Suele ser habitual que las enfermeras nos lamentemos de las fuerzas que constantemente nos impiden avanzar o que suponen una permanente barrera para nuestro desarrollo.
Cuando nos preguntamos a qué son debidas esas fuerzas y qué es lo que las mantiene impidiendo nuestro avance o desarrollo, casi siempre se acaba por relacionar las mismas a la intuición, basada en la observación inmediata de lo que ocurre alrededor de las enfermeras. O bien se concluye que esas fuerzas “paralizantes”, se ejercen o se mantienen siempre activas y permanentes.
Establecer una correlación entre la Física, en concreto el movimiento y la relatividad, con la Enfermería y su desarrollo, puede parecer un ejercicio imposible o delirante, pero a pesar de ello, voy a tratar de establecerla con el fin de que podamos, cuanto menos, tratar de modificar nuestro permanente absolutismo al respecto.
Galileo a principios del siglo XVII hizo un avance muy importante al introducir el método científico según el cual no siempre se debe creer en las conclusiones intuitivas basadas en la observación inmediata, pues esto lleva a menudo a equivocaciones. Esto le permitió medir resultados en función de los cambios que iba introduciendo en sus experimentos con el fin de identificar cómo actuaban dichos cambios en cada caso, no dando nunca nada por inmutable. De esta manera pudo extrapolar sus observaciones hasta llegar a entender un experimento ideal.
En concreto, observó cómo un cuerpo que se mueve con velocidad constante sobre una superficie lisa se moverá eternamente si no hay rozamientos ni otras acciones externas sobre él.
Esto, precisamente, es lo que nos puede servir de base para empezar a establecer una relación entre las enfermeras y el movimiento. Es decir, las enfermeras tendrían un desarrollo y con él una influencia – científico, profesional y social- permanente e inalterable si no existiesen influencias o acciones externas que lo modificasen y, por tanto, se mantendría en movimiento constante. Pero justamente esto es lo que, en muchas ocasiones, las enfermeras piensan que sucede y al no aplicar el método científico o su variante de pensamiento crítico, no tan solo no son capaces de mantener el movimiento constante si no que, habitualmente, son detenidas, arrastradas o empujadas en su recorrido.
Pero este planteamiento hecho por Galileo, inmediatamente le presentó otro problema: ¿si la velocidad no releva al cuerpo estudiado, qué parámetro del movimiento indica la acción de fuerzas exteriores?; Galileo respondió también a esta pregunta, pero fue Newton quien, casi acabando el siglo XVII (1690), lo hizo de manera más precisa, al concluir que no es la velocidad sino su variación la consecuencia resultante de la acción de arrastrar o empujar un objeto.
De acuerdo con este planteamiento, Newton establece que los movimientos aparentes son las diferencias de los movimientos verdaderos y que las fuerzas son causas y efectos de estos. Consecuentemente, la fuerza en Newton tiene un carácter absoluto, no relativo.
Pues bien, ese planteamiento de Newton es el que parece que aún no está interiorizado por las enfermeras, al seguir manteniendo el carácter absoluto de las fuerzas que, como decíamos, son identificadas como las causantes permanentes y absolutas de la parálisis en que se mantienen en muchas ocasiones, sin plantearse la relatividad de las mismas y, por tanto, su posible y cierta reversión.
Pero, siguiendo con Newton, y a partir del citado planteamiento, enuncia las tres leyes más importantes de la mecánica clásica, a través de las cuales seguiré tratando de mantener esa estrecha relación de las enfermeras, con ellas.
La primera ley del movimiento rebate la idea aristotélica de que un cuerpo solo puede mantenerse en movimiento si se le aplica una fuerza. Newton expone que:
Todo cuerpo continúa en su estado de reposo o movimiento uniforme en línea recta, no muy lejos de las fuerzas impresas a cambiar su posición.
Esta ley determina, por tanto, que un cuerpo no puede cambiar por sí solo su estado inicial, ya sea en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme, a menos que se aplique una fuerza o una serie de fuerzas cuya resultante no sea nula. Newton toma en consideración, así, el que los cuerpos en movimiento están sometidos constantemente a fuerzas de roce o fricción, que los frena de forma progresiva, algo novedoso respecto de concepciones anteriores que entendían que el movimiento o la detención de un cuerpo se debía exclusivamente a si se ejercía sobre ellos una fuerza, pero nunca entendiendo como tal a la fricción.
En consecuencia, un cuerpo que se desplaza con movimiento rectilíneo uniforme implica que no existe ninguna fuerza externa neta o, dicho de otra forma, un objeto en movimiento no se detiene de forma natural si no se aplica una fuerza sobre él. En el caso de los cuerpos en reposo, se entiende que su velocidad es cero, por lo que si esta cambia es porque sobre ese cuerpo se ha ejercido una fuerza neta. Es la conocida como Ley de la inercia, ya descrita por Galileo.
En esta primera ley, podemos establecer varias relaciones. Por una parte, es el reposo o falta de movimiento de las enfermeras, lo que les conduce a una parálisis permanente en su desarrollo o bien el mantenimiento de un recorrido lineal y permanente como consecuencia de las fuerzas externas, y ajenas a las enfermeras, que propician ese movimiento uniforme sin cuestionarse en ningún momento el cambio de dirección o velocidad impuestos por las propias fuerzas enfermeras en dirección a un desarrollo, visibilización y reconocimiento que el movimiento impuesto y asumido, no permite. En cualquiera de los casos se trata, sin duda, de la inercia a la que hacen referencia Galileo y Newton, sin que se haga ningún planteamiento por cambiar dicha inercia.
