Los Jinetes del Apocalipsis son los cuatro caballeros que se describen en la primera parte del capítulo sexto del Apocalipsis, en el libro denominado de las Revelaciones de San Juan. No es mi intención adentrarme en la interpretación de estas escrituras bíblicas y mucho menos establecer una correlación directa entre ellas y la crisis del coronavirus o pandemia COVID-19. Por tanto, tan solo utilizo su simbología como a lo largo de la historia se ha realizado en gran cantidad de representaciones artísticas, dada la influencia que tuvieron sobre la cultura occidental, como contrapunto a la breve aparición de los jinetes en dichos escritos.
“Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”.
Apocalipsis 6:1-2
Primer jinete. La Conquista y la crisis sanitaria.
Esta es la descripción al enigmático primer jinete que corresponde a la Conquista.
Como ya decía, que nadie intente encontrar una semejanza o relación con el texto original a lo que yo voy a plantear en mi reflexión. Se trata de establecer un nexo de unión narrativo más que un paralelismo que no es posible, como ya hiciese en 1916 el gran Vicente Blasco Ibáñez en su más exitosa novela, “Los 4 Jinetes del Apocalipsis” en pleno desarrollo de la 1ª guerra mundial.
No sé, creo que nadie lo sabe o nadie lo dice, cómo llegó. Pero lo bien cierto es que lo hizo por sorpresa y con el ánimo de conquistar. Y, ciertamente lo hizo. Conquistó, en primer lugar, el país de la ciudad perdida y de la gran muralla, como si de un desafío se tratase. Se adentró en silencio en la, hasta entonces poco conocida ciudad de Wuhan, a pesar de sus 11 millones de habitantes y empezó su siniestra conquista. Las víctimas iban cayendo casi sin saber por qué, mientras las especulaciones, las conjeturas, las conspiraciones se sucedían y el mundo contemplaba expectante como este desconocido conquistador paralizaba Wuhan y después se trasladaba a Shanghái, con casi 25 millones de habitantes, para continuar su progresión contagiosa. Y el gigante asiático tembló e hizo temblar al resto del mundo. El conquistador COVID-19 había logrado parar la economía china y puso en jaque su sistema sanitario, obligando a medidas hasta ahora nunca vistas.
Lo que en principio se contemplaba, por el resto del mundo, como un problema lejano y ajeno, fue progresando y conquistando nuevos territorios, algunos tan impensables en un primer momento como Italia y después España. Pero aún así las reacciones no fueron todo lo ágiles que hubiesen sido deseables. La creencia de que se podría controlar fue aprovechada por el conquistador, que entró como un elefante en una cacharrería. Y el COVID-19 se empezó a cobrar víctimas y a sembrar el pánico, hasta lograr paralizar a una potencia como Italia, encerrando a su población en las casas, que veía con incredulidad como esquilmaba a su población y colapsaba su sistema sanitario y a sus profesionales. España, mientras tanto, esperaba su turno con la falsa esperanza de que no le llegase. Pero llegó y lo hizo con idéntica fuerza destructora, a pesar de contar con uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Otros países como Gran Bretaña, el Imperio, creían que, por estar fuera de la UE gracias al brexit, podrían liberarse. Pero el conquistador, ni tan siquiera se apiadó de su primer ministro al que condujo a la UCI.
Mientras continuaba su macabra conquista no perdía ocasión de desplazarse a países cada vez más lejanos, y en principio, incrédulos de que llegase el conquistador. Pero su avance era imparable y conquistó a la considerada primera potencia mundial, EEUU, a pesar de la bravuconería de su excéntrico presidente. Y de ahí pasó a Latinoamérica para cebarse en poblaciones vulneradas por la sinrazón de sus dirigentes políticos que creían poderle vencer con sus discursos de chulo de barrio.
Y este primer jinete continua su avance destructor sin saber muy bien cuando parará o cuando se le podrá parar.
“Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que gritaba: «¡Ven!» 4 En eso salió otro caballo, de color rojo encendido. Al jinete se le entregó una gran espada; se le permitió quitar la paz de la tierra y hacer que sus habitantes se mataran unos a otros”.
Apocalipsis 6:3-4
Segundo jinete. La Guerra y la crisis económica.
Efectivamente. Cuando aún se encuentra en plena conquista de contagio y muerte el primer jinete, el segundo ya ha iniciado también su recorrido. En este caso aprovechando el desconcierto generado por el conquistador, este segundo jinete inicia la guerra que conduce al desconcierto de lo que se denominan los mercados y a la consiguiente crisis económica.
