IV SIMPOSIO DEL OBSERVATORIO DE LA SANIDAD. LO QUE LA VERDAD ESCONDE

“La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.

Cicerón[1]

 

El “nada sospechoso” diario digital El Español[2], dirigido por quien tampoco levanta dudas sobre su imparcialidad y tendencia política, Pedro J. Ramírez, se ha lanzado a organizar el IV SIMPOSIO DEL OBSERVATORIO DE LA SANIDAD[3]. Desconocía, para ser sincero, la existencia de los tres anteriores. El rutilante título elegido ha sido el de ‘Los cambios que necesita la sanidad actual’ a celebrar del 2 al 5 de octubre de 2023, motivo por el cual he adelantado mi reflexión de esta semana por considerar que el tema es tan grave que no aconsejaba demorarla.

No cuestiono que organizar un simposio en torno a la sanidad y los cambios que, sin duda precisa, sea necesario y, es más, aconsejable. Lo que no tan solo cuestiono, sino que creo firmemente, es que organizarlo en las fechas en que se hace, viniendo de quien viene, con los participantes que intervienen y con el cariz que, tan solo identificando la procedencia de los ponentes, se le va a dar, me parece es, una trampa mortal tendida con absoluta intencionalidad y alevosía.

Si nos detenemos a ver cómo se anuncia el citado Simposio lo primero que llama la atención en el anuncio de cabecera que del mismo se hace. Destaca la presencia de los responsables de los ministerios de sanidad, industria y del de ciencia e innovación, todos ellos remarcados en negrita. No porque no sean destacables, que lo son, sino porque del resto de los 167 ponentes que participan, tan solo se menciona con nombres, apellidos y filiación a estos. Llámenme quisquilloso si quieren, pero no creo, para nada, que sea una mera casualidad, entre otras muchas cosas porque no creo en ellas y considero que todo tienen causalidad. Y el Sr. Pedro J. Ramírez sin duda también.

En pleno proceso de investidura para elegir nuevo gobierno y tras el fallido intento del Sr. Feijóo por lograrlo a sabiendas de sus nulas posibilidades por lograrlo, se abre un nuevo periodo en el que todo parece indicar que el Sr. Sánchez, actual presidente del Gobierno en funciones, intentará lograr con los necesarios apoyos de los denominados grupos independentistas. Un intento en el que se proclama la necesidad de conformar un gobierno progresista que sea capaz de atender las necesidades sociales de la ciudadanía y restablecer un equilibrio entre los diferentes territorios autonómicos, para lo cual se plantea el dilema de conceder una amnistía no por controvertida, posiblemente, menos importante e incluso me atrevo a decir que necesaria, a pesar de las sospechas y acusaciones que desde la derecha y de los medios de comunicación afines, se vienen realizando y a las que no escapa el diario organizador del citado Simposio y su satélite económico Invertia[4].

Así pues, las cosas todo parece indicar que ni es el mejor momento ni el mejor tema para que en el Simposio participen José Manuel Miñones, ministro de Sanidad; Héctor Gómez, ministro de Industria; Silvia Calzón, secretaria de Estado de Sanidad y Raquel Yotti, secretaria general de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación. Podría justificarse su presencia como una voz de contrapunto a lo que a todas luces se sospecha va a ser abordado por quienes tienen intereses más que claros, diáfanos, en una privatización de la sanidad, pero mucho me temo que ni es así y que de intentarlo sus mensajes quedarán silenciados por el inmenso ruido de los numerosísimos participantes.

Pero, más allá de susceptibilidades de índole político o ideológico, voy a tratar de justificar lo más objetivamente posible lo que considero una verdadera afrenta a la sanidad pública de este país y a una gran e importante parte de sus profesionales.

Para empezar, destacar que los dos máximos responsables de la sanidad autonómica que intervienen son, el consejero de sanidad de la Comunitat Valenciana, Marciano Gómez, y la consejera de sanidad madrileña Fátima Matute Teresa. El primero, fue el responsable en su anterior etapa en la consejería de sanidad de la privatización de diferentes hospitales públicos a parte de tener que abandonar la consejería por sospechas nunca aclaradas que está claro no han sido obstáculo para retornar al máximo puesto de la sanidad valenciana. La segunda, más allá de su trayectoria, que desconozco, forma parte de un gobierno que no tiene empacho alguno en dejar claras sus intenciones de privatización de la sanidad madrileña que ya ejecuta de manera absolutamente descarada y sin sonrojo alguno.

