PALÍNDROMO ENFERMERO


 

Me atrevo a decir que las enfermeras somos identificadas por parte de los gestores sanitarios, los políticos, gran parte de la sociedad e incluso por parte de las propias enfermeras como un palíndromo.

Aunque palíndromo hace referencia a las palabras, números o frases que se leen igual adelante que atrás y la palabra enfermera no cumple estos requisitos, la analogía que trato de establecer con dicha figura gramatical obedece más al fondo que a la forma. Más al contenido que al continente. Más a la esencia que a la presencia.

Por razones que escapan al objetivo de esta reflexión y a la extensión que la misma requeriría no voy a entrar a valorar tanto los porqués como los qué. Se tiene la creencia, que se traduce en acciones tan repetidas como repetitivas, de que las enfermeras servimos para todo. Esta versatilidad, que se ha querido disfrazar de cualidad, virtud o ventaja, de manera totalmente interesada y alejada de cualquier valoración real hacia la profesión enfermera y quienes la ejercen, ha llevado a que las enfermeras sirvan lo mismo para un roto que para un descosido. De ahí que aunque la palabra enfermera no cumpla los requisitos para ser considerada un palíndromo, sí que lo cumple su identificación y consiguiente ejercicio profesional. Más por intereses organizacionales que por voluntad de las propias enfermeras, aunque lo acepten como un mal menor que les permite tener una mayor perspectiva laboral. De tal manera que podríamos decir que las enfermeras somos un palíndromo.

Los ejemplos que sustentan dicha analogía son muchos y diversos, pero me voy a centrar en analizar lo que sucede concretamente en el ámbito comunitario y más específicamente en Atención Primaria.

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CARTA ABIERTA A PABLO IGLESIAS E IRENE MONTERO EN RESPUESTA A SU ESCRITO DE AGRADECIMIENTO POR EL NACIMIENTO DE SUS HIJOS.

 
Estimada Irene y estimado Pablo:
 
Ante todo enhorabuena por el nacimiento de vuestros hijos y, sobre todo, por la favorable evolución de los mismos que, sin duda estará influida en gran medida por los cuidados prestados en la sanidad pública.
Nada que añadir a vuestro apoyo a la sanidad pública y universal. Sin embargo me váis a permitir que os haga alguna puntualización que me parece que, como enfermera que soy, no debo dejar pasar.
Es curioso que vosotros que habláis de castas y clases a la hora de hacer vuestros agradecimientos incorporéis las mismas. Hacéis alusiones a las doctoras y doctores médicas y médicos que han atendido a vuestros hijos. No sabemos si realmente serán doctoras o doctores, pero vosotros contribuís con vuestras palabras a situarlos con dicho grado académico. A la hora de agradecer a otros profesionales no lo hacéis hacía ellos sino hacia la enfermería, cuando antes, sin embargo no lo hicistéis hacia medicina sino hacia las médicas y médicos. Enfermería es ciencia, disciplina o profesión y como tal no hace ni deja de hacer nada. Son las enfermeras las que han prestado sus cuidados profesionales y han contribuido a la favorable evolución de vuestros hijos. Enfermeras que, a lo mejor, son doctoras pero que vosotros directamente les denomináis con su nombre de pila sin ningún otro grado. Sí para los médicos, doctores (lo sean o no) y nada, absolutamente nada, para las enfermeras que ni tan siquiera reconocéis como tales.
Vuestra carta pone en evidencia la falta de valor que concedéis a unos profesionales, las enfermeras y sus cuidados, a quienes tan solo nombráis por su empatía o simpatía que, siendo importantes, tan solo son una parte del verdadero cuidado científico y profesional que han prestado a vuestros hijos y que habéis ignorado.
Posiblemente sin pretenderlo, pero vuestra relevancia mediática hace que tengáis que cuidar estas cosas, habéis establecido las castas que en forma de tópicos y estereotipos siguen estando presentes en el ámbito sanitario.
Vuestros hijos, sin duda, requerirán de nuevos cuidados de las enfermeras. Tan solo espero y deseo que seáis capaces de trasladarles a ellos el respeto y la importancia de los mismos aunque no se les llame doctores y a lo mejor lo sean.
Las castas, Pablo e Irene, no tan solo están en la política, sino que forman parte del día a día de muchos ámbitos. En la Salud el trabajo en equipo de diferentes profesionales es imprescindible. Nadie es imprescindible, pero todos son necesarios con independencia de la profesión que ejerzan. No contribuyáis a mantener unas castas que tanto daño hacen a la sanidad y al trabajo en equipo.
Gracias y enhorabuena de nuevo por ese maravilloso regalo de la vida que es ser padres.

