LA OCASIÓN LA PINTAN CALVA Silencio, competencias y ganancias

A Íñigo Lapetra[1] que de manera tan noble como firme defendió a las enfermeras y la enfermería.

                                   

                                                                                     “¿No te parece significativo, por ejemplo, que el concepto de lo justo coincidiera siempre sospechosamente con nuestros intereses?”.

Miguel Delibes.[2]

 

El refranero español, tan popular como sabio, nos permite identificar pensamientos, enseñanzas o consejos que permanecen invariables a lo largo del tiempo.

Traigo en esta ocasión uno de dichos refranes porque creo que resume en muy pocas palabras lo que actualmente está sucediendo en el panorama sanitario con relación a la denunciada falta de profesionales sanitarios.

El refrán proviene de la representación de la Diosa de la Ocasión, conocida como Diosa de la Oportunidad. Para los romanos, era una mujer de hermosa cabellera larga, que le cubre el rostro y es calva por detrás, por lo general, posee alas en los talones y espalda, sostiene un cuchillo en su mano derecha, y se encuentra parada sobre una rueda en movimiento.

La oportunidad, tal como la Diosa, cuando pasa por enfrente se debe de coger por la cabellera, ya que cuando termine de pasar no habrá por donde sujetarla, y generalmente las buenas ocasiones solo pasan una vez, no existe otra totalmente igual.

La ocasión la pintan calva hace referencia, por tanto, a las oportunidades que se presentan, aprovechando y disfrutando de las buenas coyunturas.

Y eso precisamente es lo que algunas/os están haciendo con ocasión de la situación que se ha presentado tras la pandemia y que se ha querido y se ha logrado trasladar como una situación de carencia de médicos, sobre todo en Atención Primaria. Digo de médicos porque es de lo que se está informando diariamente en los medios como si el resto de profesionales de la salud no tuviesen ese problema.

La cuestión es si tal situación obedece a un intento lícito, aunque no sea real, de lograr mejoras laborales. Porque lamentablemente se concretan casi exclusivamente en las mismas, sin que al menos por parte de los medios de comunicación o de quienes en los mismos se manifiestan en representación del citado colectivo, se hable de nada más que no sea de dichas condiciones y sus reivindicaciones. Condiciones que, por otra parte, utilizan como argumento que pretenden sea exclusivo y excluyente de las razones por las que los médicos abandonan la Atención Primaria como ámbito de desarrollo profesional o que ni tan siquiera les seduzca la posibilidad de acceder a él como demuestra las plazas desiertas de dicha especialidad en la última oferta de formación especializada médica (MIR)[3].

Otra cosa bien distinta es si esta ocasión que aprovechan es, además de lícita, ética, apropiada, oportuna o estética. Pero tampoco esto pretende ser motivo de mi reflexión, que considero debería ser realizada por el propio colectivo médico a través de un análisis que huya de corporativismos arcaicos y alejados del que debiera ser objetivo de su valiosa aportación profesional.

Lo que realmente me preocupa es que la situación de desolación organizativa y de atención que tras de sí está dejando la pandemia, porque no podemos olvidar que continua entre nosotros y sigue dejando rastros de dolor, sufrimiento y muerte, sea precisamente la ocasión que pintan calva.

Resulta triste y me atrevo a decir que rechazable que cualquiera haga un uso interesado y oportunista para tratar de sacar rédito laboral o de cualquier otro tipo de dicha situación.

Porque el tema lamentablemente no es cómo mejorar el SNS y las consecuencias de su caduca, ineficaz e ineficiente organización, gestión y respuesta. El tema se centra en cómo aprovechar estas circunstancias de tal manera que parezcan las razones de una no menos caótica respuesta profesional derivada o secundaria a las anteriores, aunque posiblemente obedezcan a un mismo patrón de comportamiento, basadas en la mediocre toma de decisiones políticas influenciadas por presiones que lejos de pretender dar respuestas a las necesidades de la población se concretan en las necesidades corporativas de quienes actúan como lobbies de poder.

