El diccionario de la Real Academia de la Lengua define enfermería como:
- f. Local o dependencia para enfermos o heridos.
- f. Profesión y titulación de la persona que se dedica al cuidado y atención de enfermos y heridos, así como a otras tareas sanitarias, siguiendo pautas clínicas.
- f. Conjunto de estudios requeridos para conseguir la titulación de enfermería.“Ha terminado enfermería y en enero empezará a trabajar en el hospital”.
- f. Conjunto de los enfermos de determinado lugar o tiempo, o de unamisma enfermedad.
Y enfermera/o como:
- y f.Persona dedicada a la asistencia de los enfermos.
Sin duda los académicos tienen una visión muy particular tanto de la disciplina como de los profesionales de la misma, es decir, las enfermeras. Y es curioso porque a pesar de que los ilustres miembros de la RAE se esfuerzan en repetirnos que ellos tan solo recogen lo que el uso y costumbre popular hace de las palabras, se niega a admitir el genérico enfermeras para definir tanto a enfermeros como a enfermeras, a pesar de que sea el término internacionalmente admitido y el que toda la profesión utiliza mayoritariamente para referirse a los profesionales con independencia de su sexo. Este uso generalizado parece que no les encaja a los académicos, argumentando la regla de formación de genéricos que salvaguardan y custodian con celo.
Pero centrándonos en la definición de enfermería, lo primero que llama la atención es que la primera entrada del citado vocablo sea la del “Local o dependencia para enfermos o heridos” priorizándola a la de la “Profesión y titulación…”. Es decir, los académicos entienden que es más importante el continente que el contenido, analizándolo desde una perspectiva sencilla y burda. Pero no menos sencilla y burda, me van a permitir los académicos, que la que ellos realizan y que siempre utilizan como argumento, es decir, la del uso que el pueblo hace de la lengua, que es quien modula el lenguaje y su significado.
Tomando como válido ese argumento, que me cuesta admitir por cuanto hace que la lengua quede sujeta a vaivenes sociológicos que poco o nada tienen que ver con su regulación, me van a permitir que ponga en duda entonces la ecuanimidad de los académicos a la hora de tratar las palabras. Así nos encontramos que el vocablo medicina es definido por la RAE como:
- Conjunto de conocimientos y técnicas aplicados a la predicción, prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades humanas y, en su caso, a la rehabilitación de las secuelas que puedan producir.
- medicamento
Para empezar, en este caso, es la definición de la profesión o disciplina la que se prioriza, dejando la segunda acepción para medicina como medicamento.
¿En este caso también es el uso y costumbre del pueblo quien hace que se alteren las prioridades de las acepciones?
Pero no acaban aquí las curiosidades a las que nos somete la RAE. Para los académicos las enfermeras tan solo atendemos a enfermos y heridos. De ser así todas las enfermeras que se dedican a mantener sanos a los sanos, es decir, a trabajar en salud y no en enfermedad, o bien no somos enfermeras o bien deberíamos desaparecer por cuanto el uso y costumbre del pueblo no nos reconoce, según su docto saber, claro está.
Sin duda los académicos están influenciados, y contribuyen con sus decisiones a que la sociedad también lo esté, por la manifiesta visión biologicista, medicalizada y tecnológica de las ciencias de la salud, lo que les induce a situarlas, con independencia de que se trate de una u otra ciencia, en el ámbito exclusivo de la enfermedad. A no ser que lo de ciencias de la salud sea un eufemismo admitido también como cierto por parte de la RAE que las enmarca, por lo visto, tan solo en el ámbito de la enfermedad y la curación.
Sin duda los académicos no tienen por qué saber de todo, pero si están obligados, entiendo, a ser objetivos y no dejarse influenciar por lo que la sociedad pueda entender, en la mayoría de las ocasiones, como consecuencia de la cultura predominante que no científica y razonablemente correcta y, por tanto, tampoco debería ser admisible.
Pero sin duda parece ser que no nos queda otro remedio que seguir soportando esta caduca costumbre que asumen con rigidez espartana quienes se erigen en protectores exclusivos de la lengua. Así pues, el diccionario, que más se aproxima a un dogma de fe que a una herramienta de ayuda para la riqueza de la lengua, alimenta comportamientos machistas derivados del mantenimiento de definiciones como sexo débil, al referirse a las mujeres, por poner tan solo un ejemplo de los muchos que siembran el docto documento.
No estaría de más que los académicos, además de salvaguarda de los usos y costumbres del pueblo, se erigieran también en responsables de la educación de la población con la erradicación o adaptación, según los casos, de términos que no coinciden con la realidad, aunque esta no sea popular.
Nos tiene que parecer razonable y asumible que se admitan palabras como conceto, almóndiga, asín, otubre… que cuesta hasta escribir, y que, sin embargo, se nieguen a admitir una definición de enfermería como la que en su día le fue remitida por parte de la plataforma que se creó para solicitar el cambio de definición, a los insignes próceres lingüísticos, y que rechazaron.
Disciplina profesional que tiene como ámbito de responsabilidad brindar cuidados integrales de salud a la persona, familia o comunidad.
No creo, sinceramente, que la definición que se proponía fuese a suponer ningún trauma ni efecto perverso en la población. Más bien al contrario, hubiese supuesto una clara y deseable contribución en la eliminación de tópicos y estereotipos indeseables, que tan empeñados parecen en mantener los académicos mayúsculos y minúsculos.
Tan solo espero que las académicas y académicos sepan valorar, en su justa medida, lo que las enfermeras hacen por su salud y que, aunque no lo sepan, les facilita el que puedan seguir tomando decisiones tan tristes como incomprensibles para la mayoría de los mortales que configuramos el universo de estudio en el que ellos dicen basarse.
No soy quien para cuestionar el trabajo de los académicos, que entiendo complicada y compleja, pero sí que, considero, estar en disposición de disentir en cuanto a decisiones que cuestan de entender y de explicar. Salvo que tal entender tan solo esté al alcance de los ilustres ocupantes de los sillones de la RAE.
Muy de acuerdo con su acertado análisis. Por otro lado desconozco si ha sido presentado por los organismos nacionales representativos de Enfermería a la RAE alguna solicitud/ propuesta de cambio.
Nuevamente enhorabuena por su análisis.
Saludos
Ana
Si, se presentó en su día y se modificó aunque no como se pretendía. Ahora se está pensando en volver a enviar una nueva solicitud en este sentido.
Gracias
Gracias Ana
Se en su momento una propuesta de cambio del término Enfermería que tan solo fue recogido en parte por la RAE y que es la que actualmente está vigente.
En estos momentos estamos valorando realizar una nueva petición en este sentido.
Saludos