CUANDO GESTIÓN NO RIMA CON RAZÓN

En una sociedad totalmente mercantilizada y en la que la economía de mercado impregna cada aspecto, sentimiento, emoción, valor… transformando su verdadero sentido para adaptarlo a las reglas de mercadotecnia y consumo, se hace difícil poder llevar a cabo una gestión que no esté claramente “intoxicada” también de todos estos elementos nocivos.

Las organizaciones sanitarias, que es como han pasado a denominarse en la sociedad descrita en lugar de organizaciones de la salud, no son ajenas a la influencia ejercida por tan poderosa fuerza económica. De tal manera que ya no se habla de usuarios sino de clientes, no se habla de profesionales sino de recursos humanos, no se habla de salud sino de producto final, no se habla de atención sino de asistencia, no se habla de personas sino de enfermos, no se habla de cuidados sino de procesos, no se habla de comunicación sino de información, no se habla de atención domiciliaria sino de vista domiciliaria, no se habla de eficiencia sino de coste, no se habla de coordinador de equipo sino de jefe, no se habla de evolución del problema sino de productividad, no se habla de evaluación sino de cuenta de resultados. Pero toda esta perversión del lenguaje, que para nada es inocente, se trata de enmascarar, suavizar, edulcorar con planteamientos tan grandilocuentes como la humanización de la gestión. Es decir, se asume como cierto que se está llevando a cabo una gestión totalmente tecnócrata, aséptica, distante, desprovista de sentimientos, fría y calculadora, para tener que incorporar elementos de cambio tendentes a esa supuesta humanización que, en ningún caso, pasa por renunciar a ninguno de los aspectos de la gestión anteriormente enumerados. Por lo tanto resulta ciertamente complicado creer que la humanización es un deseo de los gestores, cuando realmente lo que se pretende es generar campañas de marketing que “suavicen” las estrategias de mercado.

Pero, entonces, ¿es posible otro tipo de gestión en el marco de la sociedad descrita? Mi respuesta es claramente positiva en este sentido. No tan solo es posible sino que es deseable.

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ESPECIALIDADES ENFERMERAS. DESEO, ILUSIÓN, DECEPCIÓN, FRUSTRACIÓN, QUIMERA.

 

De manera sistemática aparecen opiniones sobre las especialidades enfermeras sin que las mismas obedezcan a un análisis riguroso de la situación, viniendo a añadir, tan solo, mayor incertidumbre y enfrentamiento al que ya de por si genera el propio proceso de especialización enfermera.

Hace ya más de 30 años que se empezó a hablar “en serio” de las especialidades enfermeras.

Tras el fallido Real Decreto 992/1987 que no llegó nunca a desarrollarse tuvieron que pasar 18 años hasta que se publicó el Real Decreto 450/2005 que regulaba las especialidades enfermeras. Haciéndose de manera precipitada, sin consenso y con una gran incertidumbre sobre lo que suponían para las enfermeras y lo que podían aportar a la sociedad.

El júbilo inicial que este logro ocasionó entre las enfermeras fue tan artificial como el propio Real Decreto que nació con graves deficiencias de desarrollo y de implementación como el transcurrir del tiempo ha venido a demostrar.

Mucho se ha hablado y se sigue hablando sobre el citado Real Decreto que sigue devorando la ilusión inicial que su publicación generó, repito, de manera totalmente artificial e interesada. Pero, sin embargo, nadie ha sido capaz, hasta la fecha, de ponerle el cascabel al gato que impida su sigiloso acecho.

Una vez más y que conste que es un tema que aburre y sobre el que deseo dejar de hacer referencia como causa de todos los males de la enfermería, el modelo médico fue el que se adoptó como referencia para el planteamiento de desarrollo de las siete especialidades enfermeras que finalmente se decidieron plantear con criterios que nadie conoce y que, salvo matrona por directrices europeas, no se tenían evidencias de oportunidad. Se mimetizó, en parte el Real Decreto de 1987 del que se cayó Gerencia y Administración de Enfermería a favor de Salud Laboral. Más allá de cualquier otra valoración sobre su eliminación, no deja de ser curioso que fuese la única especialidad que no existía, ni existe, en el modelo de especialidades médicas.

Se decidieron pues estas siete especialidades (matrona, pediatría, geriatría, salud mental, salud laboral, enfermería familiar y comunitaria (EFyC) y cuidados médico quirúrgicos), sin haber realizado previamente estudio alguno sobre las necesidades que en materia de especialidades enfermeras requería la sociedad, más allá de los deseos que tuviesen las enfermeras por especializarse sin una razón clara de por qué hacerlo.

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NOVELA NEGRA ENFERMERA

 

El gran escritor francés de novela negra, Pierre Lemaitre, dice que las novelas policiacas son un género en el que existen si cabe más reglas que en el resto: si no hay suspense, misterio, sorpresas, giros inesperados, pistas falsas, indicios que se van descubriendo, varios sospechosos y otros ingredientes, es poco probable que la novela sea considerada una “auténtica” policiaca. Y además de todo esto deben ser originales.