Por tanto, considero que la solución al KO no es, al menos exclusiva y posiblemente tampoco de manera prioritaria, la falta de profesionales, aunque determinados colectivos sigan insistiendo en esta causa y algunos medios sigan dando credibilidad a la misma sin ni tan siquiera contrastarla. Dando voz únicamente a quienes así lo reivindican con vehemencia, asumiendo como válida esta premisa y descartando sin más el que puedan existir carencias en otros colectivos que simplemente ignoran.

Mientras se quedan desiertas plazas de formación especializada de medicina familiar y comunitaria tal como comentaba, las plazas ofertadas de formación especializada enfermera en idéntico ámbito son las primeras en cubrirse. Sin embargo llama la atención que posteriormente estas especialistas no sean contratadas como tales por no existir, en la mayoría de los servicios de salud de nuestro país, la categoría laboral creada y sin que en aquellos en los que si lo está estén definidas las competencias que tienen que asumir de manera diferenciada con las enfermeras no especialistas lo que supone tanto descrédito y falta de valor añadido y diferenciado para la propia especialidad, como generación de conflictos ante la indefinición provocada, nuevamente, por la ausencia de criterios claros y rigurosos en la toma de decisiones de las/os gestoras/es políticas/os y sanitarias/os.

Pero, además, tenemos que resaltar la que sin duda es una falta de respeto por parte del Ministerio de Universidades hacia las enfermeras al llevar 7 meses, desde que se celebrase el 11 de diciembre del pasado año la lamentable y caótica prueba excepcional de acceso a la especialidad tras más de una década para convocarla, sin dar una respuesta a quienes aprobaron la citada prueba y sin que se sepa aún la fecha de celebración del segundo examen. El silencio tanto del ministro Castells como de su predecesor el Sr Subirats ante las permanentes solicitudes por parte de sociedades científicas como la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC) o las respuestas retóricas y sin sentido, han sido la constante de los máximos responsables del citado Ministerio[4], [5][6], [7], [8], [9], [10]. Posiblemente porque piensen que mejor callar, ante la sospecha de su mediocridad, a hablar y que despejen cualquier duda al respecto.

Por su parte el Ministerio de Sanidad, aunque no tiene competencias en cuanto a la solución del proceso evaluador, tampoco ha ejercido, no ya presión que sería lo deseable, sino ni tan siquiera solicitud alguna para que se lleve a cabo la resolución de la prueba que supone el reconocimiento a la especialidad, siendo esto igualmente una absoluta desconsideración hacia las enfermeras. Pero en este caso además, como máximo órgano de la sanidad española, falta de respeto también hacia la población a la que se debe dar respuesta de cuidados, al no mostrar interés alguno en que se cuente con profesionales que mejorarían la calidad de la atención y paliarían parte de las graves deficiencias actuales de la Atención Primaria de Salud, tal como se recoge en la Estrategia de Atención Primaria y Comunitaria, pero que lamentablemente queda únicamente como una nueva declaración de intenciones que no solo no se concreta al no darse los pasos necesarios para que se haga efectiva.

No es una cuestión laboral, que nadie trate de manipular, se trata de una respuesta a las necesidades de salud y cuidados que quedan claramente evidenciadas en múltiples estudios científicos que son sistemáticamente obviados[11], [12], [13]. Es decir, no existe voluntad política por resolver el problema y tan solo tratan de maquillar la situación con anuncios tan llamativos como incumplidos como la creación de una estrategia de cuidados hecha por la actual ministra de sanidad, Carolina Darias, durante el cierre de la campaña Nursing Now que se vio obligada a realizar en diciembre del pasado año. Todo ello aderezado con idéntica capacidad de diálogo que su homólogo en el ministerio de Universidades, es decir, el silencio como única e implacable respuesta a cualquier petición que en tal sentido se le ha venido trasladando en repetidas ocasiones, como elemento para ejercer su poder

Desde el ministerio de Educación, por su parte, la actual ministra, la Señora Alegría, no se le ocurre mejor manera para regular la falta de respuesta cualificada de cuidados que crear nuevas titulaciones que lejos de suponer una mejora pueden significar una importante merma en la calidad de la atención. De manera mimética a sus compañeros ministeriales mantienen el silencio como respuesta a los intentos de análisis conjunto, a pesar de las solicitudes realizadas por parte de Sociedades Científicas o grupos profesionales de referencia como Grupo 40+ Iniciativa Enfermera, en torno a un contexto que desprecian en igual proporción al desconocimiento que del mismo tienen[14], [15].

