HOY QUIERO HABLAR DE LA AEC

Hoy no voy a abordar ningún tema relacionado con nuestras diferencias, carencias o reivindicaciones. Hoy quiero compartir la alegría de una celebración muy especial que significa mucho para mi tanto a nivel personal como profesional, pero que, además, considero trasciende a estos sentimientos individuales al tener una gran repercusión social, científica y profesional.

          Hoy quiero hablar en positivo, sin reproches, sin lamentos, sin recelos. Quiero hablar con el corazón sin dejar que el cerebro deje de ser su guía. Quiero hacerlo con pasión, con vehemencia, con emoción y con sentimiento. Pero quiero hacerlo sin abandonar el rigor, la coherencia y la razón. Hablar de experiencia y vivencia, que es como hablar desde el recuerdo del pasado, pero sin olvidar el presente ni dejar de mirar al futuro.

          Hoy quiero hablar de quienes están, quienes estuvieron y quienes se fueron. De todas y todos las/os que contribuyeron a que hoy pueda hablar de ello. Y lo quiero hacer desde el cariño, el respeto y el agradecimiento por todo cuanto aportaron y por todo lo que trabajaron. Pero lo quiero hacer sin nombrarlos. No hace falta para identificar su valentía, su valor, su responsabilidad y su entrega como referentes, ponerles apellidos ni nombres. Todas/os las/os identificamos. Hoy la AEC, que existe gracias a ellas/os, es el único nombre que citaré.

          Hoy quiero hablar de lo mucho que significó, significa y seguirá significando para las enfermeras comunitarias. Del orgullo que representa ser parte de esta ilusión, de este compromiso, de este colectivo que, tras un equipo, un logo y unas siglas logran mantenerte vivo, activo, inconformista, despierto, implicado… para seguir creyendo que trabajar y luchar por esta profesión y por lo que representa no tan solo vale la pena, sino que es un orgullo y una enorme satisfacción.

          Hoy quiero hablar con generosidad, con gratitud y con alegría, sin que ello me haga perder la visión de las dificultades, barreras e inconvenientes que aún existen. Pero sabiendo que nada ni nadie será capaz de doblegar la voluntad, el tesón y la energía que otorga pertenecer a la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC) para, no tan solo afrontarlos, sino vencerlos, como se ha hecho siempre desde que hace 25 años naciera.

          Hace 25 años, un grupo de enfermeras se reunía bajo unas acacias en los Jardines del Real de la ciudad de Valencia y compartía sus inquietudes, incertidumbres, deseos, ilusiones, para que la Atención Primaria, en su incipiente caminar como nuevo modelo de Atención, no se convirtiese en un nicho profesional de las enfermeras, en vista de ciertos acontecimientos y hechos que se estaban produciendo en su contra, que con tanta motivación se habían incorporado en los Centros de Salud.

          De esa reunión informal, aunque rigurosa, surgió un deseo compartido, crear una Asociación de Enfermería Comunitaria. Y de ese debate nació la AEC, como Asociación científico profesional para el ámbito autonómico de la Comunidad Valenciana.

          La redacción de estatutos, elección de logos, configuración de la primera Junta Directiva, inscripción en el registro de Sociedades Científicas, dieron paso a las primeras acciones y actividades.

          Su irrupción e impacto fue tan importante que su eco traspasó los límites de la Comunidad Valenciana y provocó la incorporación de enfermeras de otras comunidades autónomas como La Rioja o Canarias. La AEC, acababa de nacer, pero no tenía tiempo para jugar ni entretenerse. Maduró rápidamente y empezó a dar pasos con firmeza y determinación.

          Sus Jornadas y Congresos se convirtieron en un referente nacional en los que participaron importantes referentes enfermeros de todo el ámbito nacional e internacional.

Se fue generando un ambiente de crecimiento, de desarrollo, de referencia, de calidad que atraía a nuevas enfermeras de todos los puntos de la geografía española. De esta manera lo que empezó siendo un movimiento muy local se convirtió en la primera Sociedad Científica de Enfermería Comunitaria en España, con vocalías en todas las Comunidades Autónomas.

La especialidad de Enfermería Comunitaria (EEC) fue desde el principio un objetivo prioritario para la AEC. De hecho, fue la AEC la que redactó la primera propuesta de programa de formación de la especialidad. Lo que significó un gran paso en el camino que a partir de ese momento se iba a tener que recorrer.

Los vaivenes políticos y con ellos los que se trasladaban a las administraciones, tanto nacional como autonómicas, no contribuyeron a que la especialidad fuese una realidad, lo que en ningún caso significó un abandono en el trabajo permanente de la AEC por lograrlo.

Pero la AEC no tan solo surgió, creció y trabajó para desarrollar la EEC. Para la AEC, la Enfermería Comunitaria y las Enfermeras Comunitarias, eran su principal objetivo de trabajo, con o sin especialidad, y lo que su aportación significaba para las personas, familias y comunidad. Por lo tanto, y al contrario de lo que sucedió con las Sociedades Médicas, la AEC no nació como consecuencia de una especialidad (caso por ejemplo de la Sociedad española de Medicina Familiar y Comunitaria –SEMFyC-), sino que nació desde y para las enfermeras comunitarias y fueron ellas las que trabajaron para que la EEC fuese un hecho, pero nunca exclusiva ni excluyente del desarrollo de la Enfermería Comunitaria, al entender que más allá de la especialidad hay vida, necesidades, demandas, expectativas, ilusiones… a las que se puede y debe y dar respuestas por parte de las enfermeras comunitarias, especialistas o no. Esta es una de las grandezas y fortalezas de la AEC y es desde ese posicionamiento firme, coherente, fundamentado y fundamental desde el que la AEC ha adquirido valor, prestigio y, sobre todo, identidad. No se trata de inmovilidad o conformismo en ese posicionamiento, sino de convicción en los valores de la Enfermería Comunitaria. La AEC siempre ha estado abierta al diálogo, al análisis, la reflexión, el pensamiento crítico, el debate, que permitiesen adaptar su posicionamiento a las realidades sociales, científicas y profesionales, cambiantes. Por lo tanto, la adaptabilidad ha sido una constante para la AEC, de igual modo que ha sido una constante su negativa a modificar sus principios fundacionales, basados en la ética, la transparencia y el servicio a las enfermeras comunitarias y a la sociedad.

