Editoriial publicada en la Revista ROL de Enfermería. Diciembre 2008
Las enfermeras son las profesionales que más tiempo pasan con los pacientes… Las enfermeras son las profesionales mejor valoradas del sistema sanitario… Las enfermeras son las profesionales más cercanas a los pacientes y familias… Las enfermeras son el grupo profesional más numeroso del sistema sanitario… Las enfermeras son el pilar fundamental de la Atención Primaria…. Estas son tan solo algunas de las frases que casi de manera diaria se vienen escuchando en múltiples ámbitos profesionales, científicos, sociales… por parte tanto de quienes planifican, gestionan y/o dirigen las organizaciones sanitarias, como por parte de los usuarios y de otros profesionales de la salud. Sin embargo se quedan tan solo en frases puntuales dichas con ocasión de una inauguración, de la presentación de datos de una encuesta, de una conferencia, pero sin que tengan una continuidad más allá de las buenas intenciones o de la oportunidad del momento.
Nadie cuestiona la profesionalidad, la constancia, la eficacia, la eficiencia… de las enfermeras. Nadie pone en tela de juicio su importancia y su valor. Nadie menosprecia la necesidad de los cuidados que presta. Pero tampoco nadie da visibilidad a cuanto realizan las enfermeras. Todo se queda en la amabilidad, la simpatía y la cordialidad como elementos definitorios de su actividad profesional. Lo otro, lo que le da verdadero carácter profesional queda en un plano de invisibilidad de ocultamiento. Si bien es cierto que cualidades como las descritas son deseables e incluso necesarias, no es menos cierto que en ningún caso son exclusivas de las enfermeras. Todos deseamos que el cartero, el funcionario de cualquier institución, la telefonista de una centralita, el dependiente de un establecimiento, la gerente de una empresa, el médico de un hospital… también sean, además de buenos profesionales, simpáticos, amables y cordiales.
Diariamente son difundidas a través de los medios de comunicación noticias relacionadas con la salud o con la enfermedad, con los sistemas sanitarios, con la atención a personas con problemas de salud… sin que en la gran mayoría de las mismas se haga referencia a las enfermeras. Parece como si no existiesen o como si su existencia fuese una cuestión secundaria y prescindible. Nadie parece percibir su presencia, pero nadie parece discutir su existencia.
Los medios de comunicación están “contaminados”, como el resto de la sociedad, de los virus de la medicalización, y de la enfermedad y de las bacterias de la tecnología y del biologicismo. Estamos ante una epidemia informativa a la que los medios tratan de dar respuesta mediante “tratamientos informativos” tan efectistas como poco efectivos. La visión biologicista, tecnócrata y pseudoprofesionalizante, provoca efectos indeseados que hacen que la salud, la promoción, la educación para la salud, los cuidados, las enfermeras, la atención integral… sean anécdotas que raramente tienen cabida en sus crónicas, o cuando lo son, lo hacen apoyándose en tópicos, estereotipos o creencias populistas, que no populares, que distorsionan la realidad y la convierten en una extravagancia informativa.
En una sociedad de consumo desmedido, de individualismo manifiesto, de crisis de valores… en la que las cuotas de audiencia marcan de manera significativa las programaciones y las columnas de los medios de comunicación, impera la lógica del oportunismo y del sensacionalismo, hasta en temas de tanta trascendencia como la salud, lo que conduce a otorgar rango de noticia a lo que realmente no lo es desde una perspectiva de impacto e interés social.
La implantación de una mano amputada, el trasplante de un órgano, la aplicación de una técnica puntual de última generación… evidentemente son hechos que suponen, en muchos casos, avances importantes, pero que tienen un impacto relativo sobre la población dado el número de personas a las que afectan, pero que pueden ser fotografiadas, grabadas, entrevistadas y convertidas en noticia. Sin embargo la atención diaria a miles de personas con problemas de salud, los cuidados que de manera profesional y científica se prestan en centros de salud y hospitales, las intervenciones que se realizan en la comunidad para tratar de modificar hábitos no saludables, las actuaciones con asociaciones y recursos comunitarios, los talleres de atención a familiares de personas con discapacidad, los cuidados realizados conjuntamente con los cuidadores familiares, la escucha activa, la empatía, la atención al duelo, la atención domiciliaria… que afectan a miles y miles de personas y que tienen un gran impacto sobre la salud de la comunidad no son objeto de atención informativa, de interés periodístico, de investigación, son difíciles de captar en una instantánea, no son consideradas noticias de alcance… acabando en el anonimato de la cotidianeidad, en el silencio de lo habitual, en la invisibilidad de la aparente rutina.
Posiblemente fuesen noticia si adquiriesen nombre, se rompiese el silencio y se hiciese visible su importancia con el cese de todas o parte de esas “actividades intrascendentes”. Pero eso no sucederá. Las enfermeras, además de amables, cordiales y simpáticas, son profesionales con un alto grado de responsabilidad (que no necesariamente tiene relación directa con la vocación).Por lo tanto las enfermeras deberán esforzarse para que los medios de comunicación se den cuenta de que lo verdaderamente importante no es tanto, ni siempre la enfermedad como la salud, la curación como el cuidado, una parte de la persona como toda ella y/o su familia, la información puntual como la educación, la medicación como la promoción, el silencio como la comunicación, el trabajar para, como el trabajar con las personas, el protagonismo profesional como el trabajo compartido, el médico como la enfermera…
Los medios de comunicación necesitan de las enfermeras para que la salud sea abordada desde una perspectiva de rigor informativo y de servicio a la comunidad. Para ello es preciso que conozcan a las enfermeras, lo que hacen y lo que aportan. Que se acerquen a ellas, que les pregunten, que les pidan asesoramiento, que les indiquen el qué, el cómo, el dónde, el cómo y el cuándo de sus acciones profesionales.
Por su parte las enfermeras necesitan que los medios de comunicación visualicen su actividad, oigan sus inquietudes, sientan su presencia y perciban su importancia a través de sus aportaciones, sus críticas, su colaboración, su participación activa. Verbalizando, escribiendo, opinando para que nada quede a expensas de la interpretación y de la improvisación.
Medios de comunicación y Enfermeras. Enfermeras y Medios de comunicación. El orden de los factores no altera el producto, pero la ausencia de uno de ellos impide poder realizarlo y por lo tanto poder obtener el resultado esperado.