Parece como si desde los tres ministerios, como hicieran las constructoras para lograr acceder a contratos públicos, se pusieran de acuerdo para adoptar idéntica estrategia ante las demandas tan lícitas y justas como sistemáticamente incumplidas o respondidas con fallidas y deplorables soluciones, manteniendo como denominador común el silencio, pensando posiblemente, que es pacífico, cuando en realidad es doloroso y clara y necesariamente evitable.

Este incomprensible y reprochable silencio tratan de maquillarlo anunciando una estrategia de cuidados, al mismo tiempo que se obstaculiza, limita o niega el valor de los cuidados y de las enfermeras que los prestan, en un acto de hipocresía institucional y de absoluta falta de responsabilidad política, institucional e incluso humana de quienes tienen la obligación de servicio que les otorga los puestos que ocupan y de los que hacen un uso partidista y alejado de la realidad de cuidados que plantea la comunidad.

Incluso el presidente del Gobierno esta misma semana en su discurso del Estado de la Nación planteó una metáfora en la que habló de la necesidad de contar con médicos especialistas en lugar de curanderos para atender la actual y maltrecha situación económica y social. No sé hasta qué punto no hubiese sido mejor que hablase de la necesidad de contar con enfermeras que son especialistas de cuidados que, en gran medida, es lo que le hace falta a esta sociedad tan carente de los mismos. Pero es lo que tiene, las/os políticas/os tan solo relacionan la salud con quienes precisamente tan alejados de ella están y así es difícil que logremos una sociedad saludable. Ante la carencia de anuncios relacionados directamente con la salud o la sanidad, más allá de los económicos que sin duda repercuten en la salud, anunciar el desarrollo de la estrategia de cuidados para que no se quede tan solo y nuevamente en una ilusión o promesa para mantener satisfechas temporalmente a las enfermeras, hubiese aportado valor al discurso presidencial, pues sin duda es un tema de calado para la población aunque no se identifique como tal por razones que sospecho pero que prefiero no referir.

Mientras todo esto está sucediendo y se trata de hechos contrastables y alejados de cualquier interpretación maliciosa e interesada, en algunos servicios de salud autonómicos se pretende que las enfermeras acepten como válidas respuestas que están al margen de la legalidad vigente y que además suponen tener que renunciar a hacer lo que les compete, prestar cuidados de calidad, para asumir lo que, aún en disposición teórica para hacer, no disponen del soporte normativo que les respalde hacerlo[16], [17]. Se trata, una vez más, de un intento por utilizar a las enfermeras como comodín o arma arrojadiza de sus torpes jugadas políticas y de culparlas, llegado el caso, por rechazar su envenenado encargo, en un despreciable juego de cinismo y de desprecio a las enfermeras y a la población a la que dicen representar y, por tanto, respetar. Nada más lejos de la realidad. No tienen intención alguna de promocionar y favorecer el desarrollo profesional enfermero, pues su decisión de adjudicación competencial es realizado con idéntico número de enfermeras e idéntica remuneración y sin que en ningún caso se contemple la incorporación de especialistas de enfermería familiar y comunitaria o de llevar a cabo un diagnóstico que permita identificar claramente las necesidades reales de profesionales, su distribución y asunción de competencias en base a la legalidad vigente[18], [19]. Además, con su decisión enfrentan a las enfermeras con los médicos que las identifican como intrusistas y con la población al situarlas como las culpables de no querer dar respuesta a sus demandas provocando, por tanto, una respuesta de rechazo ante una decisión tan coherente, ética, estética y de máximo respeto hacia la sociedad por parte de las enfermeras.

