Me asombra que los Médicos de Familia, como se denominan olvidando a la comunidad, se mantengan tan indiferentes ante la reivindicación que de manera tan mediática y populista como ausente de argumentos de peso están realizando los pediatras con relación a su presencia en Atención Primaria.
Y digo que me asombra porque considero que su indiferencia juega en contra de la identidad de la medicina de familia al aceptar como válida la premisa de que los niños y adolescentes no forman parte de la familia.
De esos lodos vienen estos fangos, como reza el sabio refranero. Cuando al inicio de la denominada reforma de Atención Primaria se incorporaron en los equipos los pediatras, caso paradigmático en el resto de países de nuestro entorno, se aceptó que la atención médica ya nacía fragmentada.
Aunque inicialmente la atención integral enfermera se tradujo en una atención a la familia en la que la enfermera prestaba cuidados tanto a adultos como a niños, con el tiempo y ante las presiones de los pediatras y la laxitud de las enfermeras y de los gestores, se pasó a la separación de enfermeras pediátricas y enfermeras de adultos, en un nuevo y claro ejemplo de mimetismo tanto en denominación como en organización de los cuidados. En lugar de atención al niño, pediatría, y en lugar de atención integral, fragmentada.
El paso del tiempo no hizo más que asentar este modelo biomédico y destruir uno de los principios básicos en los que se asentaba la AP como es la atención integral. La atención al niño sano que es básica y casi exclusivamente competencia enfermera fue desvirtuándose en favor de la patología y la enfermedad que era lo que básicamente perseguían los pediatras para asentar su posicionamiento y reforzar su presencia en AP, con el beneplácito de sus compañeros médicos, como si ellos fuesen otra cosa.
En una sociedad en la que, lamentablemente, cada vez son menos los niños y más las personas mayores resulta paradójico que se esté reivindicando la presencia de los pediatras en AP. Posiblemente, en breve, serán los geriatras quienes reclamen su presencia en los Centros de Salud y por qué no los internistas, los cardiólogos… de tal manera que fragmentemos y medicalicemos cada vez más la atención. Por su parte, las enfermeras, salvo que logren identificar claramente y de una vez por todas que su paradigma no es el médico, querrán sumarse a tan descabellado, inaudito e ilógico planteamiento.
Y mientras estos movimientos, que obedecen tan solo a intereses corporativistas alejados de cualquier interés por la salud de la comunidad, suceden, sigue sin resolverse lo que sucederá con las enfermeras especialistas en enfermería familiar y comunitaria. Y las enfermeras especialistas en pediatría empiezan a alzar su voz reclamando su incorporación en los equipos de AP a imagen y semejanza de los pediatras.
Las enfermeras especialistas en pediatría están en su derecho a reivindicar su presencia en Atención Primaria. Otra cosa bien diferente es que sus reivindicaciones se ajusten a una realidad y a un contexto, como el de la de Atención Primaria, en los que no tiene justificación. Más aún cuando no están definidos los puestos específicos de ninguna de las especialidades.
Con este planteamiento pronto las enfermeras especialistas en geriatría empezarán a reclamar también su incorporación en los Equipos de Atención Primaria, dado el envejecimiento de la población y si alguna vez viese la luz la especialidad de médico-quirúrgica o como se acabe llamando, también lo harán aduciendo que la cronicidad justifica su incorporación. Amén de que puedan hacerlo también las especialistas de Salud Laboral. De tal manera que convertiríamos la Atención Primaria en centros de especialistas con una atención totalmente fragmentada y en la que la imprescindible visión integral quedaría anulada.
Si además tenemos en cuenta que la atención comunitaria sigue siendo una quimera, un oscuro objeto de deseo e incluso una utopía, relegada a la anécdota o el voluntarismo, nos encontraríamos con una Atención Primaria que tan solo conservaría el nombre, pero que estaría vacía de sentido.
La falta de voluntad política de las diferentes administraciones, tanto nacionales como autonómicas, a la hora de definir y planificar los puestos de trabajo en base a las nuevas categorías de especialistas, llevan a este tipo de reivindicaciones tratando de asegurar los espacios en los que desarrollar las competencias. La confusión, indefinición, indiferencia… conducen a estos planteamientos y a los lógicos enfrentamientos entre especialistas por defender unos espacios que ni están ni se les espera, al menos a corto-medio plazo.
Más allá de las lógicas y respetables reivindicaciones de unos u otros, se debe reflexionar sobre la Atención Primaria que queremos y la atención que desde la misma debe prestarse y por quien debe ser prestada. Lo contrario, es decir, el tratar de colonizarla como medio para obtener mayor número de plazas de una u otra especialidad es tanto como contribuir a su deterioro o destrucción.
Existen, seguro, soluciones intermedias donde las diferentes especialistas tengan espacios comunes de interacción y trabajo en equipo. Pero nunca mediante la guerra fratricida que anteponga los intereses corporativistas a los de la calidad de cuidados que deben prestarse a las personas, las familias y la comunidad.
Tan ilógico es que sigan existiendo Pediatras en Atención Primaria, en cuyo contexto por cierto no quieren trabajar, como que se incorporen enfermeras especialistas de pediatría en todos los centros de salud. Lo que hay que hacer es reorganizar la Atención Primaria para dotarla de coherencia y que vuelva a ser eficaz, eficiente y resolutiva y no siga a la deriva de los constantes abordajes a los que es sometida por unos u otros tratando de lograr el botín.
