CARTA A SUS MAJESTADES LOS REYES MAGOS DE ORIENTE

En estas fechas en las que tenemos tan buenos deseos para todos y en las que deseamos nos sea todo propicio, no quiero desaprovechar la ocasión de escribirle mi particular carta a los Reyes Magos de Oriente en nombre de las enfermeras españolas.

Es cierto que la festividad de los Reyes Magos está ligada a la alegría y la inocencia de los niños. Es cierto que dejé de ser niño hace tiempo, dejémoslo ahí.  Pero no es menos cierto, tal como dice Pablo Neruda, que el niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta. Y yo ni puedo ni quiero dejar de jugar, aunque sea solo de vez en cuando para mantener al niño que en mí habita.

Es por eso que desde mi recuperada infancia, que no me hace renunciar a lo que soy y siento como enfermera y como adulto, quiero escribirles a los Reyes Magos mi particular carta.

Querido Reyes Magos:

En nombre de las enfermeras españolas quisiera trasladaros mis peticiones para este nuevo año. No sin antes aclarar que cuanto solicito lo hago desde el convencimiento de que lo merecen y que, por tanto, espero pueda serle concedido.

Sin embargo, tampoco quiero ocultar lo que considero son claras carencias o aspectos a mejorar que aunque no anulan la posibilidad de ser beneficiaria de lo que para ella solicito, no debe dejar de tenerse en cuanta, cuanto menos, como identificación clara de lo que necesita mejorar.

Las Enfermeras Españolas aún se comportan, en muchas ocasiones, con una clara falta de madurez científico profesional, lo que ralentiza su necesario y paradójicamente reclamado, por ellas mismas, desarrollo. De ahí su constante quejido lastimero de falta de reconocimiento social y profesional que no se acompaña del imprescindible empeño, implicación y motivación necesarios para lograrlo por méritos propios y no, como en muchas ocasiones pretenden, por concesión espontánea. Es cierto que se les exige como a quien más sin tener en cuenta la juventud y falta de recorrido de la Enfermería, pero no es menos cierto que se requiere, por su parte, de un mayor sentimiento de superación. No pueden esperar que se les dé todo sin más.

Las Enfermeras Españolas, también adolecen de una clara identificación de sus referentes y del necesario reconocimiento que estos tienen como líderes. Son demasiado egocéntricas, individualistas y  poco generosas con quienes lideran los diferentes procesos de desarrollo científico profesional.

A las Enfermerías Españolas, a pesar de lo dicho o precisamente por ello, les falta mucha autoestima. No creen en ellas mismas y en sus posibilidades, lo que les instala en una permanente incredulidad sobre lo que hacen y el verdadero valor que tiene.

Pero todo ello lo es o no lo es no por la Enfermería, que tan solo o sobre todo es disciplina o profesión, sino por quienes la conforman, es decir las propias enfermeras, que en demasiadas ocasiones siguen ocultando su identidad amparándose en la de la Enfermería. Ser y sentirse enfermeras aún sigue siendo un ejercicio poco frecuente, lo que contribuye a la invisibilidad.

Sin embargo, y a pesar de todas estas claras carencias, entiendo que las Enfermeras Españolas son merecedoras de lo que a continuación os voy a pedir para ellas. Eso sí, con el compromiso claro de mejora que les permita superar estas carencias.

Es por ello que quisiera trasladaros de manera sincera las siguientes peticiones:

A ti, Baltasar (Serakin), rey de Arabia, te solicito la sabiduría, el conocimiento, la madurez, necesarias para crecer como profesionales. Tú fuiste portador del oro como tributo de riqueza, dignidad y autoridad. El oro da seguridad, influencia e identidad al que lo posee. Es por eso que te solicito, no oro, sino lo que el noble metal representa. Que las enfermeras sean capaces de identificarse como tales, tener autoridad desde el convencimiento de lo que son y lo que son capaces de ofrecer y por tanto tengan capacidad de influencia, tanto interna como externa. O sea,  que tengan la seguridad para creerse fuertes, que no superiores; audaces, que no temerarias; capaces, que no  engreídas; inteligentes, que no soberbias; respetuosas, que no sumisas; con coraje, que no con desprecio… en definitiva en ser y sentirse importantes con lo que hacen y para quien lo hacen, descubriendo su bien intangible, es decir, aquello que ellas y tan solo ellas pueden aportar a las personas a las familias y a la comunidad.