Casi con toda probabilidad, Lemaitre, no conocerá el ámbito enfermero, pero su descripción de la novela negra podría, realmente, ser una metáfora o un símil de lo que sucede en el desarrollo profesional y disciplinar enfermero.

Lemaitre enumera una gran variedad de reglas, a las que a continuación me referiré, pero que en el caso de la enfermería queda, me atrevo a decir, corta la lista si tenemos en cuenta la multitud de ordenamientos, leyes, normas, decretos, circulares… que nos regulan por no decir estrangulan el desarrollo autónomo de nuestra profesión.

Vayamos por partes.

El suspense es permanente en nuestro devenir profesional. ¿Hay mayor suspense que el que genera el futuro de las especialidades enfermeras, o la prescripción enfermera, o la gestión…? Siempre estamos expectantes ante el desarrollo de la trama urdida por políticos y otros poderes fácticos y mediáticos y que mantiene a las enfermeras ansiosas o temerosas por saber lo que va a ocurrir y cómo les va a afectar.

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LAS ENFERMERAS LOW COST

Según el último informe Adecco sobre Oferta y Demanda de empleo en España, la Enfermería es la profesión con mejor “cartel” internacional de España.

Resulta paradójica la noticia por cuanto dicho reconocimiento internacional parece contradecirse con el que en nuestro territorio de tiene tanto de la profesión como de sus profesionales, las enfermeras.

Mientras en España las enfermeras sufrimos, al margen de cualquier victimismo que pueda o quiera argumentarse, para poder desarrollarnos como profesión y disciplina, mientras la ratio de enfermeras por habitante es de las más bajas de la OCDE, mientras asumimos competencias avanzadas sin que tengan respaldo normativo, mientras nos especializamos en diferentes ámbitos profesionales sin que se reconozca la especialidad, mientras se nos sigue exigiendo cada vez más y reconociendo cada vez menos… en el extranjero se nos valora por encima de cualquier otra profesión.

El estado español a través de sus mandatarios invierte una importantísima cantidad de dinero para formar a excelentes enfermeras. Tanto el grado de enfermería como las especialidades y las formaciones de posgrado de máster y doctorado logran la formación de excelentes enfermeras que, sin embargo y lamentablemente, tienen serias dificultades para encontrar puestos de trabajo acordes a dicha formación. Tanto los políticos, como los gestores elegidos por estos para ordenar las profesiones de la salud, siguen anclados en planteamientos del siglo pasado en los que la medicalización, el biologicismo, la tecnificación, la enfermedad, el hospitalcentrismo… marcan el devenir de dicha organización, identificando de manera casi exclusiva como protagonistas de los sistemas de salud a un único profesional, haciendo pivotar cualquier decisión en torno al mismo, con independencia del coste social, económico y de salud y teniendo tan solo presente el coste político que tales decisiones tienen o pueden tener para ellos, al margen de la población a la que, en teoría al menos se deben.

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Pensamiento enfermero, ¿Quo vadis?

Martínez Riera JR. Pensamiento enfermero. Quo Vadis? Rev ROL Enf 2007; 30(4):295-296

Las grandes corrientes del pensamiento han influido en la evolución de la ciencia enfermera. El pensamiento enfermero que puede resumirse en la palabra cuidado, refleja bien esta evolución. Por una parte, podemos destacar la influencia de diferentes teorías en las que el enfoque de género ha tenido una gran repercusión en la Enfermería como disciplina y como profesión. Por otra, el positivismo, que surge como un paradigma teórico aplicado al ámbito científico y, al mismo tiempo, contribuye a conformar una visión optimista del mundo basada en el progreso, en el que se entronca Enfermería siguiendo los pasos de la medicina y sobre el cual se funda el método empírico que la ciencia moderna sigue en sus investigaciones.

Los trabajos de Lévi-Strauss [1] y Bordieu [2] nos ayudan a comprender por qué se asignan valores distintos a muchas de las acciones relacionadas con las mujeres y, concretamente, con los cuidados de salud y de la vida cotidiana, a los que se les otorga un valor natural y empírico mientras que los actos médicos se asocian a lo racional y científico. Así pues, el enfoque de género nos permite conocer las razones de por qué se adjudicó un determinado valor a las acciones de mujeres y hombres y cómo se siguen reproduciendo en la sociedad actual, trasladando esta misma asignación de roles para la relación médico-enfermera [3].

Tal como expresa JA Marina, lo que llamamos verdad científica no es más que la teoría mejor corroborada en un momento dado [4], pero no significa que deba basarse tan sólo en el pensamiento positivista que trata de determinar que la verdad es la concordancia entre un pensamiento y la realidad, dejando muchas cosas en la sombra que precisan de valoraciones cualitativamente diferentes.

