LA HUELGA COMO EXCUSA. «Y LAS ENFERMERAS PA CUANDO?»

En Cataluña se están viviendo procesos complejos de reivindicación social que tienen su extensión en reivindicaciones profesionales como las de la sanidad.

En este sentido en las últimas semanas se están produciendo protestas y huelgas de los profesionales de la salud de Atención Primaria que sin embargo han sido capitalizadas y monopolizadas por los médicos en una nueva muestra de su voraz fagocitosis.

Sin entrar a valorar los aspectos por los que se ha decidido asumir la siempre difícil decisión de una huelga, por las consecuencias directas e indirectas que las mismas tienen en quienes la convocan y las padecen, lo bien cierto es que finalmente se decidió que la situación era lo suficientemente grave y general para que fuese asumida de manera unitaria por los diferentes colectivos profesionales de la sanidad catalana, tanto sanitarios como no sanitarios.

Sin embargo desde el mismo instante en que se hace efectiva la citada huelga, esta es imputada en exclusiva a los médicos y a sus reivindicaciones y así es difundida por los medios de comunicación. Medios a los que se les recuerda, por parte de otros colectivos, que la huelga no es tan solo de médicos, pero que a pesar de ello, bien por miopía informativa, interés divulgativo o distorsión de la realidad, o una mezcla de todos ellos, persisten en su información centrada en las reivindicaciones médicas como elemento exclusivo de las protestas. La Atención Primaria se convierte en Atención Médica Primaria como efecto de esta simplista relación entre el ámbito de actuación, la Atención Primaria, y quienes aparentemente en el mismo participan y actúan de manera exclusiva, los médicos.

Las enfermeras, que una vez más entendieron que era una buena decisión el sumarse a una huelga de manera conjunta, con los compañeros médicos, para hacer mayor fuerza en las legítimas demandas de mejora de la sanidad catalana, vieron y comprobaron como estas se disgregaban y se concretaban en una protesta de exclusividad médica centrada en el manido y difícilmente sostenible argumento de un tiempo de consulta estandarizado, en este caso de 12 minutos, posiblemente como consecuencia de la revalorización del tiempo transcurrido desde que exigieran 10 minutos en otra célebre protesta que no logró que se consolidase el tiempo exigido de atención. No es razonable ni racional este planteamiento pues las necesidades de atención, y por tanto el tiempo que a las mismas se debe dedicar, no se puede ni se debe estandarizar. Lo razonable y racional es gestionar adecuadamente el tiempo y priorizar necesidades a las que dedicar el tiempo que, en cada caso, sea necesario. Lo contrario es instalarse en el discurso fácil y dogmático de cara a la galería.

Continuar leyendo «LA HUELGA COMO EXCUSA. «Y LAS ENFERMERAS PA CUANDO?»»

LAUDATIO A Mª PAZ MOMPART GARCÍA

Laudatio pronunciada con motivo de la Recepción y Nombramiento de Mª Paz Mompart García como Académica de Honor de la Academia de Enfermería de la Comunitat Valenciana el 22 de noviembre de 2018 en el Auditorio del Jardín Botánico de València.

La verdad es que resulta difícil presentar a la Profesora Mompart. No porque no haya méritos, aportaciones, referencias o acciones que aportar, sino precisamente por todo lo contrario. Porque su bagaje es tan amplio e importante que no sé muy bien si sabré condensarlo, ordenarlo y presentarlo en su justa y necesaria medida. Pero precisamente ese es el cometido que se me ha encomendado y al tenerlo que hacer como laudatio, es decir, como elogio que originalmente era entendido como panegírico en honor de una persona, me hace sentir mejor por cuanto es algo que no tan solo me anima sino me agrada.

