ESTRATEGIA Y LIDERAZGO ENFERMERO DE CUIDADOS. Del oportunismo político al compromiso profesional.

“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.

Albert Einstein.[1]

 

Haciendo un breve repaso a los proyectos, estrategias, comisiones de trabajo… en los que las enfermeras últimamente hemos estado implicadas de manera muy directa en su desarrollo, me vienen a la cabeza, el Marco Estratégico de Atención Primaria y Comunitaria (MEAPyC) del Ministerio de Sanidad, la Mesa Asesora por los Cuidados del Ministerio de Igualdad y la Estrategia de Cuidados, la Estrategia de Cuidados del Ministerio de Sanidad.

            Salvo el MEAPyC[2] presentado en el Pleno del Consejo Interterritorial de Salud del día 10 de abril de 2019 y publicado en el BOE nº 109, de 7 de mayo de 2019, la Mesa Asesora por los Cuidados está en fase de desarrollo y tan solo en fase inicial la Estrategia Nacional de Cuidados.

            El MEAPyC, si bien es cierto que está aprobado y publicado es tan solo eso, un Marco, es decir una referencia que precisa del desarrollo e impulso que le den las Comunidades Autónomas (CCAA) en cada uno de sus respectivos servicios de Salud. Desde que se publicó en 2019 tan solo alguna Comunidad Autónoma de manera aislada y tibia ha hecho propuestas para implementar las estrategias propuestas en el documento en su territorio, lo que pone de manifiesto la poca voluntad política existente en cambiar un modelo como el de la Atención Primaria tan desgastado, caduco, inoperante, ineficaz e ineficiente, pero al mismo tiempo tan necesario e importante que, además, genera tanta frustración y desilusión en los profesionales como impotencia e indignación en la población. Si bien es cierto que la pandemia puede identificarse como un claro factor de parálisis en su evolución, no es menos cierto que tras la misma la nueva realidad de salud comunitaria justificaba más que nunca el cambio necesario para responder a las nuevas necesidades y demandas de la sociedad. Sin embargo, el inmovilismo y la inacción política condujo a la parálisis del proceso y al progresivo y destructivo deterioro de su organización y de su consecuente respuesta de atención. Cuestión que, en parte, fue aprovechada como excusa de las reivindicaciones laborales que en poco o en nada tenían que ver con las carencias que, además, eran consecuencia en gran medida del modelo asistencialista, paternalista, biologicista, medicalizado… que imprimían quienes ahora protestaban por sus derechos laborales, aunque los intentaran maquillar de defensa de la sanidad pública y de la calidad de la atención que, en ningún caso, se solucionan con un aumento lineal del tiempo de consulta o del número de médicos, porque no son la causa, o al menos no la principal, del empobrecimiento de la Atención Primaria, por mucho que se haya querido trasladar de esta manera a la opinión pública y que ésta lo haya asumido como cierto, en un claro logro de la estrategia empleada por quienes llevaron a cabo las protestas que, en vista del éxito alcanzado en Madrid con la consecución de sus mejoras salariales y laborales, se extendió como una mancha de aceite por otras CCAA.

            Si a lo dicho hasta ahora añadimos los cambios políticos que tanto a nivel autonómico como municipal se han producido recientemente, con una importante radicalización política, lo que supondrá una segura revisión de las estrategias para incorporar las políticas neoliberales que propugnan y eliminar de paso cualquier vestigio de la política anterior, por el simple hecho de ser una propuesta realizada por otros, podemos aventurar que, el tan ansiado cambio de la AP, se quedará en un nuevo y fallido intento que conducirá a recuperar posicionamientos claramente patogénicos en contraposición a los cambios salutogénicos que se planteaban en el MEAPyC.

            En cuanto a la Mesa Asesora de Cuidados[3] impulsada por el Ministerio de Igualdad con la intención de poner en marcha políticas públicas de conciliación y corresponsabilidad, la misma nació ya con una clara apuesta política de confrontación con otros ministerios como el de Sanidad que quedó al margen de la constitución de la Mesa, en la que si figuraban Ministerios afines como Derechos Sociales y Agenda 2030 y Trabajo. Este planteamiento de partida, en sí mismo, ya constituía una debilidad. Obviando voluntariamente o no, por ejemplo, que del total de cuidados en salud que requiere la población tan solo el 20% de ellos son cubiertos por el denominado sistema formal, siendo el 80% restante prestado en el ámbito doméstico/familiar por parte de cuidadoras familiares del propio entorno de la familia o que se insertan en esta de manera legal o alegal a través de cuidadoras contratadas. El resto de cuidados prestados a personas sanas como niños/as o las tareas domésticas de los hogares, conforman una realidad tan compleja como diversa que en ningún caso puede ser abordada desde la exclusión de ninguna de sus variables en las que, por otra parte, se integran factores tan determinantes como la migración, la desigualdad, la precariedad, la vulnerabilidad, la salud… que deben ser abordadas desde una perspectiva intersectorial e integral, integrada e integradora en la que sin duda el componente de género y las desigualdades que el mismo incorpora en un tema tan importante como el cuidado es fundamental. Pero en ningún caso puede ni debiera ser entendido de manera exclusiva como lamentablemente se planteó de inicio en un claro interés por marcar territorio político al que se incorporaba también la ley de familias[4] que finalmente ha quedado en un anteproyecto que no ha visto la luz por las luchas interministeriales entre titulares de diferentes opciones políticas. De tal manera que lo que inicialmente podía ser una extraordinaria estrategia se convirtió en una apuesta de fuerza en el seno del gobierno de coalición.

