La Fragilidad de Pedro Sánchez Mirada enfermera

Gracias a la inteligencia y al trabajo, la fragilidad del hombre y del barro se convierte en resistencia»

En la orilla» (2013), Rafael Chirbes[1]

 

Tras la carta a la ciudadanía de Pedro Sánchez, todos nos hemos apresurado posicionándonos en uno u otro sentido. Interpretando lo que el presidente del gobierno ha querido trasladar con sus palabras. Pero no a tratar de entender lo que la persona que asume dicha presidencia siente. No merece de nuestra empatía.

No seré yo quien se una a las cábalas irreflexivas, oportunistas, conmovidas, interesadas, compasivas… que unos y otros hacen.

Voy a hablar como enfermera y desde mi mirada enfermera más allá de las connotaciones ideológicas o las rencillas políticas, porque considero que la situación lo merece y la persona lo requiere.

Desde mi posición de enfermera quiero respetar los sentimientos, las emociones, los temores, las expectativas, las ilusiones, los rechazos… que en estos momentos tiene y le han llevado a querer pensar, reflexionar, analizar, calibrar… como persona, más allá de su posición o precisamente por su posición, para tomar una decisión meditada y personal. Ya habrá tiempo para analizar si la que tome, la que sea, es correcta, adecuada, sincera, acertada, dispersa, interesada… porque tome la que tome, se someterá a dicha disección.

Llegado este punto, considero que necesita afrontar la situación a la que se ha visto abocado de manera absolutamente premeditada, calculada, mezquina, mentirosa… que le permita la difícil tarea de tomar decisiones inteligentes y no decisiones viscerales. Porque no se ha negado a hacerlo. Pero quiere tomarlas asumiendo la fragilidad que le otorga su condición humana. Quiere alejarse, aunque sea brevemente, del enfrentamiento que le sitúa permanentemente en la confrontación. Quiere situarse en la defensa de las ideas racionales y razonadas y no en la de la difamación, el descrédito y la falta de respeto. Y para ello necesita reflexionar, parar, pensar, calibrar, dudar.

Como humano que es, aunque algunos quieran negarle también esa condición, tiene incertidumbres vitales como las que le han llevado a mantener un paréntesis de silencio que a algunos les resulta ensordecedor. Incertidumbres que ni puede ni quiere desligar de su condición humana por muy presidente del gobierno que sea.

Como enfermera me alegra identificar que quien dirige este país es una persona que necesita cuidados. Los suyos propios y de quienes le quieren por lo que es como persona y no como político, dirigente o líder. Necesita asumir sus temores y hacer frente a ellos con sus recursos propios y los de su entorno vital, familiar y social. Sin la injerencia del insulto, la difamación, el acoso, el revanchismo… Necesita decidir por lo que es como persona, al margen, de la presión política, mediática, judicial y social que le señala, interpela, interpreta, apremia, insta, presiona… intentando de influir en él para que tome la que a cada cual le interesa para satisfacer sus intereses oportunistas, partidistas, egoístas, mezquinos… que de todo hay.

Hoy en día existen muchas formas de matar sin utilizar armas blancas o de fuego, venenos o palizas. La mentira, la injuria, la descalificación gratuita, la denuncia falsa… son armas letales que acaban con la vida de las personas al sumirlas en un estado social y familiar vegetativo. Una forma de acabar con la vida, cruel, incruenta pero terrible que es el resultado de una sociedad enferma a la que se le ha usurpado, como se hizo con el sistema sanitario, del saber popular, del respeto, del pensamiento reflexivo, de la empatía, de la solidaridad, de la autonomía… convirtiéndola en una sociedad dependiente de ideologías radicalizadas que como dijo Bertrand Russel[2] primero fascina a los ignorantes y después silencia a los inteligentes, sometiendo, subsidiando, limitando, anulando… el pensamiento y la capacidad de debatir ideas para llegar a consensos desde la diferencia pero también desde el respeto. Y eso es lo que provoca que una persona decida reflexionar para no caer en la trampa de esa enfermedad inducida a la que han sumido a la sociedad actual.

Por lo tanto, como enfermera me revelo, resisto y rechazo como único remedio posible las amputaciones, los tratamientos agresivos, los diagnósticos interpretativos, las terapias invasivas, los remedios exclusivos que, en forma de dimisiones, acusaciones, imputaciones, sentencias… se proclaman y exigen. Abogo por la justicia, la libertad, la equidad, la solidaridad, la humanización… como terapias que recuperen la salud de la sociedad y de las personas a través del cuidado de todo aquello que permite vivir y convivir en libertad, en lugar de sobrevivir y actuar desde el sometimiento y la falacia permanente.

Tan solo quiero respetar el silencio solicitado, la calma requerida, la tranquilidad necesaria para que la persona que asume la presidencia del gobierno pueda decidir aquello que considere de manera libre, individual y serena. Si acierta o se equivoca será producto de su decisión y no de la respuesta inducida a la que se le quiere arrastrar desde la perversidad y el aniquilamiento al no poder ni querer hacerlo desde la inteligencia, la capacidad, la competencia y el respeto.

Las muestras de cariño o de rechazo son humanas, pero las mismas deberían huir del intento por generar una presión que condicione la decisión que como persona quiere y tiene derecho a tomar.

Como enfermera espero y deseo que afronte eficazmente su problema que, en este caso, lo es también de todos. Para unos en un sentido y para otros en otro, pero de todos. Como enfermera espero que su capacidad de autocuidado sirva también para empoderar a una sociedad enferma que requiere de cuidados para recuperar la salud democrática que algunos se empeñan permanentemente en debilitar, limitar o anular, utilizando para ello la democracia y la libertad que se lo permiten.

Si perdemos la capacidad de cuidar y de identificar la importancia del cuidado, perderemos nuestra capacidad humana y posiblemente pronto un avatar sin sentimientos, miedos, ilusiones, creencias… ocupe la presidencia del gobierno y no requiera reflexionar para tomar decisiones. Cuando esto ocurra, que espero no ocurra, quienes usan la democracia para acabar con ella habrán ganado.

Mientras tanto gracias a Pedro Sánchez por permitirme seguir creyendo en la humanización y los cuidados a través de su debilidad y fragilidad como persona, que, al menos para mí, le otorga fortaleza, resistencia y resiliencia como estadista.

[1] Escritor y crítico literario valenciano (1949-2015)

[2] Filósofo, matemático, lógico y escritor británico (1872-1970)

3 thoughts on “La Fragilidad de Pedro Sánchez Mirada enfermera

  1. En estos días de contagiosa reflexión de buena parte de la ciudadanía, esta mirada enfermera resulta mas que oportuna y conveniente. Gracias de nuevo por tus aportaciones

  2. Total mente de acuerdo, recuperemos el humanismo ¡por favor! Hasta los estadistas necesitan su tiempo de reflexión, y parar para valorar si este despropósito de sociedad merecen un esfuerzo humano tan desgarrador.
    Tiempos duros los nuestros.

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