El término referente suele aprovecharse para nombrar a quien sobresale y es, por lo tanto, un exponente o un símbolo dentro de un determinado ámbito. Y por ello no cabe duda de que la Profesora Mompart es un referente de la Enfermería tanto en España como en Latinoamérica. Y lo es, más allá de que se quiera glosar su figura en un acto tan protocolario, académico y formal como este, porque la Enfermería necesita tener referentes como ella. Referentes que vayan más allá de lo simbólico para situarse en lo concreto, práctico y pragmático. Y los necesita no porque no los tenga, sino porque no los ostenta, presenta y respeta. Y considero que este es un foro y un acto adecuados para, reivindicarlo, hacerlo y consolidarlo. Porque una disciplina sin referentes no puede considerarse una disciplina científica, académica, seria y rigurosa. Y este acto precisamente lo que hoy presenta y quiere representar es todo esto a través de la Academia de Enfermería de la CV.

Dicho lo cual me permite presentar de manera diferente al simple relato curricular a la Profesora Mompart. Porque ya no es tan importante, que lo es, lo hecho y aportado, como lo que ha significado, significa y significará para la Enfermería. De esta manera la Laudatio que ahora presento lo es tanto para la protagonista de la misma como para la Enfermería a la que ha nutrido como referente.

La Profesora Mompart es enfermera, más allá de los títulos nacionales e internacionales que se lo reconocen con diferentes y no siempre acertadas denominaciones y es también Licenciada en Humanidades. Así mismo es Máster en Investigación Cualitativa en Salud y Especialista en Administración de Servicios de Enfermería, y una amplia formación de posgrado en gestión y docencia fundamentalmente.

Continuar leyendo «LAUDATIO A Mª PAZ MOMPART GARCÍA»

ENFERMERA Y  UNIVERSIDAD

¿Cuál es su profesión? Profesor Universitario.

Cuántas veces hemos escuchado y seguimos escuchando esta respuesta.

Y siempre que la he escuchado me ha parecido que se estaba intentando ocultar algo. Porque nadie estudia para ser Profesor de Universidad. Se puede trabajar como Profesor de Universidad, pero no es esa la profesión de quien lo hace. Para ser Profesor de Universidad uno tiene que haber cursado previamente estudios que le faculten en el marco de alguna disciplina, la que sea.

Así pues, yo soy enfermera y precisamente mi condición de enfermera me ha permitido y facultado para ser Profesor Universitario.

Se trata de una de las formas más exclusivas de invisibilización enfermera. La Universidad “viste” mucho y da esplendor y por tanto permite “tapar” de manera intelectual e incluso científica la condición de enfermera. Y digo que permite tapar, porque no entiendo el por qué de esa negación de lo que verdaderamente se es, enfermera. No es algo que suela suceder en otras disciplinas en las que, con independencia de lo que se haga, los profesionales se identifican como lo que son, es decir, biólogo, psicólogo, químico… pero no como Profesor Universitario.

Y esto que puede ser considerado como algo banal o sin mayor trascendencia, para mí la tiene y mucho.

Porque como docente en una ciencia concreta como en este caso es la enfermería, se debe tener claro cuál es la identidad profesional de quien como tal actúa. No hacerlo, ocultarla o enmascararla, conduce a que lo que se traslada como conocimiento que trata de construir la identidad profesional enfermera queda desvirtuado, desdibujado, enmascarado y, por tanto, se contribuye a la desvalorización de ser y sentirse enfermera y en consecuencia a la perpetuación de no poner en valor el orgullo de sentirse como tal.

La Universidad, como cualquier otro ámbito de actuación, no debería ser utilizado nunca como parapeto de la identidad enfermera. Todo lo contrario, debería utilizarse como caja de resonancia de dicha identidad, a través de la aportación docente que permite formar enfermeras competentes y consecuentes.

Continuar leyendo «ENFERMERA Y  UNIVERSIDAD»

A TODAS LAS ENFERMERAS COMUNITARIAS POR SU COMPROMISO E IMPLICACIÓN EN y CON LA COMUNIDAD.