            Las reuniones que se celebraron configuraron un panorama de reivindicaciones, legítimas sin duda, pero que dejaban al cuidado y sus implicaciones en un segundo plano, con todo lo que ello significaba, sin que se lograsen establecer objetivos de consenso que permitiesen avanzar. De tal manera que la estrategia propuesta al carecer de proceso se convirtió en poco más que una lista de deseos.

            El 20 de diciembre de 2021, la ministra de sanidad, Carolina Darias, en el marco del cierre de la campaña Nursing Now anunció la puesta en marcha de una Estrategia Nacional de Cuidados liderada por las enfermeras, largamente reivindicada y reclamada. El anuncio, realizado más como una intención oportunista, que como una decisión madurada, firme y real, no se concretó hasta abril de 2023, con las elecciones autonómicas y municipales en ciernes, con la constitución de la Comisión Asesora compuesta por Sociedades Científicas Enfermeras, sindicatos y asociaciones/organizaciones ciudadanas. En la misma se plantearon algunas de las líneas de acción por parte del Ministerio, entre las que cabe destacar, por el énfasis que el propio ministerio le otorgó, la figura de la Enfermera de Práctica Avanzada (EPA), ante la sorpresa de la mayoría de las organizaciones asistentes. Realmente resulta desconcertante que el Ministerio de Sanidad que es responsable de la ordenación profesional y, por tanto, de la regulación de las especialidades de enfermería actualmente en vigor, plantee como punto clave de la estrategia de cuidados una figura como la EPA cuando, no ha sido capaz o no ha querido, poner orden la integración real de las especialistas enfermeras en los diferentes sistemas de salud gestionados por las CCAA. Si bien es cierto que las competencias en materia de sanidad son de las CCAA, no es menos cierto que el Ministerio tiene la responsabilidad y, por tanto, la obligación, de establecer y consensuar los criterios que regulen la profesión enfermera y aprobarlos a través del Consejo Interterritorial antes de lanzar pelotas fuera diciendo que eso es cosa de las CCAA. Mientras, claro está, las CCAA le echan la culpa al Ministerio por no establecer un marco que regule la profesión a nivel nacional. Es decir, la historia de siempre, el uno por el otro la casa sin barrer, que parece ser que es lo que realmente interesa a todas las administraciones, tanto nacional como autonómicas para continuar con su habitual parálisis en este tema de tanta trascendencia, que continúan sin abordar y mucho menos sin resolver con independencia de los equipos que se han ido sucediendo en el ministerio y las consejerías autonómicas en las diferentes legislaturas y gobiernos.

            Hay que destacar, que en ningún momento se cuestionó por parte de las/os asistentes la figura de la EPA, pero sí la oportunidad de incorporarla en el marco de esta estrategia que todas/os entendieron no era el idóneo sin que antes se definiesen con absoluta claridad las competencias de las enfermeras generalistas y especialistas y su articulación, así como que se concretasen las necesidades de cuidados en cada uno de los ámbitos de atención (hospitalario, comunitario, sociosanitario…) sin lo que no sería posible avanzar de manera eficaz y eficiente en el desarrollo de la estrategia de cuidados planteada. Entendiendo, por tanto, que la propuesta era más una apuesta oportunista e interesada, no se sabe muy bien por parte de quién o quiénes, que realista y necesaria en estos momentos.

            Una estrategia que nacía, como ya he mencionado, en paralelo a la Mesa de Cuidados del ministerio de igualdad, con lo que ello significaba de una nueva escenificación de fuerza entre ministerios de un mismo gobierno y que es una clarísima incoherencia al pretender hacer un abordaje de los cuidados desde planteamientos tan diversos como políticamente interesados, lo que debilita la acción, genera confusión, provoca confrontación, desvía la atención y limita el avance de un liderazgo enfermero de los cuidados tan necesario como imprescindible, pero que no es identificado como tal ni por el gobierno ni por las/os principales responsables de sanidad de nuestro país que están mediatizados por el modelo medicalizado del sistema sanitario español y por los lobbies de poder sanitario-farmacéuticos que lo sostiene.