Enfermería queda instalada, de esta manera, en un pseudopensamiento. Denominado así por no serle propio y por no permitírsele su verdadero posicionamiento al basarla en falacias o errores de razona- miento que representan una amenaza constante al  logro  del  pensamiento enfermero. La causa falsa establece una conexión causal (relación entre causa y efecto) errónea, como la que se instauró en Enfermería a través de la técnica como principal razón de ser de la disciplina-profesión. En este sentido, la técnica se convirtió en una rutina con mecanismos aprendidos que automatizaban la conducta permitiendo realizarla con facilidad y perfección sin necesidad de prestar atención, pero que con- dujo a Enfermería a una esclavitud de los hábitos y, consecuentemente, a una incapacidad de tomar decisiones en el desarrollo de su pensamiento.

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CALIMERO Y EL CAINISMO

Es habitual oír el lamento de falta de reconocimiento social y profesional que las enfermeras hacemos. Consideramos, identificamos y sentimos que hacemos mucho más de lo que realmente se valora nuestra aportación.

          Sin embargo esta sensación de permanente agravio colectivo pocas veces es analizada en profundidad por parte de quienes se instalan en la queja, el lamento y la incomprensión. Existe una atávica creencia de que las enfermeras somos ignoradas por cuestiones meramente circunstanciales que no se corresponden con actitudes propias de nuestra profesión, lo que acaba por convertirse en una cierta manía persecutoria sin fundamento aparente.

          Desconozco si el autor del personaje de dibujos animados llamado Calimero; Carlo Peroni (Perogatt), que hace algunas décadas entretenía a los niños, era enfermera o si identificó su personaje con alguna enfermera. El caso es que su permanente chascarrillo de “soy un incomprendido” encajaría perfectamente en el discurso enfermero de nuestros días.

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ENFERMERÍA Y LA RAE. HISTORIA DE UN DESENCUENTRO.

A pesar de que la palabra que nos define es enfermera, esta ha sufrido y sigue sufriendo los efectos derivados de ocultarla, disfrazarla, deformarla o simplemente ignorarla a la hora de identificarnos. Enfermería, profesionales sanitarios, profesionales de enfermería, sanitarios, ATS, DUE… son solo algunos ejemplos. Esta posiblemente sea una de las causas, aunque no la única evidentemente, por la que la sociedad no es capaz de relacionar, reconocer o valorar lo que significa ser enfermera y ejercer la enfermería. Y por ende es el argumento que la Real Academia Española (RAE) utiliza para que la definición de lo que somos y representamos siga siendo un cúmulo de tópicos y estereotipos alejados de la realidad aunque no de su realidad, la de la RAE.

Hace más de 20 años que las enfermeras españolas iniciamos una movilización sin precedentes en contra de la definición que de enfermería aparecía en el diccionario de la RAE.

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MAYORJÓVENES

Editorial Revista Iberoamericana de Enfermería Comunitaria (RIdEC) noviembre 2016

 Es curioso cómo se repite la historia y cómo se repiten los errores.

Hace ahora 40 años que un grupo de enfermeras realizó un ingente trabajo para lograr que la enfermería se desarrollase como disciplina en el ámbito de la Universidad. Tras lograrlo, las primeras promociones de enfermeras tituladas por la Universidad vinieron a denominarse DUE. Es decir, se cambiaban las denostadas y criticadas siglas de ATS por unas nuevas que ejercían idéntico resultado, la invisibilidad de la identidad enfermera, al ocultar, por razones que nunca he logrado entender nuestra identidad más primaria, la denominación como lo que somos, enfermeras.

Pero este no fue el único ni posiblemente el error más grave que se cometió. Las nuevas generaciones de enfermeras, los DUEs, se creyeron diferentes, superiores a sus predecesoras, los ATS. Esto condujo a un enfrentamiento que no tan solo no solucionó nada, sino que contribuyó a seguir ocultando la aportación enfermera a las personas, las familias y la comunidad tras la batalla fratricida que tanto unos, DUEs, como otros, ATS, se empeñaron en mantener más allá de toda lógica. Los DUEs porque se creían en posesión del verdadero conocimiento enfermero avalado por la Universidad. Los ATS porque consideraban que se estaba menospreciando su experiencia y sentían amenazados sus puestos de trabajo por las “nuevas enfermeras”. Y tanto los unos como los otros perdieron tiempo, energía, credibilidad y reconocimiento en tan absurda batalla, a la que se sumó un daño colateral como fue el curso de nivelación.

El tiempo, y con él el olvido, remedio paliativo de muchos males, lograron que poco a poco se fuese normalizando la relación y que además, se fuese recuperando la verdadera identidad enfermera dejando el lastre de las siglas como camuflaje de la batalla librada.

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