MASCULINIDAD ENFERMERA. LA IMPORTANCIA DE LA DIVERSIDAD

Nadie, salvo quien quiera obviar la realidad, puede negar la feminidad de la enfermería como profesión/disciplina. Es decir, podemos decir, yo así lo sostengo desde hace mucho tiempo que Enfermería es femenina, lo mismo que sostengo que la Medicina es masculina.

Esta aseveración considero, sin embargo, que no viene determinada tanto por el mayor o menor número de los miembros de uno u otro sexo que componen a las citadas profesiones sino a las construcciones sociales que de masculinidad o feminidad se realizan y que se interiorizan y naturalizan de tal manera que acaban por generar unos ideales de lo que deben de ser. De tal manera que se identifica a la enfermería como femenina y con las características femeninas propias de una sociedad patriarcal. Mientras que, de manera antagónica, se identifica a la medicina como masculina.

La influencia del medio que nos rodea, ya sea la iglesia, la política, la familia, la escuela y los medios de comunicación, entre otros, ha inculcado diversas ideas que estereotipan la diferenciación de los sexos. Por tanto, han designado roles en los cuales se subestima el género y se otorga un trato desigual con respecto a la masculinidad y a la feminidad que determina, en gran medida, la elección de lo que quieren ser y cómo ejercerlo, lo que finalmente acaba por estereotipar también las propias profesiones/disciplinas desde esa perspectiva de masculinidad/feminidad mal entendida y peor asumida por las partes.

Esta dicotomía conduce a posicionamientos que, tanto desde la masculinidad como de la feminidad, contribuyen a perpetuar los tópicos y estereotipos de ambas profesiones. Pero la citada dicotomía tiene una especial significación en la masculinidad por cuanto su principal característica es posicionarse en contra a lo femenino reprimiendo cualquier provocación que se haga a la masculinidad.

Teniendo en cuenta que la masculinidad se construye a través de los procesos de socialización, podemos entender como el resultado es la generación de una diversidad de masculinidades que van a estar influenciadas por la profesión que se elija estudiar y ejercer, el lugar de trabajo o el puesto que se desempeñe en el mismo.

Continuar leyendo «MASCULINIDAD ENFERMERA. LA IMPORTANCIA DE LA DIVERSIDAD»

RIGOR Y RAZÓN

Editorial Rev ROL Enferm 2018; 41(10): 646

Dice el dicho popular que la felicidad no dura mucho en la casa del pobre. Y no es que yo sea de los que piense que las enfermeras somos pobres, ni que nuestra “casa” la Enfermería lo sea tampoco. Pero es lo que parecen creer algunos. O mejor dicho, es lo que a algunos parece que les gustaría que sucediese dados los acontecimientos que últimamente se están sucediendo y que considero no pueden ni deben quedar en el silencio. Para que no se confunda con eso de que quien calla otorga y porque no hay nada peor que la callada por respuesta.

Empecemos porque por algo hay que hacerlo con las tan aireadas, llamativas, demagógicas e interesadas propuestas que han venido a denominarse “Farmacias Comunitarias”. Lo primero que cabe destacar en este sentido es que las Farmacias en nuestro país son empresas privadas de interés público. Para que nadie se lleve a engaño y piense que forman parte del Sistema Sanitario Público como de manera interesada, al mismo tiempo que sibilina y retorcida, han querido “vender”, tanto a los gestores sanitarios, políticos como sociedad en general, quienes hasta hace bien poco estaban instalados cómodamente en sus oficinas de farmacia al margen de cualquier programa de interrelación o coordinación con los dispositivos sanitarios del Sistema Público, más allá de su conocida dispensación de medicamentos.

Nadie discute que son recursos comunitarios, como lo son también los gimnasios, las entidades culturales, las asociaciones o cualquier otro dispositivo o infraestructura que pueda ofertar un servicio de utilidad pública a la comunidad en la que se encuentran instaladas. Pero esto no se puede confundir en ningún caso con la denominación de Comunitaria que se quieren atribuir sin serlo, al menos en las condiciones y con las competencias que hasta el momento tienen adquiridas sus propietarios.

