Nada más intenso que el terror de perder la identidad
Alejandra Pizarnik[1]
Aún perduran en la memoria los textos, discursos, buenos deseos, las felicitaciones… que con motivo del Día Internacional de la Enfermera se escribieron, leyeron, compartieron, y difundieron por múltiples medios en todo el mundo bajo el lema propuesto por el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), “Nuestras enfermeras. Nuestro futuro”.
Sin embrago, ni la denominación oficial del Día, ni el Consejo Internacional que lo promueve, ni el texto del lema que lo apoya, fueron suficientes en muchas más ocasiones de las deseables, para respetar nuestra denominación propia de Enfermeras. Nuevamente muchas/os prefirieron utilizar a Enfermería, que es profesión/disciplina/ciencia, como parapeto tras el que esconder su verdadera denominación y contribuir, de esta manera, a perpetuar la confusión de nuestra identidad, a diluir nuestra imagen, a consolidar nuestros miedos a ser y sentirnos enfermeras, a debilitar nuestro valor, a negar nuestro sentimiento propio o a refugiarnos en la inconcreción y la ambigüedad.
Si nuestro máximo órgano de representación internacional determina que lo es de las enfermeras, que no de Enfermería. Si el mismo CIE, determina que el Día Internacional que anualmente se celebra lo es de la Enfermera, que no de la Enfermería. Si el lema elegido y difundido por el propio CIE para conmemorar el Día Internacional de la Enfermera, hace referencia expresa a las Enfermeras, en esta ocasión hasta en dos veces en las cuatro palabras que lo componen, en lugar de hacerlo como Enfermería. Si todo esto es una realidad no sujeta a la interpretación o subjetividad, no entiendo el por qué hay sectores y grupos profesionales de enfermeras que se siguen empeñando, de manera tan terca como irracional, en ir contra lo que son o representan, posicionándose en un claro negacionismo de identidad enfermera.
Haciendo un análisis más detenido de una cuestión que, por otra parte, los negacionistas de la identidad enfermera, quieren presentar como menor o, lo que aún es peor, identificándolo y trasladándolo como discurso dogmático y radical de quienes defendemos nuestro derecho identitario, nos encontramos con evidencias de dicho posicionamiento negacionista que tan solo se mantiene por su clara aunque inconsistente resistencia a un cambio que no tan solo es necesario y urgente, sino que es coherente, pertinente, consecuente y lo que aún es más importante, respetuoso con nuestra identidad. Tan solo así se entiende que, a estas alturas, cuando hemos logrado desprendernos, no sin esfuerzos y venciendo múltiples resistencias, de denominaciones tan lamentables como la que se utilizó para eliminar nuestra identidad como las de Ayudante Técnico Sanitario (ATS), que posteriormente se maquilló con la de Diplomado Universitario de Enfermería (DUE), sustituyendo, en ambos casos, la denominación de enfermera por sus respectivos acrónimos de ATS o DUE. Denominación que adoptaron los Colegios Profesionales y el Consejo General, hasta que cambiaron dicha denominación de ATS/DUE por la de Enfermería, haciendo propia la representación de la profesión/ciencia/disciplina, cuando la que les corresponde, como Colegios profesionales que son, es la de sus profesionales, es decir, las enfermeras, que es lo que somos, aunque parece que les moleste.
A pesar del tiempo transcurrido y de las innumerables ocasiones en que esta petición tan importante como lógica ha sido trasladada, tan solo un reducido número de Colegios profesionales ha modificado su denominación a Colegio de Enfermeras o de Enfermeras y Enfermeros. Para ello el peregrino, oportunista y misógino mensaje que los/as (que de todo hay, aunque más de los primeros que de las segundas), responsables de la mayoría de Colegios y del Consejo General de España utilizan para mantener la denominación errónea y usurpadora de los órganos de representación de las enfermeras que no de la Enfermería, es el que se ampara en los postulados gramaticales, que no de respeto, de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) que no es capaz de admitir una definición de nuestra profesión/ciencia/disciplina acorde con la realidad actual y a la que ni tan siquiera sitúa como primera acepción en su diccionario[2]. Según los académicos determinan, sin posible excepción por razones que avalen la misma, el genérico siempre se escribe en masculino con independencia de la composición de sus miembros. La denominación “correcta” pues debe ser la de Colegio de Enfermeros. Y adoptando como dogma de fe dicho postulado lingüístico, aunque no sean de obligado cumplimiento, los/as responsables de la mayoría de Colegios profesionales, con la débil justificación de no herir susceptibilidades y respetar la diversidad de género, deciden mantener la denominación de Colegio/Consejo de Enfermería que claramente contraviene lo aceptado Internacionalmente en cuanto a la denominación de quienes somos Enfermeras y no sanitarios, profesionales de Enfermería o simplemente Enfermería, al contrario de lo que sucede con el resto de disciplinas cuyos órganos de representación profesional es el de psicólogos, ingenieros, arquitectos, fisioterapeutas… y no de Psicología, Ingeniería, Arquitectura, Fisioterapia… Es decir, claramente, vamos contra corriente y nuevamente somos la excepción de la norma como en tantas otras ocasiones en Enfermería, incorporando elementos de división, indefinición, confusión, interpretación, oportunismo e interés malintencionado.
