Durante mucho tiempo los cuidados fueron entendidos como algo menor. Cosa de mujeres y del ámbito doméstico y, por tanto, algo sin valor.
Las enfermeras siempre hemos tenido a gala identificar los cuidados como nuestra seña de identidad profesional. Y lo hemos hecho valorando tanto el que fuese cosa de mujeres como que lo fuese del ámbito doméstico. Y es que ambas cosas tienen un gran valor para nosotras.
El que sea cosa de mujeres porque nuestra profesión es, en sí misma femenina, con independencia del sexo de quien la ejerza. Y que sea doméstica porque es la esencia misma del cuidado, es decir, el que se da en el ámbito del hogar y más propiamente de la familia. Otra cosa es que después se convierta en ciencia y se profesionalice. Pero lo científico no anula ni debe invalidar su origen.
Así pues las enfermeras incorporamos los cuidados como eje vertebrador de la ciencia de enfermería y de la disciplina que la vehiculiza así como de la profesión en la que ejercemos.
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