Mientras acapararon la venta en exclusividad de determinados artículos de belleza, nutrición infantil, ortopedia… y los pagos por parte de las administraciones públicas a su servicio dispensador eran puntuales, nadie oyó hablar de Farmacias Comunitarias. La pérdida de exclusividad por considerarla una competencia desleal, en un mercado de libre competencia en el que como empresas privadas están incorporadas las Farmacias y la crisis que condujo a que los pagos se retrasasen hasta plazos inadmisibles pero que no produjo el cierre de ninguna Farmacia como les sucedió a muchas pequeñas y medianas empresas de este país, hicieron, entre otras razones, que las Farmacias se planeasen incorporar nuevos servicios con los que hacer caja. Y no es que sea ilícito hacerlo, pero si que es, cuanto menos inmoral, querer acaparar competencias para las que, no tan solo no están facultados ni preparados para hacer por mucho que digan lo contrario con falaces argumentos, sino que lo que quieren hacer es competencia de otros profesionales que lo vienen desempeñando de manera eficaz y eficiente desde hace mucho tiempo y que, por supuesto, cuentan con las competencias adquiridas académica y profesionalmente para hacerlo con garantías y calidad.

Continuar leyendo «RIGOR Y RAZÓN»

DE CUIDADORA A CUIDADORA Día Internacional de las Personas Cuidadoras

A todas aquellas personas que cuidan de otras

Cuando yo doy, me doy a mí mismo.

Walt Whitman[1]

 

Querida cuidadora, seas mujer u hombre, permíteme que me dirija a ti de esta manera. Soy enfermera, con independencia de que sea igualmente hombre o mujer y quería, desde hace mucho tiempo, escribirte estas palabras.

Ahora que el cuidado se ha puesto de moda. Cuando todos parecen querer y saber cuidar, creo que es más necesario que nunca compartir contigo lo que pienso y siento sobre el cuidado. Pero el CUIDADO con mayúsculas, es decir, el que tú prestas, y no al que se han apuntado, entre otros muchos, los yogures, los jabones, los pañales, el agua mineral… y algunos profesionales advenedizos que, hasta hace muy poco, lo menospreciaban por considerarlo doméstico y femenino.

Tú decidiste en algún momento que querías cuidar y pusiste en ello todo tu empeño, tu cariño, tu tiempo y tu vida. Lo hiciste en un acto de entrega, voluntad e incluso renuncia que permitían dar valor al cuidado prestado y armarte a ti de valor para poderlo hacer.

Se trata de un cuidado personal, íntimo, emocional, vivencial, sentido, querido, consentido, cercano… que traspasa cualquier otra valoración técnica, profesional, o como muchos se han atrevido en denominar formal, para de esta manera y en contraposición pasar a denominaros cuidadoras informales. Qué atrevimiento, qué desfachatez, qué incoherencia y, sobre todo, que ignorancia supone el denominaros y trataros como informales. Porque el diccionario define informal como la persona “que no cumple con los compromisos que ha establecido con alguien o algo” y precisamente sois todo lo contrario, comprometidas, implicadas, puntuales, eficaces, eficientes… con el cuidado y con la persona cuidada.

