A PROPÓSITO, SEÑORA MINISTRA Es mucho mejor sumar que restar

 

 

En agradecimiento a Faustino (Tino) Blanco, por creer, apostar e impulsar el cambio

A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad.”

Víctor Hugo[1]

 

            Estimada Señora Ministra de Sanidad, Mónica García, me permito dirigirme a usted desde este medio de reflexión enfermero para compartir inquietudes, dudas, incertidumbres, pero también ilusiones y deseos en torno a la salud más allá de la sanidad, a los cuidados más allá de la curación, a los problemas de salud más allá de la enfermedad, a la atención más allá de la asistencia, a la participación ciudadana más allá del protagonismo profesional, a la promoción de la salud más allá de la medicalización… con el tímido, pero esperanzador anhelo de que pueda dar respuesta con su gestión política a las necesidades que plantea el actual Sistema de Salud del que dependen las respuestas eficaces y eficientes que se puedan y deberían dar a las personas, las familias y la comunidad.

            Su anterior responsabilidad política, en la Asamblea de la Comunidad de Madrid, estuvo marcada por un posicionamiento firme en defensa de la sanidad pública que estoy convencido seguirá marcando su toma de decisiones en esta nueva etapa al frente del Ministerio de Sanidad. En cualquier caso, me permitirá que, desde el máximo respeto, pero también del más enérgico convencimiento, le traslade las que considero deben ser bases a tener en cuenta a la hora de plantear las necesarias estrategias de cambio, adaptación, mejora o transformación del actual modelo sanitario que, coincidirá conmigo, está muy lejos de responder a las actuales y no adecuadamente identificadas necesidades y demandas de la ciudadanía ni del contexto comunitario en que vive, convive, trabaja, estudia…

Más allá de cualquier posicionamiento político e ideológico, considero que la salud nunca debería ser moneda de cambio de nada ni por parte de nadie. Por lo que, las decisiones que se adopten, deben tener como única y exclusiva referencia a las personas que tienen el derecho a disponer y acceder a la misma desde la equidad.

Desde estos planteamientos que considero son irrenunciables con independencia de la ideología, el partido político, las creencias… a que se pertenezca, y desde mi condición de ciudadano, pero también de enfermera comunitaria, alejada de corporativismos insanos, de la que ni puedo ni quiero renunciar, me permito compartir con usted mis reflexiones.

Sería bueno que desde el principio dejase claro cuál es el foco de atención desde el que, en su ministerio, se va a trabajar. Si va a continuar siendo la enfermedad, el asistencialismo, el paternalismo, la medicalización y la tecnología o si, por el contrario, se va a poner a la salud como eje vertebrador de todas las estrategias. Porque este es sin duda el principal objetivo que debe plantearse a la hora de planificar las acciones. Seguir anteponiendo la patogénesis como elemento determinante de las políticas, hasta ahora mal llamadas de salud, sería un grave problema para la maltrecha salud de nuestro sistema sanitario. Pero esto hay que dejarlo claro desde el principio para que no haya lugar a dudas y puedan plantearse los objetivos a conseguir sin temor a las presiones que los amigos de la enfermedad y los garantes de que se mantenga el actual modelo sanitario realicen, como viene siendo su costumbre y su modus operandi para impedir cualquier atisbo de cambio que identifiquen como un riesgo a su estatus y a su protagonismo.

Señora ministra, sé de su condición de médica anestesista (prefiero denominarle así al contrario del masculino genérico que suele ser habitual en su profesión). Por supuesto, me merece todos los respetos y admiración. Sin embargo, me gustaría que, por primera vez y sirviendo de precedente, su condición disciplinar no suponga ejercer como ministra, en exclusiva como tal. Sabe, me consta, que la salud es demasiado importante para estar no ya tan solo en manos de un solo colectivo, sea el que sea, sino ni tan siquiera que dependa tan solo del sector salud. Es por ello que sería bueno que sus decisiones estuviesen al margen de su disciplina y se centrasen en la salud de la comunidad y la salud pública.

Nuestro Sistema Sanitario se caracteriza por la accesibilidad universal a pesar de los intentos que se llevaron a cabo por romper este derecho por parte de algunos antecesores suyos. Dicha accesibilidad es un derecho para dar respuesta a otro mayor como es la salud, que no depende tan solo de diagnósticos, tratamientos o técnicas médicas por importantes que en determinados momentos puedan serlo, que lo son. Los cuidados profesionales que tanto en el ámbito hospitalario, como en el comunitario o socio-sanitario se prestan, son un valor irrenunciable, indispensable e insustituible de la atención a la salud que, lamentablemente, no se visibiliza ni se pone en valor en las organizaciones sanitarias en general y en su ministerio en particular. Seguir creyendo que los cuidados son una aportación menor, secundaria o subsidiaria, señora ministra, es un error que contribuye al deterioro de las instituciones, al menosprecio de quienes los prestan, a la falta de humanización que, triste e incomprensiblemente, impregna nuestro sistema, a la dependencia que provoca, a la demanda insatisfecha que se genera y a la falta de calidez sentida y percibida de quienes tan solo son asistidos en lugar de ser atendidos.