Tanto los médicos de familia como las enfermeras comunitarias debemos tener claro que la atención que unos y otros debemos prestar, desde nuestras respectivas disciplinas, debe ser integral, integrada e integradora. Y para ello debemos identificar claramente a la población desde esa perspectiva y no desde la fragmentación y la confrontación.
No tengo especial interés en poner el foco en lo que deben hacer o no los médicos y los pediatras. Pero en tanto en cuanto, por desgracia, lo que a ellos les afecta acaba, por mimetismo o simpatía, afectándonos a las enfermeras, quisiera que, al menos en este tema, no cometiésemos los mismos errores que ellos cometieron y que insisten, por acción u omisión, en perpetuar.
No dejemos que la inoperancia de quienes tienen que dar respuestas se vuelva en nuestra contra enfrentándonos y dejando que la Atención Primaria se deteriore. Logremos, entre todos, que prevalezca la coherencia y se eliminen los enfrentamientos que tanto nos perjudican.
. La atención al niño sano que es básica y casi exclusivamente competencia enfermera fue desvirtuándose en favor de la patología y la enfermedad que era lo que básicamente perseguían los pediatras para asentar su posicionamiento y reforzar su presencia en AP, con el beneplácito de sus compañeros médicos, como si ellos fuesen otra cosa.
Extraigo este fragmento que descalifica totalmente su argumentación. Que la atención al niño sano es exclusiva de las enfermeras Pediátricas y que lis pediatras nos dedicamos a inventar enfermedades en nuestro beneficio son afirmaciones tan falaces que se desacreditan por sí solas. Siga usted en esta línea que va bien …
En ningún momento digo, afirmo o asevero que la atención al niño sano sea de exclusividad de las enfermeras. Lo que si que he dicho y me ratifico en ello es que se desvirtuó la atención al niño sano. Siempre he creído que la atención, en cualquier etapa del ciclo vital, es responsabilidad compartida de los diferentes profesionales desde una perspectiva transdisciplinar. Lamentablemente la realidad no responde a este deseo.
Hago un análisis general y en el mismo distribuyo la responsabilidad de todo esto entre pediatras, enfermeras, médicos y, sobre todo, los gestores que no han querido o no han sabido gestionar la atención a las personas, las familias y la comunidad.
Gracias por su aportación.
Saludos.
Buenos días:
Estaría interesada en recibir las nuevas entradas.
Un saludo y gracias
Hola Clara.
Puedes acceder a las entradas entrando en el blog: http://efyc.jrmartinezriera.com/
Gracias
Saludos
Muchas gracias Carme
Saludos
Muy coherente y ajustado a una realidad gestionada por políticas sanitarias alejadas del concepto de la Enfermería Familiar y Comunitaria del s.XXI.
Muchas gracias
Muchas gracias Pedro.
Saludos
Me he tenido a leer la reflexión que Ud. hace acerca de las funciones que deberían realizar los profesionales de la Atención Primaria y Pediatría y considero totalmente con Ud. que la Atención Primaria no puede deteriorarse cuando es el primer contacto del paciente/usuario y/o individuo con el Sistema de Salud y donde se debe de prestar una atención de carácter personalizada, individualizada, integradora con un enfoque preventivo para prevenir las enfermedades.
Yo soy Licenciado en Enfermería con 18 años de graduado y en mi formación de pregrado, es decir, en mis años de formación para ser un enfermero siempre emitía el criterio que trabajaría en la Atención Secundaria o Terciaria, en instituciones donde se atiende al paciente una vez que llega buscando tratamiento para su enfermedad o dolencia, al cursar los estudios y realizar mi rotación de Atención Primaria de Salud (APS) como le nombramos en Cuba, me di cuenta que mi lugar era en la APS, me gradúe y hacía allí estuvo mi servicio social, a los 4 años de graduado de ejercer como Enfermero Asistencial y de realizar otras funciones como supervisor, ingrese en la Especialidad de Enfermería Comunitaria y pude transitar 3 años en mi formación como especialista, título que alcance que me acredita como Especialista de 1er grado en Enfermería Comunitaria, mis expectativas se fueron superando o alcanzando, me fortalecí de conocimientos para ser más integrador a la hora de brindar una atención a mis pacientes, a mi comunidad, con un enfoque integrador, hoy ya llevo 18 años de experiencia profesional desde la Atención Primaria de Salud, brindando cuidados al individuo sano, pero al enfermo también que requiere de ingresos domiciliario, de que se les apliquen cuidados paliativos desde nuestra comunidad, realizando investigaciones en salud que nos permitan disminuir y/o eliminar los problemas que sean identificados a través de planes de acción.
Esa es la Atención Primaria de Salud, la que busca realizar una consulta de Puericultura a todo niño sano para mantener en él un equilibrio del proceso salud – enfermedad, inmunizar a toda mi comunidad y sobre todo realizar investigaciones de intervención que apropien a los individuos – familias y comunidades de conocimientos sobre la prevención de las enfermedad.
Quisiera seguir dándole mis experiencias, pero sólo hago mi reflexión para que desde sus puestos de trabajos, den esa atención integradora que hoy necesita y requieren nuestros pacientes que a la vez son nuestras propias familias, compañeros, amigos, etc.
En otro espacio estaremos intercambiando si así lo desean de las funciones integradoras de un equipo básico de la AP.
Estimado Roberto:
Agradezco en gran medida su reflexión y su experiencia.
Coincido con usted y me congratula que me siga desde la siempre añorada Cuba.
Un abrazo