EL CORONAVIRUS SE SUMA AL NURSING NOW

            Todas/os nos las prometíamos muy felices en el denominado año de las enfermeras y matronas. Nursing Now iba a posibilitar el que este reconocimiento tuviese visibilidad a través de múltiples actividades, actos, homenajes, congresos, conferencias, artículos… en un despliegue sin precedentes, aunque con una clara incertidumbre sobre los efectos que los mismos pudieran tener a la hora de dar valor al trabajo de las enfermeras en cualquier ámbito.

Pero nadie contaba con que apareciese el ya famoso y despreciable coronavirus, no tan solo a contagiar, sino a impregnar y modificar nuestras vidas y nuestro modo de actuar y comportarnos, bien voluntariamente, bien por imposición.

            Poco a poco, con cierta incredulidad no exenta de una inicial distancia con respecto a lo que estaba empezando a suceder en la, aparentemente, lejana China, el coronado virus fue avanzando y superando fronteras. La incredulidad entonces se tornó en sorpresa pero sin que se identificase como un peligro cierto que nos tuviese que inquietar. La sorpresa dio paso a la alarma cuando empezaron a aumentar los casos y se produjeron las primeras muertes. La alarma, finalmente, condujo al miedo irracional al que contribuyeron de manera muy directa y significativa algunos los medios de comunicación que identificaron esto como un vodevil con el que obtener mejores cuotas de audiencia.

            Una situación sobrevenida, de la que poco o casi nada se conoce, que avanza silenciosa pero implacablemente, atacando al conjunto de la ciudadanía, aunque cebándose en los más débiles.

            Una pandemia que se aprovecha de nuestra cultura del tacto, contacto y proximidad, demostrada con abrazos y besos para avanzar e instaurar la distancia, el miedo al otro y el aislamiento.

            Una crisis que socaba la economía y pone en evidencia la supuesta fortaleza de los sistemas políticos y financieros.

            Una realidad que vence tradiciones, cultura, educación, ocio, transporte, turismo… e incluso pone a prueba a un sistema sanitario fuerte, resolutivo, universal y muy bien valorado dentro y fuera de nuestras fronteras.

            Parece como si no hubiésemos aprendido nada de las epidemias de cólera, peste o el más reciente VIH, como si la transición epidemiológica cobrase de nuevo una singular notoriedad, cuando pareciera que habíamos alcanzado la inmunidad universal, despreciando la globalización y la propia epidemiología. Con actitudes de desprecio a la ciencia y los expertos por parte de algunos denominados líderes políticos que lo único que lideran es su ego y el rentismo.

Así pues, instalado el virus y el miedo, entraron en escena los expertos, científicos, políticos y, sobre todo, los profesionales.

            Las enfermeras se convirtieron entonces en un valor fundamental para hacer frente a lo que ya era una verdadera crisis sanitaria antes que la OMS la decretara como Pandemia.

            Es cierto que nadie desea que suceda algo así, pero no es menos cierto que es en situaciones como estas en las que se pone de manifiesto el valor y la aportación singular e insustituible de las enfermeras, junto al de otros profesionales, sanitarios o no, que trabajan en la sanidad pública española.

            Las enfermeras están participando de manera activa en la elaboración de guías, protocolos, recomendaciones… a través de las sociedades científicas y en colaboración con las instituciones sanitarias, como nunca hasta la fecha lo habíamos hecho. En igualdad de condiciones al resto de disciplinas. Aportando nuestro conocimiento, experiencia y valor para combinarlo con el del resto de aportaciones con el objetivo de dar la mejor respuesta posible y estando siempre al tanto para modificarlas, en función de la evolución constante de la situación.

            Las enfermeras están dejando lo mejor de sí mismas para atender a la población que demanda cuidados. Cuidados ante el virus y sus consecuencias, pero también cuidados para tranquilizar, informar, prevenir, promover… ante tanta incertidumbre y miedo disparado por el fuego informativo cruzado que hiere tanto o más que el propio virus.

            Las enfermeras, a pesar de las irracionales ratios que tenemos en nuestro país, están cubriendo con eficacia las necesidades y demandas que se disparan de manera exponencial generando un estrés que luchan por minimizar, pero que va minando la firmeza que se precisa para hacer frente a este gigante que no tan solo ataca la salud de las personas sino la de los entornos en los que vivimos. A pesar de la falta de material, de los servicios saturados, de la demanda exigente, del cansancio acumulado, que las exponen a un importante riesgo de contagio. A pesar de la pérdida de permisos, de formación, de descanso, de vida personal y familiar. A pesar de que en muchos ocasiones su aportación queda invisibilizada, anulada o fagocitada por los estereotipos y tópicos que impregnan la información que se traslada.

            En el año de las enfermeras y las matronas, el coronavirus ha venido a demostrar que no es posible hacer frente a una situación crítica como la que estamos viviendo sin la aportación de las enfermeras. Pero también a poner de manifiesto que hace falta que, superada la misma, se tengan que revisar y modificar los parámetros de asignación de enfermeras si se quiere contar con un sistema de salud público capaz de mejorar los parámetros de morbi-mortalidad y la salud comunitaria de las personas, familias y comunidades, como ponen de manifiesto importantes evidencias científicas. Ahora echaremos de menos a tantas y tantas enfermeras que tuvieron que irse a otros países porque aquí no se les valoraba, en donde, sin duda, estarán contribuyendo a paliar los efectos del coronavirus.

            En el año de las enfermeras y las matronas, las enfermeras y las matronas están demostrando hasta qué punto es necesaria su aportación y su presencia.

            Tan solo cabe esperar que cuando remitan los efectos del coronavirus y la situación se normalice, nadie olvide lo que han aportado las enfermeras para lograrlo. Que superada la crisis los tomadores de decisiones identifiquen la necesidad de que la población cuente con el número adecuado de enfermeras para promover, mantener y recuperar su salud.

            Son crisis como esta las que nos tienen que hacer ver la importancia de una Sanidad Pública fuerte y protegida frente a la insaciable voracidad mercantilista de una Sanidad Privada que se esconde e inhibe ante las mismas por no identificarlas rentables para sus intereses y a la espera de recoger los efectos que provocan para hacer caja.

            Nursing Now, a pesar o apoyada por el coronavirus debe ser identificada como una campaña necesaria para la conciencia política, profesional, científica y social de la importancia de las enfermeras y las matronas.

            Muerto el coronavirus que no se acabe con la valoración de quienes habrán contribuido de manera tan decidida a hacerlo. Que podamos decir claro y alto, ¡¡¡el coronavirus ha muerto vivan las enfermeras!!!!

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