LA HUELGA COMO EXCUSA. «Y LAS ENFERMERAS PA CUANDO?»

En Cataluña se están viviendo procesos complejos de reivindicación social que tienen su extensión en reivindicaciones profesionales como las de la sanidad.

En este sentido en las últimas semanas se están produciendo protestas y huelgas de los profesionales de la salud de Atención Primaria que sin embargo han sido capitalizadas y monopolizadas por los médicos en una nueva muestra de su voraz fagocitosis.

Sin entrar a valorar los aspectos por los que se ha decidido asumir la siempre difícil decisión de una huelga, por las consecuencias directas e indirectas que las mismas tienen en quienes la convocan y las padecen, lo bien cierto es que finalmente se decidió que la situación era lo suficientemente grave y general para que fuese asumida de manera unitaria por los diferentes colectivos profesionales de la sanidad catalana, tanto sanitarios como no sanitarios.

Sin embargo desde el mismo instante en que se hace efectiva la citada huelga, esta es imputada en exclusiva a los médicos y a sus reivindicaciones y así es difundida por los medios de comunicación. Medios a los que se les recuerda, por parte de otros colectivos, que la huelga no es tan solo de médicos, pero que a pesar de ello, bien por miopía informativa, interés divulgativo o distorsión de la realidad, o una mezcla de todos ellos, persisten en su información centrada en las reivindicaciones médicas como elemento exclusivo de las protestas. La Atención Primaria se convierte en Atención Médica Primaria como efecto de esta simplista relación entre el ámbito de actuación, la Atención Primaria, y quienes aparentemente en el mismo participan y actúan de manera exclusiva, los médicos.

Las enfermeras, que una vez más entendieron que era una buena decisión el sumarse a una huelga de manera conjunta, con los compañeros médicos, para hacer mayor fuerza en las legítimas demandas de mejora de la sanidad catalana, vieron y comprobaron como estas se disgregaban y se concretaban en una protesta de exclusividad médica centrada en el manido y difícilmente sostenible argumento de un tiempo de consulta estandarizado, en este caso de 12 minutos, posiblemente como consecuencia de la revalorización del tiempo transcurrido desde que exigieran 10 minutos en otra célebre protesta que no logró que se consolidase el tiempo exigido de atención. No es razonable ni racional este planteamiento pues las necesidades de atención, y por tanto el tiempo que a las mismas se debe dedicar, no se puede ni se debe estandarizar. Lo razonable y racional es gestionar adecuadamente el tiempo y priorizar necesidades a las que dedicar el tiempo que, en cada caso, sea necesario. Lo contrario es instalarse en el discurso fácil y dogmático de cara a la galería.

En un modelo, asistencialista, biologicista, medicalizado y centrado en la enfermedad, configurado a imagen y semejanza del paradigma médico, que difícilmente encaja en los planteamientos de la Atención Primaria de Salud y que se ha demostrado ineficaz e ineficiente, reclamar mayor tiempo de atención por persona es un argumento que tan solo obedece a intereses corporativos, pero que difícilmente tiene justificación como elemento de un cambio tan deseado como necesario para que la Atención Primaria responda realmente a lo que cabe esperarse de ella. Por su parte las enfermeras, desde el paradigma médico en el que están instaladas, les resulta muy difícil visibilizar su aportación autónoma que se diluye y confunde en la dinámica asistencialista que impregna a todo el modelo y que limita, cuando no impide, los cambios necesarios. El Centro de Salud que paradójicamente da la espalda a la salud en favor de la enfermedad, lo que puede justificar que en Cataluña hayan pasado a denominarse como Ambulatorios tal y como se conocían antes de que se instaurase el denominado nuevo modelo de Atención Primaria, se convierte en el nicho ecológico de los profesionales en donde lejos de planificar el tiempo, que es el recurso más igualitario que existe al disponer todos del mismo,  se incorporan en la dinámica de alimentar un proceso asistencialista y fragmentado, que acaba cronificando la cronicidad, ignorando a la comunidad, abandonando a la familia como unidad de atención y contribuyendo a una salud persecutoria en lugar de favorecer la salud comunitaria.