Pero estos son tan solo el aperitivo de lo que supone un programa en el que van a intervenir otros 161 ponentes en una especie de circo mediático en el que, dada la procedencia y tendencia de los mismos, tan solo se va a plantear ese hipotético y eufemístico título del simposio de “los cambios que necesita el sistema sanitario” desde la perspectiva de una necesaria e imprescindible privatización que, eso sí, se disfrazará de la ya manida, vociferada y falsa premisa de la necesaria colaboración público-privada para mejorar la sanidad.

De tan nutrido número de ponentes podemos establecer una clasificación que va desde la farmaindustria más potente e influyente, pasando por representantes de Colegios Profesionales de Médicos, Psicólogos y Farmacéuticos, responsables de las principales empresas de la sanidad privada, sociedades científicas médicas, directivos de hospitales y la asociación de estudiantes de medicina. Es decir, queda claro en vista de los intervinientes cuál es la idea de quienes han organizado tan “magno” simposio y en manos de quiénes, según ellos, está y debe estar la sanidad española. Quienes tienen el dinero, la influencia y el poder son los únicos, que en base a dicha organización, tienen la capacidad, las ideas, las estrategias, la innovación, la calidad… pero sobre todo la complicidad y el apoyo incondicional para plantear los supuestos cambios que requiere la sanidad para lograr que la misma sea, claro está, un negocio rentable para las empresas, una fuente inagotable de dinero para la farmaindustria, una nicho de confort bienestar e influencia para quienes se sienten únicos protagonistas de la sanidad y una tranquilidad política para quienes son incapaces de tomar decisiones que garanticen la sanidad pública en España, sean de gobiernos conservadores o supuestamente progresistas como el que se quiere conformar.

Huelga decir que en esta pantomima mediática no participan entidades de tanta importancia como la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), ni sociedades científicas de tanto peso como la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), por citar tan solo alguna, ni mucho menos representante alguno que no pertenezca al selecto y exclusivo club privado de la sanidad, que por supuesto tienen vetada su presencia y aún más su opinión en foros en los que tan solo ellos pueden decidir. De ahí que no haya representante, por ejemplo, de Colegios profesionales de Enfermeras, ni de sociedades científicas enfermeras, como podría ser la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE) o la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC), por citar a algunas que no las únicas, ni de ninguna otra disciplina como Fisioterapia, Trabajo Social… Todo lo cual indica claramente, la consideración de comparsa destinada a acompañar discretamente y tocar dócilmente la música que determinen los que se autoproclamen “dueños y señores” de la sanidad y lo que es más grave, de la salud de toda la ciudadanía, es decir, tanto de quienes pueden asumir el coste que ellos determinen como de quienes no puedan hacerlo, para lo que de manera tan graciable como permisiva consentirán se constituya una asistencia benéfica paralela que no moleste a sus intereses y que salvaguarde, aunque sea indignamente, a los políticos de turno.

Todo esto se produce, además, tras una pandemia en la que no tan solo quedó demostrada la debilidad y la carencia de nuestro cacareado excelente sistema nacional de salud, sino que puso en evidencia que el asistencialismo, la medicalización, la fragmentación, la falta de continuidad de la atención, el paternalismo, la dependencia… que impregnan al mismo lo convierten en un modelo caduco que arrincona a la salud en favor exclusivamente de la enfermedad, ignora y desvaloriza los cuidados en favor de la farmacología y la supuesta curación, limita la participación real y activa de la comunidad, favorece la inequidad… por parte de los lobbies que siguen ejerciendo poder e influencia para que todo siga igual o peor con el fin de crear el mejor caldo de cultivo en el que poder desarrollar el modelo que sirve a sus intereses económicos, políticos y disciplinares, al tiempo que controla, manipula, ata y amordaza a cuantos consideran pueden representar un peligro a sus intereses, aunque, eso sí, luego utilicen discursos falaces de agradecimiento o de falso halago hacia quienes consideran y quieren seguir considerando sus fieles, dóciles, obedientes y sumisos sirvientes y que, lamentablemente, algunos de estos se autoconsideran afortunados por ello, lo que acaba por blanquear este sistema jerarquizado de esclavitud organizativa de la sanidad.