Como consecuencia de todo ello se derivan situaciones que son evitables e impedirían, o cuanto menos limitarían, confusiones innecesarias y peticiones oportunistas que tratan de aprovechar el desconcierto que generan quienes, precisamente, deberían velar por la defensa y protección de la identidad enfermera con el fin de sustentar artificialmente reivindicaciones laborales y de identidad que no les corresponde[3] o para obtener beneficios de manera malintencionada con ofertas engañosas de titulaciones enfermeras[4].
Como muestra de lo dicho nos encontramos con la paradoja de que el Consejo General de Enfermería (CGE), emita una nota dirigida a las/os presidentes/as de los Colegios Provinciales de Enfermería, en la que textualmente se traslada lo siguiente: “Varios Colegios provinciales se han dirigido a este Consejo General en relación con la publicidad que está llevando a cabo el sindicato de auxiliares de enfermería (SAE) respecto de la marca 12 de mayo, Día del Técnico en Enfermería con la que pretenden asimilar en un mismo cuerpo profesional a los titulados superiores en enfermería (graduados universitarios) con los técnicos (FP) utilizando para ello la efeméride del Día Internacional de la Enfermería”. Es decir, el Consejo General de las enfermeras de España, denominado de Enfermería, informa de acciones legales contra quienes quieren utilizar, la que ellos mismos en un grado máximo de incoherencia, denominan de la efeméride del Día Internacional de Enfermería que no de la Enfermera como realmente es. Pero, además, en los escritos dirigidos al Ministro de Sanidad y a la Ministra de Educación el presidente del Consejo General de Enfermería, dice textualmente: “…la actuación que está llevando a cabo el Sindicato SAE para confundir a la sociedad y a los pacientes, tratando de asimilar la figura del Técnico Auxiliar con la de la Enfermera”. Es decir, quien se arroga la máxima representación de Enfermería, generando confusión, es el mismo que en el citado escrito hace mención a los estatutos del CGE en cuyo artículo 50.2 se puede leer: “En su cualidad de miembro del Consejo Internacional de Enfermeras, la Organización Colegial establece también como fiesta institucional el Día Internacional de la Enfermería. La utilización de esta denominación requerirá, en todo caso, autorización expresa de la Organización Colegial a través del Consejo General”, lo que contraviene la denominación que traslada el CIE al que pertenece y que hace mención expresa e inequívoca de “Día Internacional de la Enfermera”. ¿Se puede generar más confusión e incoherencia con lo que se pretende reclamar desde una posición que no tan solo es absolutamente incongruente con lo que se expone, sino que permite alimentar e incluso da argumentos a quienes acusa de suplantación para avalar su petición como miembros que son de Enfermería como Técnicos de Cuidados de Enfermería (TCAE) pero no Enfermeras? Situación que quedaría absolutamente zanjada y no daría pie a interpretaciones ni a peticiones de este tipo si se respetase la verdadera denominación de “Día Internacional de la Enfermera”. Tan sencillo como deseable.
Intentar aparecer, por tanto, como adalid en la defensa de los intereses de las enfermeras cuando sistemáticamente renuncian a su denominación como tales para utilizar la de Enfermería, es en sí mismo un engaño hacia quienes dicen representar.
Todo ello, por otra parte, alimenta las denominaciones que se utilizan por parte de medios de comunicación, de responsables sanitarios, políticos y de la propia ciudadanía al referirse a las Enfermeras como Enfermería en una clara muestra de falta de identidad propia que nunca sucede con otras disciplinas, lo que deriva en una deficiente valoración, una insuficiente visibilización y una permanente indefinición.