Es por ello que sería bueno, necesario, importante, clarificador… que desencallara la estrategia de cuidados que en su momento se anunció a bombo y platillo por parte de la ministra Darias en un acto ante las enfermeras y que como tantas otras estrategias quedó reducido a un oportunismo político vacío de interés y de voluntad política y ausente de objetivos. Pero si, como deseo, lo hace, me permito también trasladarle que lo lleve a cabo replanteando desde el principio su fin y los objetivos de la misma para evitar que vuelva a ser colonizada por intereses al margen de la importancia real de los cuidados profesionales y de quienes los prestan. Los cuidados deben preocupar y ocupar la atención, el interés y las decisiones tanto suya, como máxima responsable del ministerio, como de todo su equipo. Y en este sentido y aunque nuevamente fuese por primera vez estaría bien que, siguiendo las recomendaciones realizadas por organismos tan poco sospechos, como pueda resultar yo, tales como la OMS, situase a enfermeras con capacidad en la toma de decisiones en su equipo. No tiene, permítame que se lo diga, ningún sentido, ni coherencia tanto política como de gestión, que se siga vetando sistemáticamente el acceso de las enfermeras a puestos de responsabilidad por las presiones de quienes se siguen creyendo protagonistas únicos para hacerlo, sin importar las consecuencias de tan caprichoso, acientífico, corporativista, reaccionario e irracional comportamiento que, por otra parte, tan solo se mantiene por la connivencia de quien lo consiente y mantiene.

En su momento, la ministra Mª Luisa Carcedo y el secretario general de Sanidad Faustino Blanco, pusieron en marcha la redacción de la Estrategia de Atención Primaria y Comunitaria (EAPyC) en la que participaron profesionales,  ciudadanía y técnicos de todas las comunidades autónomas. Finalmente, y a pesar de las resistencias oportunistas y de interés de determinados consejeros autonómicos en el Consejo Interterritorial, se aprobó el texto consensuado por todas las partes[2],[3]. Un documento de base que sin duda debía contribuir a dignificar la Atención Primaria de Salud, a sus profesionales y a la población que da cobertura.

A pesar de que la citada EAPyC es ahora mismo responsabilidad de los servicios de salud de las comunidades autónomas, no estaría de más que desde su ministerio se impulsase una línea de trabajo que permitiese identificar los niveles de implementación y el impacto que tiene tanto en el proceso como en el resultado de salud. La redacción y aprobación fueron sin duda importantes en el necesario cambio que precisa la Atención Primaria de Salud, pero por sí solos son absolutamente insuficientes y pueden acabar siendo papel mojado o una mera referencia sin trascendencia alguna en la dinámica de cambios que se precisan. Nuevamente, caer en la tentación de las presiones ejercidas por quienes consideran la EAPyC como un riesgo a sus intereses sería lamentable y supondría una decepción mayúscula para cuantas/os trabajamos desde el compromiso, y la implicación en un proyecto en el que no tan solo creímos sino en el que nos ilusionamos.

Con posterioridad el ministro Salvador Illa junto al mismo secretario general de sanidad, Faustino Blanco, impulsaron con acierto y valentía la creación de un grupo de expertos, al que me honré pertenecer, para elaborar el “Plan de acción para la transformación del Sistema Nacional de Salud en la era COVID-19”. Se dedicaron muchas horas de trabajo individual y colectivo de cuantas/os conformamos este grupo de expertos y de las/os responsables y técnicas/os del ministerio para consensuar un documento que sirviese de base al necesario cambio del SNS. Sin embargo el cambio del ministro y con él de gran parte de su equipo hizo que el documento no tan solo nunca viera la luz y posiblemente que quedase durmiendo el sueño de los justos en el fondo de algún cajón del ministerio, fuese pasto de alguna destructora de documentos y/o del formateo de algún que otro disco de almacenamiento de datos. Cualquier pregunta al respecto del documento y su presentación, tal como se anunció se iba a realizar, tan solo mereció el silencio o las evasivas de quienes quedaron tras la desbandada ministerial. No es que me asombrase tan repentina desaparición y tan sepulcral hermetismo, dadas las presiones de todo tipo que se ejercieron para que nunca viese la luz, logrando, una vez más su objetivo manipulador para perpetuar un modelo tan nocivo para la salud como beneficioso para sus intereses. Así pues, señora ministra, aunque tan solo fuese por curiosidad no estaría de más que rescatase el documento para comprobar que todo cuanto se planteaba no ofrecía peligro alguno para la seguridad nacional y sí un planteamiento esperanzador para la salud pública y comunitaria de este país. Si no lo encuentra o no se lo facilitan en el ministerio, yo me ofrezco a proporcionárselo. Si antes no sufro, claro está, un repentino ataque informático.