Por su parte, los médicos, aparecen en este escenario como víctimas de todo este proceso que no es producto de la falta de efectivos de manera única y generalizada, pero que se ha generado la ocasión propicia para que así parezca y por la que la sociedad los identifica como tales alineándose con sus reivindicaciones. Es, en definitiva, la tormenta perfecta.

Que nadie pretenda hacer un uso interesado de mi reflexión y de lo que de la misma se traslada. En ningún caso, de ninguna manera, pretendo ir en contra del colectivo médico. Más bien todo lo contrario. Considero que se les está utilizando también de manera interesada, pero de igual manera creo que la respuesta que están dando, a través de sus representantes, a una situación de falta de atención humanizada, cercana empática, cuidadora, salutogénica, equitativa… no se corresponde con la realidad, siendo manejada de manera oportunista para conseguir reivindicaciones que a pesar de ser justas no obedecen a los argumentos que se están utilizando, aprovechando las circunstancias y entrando, en muchas ocasiones, al trapo de las provocaciones, al transformar las decisiones políticas en denuncias de supuestos intentos de invasión de competencias por parte de las enfermeras, cuando ni es la intención, ni el interés de las mismas hacerlo[20].

Otra cosa, bien diferente, es que se estudie con rigor la situación actual, tanto de necesidades como la forma para dar la mejor respuesta a las mismas revisando, si hace falta, quiénes, cómo, de qué manera, cuándo, dónde… Sin que ello sea visto como una lucha disciplinar, como se quiere hacer ver, por parte de quienes no creen en la atención primaria ni en cómo mejorarla, sino tan solo como la mejor manera para lograr rédito político, sindical, profesional o laboral… aunque sea a costa de la calidad de la atención y de las personas que la merecen.

Todas/os somos necesarias/o. Otra cosa es que se pretenda creer o hacer creer que algunas/os son imprescindibles. Porque de imprescindibles están llenos los cementerios. Por tanto, trabajemos desde la necesidad que no desde la imprescindibilidad que de nuestras competencias se supone.

La atención de salud que precisan las personas, las familias y la comunidad, requieren de respuestas de equipo que trasciendan a los intereses laborales o profesionales y se centren en las necesidades sentidas por ellas. El trabajo transdisciplinar, por tanto, debe ser un esfuerzo común para conseguirlo y la mejor manera para atajar de una vez por todas la utilización que de unos y otros hacen las/os políticas/os con cantos de sirena que lo único que logran es que finalmente encalle, en el mejor de los casos, o se hunda la nave común en la que navegamos, es decir, el Sistema Nacional de Salud y que tanto desean los piratas de la salud que vigilan constantemente, cuando no atacan, para llevarse el botín y lucrarse con él.

La mejora de las condiciones profesionales e incluso laborales tanto de médicos, enfermeras como de otras/os profesionales de la salud no se concretan únicamente en el aumento de contratación de profesionales. Nuestra obligación como profesionales, con independencia de la disciplina en la que ejerzamos nuestra profesión, es la de dar la mejor respuesta desde nuestro paradigma disciplinar, pero también desde nuestro esfuerzo colectivo para que sea una respuesta de salud integral, integrada e integradora que pasa por huir de disputas y trabajar para sumar las fortalezas de cada una de las partes, restar las amenazas del entorno en que se producen, equilibrar las debilidades individuales y respetar las aportaciones singulares y específicas que lejos de ser excluyentes son necesariamente complementarias, teniendo en cuenta que también se requiere de la participación activa y decidida de la población, sin la que difícilmente seremos capaces de hacerlo con la garantía precisa.

Todo ello sin que hacerlo signifique necesariamente un trabajo de voluntarismo sin reconocimiento, al contrario. No somos ONGs y como profesionales debemos ser valoradas/os y justamente remuneradas/os, pero para ello debemos tener la firme y decidida voluntad de demostrar que somos merecedoras/es de serlo con aptitudes y actitudes dignas de las profesiones a las que representamos y de las que vivir dignamente sin pretender el lucro como único objetivo.

