguardar a sus hijos de las amenazas que supone una educación en libertad, es tanto como contribuir a incrementar las desigualdades, el odio a lo y al diferente, el clasismo, el machismo, el egoísmo y, por tanto, perpetuar comportamientos machistas, racistas, homófobos… que conducen a la violencia contra todo aquello que no se ajuste a su patrón de normalidad moral, religiosa y política. Identificar a los hijos como una mercancía de propiedad exclusiva con la que negociar es, en sí mismo, un claro ejemplo de la manipulación que se lleva a cabo para tratar de imponer un modo de pensamiento único, irreflexivo, lineal, posesivo, obsesivo y represivo. Es como el matrimonio mal avenido que trata de hacer daño al otro utilizando para ello a las/os hijas/os mediante la manipulación interesada de las/os mismas/os. Finalmente siempre acaba teniendo consecuencias negativas para las/os hijas/os a las/os que hipotéticamente se trata de defender con tales actitudes.

Utilizar la educación como arma arrojadiza, ideológica, fundamentalista, o represora, es mezquino e indigno y supone una claro intento de adoctrinamiento en contra de los valores democráticos y de libertad a los que todas/os las/os niñas/os tienen derecho con independencia de sus madres y padres y de la ideología que estas/os tengan. La ideología individual nunca puede ir en contra de los valores de una democracia que, por su parte, no obligan a nadie a pensar de una u otra forma, sino tan solo a respetar a todas/os aunque sean diferentes o, precisamente, por ser diferentes.

Las enfermeras tenemos un compromiso deontológico, científico, profesional y moral con las personas, las familias y la comunidad que nos obliga a trabajar de manera clara, decidida, firme y rigurosa, junto a otros profesionales y agentes de salud comunitarios, en defensa de la equidad, solidaridad, desarrollo humano, progreso, democracia… que dejan de ser una opción para pasar a ser una obligación. Llevando a cabo una apertura a la realidad social, observando, comprendiendo y planteando una comunicación con el entorno a través de la relación de escucha y diálogo que eleve la competencia social y el sentido comunitario de las/os niñas/os. Tratando que nuestras actuaciones en salud comunitaria dejen de depender del voluntarismo profesional, de la formación o la ideología, pasando a formar parte de nuestro trabajo diario. Para ello resulta imprescindible que no identifiquemos a las personas, y muy particularmente a las/os niñas/os, como meras receptoras de actividades diseñadas por las enfermeras, dejando de culpabilizarlas de su estado de salud o de los estilos de vida, ya que desde un enfoque de determinantes sociales de la salud sabemos que la responsabilidad de la salud y de los problemas de salud no depende exclusivamente, ni siquiera principalmente de ellos. Abandonando el paternalismo profesional y respetando la autonomía de las personas, incluidas/os las/os niñas/os a las/os a quienes parece se les quiere eliminar su condición como tales, por entender que son propiedad de las madres y padres. No se trata de imponer ningún criterio, ni pensamiento como acusan quienes, precisamente lo están haciendo, sino de llevar a cabo un proceso que obtenga el resultado en salud del respeto, la igualdad y la equidad. Lo contrario hace aflorar prejuicios, irracionalismo y pasiones, y es fácilmente manipulable por los demagogos.

Nadie nos puede asegurar que sea este el único “pin” que traten de imponer los intransigentes ideológicos. Si consentimos con nuestro conformismo este, es muy probable que se impongan nuevas restricciones de pensamiento y de acceso a la realidad para, de esta manera, modelar la voluntad a través de la alienación de pensamiento y de acción, amparándose en la defensa de la patria, su patria, de Dios, su Dios, de la religión, su religión, de la economía, su economía, de la libertad, su libertad… para lo que hace falta eliminar a todo aquel y todo aquello que identifiquen como una amenaza para su fin. Según ya dictaba magistralmente Maquiavelo en su obra el Príncipe, el fin justifica los medios, aunque estos supongan eliminar la libertad de muchos en beneficio de la de muy pocos.

Nadie queda exento, por tanto, de responsabilidad ante lo que está sucediendo y las enfermeras comunitarias, en particular, tenemos que actuar en defensa de la salud de las personas, lo que pasa por garantizar la educación para la salud de todas/os con criterios científicos al tiempo que participativos.

Situarse en la marginalidad de lo estrictamente profesional, desde una ética de mínimos que obvie la realidad social, nos sitúa en clara posición de complicidad con quienes utilizan argumentos acientíficos, acríticos, eufemísticos, falaces y mentirosos que contribuyen a la confusión de las personas y a la generación de comportamientos que atentan claramente contra la salud de la comunidad en su conjunto.

Y esto, que nadie lo confunda, no es hacer política, sino tener competencia política para promover, desarrollar y defender políticas de salud, como una competencia propia de las enfermeras comunitarias a la que no podemos permanecer ajenas.

Alzar la voz escandalizándose por los movimientos antivacunas al identificarlos como una amenaza para la salud pública que, además, se realizan desde la mentira y el engaño y no hacerlo ante un movimiento como el que promueve la restricción educativa de las/os niños/os es tan incomprensible como rechazable y tan peligroso, sino más, que la no vacunación infantil. La educación es, sin duda, la mejor vacuna contra la ignorancia, la intolerancia y la violencia y, por tanto, debemos llevar a cabo una defensa a ultranza de la misma que evite un verdadero problema de salud pública, pero también de convivencia democrática y de respeto a las libertades individuales.