A ti Melchor (Magalath), rey de Saga, hombre anciano, de cabellos y larga barba blancos, procedente de Europa, tú que entregaste la Mirra, sustancia rojiza aromatizada de gran valor, común en medio Oriente para la elaboración de esencias y perfumes, te quiero pedir que les traigas a las enfermeras españolas la oportunidad de que valoren su esencia enfermera como si del mejor perfume se tratase. Que se reconozcan y se les reconozca por dicha esencia, sin la cual no serían lo que son. Que la enfermería sea para ellas, las enfermeras, la realidad persistente más allá de las modificaciones que surgen de los cambios. La esencia que representa los rasgos que las hacen únicas. Que aunque, tal como Antoine de Saint-Exupéry  escribió, en “El Principito”,  “lo esencial es invisible a los ojos”,  la esencia de la enfermería venga determinada por los cuidados enfermeros que se convierten en lo permanente e invariable de las enfermeras. Que aun no siendo visible, dicha esencia,  las hace visibles a ellas por ser perceptible y reconocible.

A ti Gaspar (Galgalath), rey de Tarso en Turquía, el más joven y rubio de los tres, que entregaste el Incienso de gran significado y simbolismo,  te pido la energía, motivación, ilusión, implicación, constancia, equilibrio, ponderación, rigor, justicia… Que como sucede con el incienso cuando se enciende y desprende aromas, las enfermeras sean capaces de encender su particular incienso enfermero para inundar todos los entornos, escenarios o contextos donde actúen como tales con su buen hacer y aportación en beneficio de la salud individual y colectiva. Que sus matices aromáticos, en forma de cuidados enfermeros, contribuyan al bienestar y la promoción de la salud, manteniendo sanos a los sanos y favoreciendo la autonomía de quienes necesiten restablecer la salud perdida.

Me consta que son deseos y peticiones de gran valor y que están sujetos a la actitud y voluntad de las propias enfermeras, sin las cuales difícilmente serán factibles dichas concesiones.  Pero también soy consciente de que existen grandes posibilidades de desarrollo y logro por parte de las nuevas enfermeras gracias, eso sí,  a las aportaciones de muchas enfermeras que han trabajado de manera muy intensa y constante para lograr que las enfermeras estén donde actualmente están. Es por ello que solicito de vuestras, majestades, la concesión de mis peticiones, por considerarlas justas y, sobre todo, necesarias, para el necesario desarrollo científico profesional y para la visibilización y reconocimiento de los cuidados aportados y prestados por las enfemeras.

Son muchos ya los años en los que me habéis venido demostrando vuestra gran generosidad y compromiso con todos los que en vosotros siguen creyendo desde niños. Yo tengo plena confianza en vosotros como portadores de regalos, tangibles e intangibles, que proporcionan esperanza, ilusión, confianza, expectativas, optimismo… en el presente y en el futuro. Por ello sigo conservando el niño que siempre me acompaña y que me permite renovar año tras año mis sueños a través de vuestra puntual y esperada visita. Para ello os seguiré poniendo a la puerta de casa vuestros dulces y bebidas favoritas, con el fin de que nunca olvidéis visitarme y permitir que mantenga viva la llama de mis anhelos, metas y deseos que de manera tan precisa hacéis posible cada año.

Gracias por permitirme seguir siendo niño. Gracias por dejarme seguir manteniendo viva mi ilusión. Gracias por no despertarme nunca de este maravilloso sueño. Gracias por concederme la posibilidad de seguir pidiendo deseos. Gracias por evitar que mi adultez acabe matando a mi niñez. Gracias por concederme el deseo permanente de que todo sueño es posible. Gracias por mantenerme siempre alerta a vuestra visita… Gracias, en definitiva, por ser Magos.

Con todo mi cariño y admiración.

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