Cojamos del pelo a la Diosa Ocasión antes de que perdamos la oportunidad y nos encontremos con la sorpresa de su alopecia occipital que nos impida retenerla.

El refranero español es certero y al ya indicado y que da pie a esta reflexión se puede añadir el que dice que a río revuelto ganancia de pescadores. Lo que no acaba de aclarar el refrán en cuestión es quienes son, en esta ocasión, los pescadores, aunque parecen claras cuales son las ganancias pretendidas por unas/os u otras/os.

Para acabar un nuevo refrán que considero deberíamos aplicarnos con mayor frecuencia todas/os si realmente queremos que las cosas cambien, a Dios rogando y con el mazo dando.

[1] Informador de la salud del Consejo General de Enfermería que falleció el pasado día 8 a consecuencia de la COVID.

[2]   Novelista español y miembro de la Real Academia Española desde 1975 hasta su muerte, ocupando la silla «e» (1920-2010)

[3] https://diariosanitario.com/plazas-mir-desiertas-medicina-familia/

[4]https://www.enfermeriacomunitaria.org/web/attachments/article/2771/CARTA%20AEC_SEC.GRAL.UNIVERSIDADES_PRUEBA%20EXT_14_12_2021.pdf

[5]https://www.enfermeriacomunitaria.org/web/attachments/article/2783/CARTA_MINISTRO_UNIVERSIDADES_PRUEBA_EXT_20_01_2022_AEC[44].pdf

[6]https://www.enfermeriacomunitaria.org/web/attachments/article/2835/20220301_CARTA_MINISTRO_UNIVERSIDADES_PRUEBA_EXT_01_03_2022_AEC[6].pdf

[7]https://www.enfermeriacomunitaria.org/web/attachments/article/2855/20220323_CARTA_MINISTRO_UNIVERSIDADES_PRUEBA_EXT_22_03_2022_AEC[9].pdf

[8]https://www.enfermeriacomunitaria.org/web/attachments/article/2881/20220505_CARTA_MINISTRO_UNIVERSIDADES_PRUEBA_EXT_05_05_2022_AEC[46].pdf

[9]https://www.enfermeriacomunitaria.org/web/attachments/article/2881/20220120_CARTA_MINISTRO_UNIVERSIDADES_PRUEBA_EXT_AEC.pdf

[10]https://www.enfermeriacomunitaria.org/web/attachments/article/2891/20220509_Carta%20AEC.pdf

[11] Martín Palomo, María Teresa, & Venturiello, María Pía. (2021). Repensar los cuidados desde lo comunitario y las poblaciones vulnerables: Buenos Aires y Madrid durante la pandemia de SARS-CoV-2. Apuntes, 48(89), 127-161. https://dx.doi.org/10.21678/apuntes.89.1471

[12] Leticia San Martín-Rodríguez ∗ , Cristina García-Vivar, Paula Escalada-Hernández y Nelia Soto-Ruiz

Las enfermeras tras la pandemia por Covid-19: ¿y ahora qué? Enf Clínica 32 (2022): 1-3.

[13] Ana Mª Porcel-Gálvez, Bárbara Badanta, Sergio Barrientos-Trigo, Marta Lima-Serrano. Personas mayores, dependencia y vulnerabilidad en la pandemia por coronavirus: emergencia de una integración social y sanitaria. Enf Clínica 31 (2021): S13-S18.

[14] https://www.grupo40enfermeras.es/wp-content/uploads/2022/02/Carta-Ministra-Alegria.pdf

[15] https://www.grupo40enfermeras.es/wp-content/uploads/2021/05/MANIFIESTO-sobre-titulo-superior-para-TCAEs.pdf

[16] https://www.elmundo.es/madrid/2022/06/07/629ee3e5fdddff65068b4580.html

[17] https://www.huffingtonpost.es/entry/centros-de-salud-sin-medico-en-madrid-atencion-primaria_es_62ab7561e4b0cdccbe5b0526

[18] https://www.madridiario.es/sindicatos-plantan-propuesta-atencion-primaria-sin-medicos

[19] https://www.vozpopuli.com/espana/enfermeros-plan-madrid-medicos-familia.html

[20] https://vivirediciones.es/medicos-de-familia-ven-un-espanto-su-sustitucion-por-enfermeras-en-madrid/

EL DIFÍCIL ADIÓS A ÍÑIGO

                                                                                             La muerte es algo que no podemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos

Antonio Machado[1]

Toda pérdida es dolorosa por el hecho de suponer una carencia de lo que se poseía.

