Sr Consejero:
Está usted ante una grave encrucijada que le está generando graves problemas y que, como le ocurriera a Alicia en el País de las Maravillas, constantemente le plantea la interrogante de qué camino tomar, cuando realmente y tal como le contestara el gato Cheshire, todo dependerá de a dónde quiera llegar. Y ese es su verdadero problema que no sabe a dónde quiere llegar. O que para llegar a dónde quiere el camino no existe y lo tiene que crear.
Pero es que, además, y haciendo honor a su apellido materno, tal como nos indica el diccionario de la RAE, está usted actuando como escudero, es decir, “paje que acompañaba a un caballero para llevarle el escudo y las armas y para servirle» o “criado que servía a su señor a cambio de una retribución”. En su caso de la presidenta del gobierno madrileño del que forma parte, actuando como sirviente de sus intereses políticos e ideológicos contra el Sistema Nacional de Salud (SNS) que a usted cada vez se le asemeja más a los molinos de viento que el hidalgo caballero Don Quijote de la Mancha identificaba como gigantes contra los que luchar.
Ante esta tesitura, para vencer una crisis que ustedes mismos han generado artificial y voluntariamente como forma de argumentar la toma de decisiones tendentes al desmantelamiento del actual SNS en general y en particular de la Atención Primaria de Salud (APS), mediante su progresiva privatización y mercantilización, en lugar de utilizar las evidencias, el diálogo y el consenso, han optado por las ocurrencias, el aislamiento y la imposición.
Hoy mismo, sin ir más lejos, ha hecho gala de todo ello anunciando la que aporta como solución a los males que aquejan a la APS en su comunidad. Para ello, ha tenido la desfachatez de focalizar el problema de la APS y sus consecuencias, en la ausencia de médicos. En base a esta falacia ha expuesto su argumento utilizando a las enfermeras como su ariete defensivo y como hipotética solución o camino que le conduzca a encontrar una salida que realmente desconoce pero que le apremian a que identifique[1].
No voy a entrar a hacer valoraciones sobre la afirmación de la falta de médicos. Pero como enfermera, si que voy a trasladarle mi argumentación al absoluto rechazo a su interesada utilización de las enfermeras, que no de la enfermería como usted dice.
En su intento por convencer de su ocurrencia, hace mención al modelo de APS en el Reino Unido que, efectivamente, está gestionado y liderado de manera muy importante por las enfermeras. Sin embargo se le ha olvidado, o desconoce, que a diferencia de lo que usted plantea como un parche, en el Reino Unido se desarrolla este modelo de APS que no de enfermería como usted expresa, en base a una regulación y ordenación de la enfermería comunitaria o de distrito que cuenta con una tradición de más de un siglo, con un modelo que ha sido planificado y desarrollado en base al diálogo y al consenso de las partes y en el que quedan perfectamente delimitadas las competencias de todas/os para dar respuestas eficaces en base a un trabajo en equipo transdisciplinar y no de suplantación como usted traslada, trabajo capaz de ofertar respuestas eficientes y de calidad a las necesidades de la población que, además, ve a las enfermeras comunitarias como referentes, sintiéndose absolutamente identificada con ellas y con los cuidados que le prestan, sin que, en ningún caso, lo interpreten como una injerencia a las competencias de otros profesionales de la salud, con quienes están perfectamente coordinadas, sino como una respuesta autónoma y de calidad.
Ante un problema como el que ustedes tienen actualmente con la huelga planteada por médicos y pediatras de APS, hacen un uso tan mezquino e interesado de las enfermeras con el único propósito de desviar la atención del conflicto y situar el foco en una confrontación perfectamente maquinada entre médicos y enfermeras en el que, ni unos ni otras han intervenido.
Pero es que no tan solo genera un conflicto entre médicos y enfermeras, sino que pone a las enfermeras a los pies de los caballos de una opinión pública que no es que desconfíe de estas, es que no entiende lo que se está planteando como solución, viendo en la propuesta una merma en la calidad de la atención al identificarlas como profesionales que no tienen capacidad necesaria para atenderle, al anular con su decisión la verdadera competencia enfermera, la prestación de cuidados profesionales, y plantearla como un sucedáneo de la médica.
La solución no pasa porque las enfermeras asuman competencias como respuesta a una hipotética falta de médicos o a su saturación. No se trata de una respuesta de déficit sino de ganancia en salud. Las enfermeras son competentes de lo que son y no de las carencias o colapso de otros.