En un momento en el que, tras la citada pandemia, quedó de manifiesto tanto la importancia de los cuidados como su falta de protagonismo ante la invisibilidad a la que se somete a los mismos y a quienes son sus principales prestadoras, las enfermeras, plantear este simposio en el que todo induce a pensar que se trata de una rifa en la que poder obtener el máximo beneficio por parte de quienes participan, sin contar con ellas y otros agentes sociales, profesionales o políticos es una demostración palpable e incontestable de las verdaderas intenciones de cuantos intervienen por acción u omisión.

Ante todo esto, que va más allá de una colérica respuesta individual a tamaña afrenta como la que se presenta y a la que han contribuido todos y cada uno de los que van a participar con su beneplácito y sin que haya opuesto resistencia alguna a tan desquiciante composición, los ministros y responsables ministeriales, dan su apoyo manifiesto con su presencia y participación, por lo que automáticamente, se convierten en cómplices de tamaño despropósito. Pero es que, además, van a ser utilizados como ariete por quienes les han trasladado la invitación con tanta intencionalidad como torpeza por su parte al aceptar la misma.

Cualquier miembro de un gobierno que dice defender la sanidad pública debería tener la capacidad, el acierto, la intención, la voluntad, la coherencia y la firmeza de saber excusarse ante tamaña y peligrosa trampa.

Dicho esto, cabe destacar que los ministros participantes no son precisamente un ejemplo de liderazgo, personalidad y visibilidad social. Su presencia se ha mostrado en todo momento gris e intrascendente y posiblemente hayan pensado, inocente, frívola o torpemente, que este era un buen momento para abandonar ese anonimato político y mediático y emerger de la oscuridad en la que estaban instalados. Sus acompañantes ministeriales, posiblemente, se hayan visto obligados a aceptar por obediencia debida o por oportunismo. En cualquier caso, lo que supone su presencia rodeados de depredadores de la sanidad y saboteadores de la salud, es un despropósito que no se corresponde con el discurso progresista que propone y pregona quien les ha nombrado.

Sería por tanto deseable que representantes, tanto profesionales como de la ciudadanía, que han sido ignorados y ninguneados expresaran su absoluto rechazo e indignación a tamaña patraña y estrategia de deplorable negocio, en lugar de mantenerse en silencio que puede ser argumentado como complacencia o indiferencia.

Pero, además, quien pretende ser investido como presidente del gobierno, debería tomar cartas en el asunto y determinar con firmeza, como ha hecho en otras ocasiones, que la presencia de miembros de su gobierno en un acto de ensalzamiento y defensa de la sanidad privada como solución a los problemas de la sanidad pública no tan solo no corresponde, sino que debe ser anulada de manera inmediata. No hacerlo será tanto como asumir lo que, en el citado simposio, dirigido por el inefable e indomable (como el mismo denomina a su medio de comunicación) Pedro J. Ramírez, quien no precisa de presentaciones, aclaraciones ni mucho menos de intenciones, se va a presentar como solución.

La salud es demasiado importante como para jugar con ella y demasiado valiosa como para prescindir de quienes aportan algo tan necesario para promocionarla y preservarla como los cuidados. La salud no puede ni debe ser moneda de cambio con la que generar un mercantilismo que tan solo genera inequidad, desigualdad, pobreza y enfermedad entre aquellos que no tienen los recursos para acceder a su lucrativo negocio.

Que nadie se lleve a engaño con títulos tan impactantes como falsos sobre la necesidad de cambio de la sanidad como los propuestos en este simposio. Lo que la verdad esconde es únicamente una oportunidad de negocio un oportunismo político con el que atacar las posibilidades de conformar un gobierno progresista. Pero lo que la verdad puede esconder y espero y deseo que no lo haga es una laxitud hacia estas trampas que requieren de decisiones firmes y contundentes que no dejen lugar a las dudas o las especulaciones de los mercenarios de la sanidad.

[1] Escritor, orador y político romano (106 AC-43 AC)

[2] https://www.elespanol.com/

[3] https://www.elespanol.com/eventos/observatorio-de-la-sanidad-2023/

 

 

[4] https://www.elespanol.com/invertia/

2 thoughts on “IV SIMPOSIO DEL OBSERVATORIO DE LA SANIDAD. LO QUE LA VERDAD ESCONDE

  1. «De aquellos polvos estos lodos». Es lo que pasa cuando en un traidor toma el poder y decide cambiar mediante la Ley General de Sanidad lo que todos esperábamos: un Servicio Nacional de Salud por un Sistema Nacional de Salud, las mismas siglas pero en absoluto lo mismo. Y ahora el PSOE se mete en todos los charcos que le prepara la derecha mediática. Es lo que pasa.
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