Querida cuidadora, el cuidado, como tantas otras cosas, conceptos o sentimientos, han sido manipulados, adaptados, modelados e incluso asignados, en función de intereses ligados a la educación, la cultura, la política o la religión. De esta manera el cuidado, en nuestro país, fue asignado normativa y socialmente a la mujer, de tal manera que el cuidado pasaba de ser un proceso de entrega voluntaria ligado a sentimientos de cariño y entrega a una imposición de la cual no podría escapar la mujer sin ser señalada en caso de incumplimiento. Por su parte esta asignación arbitraria, estereotipada y machista negaba al hombre la posibilidad de ejercer el cuidado al ser considerado y asumido socialmente como algo exclusivamente femenino, otorgándole, además, el privilegio y la potestad de mandarlo a hacer a las mujeres. A esta imposición social, transmitida de manera sistemática de generación a generación, se unía el sentimiento de culpabilidad que la simple posibilidad, no ya de renunciar al cuidado sino de compatibilizarlo dando respuesta a necesidades individuales y personales de las mujeres, afloraba como respuesta a una percepción de fracaso ante lo que la sociedad esperaba de ellas. La sociedad, por tanto, aseguraba con su “norma” disfrazada de valores, culturalmente manipulados, asegurar el cuidado en el seno de las familias que, a su vez, se enmarcaban también en los cánones de la estructura tradicional instaurada. Todo encajaba a la perfección para garantizar el cuidado y relegar a la mujer al ostracismo, la renuncia, el sometimiento y la invisibilidad. Pero con ello, además, arrastraban al cuidado al ámbito de la imposición, la obligación e incluso el castigo, con lo que ello suponía de desvalorización del mismo.

Esta situación creada y mantenida durante tantos años y que aún hoy no hemos sabido o podido modificar como merece, ha atrapado a muchas cuidadoras en una tela de araña en la que cualquier intento por abandonarla suponía quedar más paralizadas. El cuidado, por su parte, se ha desvalorizado, menospreciado, relegado e ignorado, como respuesta humana libre de prejuicios, imposiciones u obligaciones y lleno de entrega, voluntariedad y amor, para ser mercantilizado en ocasiones o planteado como un mal no deseado ni asumido, ni valorado.

El cuidado no debe plantearse nunca como una imposición que anule a la cuidadora; ni como una exigencia que genere renuncias imposibles; ni como un castigo o un deber ineludible heredado en función del sexo, la condición o el parentesco; ni como una manera de eliminar los espacios vitales y las relaciones sociales. El cuidado, para que alcance la categoría de cuidado y no tan solo de vigilancia o asistencia, debe ser voluntario y admitido desde la relación de afecto y de entrega, debe permitir el desarrollo de quien lo presta, debe fortalecer los vínculos afectivos y de familia, debe posibilitar espacios de respiro. Por lo tanto, el cuidado compartido, que no derivado, tiene tanta calidad y calidez como el que se presta en solitario y, lo que es peor, en soledad.

El cuidado que además supone hacer frente a situaciones y sentimientos tan complejos como el olvido, la incomprensión, la exigencia, la intolerancia, el despotismo, la tiranía e incluso a veces la violencia de quien lo recibe. A la incomunicación, los silencios, los reproches, el desprecio, la soledad… de quienes te rodean y forman parte de tu núcleo más cercano, querido y necesario. A la pérdida de autoestima, a la renuncia permanente, al perfeccionismo autoexigido, al aislamiento generado, a las lágrimas contenidas o derramadas, a la frustración personal que hacen que muchas veces las cuidadoras parezcáis personas frías, distantes y faltas de sentimientos, cuando lo que realmente sucede es que tenéis abundancia de decepciones.

Yo como enfermera, querida cuidadora, quería pedirte, antes de nada, perdón. Perdón por no darme cuenta, muchas veces, de tus necesidades y demandas sentidas y contenidas a pesar de las señales de alarma que tan sutil pero permanentemente me trasladabas con tu lenguaje no verbal, tu mirada, tus expresiones aparentemente inocentes, tus silencios o tu propia imagen, y que yo profesional FORMAL del cuidado ignoraba o en el mejor de los casos, si se puede decir así, no percibía, con lo que ello supone de falta de empatía y de proximidad a tus sentimientos y emociones. Perdón, además, por “utilizarte” como ayudante, soporte, sustituta, colaboradora… de mi trabajo formal, por el que me pagan y por el que espero ser reconocida. Perdón por olvidar que tú necesitas cuidados, mis cuidados, por los cuidados que tú prestas y que tan poco he sido capaz de valorar. Perdón por no saber dar las respuestas esperadas a tus dudas, incertidumbres y temores. Perdón por pensar que tu cuidado es menos importante que mi cuidado. Perdón por el tiempo que no te he dedicado, por las palabras no escuchadas y por las no dichas, por las miradas esquivas, por la falta de contacto, por la ausencia de empatía.