Pero con ese ruido de fondo efectista y halagador para los oídos de los que vienen en denominar como pacientes, las reivindicaciones de las enfermeras quedan, no tan solo silenciadas sino diluidas e invisibles tanto para la opinión pública como para quienes tendrían que hacerse eco de las mismas, es decir, los medios de comunicación.

Y aunque trataron de alzar su voz para hacer oír su malestar y sus demandas, era tanto el ruido generado y amplificado de los médicos que no se percibió ni tan siquiera como rumor.

Las enfermeras, convencidas de la importancia del trabajo en equipo y de unidad de acción, que no es percibido de igual manera por parte del colectivo médico, cayeron en la trampa, una vez más, de que iban a respetarse sus posicionamientos, sus aportaciones, sus roles y sus demandas profesionales específicas además de las colectivas, acompañando a los médicos en la convocatoria de la huelga.

Cabe preguntarse, por tanto, si se trata de un engaño por parte de unos o de una ingenuidad por parte de las otras. Y yo creo, sinceramente, que hay de ambas cosas.

Si hay una planificación previa a la convocatoria de la huelga, lo cual es lógico que haya existido, en la que se concreta quienes y de qué forma se participa así como los motivos que la justifican con consenso de las partes, no se entiende, o si, que a las primeras de cambio el mensaje trasladado y recogido por los medios sea tan sesgado, corporativista y exclusivo por parte de los médicos. Anteponiendo los intereses particulares a los colectivos. Es decir los del corporativismo médico a los de la calidad de la atención. Aunque esta última sea utilizada como excusa y parapeto de los argumentos esgrimidos de manera tan demagógica.

Por su parte que las enfermeras hayan confiado ciegamente en la buena voluntad de los médicos a la hora de manejar los tiempos y los contenidos de los mensajes a esgrimir es como confiar en que la loba sea la mejor vigilancia posible para cuidar del gallinero.

Y con esos mimbres confeccionan su cesta y lo que en ella poner para venderlo a la sociedad y, de paso, a la administración, pero sin dejar espacio para nada y nadie más.

A las enfermeras, atónitas, tan solo les queda contemplar el devenir de los acontecimientos y como, situaciones tan graves y evidentes como unas ratios que no obedecen a criterios poblacionales, que generan una atención mermada que afecta a la equidad y la accesibilidad de cuidados de calidad en un modelo medicalizado, biologicista, fragmentado y hospitalcentrista, y que debilita, cuando no anula, la atención integral, integrada e integradora. Con una carga cada vez mayor de pruebas técnicas derivadas del hospital que impiden el desarrollo de procesos de participación e intervención comunitarias. Con una falta de indicadores que permita la adecuada evaluación de los cuidados prestados. Con una utilización interesada de las especialistas de Enfermería Familiar y Comunitaria, sin que sean reconocidas como tales en los puestos que ocupan, lo que provoca una clara confrontación con las enfermeras no especialistas al no estar claramente definidos los perfiles competenciales de cada una de ellas y su correcta articulación en el seno de los equipos. Y a pesar de todo lo cual las enfermeras prestan una atención de calidad que es sentida y reconocida por la comunidad, lo que es utilizado de manera interesada por la administración que perpetúa su clara y manifiesta falta de planificación y voluntad política para solucionar estos problemas, suboptimizando el producto final.

Tras este nuevo episodio de invisibilización posiblemente volvamos a escuchar las retóricas quejas de falta de reconocimiento y de valoración, que a lo único que conducen es a la parálisis y el inmovilismo, productos de la ausencia real de acción para arreglar las cosas por nosotras mismas sin necesidad de tener que ampararnos a la sombra de intereses, intenciones e intrigas de terceros.

La visibilidad de los cuidados enfermeros y su acción salutogénica en la comunidad dependen básicamente de nosotros y en tanto en cuanto no seamos capaces de hacerlo valer desde la acción enfermera, seremos permanentemente fagocitados por el poder hegemónico y patriarcal del paradigma médico, por mucho que nos pretendan seguir engañando con sus cantos de sirena de trabajo en equipo, en el que ni creen ni participan de manera generalizada aunque es de recibo reconocer que no todos actúan igual, pero que igualmente son neutralizados por el interés corporativo imperante.