Por otra parte, recién nombrada ministra, trasladó a las enfermeras comunitarias su felicitación por la celebración del Día Internacional de Enfermería Comunitaria (DIE), al tiempo que resaltaba la importancia que nuestra aportación específica tiene para el SNS en su conjunto y muy en particular para la salud comunitaria y la APSyC. Este gesto, que le honra, se agradece y satisface. Sin embargo, permítame que el mismo lo ponga en cuarentena. No por venir de usted, sino por lo que hasta la fecha ha supuesto en todas/os y cada una/o de sus antecesoras/es este tipo de declaraciones de formalismo político, sin mayor recorrido, contenido, sentimiento, o compromiso. Es por ello que me gustaría y quiero creer que su respuesta obedece a un sentimiento sincero de valoración y reconocimiento de la aportación específica, en este caso, de las enfermeras comunitarias y por extensión de las enfermeras en su conjunto.

Siguiendo con mi reflexión compartida quisiera trasladarle la necesidad de que desde su ministerio se dé sentido a una de las pocas competencias que aún mantienen, como es la ordenación profesional. Sí, señora ministra, que le dé sentido porque hasta la fecha y a pesar de honrosas pero escasísimas y efímeras excepciones, nadie de quienes han ocupado el sillón de director/a general ha sido capaz de poner orden en la ordenación necesaria. Y no será porque no haga falta. Así pues, en el caos del desorden establecido y parece que, asumido, nos encontramos con una absoluta falta de criterios en cuanto a las competencias de las diferentes profesiones de la salud y sus especialistas. Y en el caso de las enfermeras es sangrante a la vez que preocupante al no existir perfiles que permitan establecer la imprescindible articulación entre especialistas y no especialistas de manera muy especial en Enfermería Comunitaria. Pero es que además las comisiones nacionales de las especialidades están infrautilizadas, las unidades docentes multiprofesionales son cualquier cosa menos un espacio de formación coherente y de consenso, algunos programas formativos llevan sin revisarse desde su aprobación, no existe el libro de residente, no se abordan muchas competencias fundamentales, priman los criterios de unas disciplinas sobre otras con una evidente y lamentable desproporción, el trabajo en equipo y coordinado brilla por su ausencia prevaleciendo los intereses de la mayoría sobre la minoría de quienes componen las unidades, no existen procesos de reacreditación… en fin, un verdadero despropósito. A todo ello hay que añadir la ausencia de planificación en la convocatoria de plazas de especialistas de enfermería lo que lleva a que se haga en base a criterios de oportunismo o de manera absolutamente aleatoria. Las/os especialistas formadas/os no son contratadas/os al no existir plazas específicas, lo que lleva a que se esté invirtiendo dinero público del que no se obtiene rentabilidad y, lo que es más grave, usurpando el derecho de la población a que se le presten cuidados de mayor calidad al no contratarse a dichas/os especialistas.

Señora ministra, todo esto, también es y significa defender la sanidad pública, espero y deseo que lo tenga en cuenta.

Así pues, puedo trasladarle con absoluta tranquilidad, firmeza y determinación que el actual SNS no es accesible, equitativo, igualitario, sensible, humanizado… con las enfermeras tal y como ha quedado patente en base a lo expuesto y a nuevos argumentos que podría añadir y que reforzarían dicha conclusión. Todo lo cual provoca, no le quepa duda, una gran debilidad del SNS y una merma de calidad en la atención que merecen las personas, las familias y la comunidad. Problemas que tienen y requieren solución urgente y que tan solo depende de la voluntad política que se tenga para querer acometerla y lograrla en lugar de paralizarla como hasta la fecha se ha hecho para no tener “problemas” con aquellos a quienes se les da voz y capacidad de decisión o de alterar la de quienes la tienen.

No tengo dudas, repito, sobre su defensa de la Sanidad Pública. Me cabe, eso sí, la incertidumbre de si la misma la contempla desde la igualdad de oportunidades para todas/os los agentes de salud que intervienen en ella y de si la Sanidad Pública que usted defiende se pretende mantener con el mismo y caduco modelo que actualmente impregna el SNS y que lo hace ineficaz, ineficiente y deshumanizado como se demuestra día a día.

Señora ministra, le deseo, créame, lo mejor en su actual puesto. Porque ello supondrá que la incertidumbre se torne en certeza de cambio, mejora, equidad, humanización, capacidad cuidadora y abogacía por la salud desde un modelo salutogénico que nos permita identificar la salud más allá de la dicotomía existente con la enfermedad.

Es mucho mejor sumar que restar. Pero eso creo que usted ya lo sabe.

[1]Novelista francés. (1802-1885)

[2] https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/sanidad14/Paginas/2021/151221-cisns_paapc-2022-2023.aspx

[3] https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2019-6761