Querida cuidadora, como enfermera y cuidadora que soy, también necesito que sepas que identifico, valoro, reconozco, amo, el cuidado como identidad de mi esencia profesional, pero también como expresión íntima y familiar del que tú prestas. Que no veo posible ni logro imaginar mi cuidado sin tu cuidado. Que ahora entiendo, participo y siento las necesidades de mis cuidados para que los tuyos continúen siendo de calidad y sin que ello repercuta negativamente en tu salud. Que no entiendo el cuidado si no es consensuado, entendido, asimilado y compartido entre nosotras. Que tu tiempo es, cuanto menos, tan importante como el mío. Que lo que necesitas y solicitas no es ayuda sino apoyo, no son consejos sino escucha, no es adiestramiento sino acompañamiento, no es dependencia sino autonomía, no es entender sino comprender, no es mi respuesta sino aprender a obtener las tuyas. Porque, en definitiva, como decía Gabriel García Márquez, recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar, sin embargo, es difícil para quien tiene corazón. Y es que el corazón y el cuidado forman parte inseparable de quien decide, sea hombre o mujer, ser cuidadora.

Necesito tus cuidados porque sin ellos yo no sabría ni podría cuidar como enfermera. Necesito sentirte realizada, querida, fuerte y capaz de afrontar las situaciones derivadas del cuidado, porque ello me genera satisfacción personal y profesional. Necesito que dejes espacio para que otros cuiden contigo y puedan disfrutar de la satisfacción que genera cuidar. Necesito que abandones el cuidado para recuperar tu cuidado. Necesito que me exijas atención, respeto, comprensión, diálogo, es decir que te cuide.

No sé si habré sido capaz de transmitirte mis sentimientos, mis emociones y mis sufrimientos hacia ti y a lo mucho que me aportas. Pero te agradezco que siempre hayas estado pendiente de mí y de mis exigencias profesionales sin que yo entendiese que no era eso lo que necesitabas. Lamento que tu sufrimiento siempre dejase paso a tu sonrisa y a tu cálida acogida. Que tus silencios ocultasen tus necesidades. Que tus demandas fuesen siempre las de quien cuidas y no las tuyas. Que tu disponibilidad supusiese tus renuncias personales. Que tu seguridad ocultase tus temores… para que yo me sintiese cómoda y satisfecha. Y todo ello sin darme cuenta que al mismo tiempo que cuidabas a tu ser querido me estabas cuidando a mí, con idéntica entrega, cariño y calidad.

Gracias, por tanto y perdona por tan poco como yo te he dado a cambio en muchas ocasiones. Me has ayudado a entender y a respetar tu cuidado, el CUIDADO, y con ello a ser y sentirme mejor enfermera.

De cuidadora a cuidadora.

[1] Poeta, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense (1819-1892).

Enfermeras y Medios de Comunicación.

Editoriial publicada en la Revista ROL de Enfermería. Diciembre 2008

Las enfermeras son las profesionales que más tiempo pasan con los pacientes… Las enfermeras son las profesionales mejor valoradas del sistema sanitario… Las enfermeras son las profesionales más cercanas a los pacientes y familias… Las enfermeras son el grupo profesional más numeroso del sistema sanitario… Las enfermeras son el pilar fundamental de la Atención Primaria…. Estas son tan solo algunas de las frases que casi de manera diaria se vienen escuchando en múltiples ámbitos profesionales, científicos, sociales… por parte tanto de quienes planifican, gestionan y/o dirigen las organizaciones sanitarias, como por parte de los usuarios y de otros profesionales de la salud. Sin embargo se quedan tan solo en frases puntuales dichas con ocasión de una inauguración, de la presentación de datos de una encuesta, de una conferencia, pero sin que tengan una continuidad más allá de las buenas intenciones o de la oportunidad del momento.