La parálisis de toda actividad empresarial como consecuencia de un estados de alerta decretados por los gobiernos, conduce a la incertidumbre y al miedo de que dichas medidas puedan incidir en el empleo, las finanzas, las relaciones comerciales, las cuentas de resultados… provocando una crisis económica mundial que se prevé desastrosa y que precederá a la crisis sanitaria ocasionada por el primer jinete. En un contexto ya muy dañado por el conquistador la crisis económica se prevé provoque una guerra de supervivencia para no ser arrastrado por los efectos económicos provocados.
La resistencia de una población aislada observa como los inicios de una recuperación lenta y costosa de la pasada crisis, son amenazados por el fuego cruzado de una guerra económica en la que los enemigos no son perceptibles e incluso, algunos, eran considerados hasta hace poco como amigos de un entorno que cada vez tiene menos de unión y cuya denominación nos resulta cada vez menos propia, todo en un intento desesperado por quedar indemne del desastre del que empiezan a culpar a quienes han padecido la conquista pandémica, sin sospechar que los siguientes pueden ser ellos por muchos tulipanes, molinos o industria que tengan.
La desestabilización está servida y la conquista pandémica y la guerra económica, dan paso al tercer jinete.
Tercer jinete. La muerte y la crisis política.
“Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que gritaba: «¡Ven!» 8 Miré, ¡y apareció un caballo amarillento! El jinete se llamaba Muerte, y el Infierno[a] lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra
Apocalipsis 6:7-8
Las consecuencias que las anteriores crisis provocan no van a dejar indemne a una clase política que no está por la labor de unir esfuerzos y tratar de hacer frente de manera conjunta a un panorama tan desalentador como preciso de esfuerzos compartidos para hacerle frente y tratar de superarlo lo antes y al menor coste posible.
Pero los intereses partidistas, el oportunismo político, el egocentrismo, el ansia de poder, el desprecio a la convivencia, la intransigencia, el inmovilismo ideológico, la demagogia del discurso, la descalificación… conducen al enfrentamiento que no confrontación y a tratar de dar muerte política al enemigo que no de ganar al adversario.
El tercer jinete pretende sembrar esa crisis política que ya se ha iniciado durante el recorrido de los anteriores jinetes. Porque los jinetes buscan unir sus fuerzas para lograr un mayor poder destructivo.
Y mientras la conquista ha dejado yermo el sistema sanitario y ha propiciado que la guerra se iniciase, el tercer jinete busca la muerte política de quien ha tenido que tomar las decisiones ante tanto ataque, utilizando para ello, como aliados, a los que ven en el desastre su oportunidad de acoso y derribo del enemigo herido y cansado de tanta batalla en tan poco tiempo. Tan solo el sentido de estado que sería el mejor de los sentidos, podría vencer al jinete y procurar avanzar en la reconstrucción de tanta destrucción como la ocasionada.
Pero mientras la muerte busca a sus presas, el cuarto jinete inicia su galope en busca de una sociedad herida por tanto dolor.
Cuarto jinete. El hambre y la crisis social.
“Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí al tercero de los seres vivientes, que gritaba: «¡Ven!» Miré, ¡y apareció un caballo negro! El jinete tenía una balanza en la mano. 6 Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: “Un kilo de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un día; pero no afectes al precio del aceite y del vino”.
Apocalipsis 6:5-6
El caballo negro, galopará para conducir al cuarto jinete a instaurar la crisis social.
Ninguna sociedad por solidaria, paciente, implicada, perseverante y fuerte que sea puede resistir a la conquista, la guerra y la muerte provocadas por los tres jinetes anteriores.
Una sociedad que venía de soportar la pobreza, la desigualdad, la inequidad, los recortes… de la anterior crisis y que trataba de salir adelante, a pesar de la precariedad laboral, el indecente paro, sobre todo, en jóvenes y mujeres, los vaivenes políticos… se enfrenta ahora a un escenario incierto que el cuarto el jinete, el del hambre, está dispuesto a diseminar. No se trata tanto de hambre alimentaria, que también, como de hambre de equidad, igualdad, libertad, estabilidad, salud… que deberían estar permanentemente garantizadas, pero que sin embargo suelen ser los primeros “nutrientes sociales” de los que se tiene carestía y por los que la población sufre las consecuencias de su carencia con múltiples y variados síndromes en los que se ceban males como el juego, el alcoholismo, la violencia, la ansiedad, la depresión, los suicidios, la abulia… que repercuten gravemente en la salud individual y colectiva, propiciando poblaciones vulneradas, en un nuevo contagio que, aunque no sea vírico, es tan letal como el provocado por el COVID-19.
Así pues, los cuatro jinetes y sus cuatro crisis, algunas fatalmente reales y otras previsibles, son una imagen que lejos de asustarnos y dejarnos arrastrar por sus consecuencias, deberían ponernos en guardia y generar las resistencias que permitan sobreponernos a las pérdidas ya generadas y hacer frente a las que pueden producirse.
