Nunca pensé que una Resolución como la de la acreditación de las enfermeras para para la indicación, el uso y la autorización de la dispensación de medicamentos y productos sanitarios de uso humano diera para tanto, ni que llegara a despertar tanta pasión en contra.
A pesar de lo dicho hasta ahora y a pesar también de que me dije a mi mismo que no iba a escribir más sobre el asunto, no puedo mantenerme al margen no ya de la polémica, que la considero totalmente artificial, interesada, manipulada y mediática, sino de la hipocresía y cinismo con el que algunos sectores muy concretos de la clase médica se está comportando al respecto.
Quiero resaltar que estoy convencido de que, a la mayoría de los médicos, este tema no les genera el más mínimo temor. Y no se lo genera porque piensan, analizan y actúan con inteligencia y coherencia, además de conocer la realidad asistencial.
Pero, hay una mínima parte que desde los puestos de representatividad que ostentan hacen un uso de los mismos que no se corresponde con lo que deberían hacer ni en muchos casos con lo que de ellos se espera que hagan.
Sin ir más lejos ayer un medio de comunicación daba pábulo a las declaraciones que desde uno de estos sectores se hacía al respecto. Y lo hacía con este titular “Los facultativos critican que la medida responde a «presiones de organizaciones enfermeras para asumir poder»”. Y es que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Porque en días anteriores y también con gran despliegue en los medios, por parte de estos mismos señores (porque son casi todo hombres), trasladaban a la opinión pública su preocupación por el riesgo que corrían al tener que someterse a la peligrosa, insensata e ilegal prescripción enfermera, en una escenificación tan falsa como histriónica, victimista y sobre todo perversa. Y sin embargo al final sale a la luz el verdadero temor, ¡la pérdida de poder por presiones de organizaciones enfermeras! Eso es lo que les preocupa a estos sectores que dicen representar a una profesión, la médica, que seguro tiene problemas mucho más importantes en los que ocupar el tiempo, el esfuerzo y los recursos que manejan.
Para empezar cabe decir que el poder del que ellos hablan a las enfermeras no nos interesa. Ese supuesto poder que ocupan y que defienden como si en ello les fuera la vida, es “su poder”. Nosotras, las enfermeras, tenemos claro que nuestro ámbito de influencia, que no de poder, está con la Comunidad y no en sustitución de la misma. No queremos ejercer ni ocupar ningún poder, porque el poder lo tiene la comunidad. Nosotras, como enfermeras, queremos acompañar a las personas, las familias y a la propia comunidad para que tomen sus propias decisiones. Sin presiones, sin temores, sin miedos, sin deidades. Si es ese al poder al que se refieren, les diremos que no es que lo queramos ocupar es que ya lo ocupamos. Su poder es suyo y no se preocupen que no lo deseamos, como no deseamos quitarle su prescripción médica. A no ser que el poder que tanto temen perder sea otro.
Posiblemente problemas que no pueden o no saben resolver quedan ocultos en la cortina de humo que están generando con la denominada prescripción enfermera. Les ha venido muy bien que se firmara esta Resolución para tener una cabeza de turco en la que descargar su ira, la Consellera, y un debate estéril, alarmista, tergiversado, interesado, demagógico y oportunista con el que tapar posiblemente otras carencias, al tiempo que arremeter contra las enfermeras con descalificaciones y mentiras sobre nuestra capacidad competencial.
Y en cuanto a las presiones pues no se puede decir nada a quienes son verdaderos artistas en ejercerla. Tan solo hace falta ver cual está siendo la difusión en los medios de comunicación de su denuncia y los espacios que ocupan en comparación con el ocupado por las respuestas que, desde sectores enfermeros, se hacen al respecto. Cada cual que saque sus propias conclusiones.
Pero no contentos con las presiones a medios, enfermeras y la propia consellera, las ejercen contra quienes consideran disidentes, tránsfugas o traidores a su cruzada y de su propia disciplina.
Tal es el caso de Mercedes Hurtado Sarrió, Presidenta del Colegio de Médicos de Valencia, que ayer mismo tuvo la “osadía” de no acudir a una reunión convocada por el Consejo Médico Valenciano, tras lo que se emitió la siguiente información “Esta tarde estaba convocado el Consejo Médico Valenciano al que el colegio de médicos de Valencia se ha negado a acudir renunciando así a defender a la profesión médica frente a los ataques recibidos por la consellera de sanidad. Mercedes Hurtado deberá explicar por qué no atiende a las reivindicaciones de los médicos y prefiere apoyar a la administración y sus ilegalidades”.
Toda una declaración de intenciones a una decisión de la Presidenta del Colegio de Valencia que es considerada como “negativa” que interpretan como renuncia y por tanto traición a la profesión médica. No satisfechos con las infundías, pasan a la amenaza exigiendo explicaciones. Para terminar con la acusación de traición por supuestamente apoyar “ilegalidades” que se supone corresponden a la Resolución, que precisamente es un documento legal. Sin desperdicio!!!
Con independencia de las razones que hayan asistido a la Presidenta del Colegio de Médicos de Valencia a no acudir a la citada reunión del Consejo Médico Valenciano, me merece todos los respetos y considero que sus razones tendrá para ello. Pero sobre todo considero que es muy grave que se hagan este tipo de acusaciones y descalificaciones por el simple hecho de pensar diferente al pensamiento único que quieren establecer como disciplina a seguir.
La historia está llena de pensadores que fueron perseguidos, insultados e incluso torturados o sacrificados por el simple hecho de pensar diferente a la verdad oficial y plantear otra verdad. Miguel Servet, Giordano Bruno, Wiliiam Tyndale, Copérnico, Kepler, Descartes, Galileo, son algunos ejemplos a los que parece quererse añadir a Mercedes Hurtado por no cumplir con la disciplina del Consejo Médico y posiblemente sin ni tan siquiera haberle dado la oportunidad a que explicara el porqué de su no asistencia. Y se atreven a hablar de que son otros los que ejercen presión.
Al final, que es lo que interesa, aunque en el camino queden cadáveres, siempre aflora la verdad y los mediocres, mentirosos, déspotas, tiranos… son identificados y repudiados como tales. Pero es lo que suele pasar cuando de la mediocridad se pretende hacer virtud, que no solo no se consigue sino que se descubre.
Ya Maquiavelo recogía en su obra El Príncipe, que más vale la burla de la verdad que el mantenimiento de la misma.
“Cuán loable es en un príncipe mantener la palabra dada y comportarse con integridad y no con astucia, todo el mundo lo sabe. Sin embargo, la experiencia muestra en nuestro tiempo que quienes han hecho grandes cosas han sido los príncipes que han tenido pocos miramientos hacia sus propias promesas y que han sabido burlar con astucia el ingenio de los hombres. Al final han superado a quienes se han fundado en la lealtad[1].”
El tiempo pondrá a cada cual en su sitio. Esperemos que ese tiempo no se prolongue en exceso y que la coherencia, el sentido común y la verdad se instalen como elementos reguladores de la convivencia que a pesar de que a algunos les duela, no tan solo existe sino que en la mayoría de las ocasiones es fluida, cordial e incluso saludable. Lástima que existan virus tan malignos que la infecten. Pero ya se sabe que para combatir sus efectos nada mejor que vacunarse con inteligencia, respeto y educación, aunque algunos se declaran manifiestamente en contra de hacerlo. Y así nos va…
CONTINUARÁ?????
José Ramón Martínez Riera
Enfermera prescriptora
[1] Nicolás Maquiavelo. El Príncipe. Alianza Editorial, Madrid, 2017.