Mientras en las televisiones, radios, redes sociales y prensa se seguirá confundiendo la parte con el todo, la salud con la enfermedad, la sanidad con la medicina y ninguneando una realidad que, por oculta que se le mantenga, no evitará nunca que sea tan necesaria como lo son las enfermeras comunitarias, y el cambio de un paradigma tan agotado como el que se mantiene, más allá de lo que exigen el sentido común y la evidencia.

La verdadera defensa de la salud comunitaria nunca debería plantearse como una reivindicación corporativista alejada de los objetivos comunes que deben confluir en la atención coordinada, eficaz y eficiente llevada a cabo por el conjunto de profesionales de los equipos de atención primaria. Lo contrario es desviar la atención del verdadero núcleo de interés, las personas, las familias y la comunidad. Pero en una sociedad contagiada por el individualismo, la confrontación, la descalificación, el inmovilismo, la falta de diálogo y de consenso que se vive en muchos ámbitos de la vida pública, posiblemente no podamos esperar nada mejor que plantear una huelga como única forma de cambiar las cosas. Con lo que no tan solo no se solucionará nada, sino que además se cuestiona un derecho, como la huelga, al utilizarlo de manera tan inoportuna como demagógica.

El día en que los pacientes dejen de serlo y parecerlo y se decidan a hacer una huelga a lo mejor nos damos cuenta de lo importante que resulta contar con ellos en lugar de actuar hacia ellos o lo que es peor, utilizarlos para el logro de intereses individuales con difícil encaje en la realidad que se presenta distorsionada.

Plagiando la canción de moda… «Y las enfermeras pa cuando?»

3 thoughts on “LA HUELGA COMO EXCUSA. «Y LAS ENFERMERAS PA CUANDO?»

  1. Si bien es cierto la huelga es un derecho, pero sumado a esto debe haber el sustento desde el Colegio Profesional y la Federación con acuerdos explícitos de las demandas y que deban evidenciarse en el cumplimiento, lamentablemente siempre esta presente la medicalización.

  2. Las enfermeras no han sido apoyadas por los sindicatos, dias previos a la huelga satse,ugt,ccoo firmaron un preacuerdo y posteriormente un acuerdo con el ics que aceptaban ligeras mejoras(que y se conocian y que son iguales para todos los funcionarios), no se nos pregunto como trabajadores que pediamos, que necesitabamos y si queriamos hacer huelga, ellos hicieron y deshicieron, el viernes(antes de la huelga del lunes)un sindicato decidio hacer huelga como los medicos(ni consensuado con los profesionales ni con otros sindicatos)por el cual la vaga no ha sido aceptada ni secundada por enfermeria.
    El personal medico se ha unido, ha luchado por sus derechos y les han preguntado cuales eran sus quejas.
    Enfermeria no lo ha hecho por culpa de los sindicatos y por la inanicion de este colectivo, no podemos culpr a otros colectivos(medicos)o a la medicalizacion de la sanidad, de algo que ni enfermeros ni sindicatos hacen.

    1. Gracias Alex. Respeto tu opinión, pero no la comparto en su totalidad.
      Es cierto que existe mucha inmovilidad, pero no es menos cierto que en esta ocasión se ha utilizado de manera interesada a las enfermeras para lograr objetivos que no eran ni de las enfermeras ni del sistema sanitario en general y mucho menos de la atención primaria en particular, tan solo de un colectivo que ha utilizado, hábilmente eso si, argumentos demagógicos para lograr sus fines.
      Y la medicalización si tiene mucho que ver con todo esto. Se trata de una organización del sistema a imagen y semejanza del colectivo médico que ya se ha demostrado totalmente ineficaz e ineficiente, pero que se sigue manteniendo a pesar de todo por presiones, por inacción y por falta de voluntad política en cambiar las cosas.

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