Le recomiendo la lectura del documento que presenta la Oficina Regional de la OMS para Europa, poco sospechosa de nada, y que han elaborado expertos de la Universidad Caledonian de Glasgow, el Consejo Internacional de Enfermeras y Salud Pública de Inglaterra[2] en base a evidencias y no a ocurrencias. En él puede identificar, entre otras cosas, la importancia del trabajo en equipo que usted dinamita en su propuesta.
Reúna a las partes, analicen los problemas que afectan a la APS, que son mucho mayores a los problemas laborales planteados por unos u otros profesionales, identifiquen las necesidades reales de la población, pongan sobre la mesa propuestas de solución centradas en las personas y no en los colectivos, los políticos o sus ideologías, ordenen las profesiones conjuntamente con el ministerio de sanidad abandonando el revanchismo propio de bandas pandilleras, valoren y pongan el foco en la salud comunitaria propiciando la participación real de la ciudadanía, visibilicen e institucionalicen los cuidados y su continuidad y verá cómo se pueden alcanzar consensos. Ese es el camino. Pero para ello, claro está, debe identificar que es ahí a dónde quiere o quieren llegar y ahí es precisamente donde se plantean más dudas.
Su propuesta, Sr. Enrique Ruiz Escudero, además de ser maquiavélica, es perversa, incierta, acientífica, incoherente y deplorable tanto por su parte como por parte de la señora presidenta a quien sirve como escudero y Consejero.
Deje de utilizar a las enfermeras de manera tan interesada y oportunista como falsa. Deje de utilizar a los médicos como diana de sus dardos contra la APS. Deje de utilizar a la población como masa incapaz de pensar y tomar sus propias decisiones y verla tan solo como objetivo electoral y electoralista.
Reflexione, piense, analice y ponga en marcha el pensamiento crítico no para ir en contra de todo lo que piensan o plantean los demás sino, como la mejor manera de ser capaz de criticar aquello que usted mismo piensa y plantea. Del resto deje que se encarguen quienes saben, las/os profesionales.
Hacerlo no duele y, además, favorece su autocuidado, su autoestima, que no su ego, y el cuidado de la población a la que dice servir.
José Ramón Martínez-Riera
Enfermera Comunitaria
[1] https://elpais.com/espana/madrid/2023-02-17/el-consejero-de-sanidad-de-madrid-sobre-la-atencion-primaria-y-ante-militantes-del-pp-hay-que-ir-a-un-modelo-basado-en-la-enfermeria.html
[2] https://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0004/441868/Competencies-nurses-primary-health-care-eng.pdf
[1] https://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0004/441868/Competencies-nurses-primary-health-care-eng.pdf
En el último número de la Revista Iberoamericana de Enfermería Comunitaria (RIdEC), publico una carta con motivo de mi relevo como presidente de la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC), que comparto.
La muerte es algo que no podemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos
Antonio Machado[1]
Toda pérdida es dolorosa por el hecho de suponer una carencia de lo que se poseía.
No todas las pérdidas, sin embargo, significan ni se sienten de igual manera dado que la carencia que representa cada pérdida no es nunca comparable y si se me permite medible.
El vacío, el dolor, la tristeza, la soledad, la impotencia, la rabia, la incomprensión… que cada pérdida genera resulta muy difícil, por no decir imposible, de cuantificar.
Por tanto, no se trata de hacer una hipérbole de la pérdida de alguien como Íñigo Lapetra Muñoz. Entre otras muchas razones porque sería traicionar su recuerdo, su manera de ser y estar, su actitud ante la vida, su personalidad y su comportamiento. Pero ello no puede evitar, en ningún caso, que su pérdida sea tan solo vivida como un episodio, un acontecimiento, un momento puntual, una circunstancia vital. Porque la pérdida de Íñigo trasciende a todo ello.
Íñigo se fue de manera precipitada, inoportuna, inesperada y casi secreta. Se fue con la humildad que él tenía y proyectaba, con la misma discreción que le caracterizaba, con idéntico sigilo con el que actuaba. Pero en esta ocasión su partida, aunque él no lo quisiera, nos ha provocado a cuantas/os tuvimos ocasión de conocerle y quererle, porque lo uno era consecuencia de lo otro, un torbellino de sentimientos, sensaciones y emociones que resultan muy difícil de gestionar.
