Con independencia del acierto o no de la norma que regulaba las especialidades enfermeras, lo bien cierto es que quedaba fijado el proceso y se establecían los plazos para hacerlo.
Todas aquellas enfermeras que quisieron presentar los méritos para acceder a la especialidad por la vía excepcional lo pudieron hacer. Otra cosa es el retraso, totalmente injustificado e injustificable, de la administración a la hora de evaluar los expedientes presentados y de convocar la prueba para que ese acceso pueda ser real.
En 2010, por su parte, se publicó en el BOE el programa oficial de la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria, y unos meses más tarde se convocaron las primeras plazas de especialistas. Se cerraba pues el proceso y se regularizaba, normativa y efectivamente, el proceso de acceso a la especialidad.
A partir de 2010, con la oferta anual de plazas de formación para la especialidad, el acceso a la misma se canalizaba ya a través de la vía EIR contemplada y desarrollada en el Real Decreto. Por lo tanto, todas aquellas enfermeras que, a partir de ese momento, hubieran querido realizar la especialidad estaban en igualdad de condiciones para acceder a la misma a través del examen de acceso al EIR. De hecho, hubo muchas enfermeras que, ocupando plazas de enfermera comunitaria o incluso teniendo plaza fija como tales, optaron por preparase el examen, aprobarlo, abandonar su situación laboral e incorporarse como enfermeras internas residentes, en muchas ocasiones, lejos de su lugar de residencia y de su entorno. Otras, sin embargo, optaron por mantener su puesto de trabajo o por esperar a obtenerlo. Sin duda ambas opciones son respetables.
El tiempo fue transcurriendo y la prueba excepcional, a pesar de las múltiples demandas, presiones y solicitudes realizadas por sociedades científicas y otras organizaciones enfermeras, no se hacía efectivo por una indudable falta de voluntad política. Cuando hace pocas fechas, el nuevo equipo ministerial surgido del cambio de gobierno, anuncia que se va a celebrar la prueba durante el año 2019, tras las reuniones mantenidas con las Sociedades Científicas, surge un movimiento que ha venido en denominarse “plataforma”, mimetizando una denominación que sugiere claros sentimientos reivindicativos. Por supuesto nada que objetar a la libertad que cada cual tiene a la hora de reivindicar aquello que considere más oportuno. Pero también se hace preciso analizar las solicitudes demandadas y, sobre todo, su coherencia, argumentos y oportunidad.
Cuando en el año 2005 se aprobó el Real Decreto de especialidades de enfermería, en el mismo y en la disposición transitoria segunda se establecían las condiciones para el acceso excepcional al título de especialista. Se habilitaba una posibilidad de acceder a la especialidad por la que muchas enfermeras habían trabajado intensamente y que no pudieron acceder al título por razones evidentes.
Sin entrar en todos los temas que, en forma de “totum revolutum”, han incorporado quienes han tomado la iniciativa de crear la citada plataforma, sí que me parece necesario clarificar una de sus principales peticiones. Solicitan tener acceso a la prueba excepcional todas aquellas enfermeras que desde 2011, en que se inició la oferta de plazas EIR, no lo pudieron hacer dado que estaba cerrado el plazo. Y ante esto hay que dejar claro que estas enfermeras que ahora solicitan tal prebenda, pudieron acceder a través del examen EIR y no lo hicieron o no lo consiguieron por las razones que en cada caso lo provocase, pero que era única opción legal que existía ya. Durante todo este tiempo, casi 9 años, muchas enfermeras, hemos estado trabajando intensamente por y para que la especialidad fuese una realidad y que los compromisos que la norma dictaban se cumpliesen. Muchas enfermeras han sacrificado muchos aspectos de su vida profesional y personal para poder ser especialistas. Muchas enfermeras, han creído en las Sociedades Científicas para que, a través de ellas, se pudieran conseguir los logros de una especialidad que tanto costó alcanzar. Y mientras todo esto sucedía muchas enfermeras, de las que ahora se amparan en esta plataforma, miraban hacia otro lado como si nada de esto fuese con ellas.
Solo se han acordado de Santa Bárbara cuando han oído tronar. Y claro, ahora ya es demasiado tarde. Como profesionales de una disciplina científica deberían conocer estas enfermeras que las demandas deben justificarse con argumentos basados en evidencias o, cuanto menos, en hechos objetivables y justificados y no incorporarse en un movimiento oportunista y fácil de manipular por intereses ajenos a la realidad profesional.
Quienes, atraídas por cantos de sirena totalmente irreales, se incorporen en este movimiento sin haber realizado una necesaria reflexión, un análisis en profundidad y haber contrastado la información que se traslada para contrastar su certeza, su oportunidad y su idoneidad, deben saber que quedan sujetas al populismo oportunista de unas cuantas personas que lejos de buscar el interés común, posiblemente, lo que desean es su interés personal o incluso ni eso, tan solo un intento de fragmentar, distorsionar, distraer e impedir que se logre normalizar, finalmente, un proceso en el que nunca han estado interesadas y en el que nunca han creído.
La citada plataforma, tiene similitudes de irracionalidad y de peligro con las pateras. Se comercia con personas a las que se engaña y que desean alcanzar un mejor estatus, poniendo en peligro su vida en unos casos o su estabilidad y credibilidad en otros, con un claro y manifiesto riesgo de naufragar en el intento y perderlo todo, y teniendo en cuenta que quienes les arrastraron a embarcarse en dichas plataformas, llamadas pateras o de cualquier otra forma, se mantendrán a salvo, de incógnito y a la espera de nuevos incautos a los que engañar para proseguir con su negocio.
La situación no es la deseada por la mayoría de las enfermeras, pero es la que es y está reglamentada. Lo que debemos hacer es, a través de la unidad, trabajar para que se alcance cuanto antes la dignidad de una especialidad tan necesaria como imprescindible para el sistema de salud, pero, sobre todo, para las personas, las familias y la comunidad. Incorporarse en plataformas de dudosa procedencia, con oscuros fines, demagógicos planteamientos, falsos argumentos y nula credibilidad a lo único que pueden conducir es al enfrentamiento entre las enfermeras y a que las administraciones se amparen el mismo para paralizar los procesos que se han iniciado y que posiblemente acaben con la parálisis que hasta la fecha hemos sufrido.
Me permito aconsejar a quienes, de manera impulsiva, pero, posiblemente, poco reflexiva, tengan la tentación de utilizar su tiempo, su energía e incluso su dinero en procesos tan intoxicados como nocivos que reaccionen y centren sus esfuerzos en trabajar con quienes de manera razonada, razonable, serena al tiempo que enérgica, constante y mantenida en el tiempo han estado y siguen estando centrados exclusivamente en logar lo mejor para las enfermeras comunitarias, sea cual sea su condición y situación.
Alicia, en el cuento de Lewis Carroll, le preguntaba al gato apostado en un árbol, que cuál era el camino que debía tomar. El gato de manera serena a la vez que socarrona le contestó que eso dependía de a dónde quisiera ir. Así pues, identifiquemos claramente a dónde queremos y tenemos oportunidad de ir para saber escoger el camino acertado que nos lleve a alcanzar nuestro objetivo. Y si, además, lo hacemos unidos, mucho mejor, lo que no quiere decir que debamos hacerlo de manera uniformada y sin poder discrepar, pero sabiendo lo que queremos para elegir la mejor manera de lograrlo.