            A puertas de unas nuevas elecciones, en este caso nacionales, ya nada más se ha sabido sobre ninguna de las tres grandes estrategias comentadas. El foco de atención, está claro, se ha desviado al debate político electoral con el consiguiente abandono de las estrategias y la perceptible sensación de que, posiblemente, nada de lo realizado haya servido para nada si, como se vaticina, se produce un cambio político que conlleve a una nueva y previsible ordenación de prioridades de acción entre las que mucho me temo no se encuentren ninguna de las referidas.

            Más allá de cualquier otra valoración de índole político, lo que es una evidencia que, tristemente, se repite es la poca o nula importancia e interés que se tiene hacia los cuidados y hacia quienes, tanto de manera profesional como no, los prestan. Para muestra tan solo hay que oír a quienes elaboran sus mensajes electorales y electoralistas captadores de voto o cuanto menos de intencionalidad, en los que no se menciona ni una sola vez propuesta alguna al respecto, no ya prioritaria como debiera serlo, sino ni tan siquiera de planteamiento de acción. Tanto, quienes lo propiciaron, aunque lo hicieran con la boca pequeña y de manera más forzada que convencida, como quienes pretenden sustituirles guardan idéntico silencio, aunque en el caso, de los segundos, además, se intuye, por tradición, que ni tan siquiera sea una propuesta a considerar. De tal forma que la lucha entre derechas e izquierdas vuelve a anular, obviar, olvidar, invisibilizar… un derecho como el cuidado sin el que no resulta posible, bajo ninguna perspectiva posible el promocionar, mantener, preservar o atender la salud de las personas, las familias y la comunidad, por mucho que se quiera obviar o invisibilizar.

            Nuevamente el discurso sobre la salud, queda eclipsado por la enfermedad como foco de atención de los modelos que plantean en sus programas, aunque en los mismos siga apareciendo, como si de un mantra se tratase, la frase estrella de la mejora de la Atención Primaria, que vende mucho pero no produce absolutamente nada.

            Las estrategias, las comentadas y tantas otras, finalmente quedan en meras declaraciones de intenciones que ni tan siquiera puede decirse que sean buenas, sino tan solo eso, intenciones que obedecen a intereses políticos y a muy poca atención hacia la salud y los cuidados. De tal manera que se convierten en una suerte de estrategia maquiavélica y axioma que no requiere demostración, sembrando falsas ilusiones con el fin, o el intento al menos, de gobernar hegemónicamente en un frágil país. (Hermes Antonio Varillas Labrador)[5]

            No son tiempos fáciles los que se avecinan para la salud comunitaria y para los cuidados de salud. Ambos conforman elementos singulares de propaganda que rápidamente se diluyen en lo que verdaderamente importa e impacta en la salud de manera global.

            Las enfermeras, ante este nuevo fracaso, fraude, fiasco, frustración, desengaño, desilusión, decepción… no podemos quedarnos paralizadas e inertes. Debemos reaccionar con más fuerza si cabe por la abogacía de la salud y los cuidados, liderando nuestras propias estrategias transformadoras. Esperar que otros solucionen aquello que ni tan siquiera son capaces de identificar, es contribuir a perpetuar su invisibilidad. Pasemos del oportunismo político al compromiso profesional si queremos que sea una realidad.

            Sociedades Científicas, Organizaciones Colegiales, Asociaciones profesionales… deben unir sus esfuerzos en la concreción de una gran apuesta por y para los cuidados que trascienda a la política y que posibilite el que se integre en las políticas. Si quienes nos identificamos con el cuidado no somos capaces de defenderlo y ponerlo en valor, tengamos por seguro que nadie más lo hará. Y si alguien lo hace, será con la clara intención de fagocitar y colonizar el mismo en beneficio propio y en evidente prejuicio nuestro. La única posibilidad pasa por la acción firme, coherente, decidida, argumentada, realista, positiva, eficaz… del liderazgo enfermero del cuidado.

            No se trata de hacer lo posible, sino de hacerlo posible. Pasando de hacer lo que queremos, a querer lo que hacemos, CUIDAR.

[1]  Físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo, austriaco y estadounidense. Se le considera el científico más importante, conocido y popular del siglo XX (1879-1955)

[2] http://www.mscbs.gob.es/profesionales/proyectosActividades/docs/Marco_Estrategico_APS_25Abril_2019.pdf

[3] https://www.igualdad.gob.es/comunicacion/notasprensa/Paginas/igualdad-convoca-una-mesa-asesora-por-los-cuidados.aspx

[4] https://www.mdsocialesa2030.gob.es/servicio-a-la-ciudadania/proyectos-normativos/documentos/apl-ley-familias.pdf

[5] Profesor, evaluador, escritor o simplemente, maestro y poeta, fundador-coordinador de Formando Ciudadanía y El Arco Iris De Los Niños

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