La gran y desagradable sorpresa inicial al conocer su pérdida fue directamente proporcional a la generación de dicho torbellino que atraía hacia sí pensamientos, recuerdos, momentos, experiencias… vividas junto a él en un intento tan irracional como natural por recuperarlo a sabiendas que dicho intento era tan vano como necesario para paliar, aunque tan solo fuese mínimamente la certeza de la pérdida.
Se ha ido quien dio valor a la amistad, a las personas, a los sentimientos, a la vida, a la profesión y a lo que, sin ser, quería, respetaba, valoraba y defendía, a la enfermería y a las enfermeras. Sin ser enfermera hacía suyo el valor de los cuidados y del cuidado como identidad e impronta de su actuación en todo cuanto hacía. Tan solo así se puede comprender cómo fue capaz de plasmar de manera tan intensa como real el sentimiento enfermero en el himno que escribió y que quedará como legado indeleble para todas las enfermeras.
Resulta triste y doloroso escribir unas palabras que, aunque sinceras no se acaban de entender, de querer expresar, de admitir su necesidad. Pero no puede el silencio ser la única muestra que nos genere la partida del amigo, del compañero, del profesional del padre que todos quisimos.
El dolor posiblemente se mitigue, sobre todo porque su intensidad es insoportable, pero el recuerdo no se borrará nunca de nuestra memoria y mucho menos de nuestro corazón. Cada vez que leamos una noticia, veamos un reportaje o escuchemos el himno de las enfermeras nos recordarán a quien nunca debió irse tan pronto, a quien tanto tenía aún para aportar, a quien tanto nos quedaba por admirar y querer.
Tuve la inmensa fortuna de conocer a Íñigo. Pero sobre todo tuve el privilegio de contar con su amista. El dolor de su partida, por tanto, se multiplica al tiempo que se amplifica mi admiración hacia el profesional y el amigo.
Gracias por todo lo aportado y por todo lo vivido. Siempre serás un referente enfermero a pesar de no serlo, porque sin serlo lo sentiste, viviste y difundiste con orgullo y admiración.
Hasta siempre querido amigo.
[1] Poeta español, el más joven representante de la generación del 98 (1875-1939).
Entrevista en la Cadena SER Alicante con motivo de la polémica surgida ante las denuncias de diferentes organizaciones médicas ante la posibilidad de que las enfermeras puedan acceder a dirigir Centros de Salud según se recoge en el Marco Estratégico de la Comunitat Valenciana recientemente presentado.
“El mundo recompensa antes las apariencias de mérito que al mérito mismo.”
François de La Rochefoucauld [1]
Hoy, lunes 24 de enero de 2022, se ha publicado en el BOE el Real Decreto 46/2022, de 18 de enero, por el que se regula la cualificación profesional Supervisión de la atención sociosanitaria, cuya competencia general es Supervisar el desempeño de las actividades del equipo técnico de cuidados en la atención sociosanitaria y de los recursos materiales y humanos en coordinación con el equipo interdisciplinar, los servicios generales del centro y otros servicios externos, para contribuir a garantizar la atención centrada en la persona, cumpliendo la normativa relativa a la planificación de la actividad preventiva y a los estándares de calidad[2].
No alcanzo a entender el objetivo real de esta nueva titulación, aunque sospecho que no es precisamente velar por la calidad de los cuidados.
En un momento en el que la pandemia nos deja un contexto de cuidados de alta complejidad, en el cual el ámbito sociosanitario en general y las residencias de personas adultas mayores en particular, precisan de cuidados integrales y personalizados que se alejen de la medicalización, la apuesta por un modelo de cuidados tecnológicos, de escasa entidad científica, con competencias que son transferidas desde otras disciplinas para devaluarlas, tan solo puede obedecer a varios criterios:
O puede que sean todos ellos a la vez. Aunque también puede deberse a la ignorancia absoluta que en torno a los cuidados tienen quienes han pensado, diseñado y desarrollado esta titulación. No cabe otra posibilidad, ya que si se conocen las necesidades y las respuestas que precisan, sería tanto como ratificar que no les importa en absoluto la calidad de las mismas y que se trata tan solo de una forma barata y aparente de asistir, que no atender, a las personas adultas mayores.