El compromiso científico de la AEC le llevó a convertir su boletín de noticias (BEC) en la Revista Iberoamericana de Enfermería Comunitaria (RIdEC) que cumple 10 años de existencia como vehículo de comunicación científica de la AEC al servicio de todas las enfermeras comunitarias de manera abierta y con una progresión de calidad que le ha permitido estar indexada y con expectativas muy importantes de crecimiento.

Los grupos de trabajo, proyectos de éxito indiscutible como AVATAR, la web, los documentos de trabajo… fueron incorporándose en esa construcción sólida y capaz de ser un referente indiscutible no tan solo de la Enfermería Comunitaria, sino de la Salud y la Sanidad en nuestro país y fuera de él a través de su internacionalización, fundamentalmente del ámbito iberoamericano.

Finalmente, la especialidad fue una realidad. Realidad que no coincidía con los planteamientos que siempre defendió la AEC para la misma y por ello se posicionó, nuevamente, para lograr modificar lo que entendió se convertía en una mimetización de la especialidad médica tanto en su modelo formativo como en su denominación que pasó de ser la de Enfermería Comunitaria a Enfermería Familiar y Comunitaria. De poco sirvieron los informes razonados y argumentados emitidos para variar estos y otros aspectos de una especialidad que junto a otras seis configuraban la formación especializada enfermera. Y ante esta tesitura la AEC se planteaba si era mejor retirarse y no participar en el desarrollo de la especialidad, tal como las urgencias y los compromisos políticos habían establecido, o implicarse de manera decidida a que ese planteamiento de especialidad fuese lo mejor posible con la presencia activa y directa de la AEC. Y la AEC, aceptó el reto, a pesar de su disconformidad, de trabajar por la especialidad. Para ello se incorporó, no sin importantes resistencias profesionales y sindicales, en la Comisión Nacional de la Especialidad, desde la que se redactó el Programa Formativo actualmente vigente.

La especialidad arrancó con las primeras plazas convocadas y la AEC se posicionó nuevamente de manera enérgica y decidida para que se dignificase, en contra de otros planteamientos demagógicos y populistas que abogaban por una especialidad “descafeinada”, exclusiva y excluyente. Posicionamiento que mantenía la coherencia de la AEC, en contra de las posiciones interesadas y oportunistas prevaleció, aunque el mismo supusiese cierto desgaste e incomprensión de una parte de las enfermeras comunitarias que creyeron los cantos de sirena que se generaban en torno a la especialidad y que el tiempo demostró que tan solo eran eso, cantos de sirena.

Y todo este recorrido, difícil y con importantes obstáculos que hubo que salvar, ha permitido que actualmente la AEC esté presente en todas las comisiones de trabajo del ministerio y de las consejerías de salud, en los foros científico profesionales nacionales e internacionales más importantes, en actividades científicas, debates… en los que las enfermeras comunitarias tienen mucho que aportar. Todo ello sin dejar de lado la permanente vigilancia para reclamar, denunciar o reivindicar cualquier aspecto que pueda significar un ataque, menosprecio, olvido o manipulación de la realidad enfermera o de la respuesta que damos a las personas, familias y comunidad.

La pertenencia a una Sociedad de referencia en Salud Pública como las Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), es otra muestra del peso específico alcanzado por las enfermeras comunitarias y su valoración por parte de otras disciplinas.

Cuesta mucho resumir en tan poco espacio 25 años de camino recorrido y mucho más aún de las experiencias, vivencias, sentimientos y emociones, que más allá de los logros alcanzados, se han vivido y compartido.

Pero no podía, ni quería, dejar de hacer una referencia a modo de agradecimiento y gratitud hacia la AEC en el Blog. No tanto por lo que ha significado para mí, que también, como por lo que ha aportado al desarrollo y visibilización de la Enfermería Comunitaria y las Enfermeras Comunitarias.

Sirva pues este pequeño relato como tributo a la AEC y a sus 25 años. Como recuerdo entrañable hacía cuantas enfermeras han participado de manera tan intensa como desinteresada a construir la AEC, sin ninguna de las cuales, hoy sería posible este aniversario. Como homenaje póstumo, pero vivo, permanente y sincero, a quienes ya se fueron, pero dejaron la huella indeleble de su paso y aportación. Y finalmente como llamada a quienes deben continuar con este camino recorrido, las enfermeras jóvenes que, con su dinamismo, innovación, capacidad y competencia, deben impulsar a la AEC para que siga siendo el referente científico profesional de las enfermeras comunitarias, en cualquier ámbito científico, profesional o social.

Hoy quiero trasladarte mi felicitación AEC por tu 25 aniversario. Felicidades también a  RIdEC por tus 10 años de recorrido y gracias por todo lo que habéis logrado, por la gran proyección alcanzada y por el enorme y gratificante futuro que nos dejáis preparado a las enfermeras comunitarias.

En Valencia tendremos ocasión de celebrarlo, pero dicha celebración no debe quedar tan solo en una fiesta, sino que esta debe ser el punto de inflexión, la palanca y el trampolín que nos permita llegar tan lejos como queramos y creamos.

Hoy solo y sobre todo quería hablar de eso.