Parece ser que una de mis últimas entradas en el Blog, “De plataformas y pateras” ha generado una intensa controversia que ha llevado, además, a que haya quien se ha sentido ofendido.
Lo primero, y para mi más importante, pedir disculpas a quienes haya podido ofender mi escrito. Nunca, ni en ningún momento ha sido mi intención hacerlo. En cualquier caso, considero, que no es el insulto y la descalificación precisamente la mejor manera de contestar a argumentos con los que no se está de acuerdo. Puedo entender la discrepancia, pero nunca la descalificación y la agresión verbales gratuitas y sin mayores argumentos que la amenaza.
Mi reflexión, pues tan solo es eso, se hace desde mi conocimiento de los hechos y precisamente y justamente, al contrario de lo que algunos entienden como un ataque a quienes durante muchos años han trabajado y luchado porque la especialidad sea una realidad, como una defensa a su esfuerzo, dedicación y paciencia. Pero, como en cualquier otra situación, la regulación se establece para cumplirla y lo que no se puede pretender es que, ahora que se está a punto de conseguir lo que hace tanto tiempo se debiera haber realizado, se modifique una norma para satisfacer a unos pocos que ya tienen otras vías de acceso a la especialidad.
No soy yo quien establece la norma y, por lo tanto, no soy yo quien genera un debate que se han encargado de incorporar con agresividad y descalificaciones unas/os pocas/os a través de una plataforma, obviando e ignorando a quienes durante muchos años han venido trabajando a través de organizaciones científico-profesionales, que son las que dotan de madurez a una profesión/disciplina, para que se pueda contar con la especialidad y durante los cuales, estas mismas personas, han estado ocupadas en otros menesteres sin preocuparse por lo que sucedía hasta que le han visto las orejas al lobo.
Que nadie se confunda. El enfrentamiento no lo están provocando quienes han seguido escrupulosamente lo establecido, sino quienes con reivindicaciones demagógicas, populistas y ausentes de argumentos están enarbolando una bandera de discordia y descalificación.
No por chillar más van a tener más razón. Y es, cuanto menos paradójico, que quienes ahora hablan de unidad no la hayan considerado antes cuando tan necesaria era para lograr que la especialidad se desarrollase con garantías y la máxima calidad.
Tener la especialidad no es un galón más que exhibir. Es una responsabilidad que hay que lograr y cumplir respetando los tiempos y las formas y no pretendiendo adecuarlas a los intereses particulares de unos pocos.
En cualquier caso y para concluir, especialistas o no, lo que realmente importa y debiera trascender es el hecho de ser y sentirse enfermeras, que para algunas/os parece que no es trascendente.