Es un despropósito y un claro ataque a la disciplina y profesión enfermeras el plantear siquiera una titulación de esta índole. Pero es un desprecio absoluto a la inteligencia colectiva pretender que nos creamos que esta apuesta formativa responde a intereses reales sobre la calidad de vida de las personas adultas mayores. Desprecio y preocupación que ya fueron trasladados por parte de Sociedades Científicas y Colegios Profesionales a las responsables de su tramitación parlamentaria, cuya respuesta fue no tan solo ignorar los argumentos trasladados sino menospreciarlos con respuestas sin fundamento científico alguno y con el aviso de que nada ni nadie impediría su desarrollo, como así ha sido. Finalmente “aparentar tiene más letras que ser”[3] y eso es lo que han preferido con su decisión, aparentar.
Pero es que además de lo dicho, las palabras, que no son inocentes, en este caso aún lo son mucho menos. Se habla en todo momento de supervisar que tal como recoge la RAE es “Vigilar o dirigir la realización de una actividad determinada [una persona que tiene la autoridad o capacidad para ello]”. Dotar de autoridad y capacidad de dirección a personas sin competencias reales para ello, porque no es suficiente con plasmarlas en un RD, es una temeridad, una irresponsabilidad y un engaño. Más aún cuando los mismos que lo hacen niegan sistemáticamente, a quienes tienen competencias contrastadas y científicas para ello, como las enfermeras, el acceso a puestos de dirección con capacidad en la toma de decisiones.
La opinión pública debe saber y conocer que se está dando rango normativo a una calidad de cuidados deficiente e insuficiente que tan solo se sostiene desde los eufemismos y la demagogia que tratan de “vender” como cuidados de calidad lo que convierten en cuidados “low cost”, intentando aparentar algo que realmente no es aunque lo parezca.
El Presidente del Gobierno y sus Ministras de Sanidad y Educación son, desde el mismo momento en que dan validez legal a una titulación oportunista, populista y rentista, responsables del deterioro evidente que su implantación supondrá en la vida de las personas adultas mayores y cómplices necesarios de la privatización y menoscabo de la atención sociosanitaria que favorecen.
La inversión en una atención sociosanitaria integral, integrada, integradora, intersectorial, articulada, coordinada, accesible y de calidad, no pasa por una respuesta como la que se plantea y mucho menos por un desprecio absoluto a la entidad, valor, reconocimiento y visibilidad de los cuidados profesionales enfermeros que, en ningún caso, se compensa con palabras vacías, aplausos interesados o menciones tan oportunistas como falsas hacia quienes tienen las competencias para prestarlos, las enfermeras.
El pasado día 20 de diciembre la Ministra de Sanidad anunciaba, en su triste y forzado adiós al movimiento Nursing Now España[4], la puesta en marcha de una estrategia nacional de cuidados. Si este es el inicio de dicha estrategia no quiero ni pensar lo que queda por descubrir.
Aún están a tiempo de parar lo que nunca se debió iniciar. Pero mucho me temo que la soberbia de actuación y el nepotismo de la acción, no nos deparará nada nuevo ni bueno.
Por lo tanto, deberemos trabajar para que la sociedad sepa lo que realmente importa la salud de las personas adultas mayores a nuestros decisores. Es una responsabilidad colectiva de las enfermeras parar este despropósito institucional y este ataque a la dignidad profesional enfermera.
[1] Escritor francés.
[2] https://www.boe.es/eli/es/rd/2022/01/18/46
[3] Karl Kraus (1874-1936) Poeta, autor satírico y crítico austriaco.
[4] http://efyc.jrmartinezriera.com/2022/01/20/funeral-de-nursing-now-espana-una-escenificacion-ministerial/
“Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.”.”
Platón[1]
La desigualdad, por mucho que se empeñen en hacernos creer que no existe o que no se tiene en cuenta a la hora de acceder a derechos fundamentales, en cualquiera de sus formas, variantes, variedades o interpretaciones, que de todo hay, determina claramente muchos aspectos de la vida de las personas, los grupos o las profesiones.
Negar que la enfermería y las enfermeras no hemos sido y seguimos siendo objeto de desigualdad es tanto como negar que no existe machismo o violencia de género. Tratar eufemísticamente de ocultarlo, enmascararlo, edulcorarlo o manipularlo, que todo viene a ser lo mismo, es no tan solo faltar a la verdad sino contribuir a que se perpetúe la diferencia y con ella la desigualdad que dificulta o impide la igualdad de oportunidades para lograr las mismas metas, con idéntica exigencia y mérito evidentemente, que cualquier otra disciplina o profesionales, al situarnos siempre por debajo de quienes tienen asignada la supremacía social, política, científica, profesional… alcanzada por méritos propios, no me cabe duda, pero también por la presión del poder que ejercen para no compartir espacio de igualdad de imagen, valor, identidad y reconocimiento, que no de conocimiento o de competencia profesional propios.