La primera ley de Newton sirve para definir un tipo especial de sistemas de referencia conocidos como sistemas de referencia inerciales, que son aquellos desde los que se observa que un cuerpo sobre el que no actúa ninguna fuerza neta se mueve con velocidad constante. Y en esa velocidad o parálisis constantes son las que constituyen para muchas enfermeras su particular sistema de referencia inercial, en el que son incapaces de modificar su órbita de desplazamiento en el universo de las ciencias de la salud.
La segunda ley de Newton o ley fundamental de la dinámica, expresa que:
El cambio de movimiento es directamente proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime.
Esta ley se encarga de cuantificar el concepto de fuerza. La aceleración que adquiere un cuerpo es proporcional a la fuerza neta aplicada sobre el mismo. La constante de proporcionalidad es la masa del cuerpo (que puede ser o no ser constante). Entender la fuerza como la causa del cambio de movimiento y la proporcionalidad entre la fuerza impresa y el cambio de la velocidad de un cuerpo es la esencia de esta segunda ley.
De esta segunda ley, se pueden destacar, la caída libre y el movimiento pendular.
Sin entrar en consideraciones de formulación matemática, en este caso podemos identificar claramente algunas de las actitudes que muestran las enfermeras. En el caso de la caída libre sería cuando las enfermeras, alcanzado un determinado nivel o altura en su desarrollo, caen o se dejan caer desde la inacción, el conformismo o la desidia (reposo), al vacío provocando consecuencias de deterioro debidas al impacto, lo que como es evidente provoca una gran dificultad para volver a alcanzar un nivel elevado para su desarrollo.
En el caso del péndulo, el movimiento ejercido por las fuerzas externas que las enfermeras no controlan o por las que se dejan influir determinan que se produzcan situaciones dicotómicas a una parte u otra de la trayectoria, sin que existan posiciones intermedias determinadas por la acción de la propia fuerza enfermera, que impiden planteamientos serenos, razonados y racionales.
La tercera ley de Newton establece que siempre que un objeto ejerce una fuerza sobre un segundo objeto, este ejerce una fuerza de igual magnitud y dirección, pero en sentido opuesto sobre el primero. Con frecuencia se enuncia así: A cada acción siempre se opone una reacción igual, pero de sentido contrario. En cualquier interacción hay un par de fuerzas de acción y reacción situadas en la misma dirección con igual magnitud y sentidos opuestos. La formulación original de Newton es:
Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto
Esta ley frecuentemente provoca algo de confusión en la forma en que se expresa. Por un lado, suena como que una fuerza causa otra. Si se empuja a alguien, ese alguien puede decidir activamente empujar como respuesta. Pero esta no es la acción y la reacción de la que estamos hablando con la tercera ley de Newton.
Al empujar contra una pared, la pared no decide activamente empujar como respuesta. No hay ninguna fuerza de “origen”. El empuje simplemente incluye ambas fuerzas, referidas como un “par de acción/reacción”.
Una mejor manera de expresar la ley puede ser:
Las fuerzas siempre ocurren en pares. Las dos fuerzas son de la misma intensidad, pero en direcciones opuestas.
Ahora, esto todavía causa confusión porque suena a que estas fuerzas siempre se anularían entre sí. No es el caso. Las fuerzas actúan sobre objetos diferentes. Y solo porque las dos fuerzas sean iguales, no significa que los movimientos sean iguales (o que los objetos dejarán de moverse). Esta ley explica las fuerzas ejercidas entre la Luna, el Sol y la Tierra que provocan las mareas.
En esta tercera ley, está posiblemente, la respuesta a la inacción, caída, al vacío o movimiento pendular de las otras dos leyes descritas, con relación a las enfermeras. Es decir, la fuerza o fuerzas ejercidas “contra” las enfermeras, deberían tener una respuesta de éstas mediante otra fuerza que contrarrestara o superara a la fuerza ejercida, provocando mareas, que en el caso de las enfermeras podrían identificarse como los posicionamientos de influencia determinados por las fuerzas ejercidas entre las enfermeras y otros agentes en un equilibrio permanente. Posicionamientos en los que las enfermeras actúan como reguladoras de importantes y necesarios cambios en los escenarios en los que las enfermeras ejercen como tales, sin que exista tan solo una fuerza que regule su comportamiento.
En cualquier caso y como conclusión, lo que pretendo con esta comparación es tan solo hacer reflexionar sobre la importancia de abandonar la inercia, evitar la caída libre, traducida como conformismo o desidia, así como los posicionamientos extremos o pendulares y finalmente, contrarrestar con fuerzas propias las que se ejercen desde el exterior para lograr la presencia e influencia que como enfermeras debemos mantener en cualquier contexto en el que los cuidados enfermeros sean necesarios.
Si la Física es capaz de explicar las mareas, la Enfermería debe ser capaz de explicar los cuidados y su influencia.
Estoy convencido de que Newton y Nightingale se hubiesen entendido perfectamente y que hubieran unido sus fuerzas para entender los movimientos y las fuerzas tanto de la Física como de la Enfermería.