No todas las pérdidas, sin embargo, significan ni se sienten de igual manera dado que la carencia que representa cada pérdida no es nunca comparable y si se me permite medible.

El vacío, el dolor, la tristeza, la soledad, la impotencia, la rabia, la incomprensión… que cada pérdida genera resulta muy difícil, por no decir imposible, de cuantificar.

Por tanto, no se trata de hacer una hipérbole de la pérdida de alguien como Íñigo Lapetra Muñoz. Entre otras muchas razones porque sería traicionar su recuerdo, su manera de ser y estar, su actitud ante la vida, su personalidad y su comportamiento. Pero ello no puede evitar, en ningún caso, que su pérdida sea tan solo vivida como un episodio, un acontecimiento, un momento puntual, una circunstancia vital. Porque la pérdida de Íñigo trasciende a todo ello.

Íñigo se fue de manera precipitada, inoportuna, inesperada y casi secreta. Se fue con la humildad que él tenía y proyectaba, con la misma discreción que le caracterizaba, con idéntico sigilo con el que actuaba. Pero en esta ocasión su partida, aunque él no lo quisiera, nos ha provocado a cuantas/os tuvimos ocasión de conocerle y quererle, porque lo uno era consecuencia de lo otro, un torbellino de sentimientos, sensaciones y emociones que resultan muy difícil de gestionar.

La gran y desagradable sorpresa inicial al conocer su pérdida fue directamente proporcional a la generación de dicho torbellino que atraía hacia sí pensamientos, recuerdos, momentos, experiencias… vividas junto a él en un intento tan irracional como natural por recuperarlo a sabiendas que dicho intento era tan vano como necesario para paliar, aunque tan solo fuese mínimamente la certeza de la pérdida.

Se ha ido quien dio valor a la amistad, a las personas, a los sentimientos, a la vida, a la profesión y a lo que, sin ser, quería, respetaba, valoraba y defendía, a la enfermería y a las enfermeras. Sin ser enfermera hacía suyo el valor de los cuidados y del cuidado como identidad e impronta de su actuación en todo cuanto hacía. Tan solo así se puede comprender cómo fue capaz de plasmar de manera tan intensa como real el sentimiento enfermero en el himno que escribió y que quedará como legado indeleble para todas las enfermeras.

Resulta triste y doloroso escribir unas palabras que, aunque sinceras no se acaban de entender, de querer expresar, de admitir su necesidad. Pero no puede el silencio ser la única muestra que nos genere la partida del amigo, del compañero, del profesional del padre que todos quisimos.

El dolor posiblemente se mitigue, sobre todo porque su intensidad es insoportable, pero el recuerdo no se borrará nunca de nuestra memoria y mucho menos de nuestro corazón. Cada vez que leamos una noticia, veamos un reportaje o escuchemos el himno de las enfermeras nos recordarán a quien nunca debió irse tan pronto, a quien tanto tenía aún para aportar, a quien tanto nos quedaba por admirar y querer.

Tuve la inmensa fortuna de conocer a Íñigo. Pero sobre todo tuve el privilegio de contar con su amista. El dolor de su partida, por tanto, se multiplica al tiempo que se amplifica mi admiración hacia el profesional y el amigo.

Gracias por todo lo aportado y por todo lo vivido. Siempre serás un referente enfermero a pesar de no serlo, porque sin serlo lo sentiste, viviste y difundiste con orgullo y admiración.

Hasta siempre querido amigo.

[1] Poeta español, el más joven representante de la generación del 98 (1875-1939).