Lo que ahora podemos identificar como una simple distopia como la definía Santo Tomás Moro en su obra Utopía (1516), nos puede llevar a una triste y cruel realidad, como tantas veces ha ocurrido en la historia de la humanidad, de la que cueste mucho salir. No contribuyamos a que sea VOX populi.

 

DETRÁS DE CADA PERSONA UNA ENFERMERA COMUNITARIA

Alba Vicente Egea, Inés Sánchez Pérez, Edgar Ruiz González, Alejandro Prieto Montoya y Blanca Ramo Alameda, estudiantes de 4º de Grado de Enfermería de la Universidad de Alicante (2018-2019), realizan un vídeo en el que identifican la importancia de las enfermeras comunitarias más allá de las actividades por las que generalmente se les identifica.

Cuidados, palabra del año 2020

(2020-1-23) La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado al 2020 Año Internacional de la Enfermera y la Matrona. Ha sido en la 72ª Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra y se ha acordado por unanimidad.

Es de justicia destacar la iniciativa del director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien personalmente defendió esta proclamación, poniendo en valor el trabajo que realizan las enfermeras en todos sus campos profesionales. Una labor, resaltó, imprescindible para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como la cobertura sanitaria universal.

Por otro lado, cerrábamos el año 2019 con la noticia de que Fundéu BBVA, la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia Efe y BBVA, designaba “emoji” como palabra del año. Esta Fundación ha considerado pertinente destacar en 2019 el innegable impacto de estos pequeños símbolos (emoticonos) en nuestra vida cotidiana, cada vez más relacionados con el resto de los elementos que conforman nuestra comunicación diaria. En anteriores ediciones, se había designado palabra del año, «escrache» en 2013, «selfi» en 2014, «refugiado» en 2015, «populismo» en 2016, «aporofobia» en  2017 y «microplástico» en 2018.

Al hilo de ambas proclamas, atendiendo al valor de las palabras y las acciones, viene al caso recapacitar sobre cómo los hechos engendran o popularizan palabras que hacen más amplios, ricos y efectivos los mecanismos de la comunicación humana.

Por ello, al considerar la designación del Año Internacional de la Enfermera y la Matrona, ponderando la difusión de las acciones y eventos que han de tener lugar en todos los países del entorno CIE para su celebración, no es aventurado pensar que en 2020 la palabra “cuidados” ha de ser una de las más pronunciadas en los numerosos idiomas del mundo. No hay lugar a duda, al constituir dicho vocablo la función capital específica de la acción profesional de las enfermeras y las matronas.

Efectivamente, en nuestro país, la profesión enfermera, entendida como el colectivo constituido por enfermeras generalistas y especializadas, entre sus cometidos tiene como misión cuidar al ser humano desde su nacimiento hasta su fallecimiento. Son los “cuidados”, tanto de promoción de la salud y de prevención de la enfermedad, como asistenciales y curativos, el epicentro de su acción profesional y toda su actividad sanitaria los incluye. Razón por la cual esta palabra, “cuidados”, habrá de ser pronunciada y escuchada infinidad de veces este año que comienza, en infinidad de lenguas y dialectos. A buen seguro que ha de ser así.  

Interés, esmero, vigilancia, curiosidad, observación, inclinación, escucha, aplicación, reflexión, meditación, análisis; estos son los sinónimos de la voz “cuidado”, en español. Y la RAE, en su Diccionario, la define en su primera acepción como “Solicitud y atención para hacer bien algo”; especificando en la segunda: “Acción de cuidar (asistir, guardar, conservar) El cuidado de los enfermos,…”. Según esto, en el significado de “cuidados” todo es bueno, positivo, humanitario… ¡Hermosa palabra!

¿Podrá alcanzar el honor de ser la palabra del año 2020? Razones y enjundia hay en abundancia y, de cumplirse las previsiones expresadas, ciertamente no es descabellado imaginar que así suceda.

Entre las características de los emoticonos que destaca la Fundación está el poder de ser entendidos por personas con diferentes culturas y lenguas. El alcance de los cuidados brindados por las enfermeras y enfermeros no solo se sitúa en la misma dimensión de inteligibilidad, sino que la trascendencia, impacto  y consecuencias de su correcta aplicabilidad, dotan a la palabra “cuidados” de un contenido que debiera situarla en una categoría, reconocimiento y prestigio social que permitiese su elección.

Desde la Academia de Enfermería de la Comunitat Valenciana hacemos votos y apoyamos fervientemente su elección para el acreditado título de Palabra del Año 2020 en atención a la exposición de motivos aquí referida.

 

José Antonio Ávila Olivares

Presidente de la Academia de

Enfermería de la Comunitat Valenciana

De mayor quiero ser enfermera comunitaria

COLEGIO OFICIAL DE ENFERMERÍA DE VALÈNCIA

http://www.enfervalenciadigital.com:8081/REVISTA/NOTICIA.ASPX?sid=15169 

Un cuento para explicar lo que es ser enfermera

El profesor de la UA José Ramón Martínez-Riera publica una historia para normalizar el uso de «enfermera» como genérico https://www.diarioinformacion.com/universidad/2020/01/21/cuento-explicar-enfermera/2226240.html

MANTENIMIENTO DE LA SALUD

Isabel Bonet Santos, Elena Borja Garrigues, Eduardo Carratalá Lázaro y Alberto Díaz Gallardo, estudiantes de 4º de Enfermería de la Universidad de Alicante, 2018-2019, realizaron este vídeo apoyándose en el cine para reflejar la importancia de las enfermeras comunitarias en el mantenimiento de la salud.