Uno no es tanto lo que desea ser, como lo que los otros desean que sea. Ni uno tiene la imagen que de si mismo cree tener sino la que los demás se hacen de él. Así pues suele suceder que se espera, se cree, se adivina… lo que uno puede dar, ofrecer, garantizar… en base a impresiones, interpretaciones o suposiciones. Fundadas y sin mala intención en muchos casos, pero ausentes de todo tipo de fundamento y razón en casi todos ellos. Finalmente la imagen creada es un estereotipo, cargado de tópicos que difícilmente coincide con la realidad, pero de la que resulta muy difícil desprenderse dado que se ha incorporado en el ideario popular como la imagen real, por mucho que el interesado persista en su intento de cambiar la opinión generada en torno a él.
Las enfermeras llevamos mucho tiempo viéndonos, sintiéndonos, manifestándonos de una determinada manera. Sin embargo somos vistas, percibidas, interpretadas de otra radicalmente diferente o simplemente ignoradas, que es otra manera de desvirtuar o alterar nuestra imagen.