Sería por lo tanto deseable y es exigible que, utilizando el símil de un mandamiento bíblico, no se tomase el nombre de Enfermería en vano, con el fin de respetar a la ciencia/profesión y disciplina que es y se valorase, defendiese y de igual manera, se respetase a quienes son sus profesionales, al menos una parte de ellos, como somos las enfermeras, sin que ello suponga, en ningún caso, el exigible y necesario respeto hacia quienes conforman también parte de la Enfermería, pero que no son en ningún caso, al menos en España mientras sigamos manteniendo las actuales condiciones y normativas vigentes, enfermeras[5].
Ante esta realidad, el propio CIE debería poner orden y, sobre todo, minimizar la confusión actual, trasladando a los países miembros del mismo a que hiciesen una utilización homogénea y en consonancia a la utilizada por el propio CIE en cuanto a la denominación de sus órganos de representación y a la referencia que de sus profesionales hacen los mismos como enfermeras, lo que evitaría situaciones tan anacrónicas como las referidas.
Pero en espera de que ello pueda producirse, las enfermeras españolas deberíamos trasladar a los Colegios que aún no han modificado su denominación como al propio CGE, que se proceda al cambio inmediato de Enfermería por el de Enfermeras o de Enfermeras y Enfermeros, para ajustarse a la realidad de sus propias competencias de representatividad como de respeto tanto a la profesión/ciencia/disciplina de Enfermería como de a quienes verdaderamente debe representar y defender, las Enfermeras. Mientras se siga tomando en vano el nombre de Enfermería continuaremos en la clara e incomprensible indefinición actual que seguirá generando confusión, enfrentamientos y conflictos tan innecesarios como evitables. Porque tal como escribiera Jorge Luis Borges[6] “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre [la enfermera] sabe para siempre quién es”, pues, “La identidad de un hombre [de una enfermera] consiste en la coherencia entre lo que es y lo que piensa” (Charles Sanders Peirce)[7].
No planteo un mandamiento bíblico, pero si un planteamiento riguroso y coherente para Enfermería, a la que pertenecemos, como lo que somos, Enfermeras. Por tanto, no es una cuestión teológica, pero sí lo es deontológica, no lo olvidemos.
[1] Poeta argentina (1936–1972)
[2] 1. f. Local o dependencia para enfermos o heridos.
- f. Actividad profesional que consiste en la atención de enfermos y heridos, así como otras tareas sanitarias, como p. ej. la prevención de enfermedades, siguiendo pautas clínicas.
- f. Conjunto de estudios requeridos para conseguir la titulación de enfermería. Ha terminado enfermería y en enero empezará a trabajar en el hospital.
- f. Conjunto de los enfermos de determinado lugar o tiempo, o de una misma enfermedad.
[3] Como la petición trasladada por los Técnicos de Cuidados de Enfermería (TCAE) para que se considere el Día Internacional de la Enfermera, que ellas/os plantean como de Enfermería tal como hacen muchas enfermeras y sus representantes, como su día de celebración también, en un claro oportunismo al aprovechar la torpeza de quienes niegan su identidad profesional
[4] https://www.tiktok.com/@MS4wLjABAAAAW94iy-aIr4K-aVcc47tu2ul4M1SiF8N5T_iOoxRITwlbGybpNr8aMIiofTHuPW24/video/7213754019381103873?_r=1&_t=8cKZpsSunFq
[5] A nivel internacional, por otra parte, nos encontramos con diferentes realidades al respecto. Por una parte, en el ámbito anglosajón no se diferencia la denominación entre enfermera y técnico o auxiliar de enfermería, considerándose todas enfermeras, aunque sus competencias están perfectamente reguladas en diferentes grados que regulan la carrera profesional y las competencias en cada caso. En el ámbito latinoamericano, por su parte, distinguen entre enfermeras profesionales o licenciadas y técnicos de enfermería que suponen el mayor número de profesionales en las organizaciones sanitarias. Mientras en el ámbito anglosajón, no supone problema alguno la denominación de enfermeras en el ámbito latinoamericano por razones similares a la referidas a nuestro contexto se tiende a utilizar el término genérico e indeterminado de Enfermería para evitar utilizar el de enfermeras.
[6] Escritor argentino (1899-1986).
[7] Filósofo, lógico y científico estadounidense (1839–1914)
Excelente articulo Opino que el nombre de Enfermería no es adecuado para designar a la profesión, arte y ciencia Este concepto encierra el prefijo latino in con sentido negativo e indica enfermedad, debilidad , anormalidad Deja fuera la promoción y la preservación del bienestar para no enfermar Si cuidamos somos cuidadólogas y cuidadólogos y la ciencia es Cuidadología Así, el campo queda bien delimitado e incorpora a la belleza con el dominio de la estética