La crisis sanitaria debe conducir a un análisis en profundidad de nuestro actual sistema de salud, para adaptarlo a una realidad que dista mucho de la que teníamos cuando se concibió y sustentó el actual modelo. Requiere de cambios en profundidad que permitan dar respuestas más eficaces y, sobre todo, con una perspectiva salutogénica en lugar de patogénica. Fortaleciendo la Atención Primaria de Salud y Comunitaria y reformando la estructura y organización hospitalaria para adaptarla a las necesidades de la población y no tanto a la de los profesionales. Institucionalizando los cuidados como elemento fundamental de la atención a la salud y la enfermedad. Generando estrategias de intervención integrales que permitan crear entornos saludables. Favoreciendo y promocionando la participación comunitaria en todos los procesos de toma de decisiones.
No se trata tanto de crear nuevas y ostentosas estructuras sanitarias, como de hacer un uso racional de las existentes y de trabajar en y con la comunidad para, entre todas/os, dar respuestas menos medicalizadas y más saludables, a una población que, aunque debilitada no está rendida y quiere recuperar a los que ha venido en denominar héroes y heroínas como referentes con los que participar en la construcción de un nuevo concepto de salud.
La crisis económica, sin duda, supone un reto, para sobreponerse al duro golpe infringido por el segundo jinete. Pero el forzado cambio a nuevas formas de trabajo, la resistencia al aislamiento y la convivencia en la distancia, la recuperación de una solidaridad que permanecía adormecida, van a ser elementos fundamentales para innovar y adaptarse a la nueva realidad económica que va a generarse y en la que se precisa un esfuerzo por parte de quienes generan empleo y quienes deben hacer del mismo una fuente de riqueza. Las dinámicas previas a la pandemia no van a servir para salir de la crisis. Por tanto, mercados, empresarios, sindicatos, trabajadores, entidades financieras…deben plantear soluciones de consenso que permitan configurar también, una nueva realidad económica, laboral y financiera en la que será preciso entender que se debe tender a una mayor y mejor redistribución de la riqueza que minimice las actuales desigualdades que tantas consecuencias tiene para la salud de la comunidad y tanta vulnerabilidad genera.
La crisis política es fundamental que sepamos revertirla. Y digo sepamos entendiendo que es labor de todas/os y no tan solo de quienes identificamos como políticos a quienes hemos votado. Se debe generar una conciencia colectiva de entendimiento y consenso que permita salvar las diferencias ideológicas, partidistas y de poder, para trabajar de manera decidida, no exenta de debate, por respuestas que beneficien al conjunto de la sociedad. La sociedad, por su parte, debe entender que el compromiso es también de todas/os y que requerirá de un compromiso político que vaya más allá de la introducción del voto en una urna cada cuatro años o en periodos menores como consecuencia del fracaso político. Los mecanismos de participación ciudadana deben servir para que la toma de decisiones en el ámbito político, a todos los niveles (internacional, nacional, autonómico o local), sirvan para el control de la denominada clase política, pero también para el compromiso social hasta ahora expectante y pasivo. Como en los casos anteriores se trata de una nueva realidad que requiere de nuevas respuestas sin las que, las amenazas de planteamientos autoritarios, pseudodemocráticos y desestabilizadores ganarán terreno provocando situaciones inestables y de confrontamiento que tan solo pueden llevarnos a situaciones indeseables.
Por último, para vencer al cuarto jinete y al hambre que trata de instaurar, debemos tomar igualmente conciencia colectiva de lo importante que resulta derrotar al individualismo, la competencia desmedida, el egoísmo, la insolidaridad… y trasladar al ámbito comunitario lo que durante el periodo de aislamiento hemos ido aprendiendo a golpe de muerte y deterioro del tejido económico y social. Sobreponiéndonos y sabiendo reconocer los esfuerzos por superar una crisis por parte de tantas/os profesionales de diferentes sectores. Los balcones, una vez recuperemos la libertad que nos usurpó el primer jinete, deben trasladarse a cualquier rincón de la sociedad aplaudiendo y animando a superar entre todos situaciones difíciles, pero no imposibles de afrontar. Una nueva realidad social que lejos de sumirnos en la desesperación nos debe motivar a superar las dificultades y las consecuencias que para la salud comunitaria pueden tener.
Por lo tanto, se trata de afrontar con energías renovadas lo que son enemigos ya conocidos como los cuatro jinetes, para que el apocalipsis que tratan de instaurar, responda con una enorme resiliencia colectiva que logre vencerles y situarles en donde nunca más deberían poder salir, es decir en la mitología bíblica descrita por San Juan.
Posiblemente nada volverá a ser igual que antes, pero en nuestra mano y voluntad está el que lo que deba ser, sea mejor que antes.