Pensamiento enfermero, ¿Quo vadis?

Martínez Riera JR. Pensamiento enfermero. Quo Vadis? Rev ROL Enf 2007; 30(4):295-296

Las grandes corrientes del pensamiento han influido en la evolución de la ciencia enfermera. El pensamiento enfermero que puede resumirse en la palabra cuidado, refleja bien esta evolución. Por una parte, podemos destacar la influencia de diferentes teorías en las que el enfoque de género ha tenido una gran repercusión en la Enfermería como disciplina y como profesión. Por otra, el positivismo, que surge como un paradigma teórico aplicado al ámbito científico y, al mismo tiempo, contribuye a conformar una visión optimista del mundo basada en el progreso, en el que se entronca Enfermería siguiendo los pasos de la medicina y sobre el cual se funda el método empírico que la ciencia moderna sigue en sus investigaciones.

Los trabajos de Lévi-Strauss [1] y Bordieu [2] nos ayudan a comprender por qué se asignan valores distintos a muchas de las acciones relacionadas con las mujeres y, concretamente, con los cuidados de salud y de la vida cotidiana, a los que se les otorga un valor natural y empírico mientras que los actos médicos se asocian a lo racional y científico. Así pues, el enfoque de género nos permite conocer las razones de por qué se adjudicó un determinado valor a las acciones de mujeres y hombres y cómo se siguen reproduciendo en la sociedad actual, trasladando esta misma asignación de roles para la relación médico-enfermera [3].

Tal como expresa JA Marina, lo que llamamos verdad científica no es más que la teoría mejor corroborada en un momento dado [4], pero no significa que deba basarse tan sólo en el pensamiento positivista que trata de determinar que la verdad es la concordancia entre un pensamiento y la realidad, dejando muchas cosas en la sombra que precisan de valoraciones cualitativamente diferentes.

Enfermería queda instalada, de esta manera, en un pseudopensamiento. Denominado así por no serle propio y por no permitírsele su verdadero posicionamiento al basarla en falacias o errores de razona- miento que representan una amenaza constante al  logro  del  pensamiento enfermero. La causa falsa establece una conexión causal (relación entre causa y efecto) errónea, como la que se instauró en Enfermería a través de la técnica como principal razón de ser de la disciplina-profesión. En este sentido, la técnica se convirtió en una rutina con mecanismos aprendidos que automatizaban la conducta permitiendo realizarla con facilidad y perfección sin necesidad de prestar atención, pero que con- dujo a Enfermería a una esclavitud de los hábitos y, consecuentemente, a una incapacidad de tomar decisiones en el desarrollo de su pensamiento.

Con estas falacias no se creó una «nueva enfermería», como se pretendía, pues tal como decía Ortega y Gasset, no hay creación mala. La producción de algo tan malo como esa «nueva enfermería» no fue creación sino destrucción.

Así pues, el pensamiento enfermero ha ido evolucionando a contracorriente de las propias corrientes de pensamiento para lograr alcanzar los objetivos que, como disciplina y profesión, le permitiesen avanzar.  Intentando zafarse del acoso que como profesión femenina sufría y que le impedía desarrollarse plenamente. Para ello, las enfermeras establecieron estrategias de supervivencia tales como beber de las fuentes de pensamiento de otras ciencias. Lo que en principio podía   plantearse como  una  dificultad o amenaza por  el riesgo  de «abandono o fuga», acabó convirtiéndose en una  oportunidad de mayor  aportación y riqueza del pensamiento enfermero, al incorporar los conocimientos de otras  disciplinas, a través de las cuales alcanzaba el desarrollo disciplinar negado  (Antropología, Historia,  Psicología,   Pedagogía…), al avance del pensamiento enfermero, en el cual se volvían, mayoritariamente, a incorporar quienes escogían  esta vía de desarrollo.

Por otra parte, Enfermería, desde su posicionamiento de género femenino en el que está instalada y al que no debe renunciar, está logrando la paridad necesaria para alcanzar el difícil equilibrio de poder con otras disciplinas que, durante mucho tiempo, han ejercido un rol de dominadores que ha dificultado o impedido la definición del pensamiento enfermero.

Desde el aprovechamiento de las experiencias pasadas, las enfermeras deben ser capaces de conducir el pensamiento alejándose de posicionamientos de fanatismo que tan sólo someten a cautiverio a la inteligencia al impedirle aprender.

Así mismo el abandono de posturas permanentes de agravios comparativos debe ser una constante de los planteamientos enfermeros que eviten la envidia como manifestación de carencia.

Pero, en el difícil y complejo avance del pensamiento enfermero, las enfermeras deben progresar reconociendo los errores y la equivocación, para hacer de los mismos una oportunidad que permita aprovecharlos en un alarde que, tal como expresa JA Marina, ronda la genialidad [4]. La ausencia del necesario análisis introspectivo conduce a reacciones imprevisibles que deben evitarse, pero teniendo en cuenta que el exceso de análisis o crítica puede llegar a ser paralizante.

Enfermería, en el marco del nuevo Espacio Europeo de Educación Superior, puede desarrollarse plenamente desde la propia disciplina enfermera sin necesidad de tener que tomar «atajos», lo que sin duda repercutirá en un mayor fortalecimiento de su pensamiento.

Hechas estas consideraciones hay que destacar la falta de pensamiento crítico en el cual sustentar el resto de las etapas del proceso de enfermería, de muchas enfermeras, y que resulta imprescindible para avanzar.

Pensamiento crítico que no se caracteriza como tal en el sentido destructivo o demoledor, sino más bien como un pensamiento reflexivo que fundamente debidamente las afirmaciones. En palabras de Vincent   Ryan Ruggiero, «nos ayuda a interpretar ideas complejas, a evaluar las evidencias a favor de un argumento, y a distinguir entre lo razonable y lo no razonable».

El pensamiento crítico pretende, pues, impulsar la movilización y por ello propende a exponer las cosas de tal forma que invite a actuar. Por otra parte, demanda selección. No partimos de cero [5]. Todo movimiento o corriente vive en buena medida de ideas heredadas, y en este sentido, por lo ya expuesto anteriormente, enfermería tiene mucho ganado, por lo que está en mejores condiciones para lograr el necesario pensamiento crítico que impida la credulidad, que no deja de ser un rechazo mecánico a toda crítica, o lo que es lo mismo, un dramático fracaso de la inteligencia [4].

En resumen y para concluir. Saber hacia dónde va el pensamiento enfermero requiere del imprescindible conocimiento e identificación de los objetivos y de si son o no contradictorios para evitar fracasar.

Enfermería, emulando a Ortega, es ella misma y su circunstancia –el cuidado, pero es preciso concluir la frase de Ortega para saber que si no salvo mi circunstancia –el cuidado–, no me salvo yo –Enfermería–.

El pensamiento enfermero, por lo tanto, debe seguir construyéndose desde la renovación constante de la decisión y la persistencia en el empeño, sin cesar en el esfuerzo antes de tiempo, por creer que ya está todo conseguido.

[1] Lévi-Strauss C. Antropología estructural.  Capítulo X, la eficacia simbólica. Buenos Aires: Endebo; 1961.

[2] Bourdieu P. La dominación masculina. Barcelona: Anagrama; 2000.

[3] Comas D´Argemir D. Trabajo, género, cultura. La construcción de desigualdades entre hombres y mujeres. Barcelona: Icaria, Instituto Català d`Antropología; 1995.

[4] Marina JA. La inteligencia fracasada.  Madrid. Anagrama; 2005. [5 Río E. Disentir, resistir. Entre dos épocas, Madrid. Talasa; 2001.

 

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