Nadie cuestiona la profesionalidad, la constancia, la eficacia, la eficiencia… de las enfermeras. Nadie pone en tela de juicio su importancia y su valor. Nadie menosprecia la necesidad de los cuidados que presta. Pero tampoco nadie da visibilidad a cuanto realizan las enfermeras. Todo se queda en la amabilidad, la simpatía y la cordialidad como elementos definitorios de su actividad profesional. Lo otro, lo que le da verdadero carácter profesional queda en un plano de invisibilidad de ocultamiento. Si bien es cierto que cualidades como las descritas son deseables e incluso necesarias, no es menos cierto que en ningún caso son exclusivas de las enfermeras. Todos deseamos que el cartero, el funcionario de cualquier institución, la telefonista de una centralita, el dependiente de un establecimiento, la gerente de una empresa, el médico de un hospital… también sean, además de buenos profesionales, simpáticos, amables y cordiales.

Diariamente son difundidas a través de los medios de comunicación noticias relacionadas con la salud o con la enfermedad, con los sistemas sanitarios, con la atención a personas con problemas de salud… sin que en la gran mayoría de las mismas se haga referencia a las enfermeras. Parece como si no existiesen o como si su existencia fuese una cuestión secundaria y prescindible. Nadie parece percibir su presencia, pero nadie parece discutir su existencia.

Los medios de comunicación están “contaminados”, como el resto de la sociedad, de los  virus de la medicalización, y de la enfermedad y de las bacterias de la tecnología y del biologicismo. Estamos ante una epidemia informativa a la que los medios tratan de dar respuesta mediante “tratamientos informativos” tan efectistas como poco efectivos. La visión biologicista, tecnócrata y pseudoprofesionalizante, provoca efectos indeseados que hacen que la salud, la promoción, la educación para la salud, los cuidados, las enfermeras, la atención integral… sean anécdotas que raramente tienen cabida en sus crónicas, o cuando lo son, lo hacen apoyándose en tópicos, estereotipos o creencias populistas, que no populares, que distorsionan la realidad y la convierten en una extravagancia informativa.

En una sociedad de consumo desmedido, de individualismo manifiesto, de crisis de valores…  en la que las cuotas de audiencia marcan de manera significativa las programaciones y las columnas de los medios de comunicación, impera la lógica del oportunismo y del sensacionalismo, hasta en temas de tanta trascendencia como la salud, lo que conduce a otorgar rango de noticia a lo que realmente no lo es desde una perspectiva de impacto e interés social.

Continuar leyendo «Enfermeras y Medios de Comunicación.»

MALTRATO INFORMATIVO

Con demasiada frecuencia, más de la que sería deseable, nos quejamos de la falta de reconocimiento por parte de la sociedad.

Sin embargo, cada vez son más quienes, desde su significación mediática, hacen declaraciones no tan solo de reconocimiento sino de valorización de las enfermeras y de su aportación. Personajes muy conocidos como Iñaki Gabilondo, Carles Francino, Ana Pastor o más recientemente Pau Donés (https://www.youtube.com/watch?v=4NfDkYqkf6s&fbclid=IwAR16qb0DVxMpnA0y8vw8DW742WmwPLtqeNmI-BAB1W3gF7ddJcR7MP1FcUQ) o Manu Tenorio, por citar solo algunos, han roto una lanza en favor del papel de las enfermeras. Pero en la mayoría de los casos, por no decir en su totalidad, este reconocimiento ha venido determinado por el afrontamiento que ellos mismos o familiares muy cercanos han tenido que hacer a situaciones de sufrimiento, dolor o pérdida. ¿Por qué ahora sí y antes no? Esencialmente porque son respuestas puntuales determinadas por las vivencias en las que las enfermeras han desarrollado su actividad de cuidados. Todo parece indicar que entraría en el campo de la normalidad, pero lo que realmente sucede es que se descubre una dimensión del cuidado que hasta ese momento estaba oculta para ellos. Y es entonces cuando identifican, valoran y gratifican con sus declaraciones la labor enfermera.

