REFERENTES ENFERMERAS Y COMPLEJO DE EDIPO

Cualquier profesión que se precie tiene referentes que son conocidos y reconocidos por sus iguales e incluso por la sociedad en general.

En Arquitectura, Ingeniería, Medicina… reconocen de manera inequívoca a sus referentes y los tienen como exponentes o símbolos en su ámbito de actuación. Suele ser habitual el que los nuevos profesionales quieran emular los logros alcanzados por sus referentes profesionales y que incluso se sientan orgullosos de haber trabajado, conocido o tan solo coincidido con alguno de dichos referentes. Se trata de una cuestión identitaria  que estimula a las nuevas generaciones de profesionales, no tan solo al respeto hacia dichos referentes, sino al seguimiento de su obra o pensamiento como forma de evolucionar, crecer y perfeccionarse profesionalmente.

Los referentes, además, suelen ser identificados como líderes, por los colegas o discípulos de su profesión, al conocer sus aptitudes y actitudes y ser capaces de aglutinar sus inquietudes y sus deseos de seguirles y acompañarles en sus enseñanzas o sentirse halagados con sus logros por cuanto aportan de beneficio a su profesión o disciplina.

Sin duda esta identificación y respeto es fruto de la madurez e identidad profesionales.

Enfermería, como ciencia, como profesión y como disciplina adolece de la madurez necesaria para identificar, respetar y seguir a sus referentes profesionales.

Es más, de identificar algún referente, lo más que se logra identificar es a personajes idealizados por la historia y la repetición como Florence Nightingale o Virginia Henderson, que más que referentes son iconos de la Enfermería idealizados y que poco o nada pueden ofrecer, en la actualidad, como modelo a seguir.

Las nuevas generaciones están huérfanas de liderazgo y de referentes, entre otras cosas, porque quienes les precedimos no pudimos, no supimos o, lo que es peor, no quisimos identificar a las referentes enfermeras que fuesen faro y guía de su desarrollo profesional.

Hemos venido ocultando, cuando no destruyendo la imagen de quienes tenían que ser referencia clara e inequívoca de nuestra historia y evolución, es decir, de nuestras referentes. Nos hemos preocupado más de criticarlas, menospreciarlas o incluso derribarlas antes que valorarlas y seguirlas como líderes profesionales.

Esto ha conducido a una inequívoca orfandad de referentes profesionales que nos sitúan en una incómoda y triste falta de tutela y de referencia.

Las enfermeras, en esa falta de madurez, padecemos de cierto complejo de Edipo al tener una compleja confrontación de emociones y sentimientos caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia la Enfermería. Este complejo infantil nos lleva a que permanentemente destruyamos a quien mejor representa a la Enfermería, sus referentes, al mismo tiempo que nos esforzamos por comunicar y compartir nuestro amor por la Enfermería.

Ante esta dura realidad de la que aún no hemos sabido separarnos las enfermeras seguimos, por lo general, sin conocer ni reconocer a las magníficas referentes que han liderado y lideran el desarrollo de la Enfermería y sin las que no hubiese sido posible que la Enfermería se encontrase donde se encuentra.

            Las enfermeras necesitamos crecer y salir de esta adolescencia en la que estamos instaladas y que nos impide ver con claridad la importancia de hacer compatible el amor a la Enfermería con el respeto hacia la misma y hacia quien la representa y lidera, sus referentes.

            Si no somos capaces de hacerlo y seguimos manteniendo esta ambivalencia de sentimientos y emociones hacia Enfermería, nos puede suceder lo que le pasó a Edipo que incapaz de soportar el horror de su parricidio, se sacase los ojos vagase como un pordiosero por toda Grecia atendido por su hija Antígona.

            Conservemos la vista y utilicémosla para identificar y valorar a nuestras referentes. De su mano seremos capaces de crecer y sentirnos orgullosas de ser enfermeras y de reconocer a quienes nos lideran, para desde dicho conocimiento y reconocimiento poder transmitirlo a quienes nos precedan.

            Hagamos un esfuerzo por desprendernos de nuestro atávico miedo a reconocer y apoyar a nuestros líderes para de esta manera ir configurando nuestra identidad como ciencia, profesión y disciplina.

            Y para predicar con el ejemplo identifico a algunos de mis referentes. Seguro que no están todos los que lo son, pero sin duda son todos los que están.

            Rosamaría Alberdi Castell, Mari Paz Mompart García, Carmen Ferrer Arnedo, Mª Victoria Antón Nardiz, Antonio Mª Aragonés Lloret, Antonio Galindo (+), Rafael del Pino Casado, Enrique Oltra Rodríguez, Enrique Castro Sánchez, Mª Jesús Pérez Mora…

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