Esa desigualdad, gestada a lo largo de la historia y ligada claramente a una cuestión de género y de fuerza del trabajo, ha permitido y logrado que las enfermeras siempre hayan sido identificadas desde una perspectiva subsidiaria, de menor valor, de obediencia, de debilidad, de sumisión… a la sombra y al mando de quienes siempre han sido identificados como poderosos, fuertes, capaces, resolutivos… De ahí la asimilación que se establece de los ángeles al servicio de Dios. Y como derivación la curación ligada a la sublimación y el milagro y los cuidados a la abnegación, la renuncia y el sacrificio.
Esta diferencia descalificadora, estigmatizante, dolorosa y claramente injusta, sin embargo se ha instalado como una verdad incuestionable no tan solo en la sociedad como creencia popular, sino en quienes como la RAE, al menos en teoría, velan por limpiar, fijar y dar esplendor a aquello que permite identificar, conocer y valorar a través de la lengua, las palabras, recogiendo en su definición exactamente los mismos rasgos de desigualdad que los que se mantienen socialmente y por tanto contribuyendo a que no se modifiquen.
Las personas que deciden dedicarse a la política, teóricamente también, como servicio a la sociedad y defensa de los derechos de la ciudadanía que los elige, también contribuyen con sus decisiones a que dicha desigualdad no tan solo sea considerada normal sino a impedir que se pueda cambiar gracias a las normas que lo impiden o dificultan mucho más allá de lo que supone para otras/os profesionales.
Las/os periodistas o quienes se dedican a la información sin serlo, por su parte, contribuyen al estereotipo de desigualdad con informaciones que mimetizan de idéntica manera los planteamientos descritos, haciendo de caja de resonancia que los amplifica, magnifica, contribuyendo al igual que la RAE a fijarlos.
Tal es, por tanto, la creencia de que esa desigualdad no es tan solo una injusticia, sino que es una característica inherente a quienes, como las enfermeras, la soportan que también los jueces la han asumido como verdad.
Recientemente un juzgado de Alicante sentenció a la Conselleria de Sanitat Universal y Salut Pública de la Generalitat Valenciana a indemnizar a algunos médicos que habían presentado demanda por no disponer de medios de protección personal en el inicio de la pandemia que como se concreta en la sentencia puso en riesgo la salud de dichos profesionales[2].
Dos días más tarde, un magistrado de Jaén, ha dictaminado en su sentencia que la demanda interpuesta por enfermeras de dicha provincia por idéntica situación de desprotección a la anteriormente mencionada no era objeto de consideración dado que según reza la sentencia «Las enfermeras tenían la obligación de sacrificar su vida» y «Las enfermeras deben elegir velar por la vida de los pacientes antes que por la suya propia»[3].
Así pues y sin entrar en consideraciones legales, lo que queda claramente de manifiesto es que la desigualdad en función de ser médico o enfermera ante situaciones idénticas es un determinante a la hora de impartir justicia y, por tanto, a la hora de obtener igual consideración, trato, respeto y protección, hasta el punto de considerar que la vida de unos y otros, médicos y enfermeras, tiene diferente valor.
O bien la norma no está bien elaborada al ofrecer resquicios que permiten interpretaciones tan distantes, desiguales o injustas o bien las interpretaciones de los jueces están tan claramente impregnadas de creencias, tópicos, estereotipos, ideologías y prejuicios que determinan sus sentencias y con ellas la justificación de la desigualdad.
No se puede generalizar, desde luego, pero tampoco se puede obviar la particularidad dañina que puede conducir a ello.
¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio[4].
Puñetera justicia
[1] Filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles.
[2] https://www.lasprovincias.es/comunitat/juez-condena-sanidad-indemnizar-medicos-49000-euros-contagio-covid-20220111183223-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F
[3]https://twitter.com/EnfrmraSaturada/status/1481767800863698947?t=2AFZ5wCPn9oTF3nw4QQiaw&s=08
[4] Albert Einstein: científico alemán nacionalizado estadounidense.