Puede parecer que esté menospreciando o minusvalorando sus muestras de agradecimiento. Para nada. Lo que trato de expresar es que no deja de ser doloroso el que se tengan que producir situaciones de dolor y sufrimiento para que se descubra el valor que tienen las enfermeras. Menos da una piedra, se podría argumentar de manera simplista. Pero no es esa la cuestión. Finalmente, estas manifestaciones de júbilo, agradecimiento y reconocimiento públicos quedan en el plano de la anécdota, la noticia puntual en la que lo que verdaderamente trasciende no es el valor de las enfermeras sino el personaje público de reconocido prestigio y gran poder mediático, quedando el mensaje de las enfermeras como algo totalmente intrascendente o secundario salvo para las enfermeras que sí que valoran dichas manifestaciones en su justa medida.

Continuar leyendo «MALTRATO INFORMATIVO»

INVOLUCIÓN Y EVOLUCIÓN DE LA ATENCIÓN PRIMARIA DE SALUD

Desde que hace ya más de 30 años empezaran a prestar atención a la población los primeros Centros de Salud en España, estos han sufrido muchos cambios tanto desde la perspectiva de la filosofía emanada de la Declaración de Alma Ata con la que se constituyeron, como a nivel estructural, conceptual u organizativo.

Inicialmente los Centros de Salud, denominados también Equipos de Atención Primaria de Salud (EAPS) por centrarse en los profesionales que los constituían, nacieron en un ambiente de incertidumbre por cuanto no se sabía concretamente qué se esperaba de ellos, pero también con una gran ilusión que se transformó en compromiso e implicación de los profesionales por desarrollar un nuevo modelo que se adaptase tanto a la nueva realidad social, política, demográfica, epidemiológica… de la población a la que debía prestar atención. Se trataba de pasar de un modelo de atención médica primaria en la que primaba la asistencia a demanda, el individualismo, el abordaje arcial, la orientación hacía la enfermedad y la curación, la ausencia de autocuidado y la escasa o nula participación del usuario y de la comunidad, a una Atención Primaria de Salud en la que prevaleciese la atención programada, el trabajo en equipo, el abordaje integral, la atención a la salud desde la promoción a la reinserción, la potenciación del autocuidado y la participación activa y real de usuarios y comunidad. Este nuevo planteamiento, por tanto, encajaba perfectamente en el paradigma enfermero que era ya una realidad en los nuevos planes de estudio implantados y desarrollados desde hacía casi una década en la Universidad tras la incorporación de los estudios de Enfermería en la misma.

La incertidumbre comentada anteriormente unida a la dubitativa estrategia en las políticas de salud que se querían implantar, la falta de formación de los profesionales que se incorporaban a los EAPS, los problemas organizativos y administrativos, los recelos y resistencias de ciertos colectivos en dicho nuevo modelo que identificaban como una amenaza para sus intereses corporativos, la incorporación de los médicos especialistas en medicina familiar y comunitaria y los conflictos internos con sus predecesores, denominados médicos de cabecera, el permanente e injustificado ataque al nuevo rol de las enfermeras en los EAPS muy especialmente centrado en las consultas enfermeras, la nula experiencia de trabajar en equipo y de favorecer la participación activa de la comunidad… configuraron escenarios inciertos en los que los avances en la filosofía de la Atención Primaria eran desiguales y la mayoría de las ocasiones centrados en las voluntades personales más que en una adecuada, eficaz y eficiente planificación.

Continuar leyendo «INVOLUCIÓN Y EVOLUCIÓN DE LA ATENCIÓN PRIMARIA DE SALUD»